Los avances para lograr la igualdad de género y garantizar el pleno 
ejercicio de los derechos para las mujeres y las niñas en América Latina y 
Caribe, no se han traducido en mejoras vitales y cotidianas; la desigualdad y el 
machismo siguen en pie.
Lo más sorprendente es que se han cambiado leyes, hay programas y 
políticas públicas, avances en los derechos sexuales y reproductivos, pero el 
tema más atrasado es el que se refiere a la mujer y los medios de 
comunicación. Por eso es lento el cambio de actitudes y la necesaria 
revolución cultural.
Así lo da a conocer el informe 
"A 20 años de la Plataforma de Acción de 
Beijing: objetivos estratégicos y esferas de preocupación", realizado por el 
Comité de ONG de América Latina y el Caribe para la Comisión de la Condición 
Jurídica y Social de la Mujer (CSW) y coordinado por la presidenta de la 
Fundación para el Estudio y la Investigación de la Mujer (Argentina), FEIM, 
Mabel Bianco.
El documento que se distribuirá 
en la próxima Asamblea de las Naciones Unidas sobre la Mujeres (marzo 9-19) en 
Nueva Cork y contó con aportes de casi 100 organizaciones feministas y de 
mujeres en la región.
El texto explica que la esfera de preocupación menos 
atendida por los gobiernos de América Latina y el Caribe es "La mujer y los medios de difusión", ya 
que ellas no tienen acceso a la 
generación de contenidos y a la toma de decisiones en los medios. Además, la 
difusión de contenidos estereotipados sigue predominando fuertemente en la 
región. El informe señala que "en tanto los Estados sean indiferentes a esta 
situación, la desigualdad estructural en la región no podrá 
eliminarse".
La esfera de "la niña" tuvo 
muy pocos avances. Problemas como el aumento de embarazos en adolescentes y el 
abuso sexual infantil son constantes en la región y no hay políticas claras que ayuden a 
combatirlos. Además, en algunos países latinoamericanos, la edad de casamiento permitido es menor a 
18 años, cuando el Comité de los Derechos del Niño plantea esa 
edad.
En relación con "la mujer y la salud", persisten grandes problemas de acceso a la salud 
sexual y reproductiva, sobre todo para mujeres indígenas, afrodescendientes, 
adolescentes, mujeres con capacidades diferentes, migrantes y las que viven con 
VIH.
Varios países han 
implementado planes y programas específicos de salud sexual y salud reproductiva 
desde el año 2000, como Argentina, Brasil, 
Chile, Colombia, México, Nicaragua y República Dominicana. Sin embargo, no se logra una cobertura 
integral y homogénea al interior de cada país.
La mortalidad materna no ha 
disminuido, según las 
metas propuestas, y la mayoría de esas muertes son evitables. En Brasil, Perú y Nicaragua, la tasa 
continúa alta. En la mayoría de las 
naciones no disminuyó ni logró reducirse en dos tercios, como era el propósito 
para 2015. El menor logro se registró en Argentina y México, mientras que 
Uruguay, Puerto Rico y Chile consiguieron descenderla. 
Las restricciones al acceso al aborto permitido 
por la ley continúan e incluso en algunos países se restringió más el acceso al 
aborto. En Chile, Nicaragua, 
Honduras, El Salvador y República Dominicana la interrupción del embarazo está 
prohibida en todas las circunstancias.
En México, en muchas de las 
entidades federativas, hubo cambios desfavorables después de la legalización en 
el Distrito Federal en 2007. En algunos países se eliminaron algunas causales de 
su despenalización, como en Guatemala y Ecuador.
El éxito más importante en la 
región es el de Uruguay, que en 2012 modificó el marco legal, amplió la exención 
de la pena hasta las 12 semanas de gestación y generó servicios legales de 
aborto en el sistema nacional integrado de salud. Puerto Rico, Cuba, Guyana Francesa, Guyana 
y Barbados son los únicos países de la región donde el aborto está legalizado en 
todas las circunstancias.
Adicionalmente, han aumento los casos de mujeres que viven 
con VIH. Las adultas representan el 
31 por ciento de las personas viviendo con VIH, indicador que en el Caribe 
asciende a 53 por ciento.
La "violencia contra mujeres 
y niñas" persiste como un problema en aumento. La 
mayoría de los países tiene legislación que reconoce la violencia contra las 
mujeres. Sin embargo, muchas de las 
definiciones sobre violencia que establecen no concuerdan con la Convención de 
Belem do Pará, que define violencia contra la mujer como cualquier acción o 
conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, 
sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el 
privado.
La tipificación y 
homologación del feminicidio sigue siendo un desafío, pese a que América Latina 
es la segunda región con índices más altos de muertes de mujeres por violencia, 
tanto en el ámbito rural como en el urbano.
En Centroamérica y México el 
feminicidio se ha incrementado: entre 2003 y 2012 hubo 12.178 casos en 
Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua. Tan 
solo en El Salvador se reportan 194 crímenes de mujeres en 2004 y en México se 
contabilizaron 1.221 homicidios dolosos contra mujeres y niñas en 12 entidades 
del país, entre 2007 y 2008.
El acceso a la justicia es una deuda en los países de la región, para las mujeres que viven y padecen violencia. Pese a los avances legislativos, en la realidad no tienen garantizada la reparación y castigo a los culpables. México y Guatemala han sido denunciados por eso ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos.
La trata con fines de explotación sexual se ha incrementado. En República Dominicana se estima que en los últimos 20 años se han traficado más de 70.000 mujeres.
