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miércoles, 24 de enero de 2018

NEOLIBERALISMO Y DESARROLLO AGRESIVO CONTRA LAS MUJERES INDÍGENAS


El modelo económico de liberalismo liderado por las corporaciones ha dominado a una generación de formuladores de políticas en casi todos los países del mundo con excepción de unos pocos. Con estas distintivas políticas de fortalecimiento de mercados, la reducción del gasto del estado, la privatización de los servicios básicos, la liberalización del comercio y la producción de productos principalmente para la exportación, el neoliberalismo ha exacerbado la violencia contra las Mujeres Indígenas y ha generado nuevas formas de violencia. De hecho, cada una de las manifestaciones de violencia revisadas en este informe se han intensifi cado bajo el clima neoliberal de décadas recientes: las políticas neoliberales promueven los procesos migratorios, violentan la competencia por los recursos y promueven el desmantelamiento de los servicios de salud en países en todo el mundo, mientras que las formas de imperialismo cultural junto a la globalización económica han provocado una reacción que opera a través de la violencia contra las mujeres (lo que FIMI llama “violencia en nombre de la tradición”).

El neoliberalismo ha empeorado la situación de pobreza y de desigualdad en todo el mundo, provocando un aumento en la violencia de género dentro de las familias y las comunidades. El  neoliberalismo exacerba la violencia contra las Mujeres Indígenas a través de las mismas dinámicas que amenazan a las mujeres no indígenas, pero con manifestaciones culturales específi cas que deben ser reconocidas y abordadas en las estrategias para combatir la violencia de género. Por ejemplo, las tasas de violencia dentro de las familias han aumentado en muchas comunidades a nivel mundial debido a que los hombres enfrentan un aumento de presiones frente al desempleo, la pérdida de sustentos y el empeoramiento de la pobreza asociada a las políticas neoliberales. Esta tendencia tiene tanto un impacto desproporcionado como culturalmente específi co en las familias indígenas. 

Los Pueblos Indígenas muchas veces son los sectores más excluidos y discriminados de las sociedades en las que viven, haciéndolos desproporcionadamente vulnerables a las políticas que afectan a la población pobre en general. En particular, el aumento de la violencia familiar intergeneracional (o abuso de las y los ancianos) amenazan la supervivencia de las culturas indígenas. El abuso físico y el rechazo de las y los ancianos indígenas indican la degradación de su condición como promulgadores del conocimiento cultural y refleja un aumento de la pérdida de respeto por la sabiduría de las y los ancianos. Esta ruptura en la transmisión de los valores culturales de una generación a otra es pronunciada particularmente en las familias indígenas que han sufrido desplazamientos o migraciones como consecuencia de la “globalización” económica. 
Las Mujeres Indígenas dentro de sus territorios ancestrales también enfrentan amenazas específicas como consecuencia del neoliberalismo y el desarrollo agresivo. El impacto proveniente del racismo ambiental manifestado, por ejemplo, en el uso desproporcionado de los territorios indígenas como sitios residuales para los desechos industriales. Los territorios indígenas son especialmente codiciados por las corporaciones en busca de comercializar y adquirir los recursos naturales, incluyendo petróleo, oro, agua, madera y fuentes de medicinas. Estos y otros recursos están cada vez más concentrados en los territorios indígenas, donde su uso ha sido administrado bajo una ética cultural de la sostenibilidad.

Alrededor del mundo, grandes represas hidroeléctricas, gasoductos, canales, rutas y puertos han sido construidos en los territorios indígenas en el nombre del desarrollo económico y la modernización. El concepto “desarrollo agresivo” enfatiza la violencia contra los Pueblos Indígenas inherente en la implementación de dichos megaproyectos, incluyendo el desplazamiento forzado, la degradación del medio ambiente de sus territorios y los confl ictos armados. Muchas veces asociado con la extracción comercial de recursos a gran escala y exportación agrícola, los megaproyectos son generalmente construidos sin el consentimiento libre, previo e informado de las poblaciones locales (ver cuadro). Los Pueblos Indígenas sufren los efectos negativos de tales proyectos, pero muy rara vez se benefi cian de las ganancias que estos proyectos generan.
Por lo tanto, en Nigeria los Ogoni y otros pueblos están enfrentando a Shell, al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al gobierno de Nigeria, quienes están en busca de la explotación petrolera en los territorios indígenas. Los U’wa en Colombia también están luchando contra el desarrollo petrolero en sus territorios. Los Pygmy/Bambuti en África Central están luchando contra la explotación maderera. Los pueblos Igorot, Mangyan y Lumad en las Filipinas están resistiendo actividades mineras en sus tierras ancestrales, mientras que los Penans de Serawak, los Cree de Canadá y los Mapuches en Chile están combatiendo los proyectos de represas del Banco Mundial.

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