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domingo, 2 de junio de 2013

Maternidad y Salud. Ciencia, Conciencia y Experiencia



Traemos uno de los textos* del libro “Maternidad y Salud. Ciencia, Conciencia y Experiencia”, que como se puede ver aquí, el Ministerio de Sanidad ha editado y publicado en su web  en el marco de la Estrategia de Atención al Parto Normal.
Desafortunadamente se nos paso la fecha para invitaros a la presentación oficial de este libro que las autoras y autores, junto con el apoyo y colaboración de la asociación el Parto es Nuestro, había  decidido organizar porque junto a ellas nos  parece un documento imprescindible.  

El acto de presentación  fue el martes, 28 de mayo, a las 17:00 h, en el Salón de Actos del Colegio Oficial de Enfermería de Madrid,

El acto lo inauguró Adela Recio, presidenta de El Parto es Nuestro.
A cargo de:
Ibone Olza, Psiquiatra
Concepción de Alba, Neonatóloga
Isabel Aler Gay, Socióloga
Mª Jesús Blázquez, Bióloga
Rosario Quintana, Ginecóloga

Agradecemos desde aquí a las autoras de este libro y a cuantas personas se involucran en disminuir las violencias contra las mujeres, entre las que esta la violencia obstétrica.


* Los cambios se notan. Parto vaginal después de cesárea
Hace seis años que nació mi primera hija, fue en un gran hospital de mi comunidad. Viví un embarazo saludable y me preparé en el centro de salud de mi barrio con una matrona que es muy apreciada, con la que fui perdiendo los miedos y aprendí los riesgos que conlleva el uso de la epidural. 
Mi pareja se implicó mucho porque es veterinario y conoce el parto en animales y siempre me dio mucha confianza. Conocíamos la posibilidad de presentar un plan de parto y preparamos una carta en la que expresamos nuestro deseo de tener un parto natural sin gotero de oxitocina y con libertad de movimiento durante toda la dilatación, sin episiotomía y lo más importan­te para nosotros era que nos dejaran a nuestro bebé todo el tiempo. 
El parto llegó mucho antes de lo esperado y yo me sentía angustiada e insegura. No me dejaron beber y tuve la desgracia de tener cambio de turno de la matrona y digo desgracia porque con la primera todo iba de maravi­lla, aunque se iba alargando un poco, pero al llegar con la matrona del turno siguiente me sentí muy mal porque le dijo a mi marido que eso de pedir parto a la carta era una moda que no tenía ningún criterio científico y que si seguía sin avanzar en la dilatación me practicarían una cesárea y así fue finalmente. 
Me sentí muy mal, derrotada, entre personas extrañas, una de ellas dijo, ya ves cómo terminan las modas de parto natural, si es que os lían con tonterías, eso me dejó absolutamente rota, estaba deseando que todo termi­nara cuanto antes, hubo momentos que ni pensaba en mi bebé, solo quería marcharme de allí, sentí rabia y vergüenza. Sólo vi a mi hija durante un ins­tante cuando nació, desde lejos, antes de que se la llevaran y le grité frases cariñosas hasta que las miradas extrañadas me cohibieron y callé. No me dejaron tocarla, nadie me informó sobre qué pasaba y por qué nos separa­ban. Me trasladaron durante 4 horas a otra planta. 
No hubo dolor físico por la anestesia epidural, pero sí un gran sufri­miento por aquella separación rutinaria e inexplicable. 
Fui poco a poco recuperándome, mi niña era preciosa y gracias a la lac­tancia materna y a los grupos de madres que facilitaba la matrona en el cen­tro de salud, nos fuimos recuperando la familia al completo, mi marido dis­frutaba mucho dándole masajes a la niña y conseguimos organizarnos muy bien sin necesidad de ayuda, porque nuestra familia está lejos. 
Después conecté con otras madres y gracias a mi participación en la lista Apoyo Cesáreas de EPEN (Asociación El parto es nuestro) se fue curando la herida. 

Ahora tengo en mis brazos a mi hijo Raúl de seis meses y tengo que decir que ese mismo hospital en el que tuve mi experiencia de parto trau­mático, ha cambiado. Y ahora, unos años después en el mismo hospital, nadie se burló de mi decisión de presentar un plan de parto, incluso senti­mos que estaban contentas las personas que nos atendieron y me dijeron que iban a darme todo su apoyo para que mi bebé naciera mediante parto vaginal. Yo tenía muy claro como quería que fuera este parto: a mi ritmo, tranquilo y sin agobios. 
Se volvió a adelantar el parto y la dilatación iba con un ritmo estupen­do según decía la matrona, que me daba ánimos y lo mejor de todo, pude beber, no me pusieron el molesto enema de la otra vez, ni me rasuraron, ni vía con suero (oxitocina sintética), pude moverme todo lo que necesité y no tuve monitorización continua y jadear, me daba tanto alivio. 
La dilatación transcurría con muy buen ritmo y antes de darme cuenta esta­ba en dilatación completa pero el parto no progresaba, tuve un momento en el que volví a revivir el parto de mi primera hija y la matrona me dijo que me pusiera de pie, me animaban a que empujara y me decían que lo hacía muy bien, yo saltaba del ánimo al desánimo, y fue conectarme con mi bebé lo que me hizo recuperar fuerzas. 
El niño estaba prácticamente fuera, primero salió su cabecita y des­pués todo su cuerpo, sin ningún esfuerzo. ¿Cómo pudo ser tan fácil? Había parido por mí misma, me colocaron a Raúl encima de mí y entonces empe­cé a llorar de alegría y tristeza a la vez, lloraba porque mi hija no pudo nacer así y al mismo tiempo estaba llena de alegría por el nacimiento tan sencillo de Raúl. 
Gracias a todas las personas que han hecho posible estos cambios que  han facilitado tanto mi segundo parto. Sí, los cambios se notan y nos influ­yen de manera decisiva en cómo vivimos los partos. Gracias. 
Susana Pozo. Ingeniera de telecomunicaciones 

 Agradecemos a Lupe que nos hizo llegar al información. 

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