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martes, 21 de octubre de 2014

Aprende a ser lo que quieres ser .


 De piedra nos quedamos al encontrar en la prensa escrita comentarios como los de la imagen . Luego los hallamos  en internet, incluso mas claros . http://eldiariodelanena.com/como-ser-mas-femenina/

Frente a esta presión traemos un articulo referido a una grandisima escritora española  CARMEN MARTÍN GAITE  ella habla de una España de 1940 que parece sigue vigente en 2014 por otros lugares :

En el caso de la imagen de las mujeres se resuelve en una mística de la feminidad entendida como debilidad y sumisión, dentro de la imagen y el esquema más tradicional. Eso significa, en primer lugar, rechazo de la soltería (“El culto a la feminidad, inculcado por tantos flancos desde la primera infancia, llevaba aparejado el aborrecimiento de la soltería”). La soltera era un fracaso social porque había fallado en el que se consideraba el único sentido de su vida, encontrar marido. Cita Carmen Martín Gaite un texto sacado del consultorio de una de las revistas femeninas más importantes de la época, Medina,  que resulta clarificador en este aspecto: La vida de toda mujer, a pesar de cuanto ella quiera simular –o disimular-, no es más que un continuo deseo de encontrar a quien someterse. La dependencia voluntaria, la ofrenda hermosa de todos los minutos, de todos los deseos e ilusiones es lo más hermoso, porque es la absorción de todos los malos gérmenes –vanidad, egoísmo, frivolidad- por el amor15
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El caso del hombre soltero era distinto,  entre otras cosas porque su estado era fruto de una elección propia, no de una decisión ajena (nadie elegía por él ni nadie lo elegía; el caso de las mujeres es el contrario, a ellas sí tenía que elegirlas un hombre, y quedarse solteras se entendía como que nadie había querido elegirlas):
En los años que estoy estudiando, la muchacha que soñara con “vivir su vida” en seguida se daba cuenta de que le resultaba más prudente conservar encerrado aquel propósito en la zona de los anhelos inconfesables, como un tesoro que se convertiría en bazofia al exponerlo a la luz16

Se trataba de fomentar la fragilidad y el desvalimiento en las mujeres, una imagen que se perpetuaba en el cine, la literatura, la radio…, que promueven esas formas de vida y de conducta. A las mujeres se las estaba previniendo constantemente contra cualquier otro interés, y los modelos de comportamiento que se les ofrecían (desde la escuela, la propaganda oficial, las distintas instituciones del régimen dictatorial…) también aparecían en las novelas que leían millones de mujeres, en los seriales radiofónicos, etc., que daban una imagen de lo que tenía que ser y hacer una mujer, nombraban el orden y llamaban al orden.
Pilar Primo de Rivera servía como modelo fundamental, al igual que todas las que integraban la Sección Femenina de Falange, y se encargaron de difundir el modelo de mujer sumisa, hogareña, etc. En una de sus intervenciones públicas, un discurso de principios del año 1944, dice:
Tenemos que tener detrás de nosotras toda la fuerza y decisión del hombre para sentirnos más seguras, y a cambio de esto nosotras le ofreceremos la abnegación de nuestros servicios y el no ser nunca motivo de discordia. Que éste es el papel de la mujer en la vida. El armonizar voluntades y el dejarse guiar por la voluntad más fuerte y la sabiduría del hombre17
.
Es significativo que en los documentos originales de la Sección Femenina, la palabra  ʻmandoʼ (refiriéndose a las mujeres que ocupaban una situación más alta en la jerarquía de la organización) aparece con el artículo en masculino (aunque fuesen mujeres, el poder es masculino). De entre esos ʻmandosʼ, la mayoría no estaba casada (como explica Amelia Valcárcel, “las mujeres detentan el poder con los tres votos clásicos: pobreza, castidad y obediencia”18 ) y tenía responsabilidades de diversa índole, con lo que“el contraste entre los mandos y la naturaleza reaccionaria del mensaje predicado porellas fue siempre una paradoja”19
. Una paradoja, no obstante, relativa, pues no teníanningún poder sobre hombres, eran mostradas como ejemplo de castidad, obediencia, sacrificio y abnegación20 , y en cualquier caso siempre quedaba claro que eran una excepción, como los modelos de vida oficiales de la Sección Femenina, Santa Teresa eIsabel la Católica. Para el conjunto de las demás mujeres, se mantiene el viejo rigor y
naturalmente la tradicional ʻvirtudʼ femenina del silencio: “Que vuestra labor sea callada; que a las Secciones femeninas, mientras menos se las oiga y menos se las vea, mejor.
Que el contacto con la política no os vaya a meter a vosotras en intrigas y habilidades impropias de mujeres” 21
.Hace Carmen Martín Gaite referencia a la  ʻmísticaʼ a la que se  ʻelevabaʼ a las mujeres: El hombre era un núcleo permanente de referencia abstracta para aquellas ejemplares penélopes condenadas a coser, a callar y a esperar. Coser esperando que apareciera un novio llovido del cielo. Coser luego, si había aparecido, para entretener la espera de la boda, mientras él se labraba un porvenir o preparaba unas oposiciones. Coser, por último, cuando ya había pasado de novio a marido, esperando con la más dulce sonrisa de disculpa para su tardanza, la vuelta de él a casa. Tres etapas unidas por el mismo hilo de recogimiento, de paciencia y de sumisión. Tal era el  ʻmagnífico destinoʼ de la mujer falangista soñada por José Antonio22
.
 
