Hay mujeres que por citar a nuestras ancestras se creen con su legado, aunque nuestras ancestras quisieran nuestros avances y ellas nuestros retrocesos. Por supuesto nos sentimos orgullosas de Clara Campoamor, Concepción Arenal o Emilia Pardo Bazán, que conectadas con movimientos sociales internacionales quisieron visiblizar nuestras capacidades y competencias hasta entonces ocultas bajo la incultura a la que forzosamente se nos ha sometido y la carencia de derechos políticos y sociales.
Hay mujeres que por no celebrar el 8 de marzo se escudan en que luchan cada día y nuestra pregunta es: ¿ dónde ?,¿ desde cuándo ?.
Hablan de que odiamos a los hombres olvidando que también somos esposas y madres de hijas e hijos y que juntos, pero no detrás como hasta ahora queremos avanzar hacia un futuro igualitario desde el principio hasta el final de nuestros días, sin pendientes en las orejas, ni estereotipos de género, ni triples jornadas...
Hay mujeres que dicen que somos victimas y puede que ellas no lo sean pero nosotras desde aquí nos sentimos victimas como la mujer a la que hoy acaba de matar su compañero junto a su hija y desde luego nos interesa subvertir este orden asesino que mata más que el terrorismo.
Hay mujeres que hablan de que se colectiviza a la mujer presentándonos como un movimiento social, palabras y más palabras que vemos bien dirigidas a mantener las desigualdades ya existentes y a negarnos la capacidad de decidir nuestro destino.
Hay mujeres a las que le preocupan los velos de mujeres lejanas, sin cuestionarse los propios y las obligaciones de vestimenta de otros países sin ver como afecta la talla 38 a nuestras vidas y las de nuestras hijas con anorexias y bulimias.
En la España de hoy, en la que hombres y mujeres no tenemos los mismos derechos reales, nos representa una ministra como Irene Montero que ha salido de las urnas, que ha sentido y sufrido el machismo social y que pretende mejorar la realidad para todas nosotras incluso para estas victimas de la violencia simbolica a las que le recomendamos lean a Pierre Bourdieu, que es un hombre y quizá su discurso las convenza más que el de su propias hermanas.
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