La situación política pone de nuevo a la mujer en un lugar más acorde con la realidad que trata de imponerse. La estructura familiar tradicional tiene que asegurarse, y en todas las publicaciones de la época la tónica común era el canto a las excelencias de un mundo feliz, con la exaltación de valores como el amor, la belleza y la bondad:
Nunca [se trataba] de preguntarse por las causas del odio y la maldad. En primer lugar porque  en las mujeres el conocimiento analítico puede perturbar las finas arterias de su feminidad, y además porque una pregunta como ésa hubiera lindado escabrosamente con un terreno que en la postguerra convenía esquivar: el de la lucha de clases […].
Las jovencitas vivíamos de ilusiones. Si se hiciera algún día el cómputo de las veces que las palabras sueño e ilusión aparecían en las canciones que se cantaban sin cesar por entonces y en los títulos de películas y novelas de mayor consumo, resultaría sorprendente. Se habían incorporado asimismo de forma notable al lenguaje coloquial. […]
Pero probablemente una de las expresiones más repetidas en una conversación entre amigas era la de “me hace ilusión”, que no significa propiamente “me gusta” o “me apetece”, frases estas últimas donde el sujeto revela hacia el objeto una tendencia fundada en algo, una actitud menos pasiva23
.
El noviazgo se presentaba para las mujeres de la primera postguerra como una etapa de aprendizaje, lo que se llamaba  ʻla escuela del matrimonioʼ. El problema, señala Martín Gaite, es que la información que la adolescente curiosa podía obtener era muy limitada o nula24
:
El sueño y la ilusión mantenían a la mujer en las nubes durante un período más o menos largo. Y de las nubes de aquel paraíso ficticio se caía sin transición –cuando se caía- en los raíles del noviazgo con un muchacho concreto, al que no convenía dar confianzas pero al que había que querer mucho. Aunque a la jovencita bienpensante nadie le hubiera explicado en qué consistía querer mucho a un novio. Ni le estuviera permitido adivinarlo por su cuenta25
.
Lo que sí estaba claro, entre otras cosas por un léxico plagado de términos bélicos o metáforas guerreras, es que el amor, para ser real y valioso, no tenía que ser tarea fácil, circunstancia que certificaba el argumento de toda novela rosa, sin excepción: Tanto estas antinomias de nieve y fuego como las metáforas de tipo bélico a que venimos haciendo referencia contribuían a propagar una ideología amorosa que exaltaba la dificultad. Lo mismo los hombres que las mujeres tendían a sentirse más satisfechos y recompensados si el objeto de sus afanes era por naturaleza duro de pelar o adoptaba una actitud que le hacía pasar por serlo. Conservar la sangre fría y presentarse como un ser equilibrado se consideraban requisitos ideales para enardecer al adversario, ya fuera éste masculino o femenino26
.
En este sentido, afirma Carmen Martín Gaite: “Desde luego, no parecía tratarse de un aprendizaje placentero, sino que más bien era presentado como una ascesis, como una especie de camino de perfección individual”27
.
Además del uso de ese vocabulario lleno de metáforas guerreras y de conquista bélica, la utilización del lenguaje estaba marcada por completo por la censura, que obligaba a un amplio uso del eufemismo, fundamentalmente en lo relativo a cuestiones sexuales. No era un problema que afectase sólo a la ficción, rosa o no: ese arte del disimulo se exigía en la vida en general, en la que también el lenguaje estaba sometido a la contención y al ahorro, por lo que inevitablemente ese uso se deslizaba también en las novelas.
Corín Tellado, por tanto, fue educada en una época en que el eufemismo era la norma y  tuvo además que aprender a sortear la censura, hasta el punto de que, con el tiempo, se fue creando todo un código con la complicidad de lectoras y lectores, sobre todo en lo relativo a las escenas eróticas. Así, Corín Tellado tendió un puente por encima de la férrea censura y mostró a sus lectoras el sexo y la pasión, es decir, “inventó el erotismo rosa”28 , en unas novelas de amor y sexo sin sexo29, que encuentran la manerade decir muchas cosas que en aquel momento no se podían decir30 , con gran habilidad para convencer al censor y complacer también la puritana moral de muchas lectoras, educadas dentro de un esquema muy tradicional y conservador.
En definitiva, Corín Tellado, la autora española más leída del siglo XX, marcó la vida de generaciones de mujeres (también de muchos hombres) y sus novelas suponenun recorrido por varias décadas en las que el amor era palabra escrita.


13 MARTÍN GAITE, C., op. cit., p. 28.
14 IBÍDEM, p. 53.
15 Medina, “Consúltame”, 3 de septiembre de 1944; citado por MARTÍN GAITE, C., op. cit., p. 45.
16 IBÍDEM, p.p. 49-50.
17  Citado por MARTÍN GAITE, C., op. cit., p. 58. Un año antes, en febrero de 1943, en un discurso en el Primer Consejo Nacional del Servicio Español de Magisterio, había dicho: “Las mujeres nunca descubren nada: les falta desde luego el talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar mejor o peor lo que los hombres han hecho”. Citado por MARTÍN GAITE, op. cit., pp. 68-69.
18 VALCÁRCEL, A., La política de las mujeres, Madrid, Cátedra, 1997, p. 115.
19 RICHMOND, K., Las mujeres en el fascismo español. La Sección Femenina de la Falange, 1934-1959,
Madrid, Alianza, 2004, p. 39.
20 “A las mujeres les es permitido detentar este poder siempre que a él lleven las virtudes clásicamente reconocidas como aretario, en su sentido griego más fuerte y arcaico, del sexo femenino, que son
fundamentalmente dos: fidelidad y abnegación”. VALCÁRCEL, A., op. cit., p. 116.
21 Discurso de Pilar Primo de Rivera en el Consejo Nacional de la Sección Femenina de 1941. Citado por
RICHMOND, K., op. cit., p. 211.
22 MARTÍN GAITE, C., op. cit., p. 72.
23 IBÍDEM, p. 159.
24 “El enfrentamiento de la carne con el espíritu, implícito en la devoción incondicional a la Virgen María, creaba en ellas [las mujeres], con el ansia personal de identificación, escrúpulos de un cariz muy peculiar.
Desde que una niña se preparaba para tomar la primera comunión, momento en que el problema de la pureza se planteaba, tenía que enfrentarse, por de pronto, con la violencia de arrodillarse frente a la rejilla de un confesionario para hablar con un hombre, lo cual acentuaba la necesidad del eufemismo, de inquietudes y sutilezas que no tenían clara definición, y en las que se había visto previamente obligada a bucear a solas. De aquellos balbuceos angustiosos y baldíos surgía la primera noción de pecado personal.
De ahí en adelante todo en torno suyo se iba a confabular para hacer sentir a la adolescente que había
emprendido un camino tortuoso y lleno de asechanzas, aunque de la naturaleza de aquellas asechanzas  nadie –y menos que nadie aquella sombra varonil sin rostro ni pasión verbal, oculta tras el confesionario- le explicara nada concreto que ayudara realmente a la localización del peligro. Lo único que sacaba en consecuencia es que aquel camino hacia la pubertad tenía que recorrerlo muy seriecita y con el susto en el cuerpo, como si a cada momento pudiera saltar un bicho desconocido de cualquier esquina. Eso era prepararse a ser mujer”. IBÍDEM, p. 110.
25 IBÍDEM, p. 160.
26 IBÍDEM, p. 169.
27 IBÍDEM, p. 162.
28 CARMONA GONZÁLEZ, Á., op. cit., p. 90.
29 Francisco Umbral escribe: “En la larga posguerra española, cuando el erotismo estaba prohibido,
censurado, mi amiga Corín se inventa el erotismo del corazón, el erotismo de los sentimientos (…) se inventa en la posguerra una fórmula literaria para burlar la censura: la novela de amor sin sexo, la novela de sexo sin sexo”, UMBRAL, F., Los cuerpos gloriosos. Memorias y semblanzas, Barcelona, Planeta, 1996, p. 242.
30 “La oprimió contra sí y el bello cuerpo se abandonó”. TELLADO, C., Casémonos, Barcelona, Bruguera,
1957, p. 100; “-Te adoro, Rock. Te adoraré siempre, porque sé que me querrás siempre. Porque me
querrás, ¿verdad, Rock?. No contestó. Se lo estaba demostrando muy calladamente”. TELLADO, C., En aquel momento, Barcelona, Bruguera, 1968, p. 71. En cada novela de Corín Tellado pueden encontrarse ejemplos como éstos. 
CINCUENTA AÑOS DE USOS AMOROSOS: EL AMOR Y LA NOVELA ROSA .Encarna Alonso Valero (Universidad de Granada, España)

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