El acceso a la justicia es una deuda en los países de la región, para las mujeres que viven y padecen violencia. Pese a los avances legislativos, en la realidad no tienen garantizada la reparación y castigo a los culpables. México y Guatemala han sido denunciados por eso ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos.
La trata con fines de explotación sexual se ha incrementado. En República Dominicana se estima que en los últimos 20 años se han traficado más de 70.000 mujeres.
En cuanto a la esfera de "mujer y pobreza", si bien 
ha disminuido en los países de la región, no ocurre lo mismo con la 
desigualdad. La participación laboral de las mujeres continúa siendo en el 
sector informal, en trabajos precarios, mal pagados y sin cobertura de la 
seguridad social, con un gran predominio en el trabajo doméstico. La brecha 
salarial entre mujeres y hombres persiste.
El documento asegura que, en 
ningún caso, se advierte una 
preocupación explícita por la dimensión e impactos de género de las medidas 
adoptadas y la feminización de la pobreza sigue creciendo. 
Según cifras de la Comisión 
Económica para América Latina (CEPAL) de 2013, la pobreza se incrementó en los 
hogares con jefas mujeres: 43 por ciento de los hogares indigentes y 38 por 
ciento de los hogares pobres en América Latina están a cargo de una mujer. 
El reto es instrumentar 
políticas públicas que apunten a asegurar la autonomía económica de las mujeres 
y a implementar acciones respecto al tema de la distribución desproporcionada 
del uso del tiempo y trabajo de cuidado.
Respecto a "educación y 
capacitación de la mujer" en zonas urbanas y rurales, las indígenas tienen menor porcentaje de 
finalización de la educación primaria, excepto en Uruguay en las zonas 
rurales. Hacia 2010, en República Dominicana, Antigua y Barbuda y San Vicente y 
las Granadinas persistían disparidades de género significativas en relación con 
la menor escolarización primaria de las mujeres.
Si bien se han reducido las tasas de analfabetismo en la región, 
esta sigue siendo una de las situaciones de exclusión más graves que aún 
afrontan las sociedades. Bolivia es el país con mayor desigualdad de 
analfabetismo según género. 
Sobre educación terciaria y 
superior, solo Argentina, República Dominicana y Uruguay aportan datos de los 
últimos cuatro años sobre la terminación del ciclo superior. En estos tres 
países las mujeres superan a los hombres en culminación del nivel 
terciario.
En cuanto al tema "mujer y conflictos armados", hay 
que recordar que en América Latina surgieron diferentes conflictos armados en 
Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Perú y Colombia. Esto exacerba la 
violencia de género, amplificando su impacto diferenciado en la mujer y 
recrudeciendo su situación de discriminación. La violencia sexual como táctica de guerra 
también ha estado presente en la región, particularmente contra mujeres 
indígenas.
Además, el contexto regional de 
inseguridad, militarización y debilitación del Estado, con la protección e 
impunidad del narcotráfico, las corporaciones y los paramilitares, aumentó la 
vulnerabilidad de los derechos humanos de las mujeres, que corren el riesgo de 
sufrir amenazas y ataques violentos.
En México, la lucha contra el 
crimen organizado ha incrementado la violencia contra ellas y ha generado 
desplazamientos internos que las afectan de manera 
particular.
"La mujer y la economía" es 
otra esfera de preocupación. En la última década, las 
mujeres elevaron su participación laboral, pero persisten las brechas de género 
estructurales en el mercado laboral. La tasa de desocupación sigue siendo mayor. 
El trabajo de las mujeres aún se concentra en los servicios y el comercio y 
tienen los menores niveles de productividad, ingresos y protección 
social.
En materia de servicios de 
cuidado, ha crecido la discusión sobre su extensión, en particular de cuidado de 
niños y niñas. Los países más avanzados son Uruguay, Costa Rica y 
Ecuador.
Respecto a "la mujer en el ejercicio del poder y la 
adopción de decisiones", la participación femenina en la vida política y en 
el acceso a los cargos públicos ha aumentado considerablemente en los últimos 
años.
En el caso de los poderes 
legislativos, se observa un avance notable en su participación política. Sin 
embargo, la paridad sigue pendiente por las dificultades para la plena 
implementación del cupo, debido a diversas barreras culturales, sociopolíticas y 
regulatorias.
Este principio fue incorporado 
en la Constitución de Bolivia (2009), en Ecuador (2008), en el Código Electoral 
de Costa Rica (2009) y en la Constitución de México (2014), donde ya 11 
entidades federativas incluyen la paridad en sus marcos electorales 
estatales.
En lo que se refiere a los "mecanismos institucionales para el 
adelanto de la mujer", la realidad en la región muestra que las jerarquías y rangos de estos mecanismos 
institucionales han sido diversos y no tienen suficiente fuerza para incidir en 
políticas públicas a favor de la igualdad, además de que cuentan con poco 
presupuesto para funcionar adecuadamente. 
Los avances en la región 
respecto a "los derechos humanos de la mujer" no se traducen en mejoras en la 
vida cotidiana. Todos los países de América 
Latina y el Caribe ratificaron tanto la Convención sobre la Eliminación de todas 
las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), como la Convención de 
Belém do Pará. 
Pero los mecanismos de 
implementación de esos documentos rectores aún son escasos. En general, los 
avances más notables han sido, sobre todo, las leyes integrales de violencia 
contra las mujeres y la creación de mecanismos judiciales o 
extrajudiciales.
La situación de las personas defensoras de 
derechos humanos muestra que las mujeres son más propensas a sufrir amenazas, 
muertes y tentativas de muerte, especialmente en Colombia, México, Guatemala, 
Brasil, Honduras y Perú.
Finalmente, en lo que se 
refiere a la esfera "la mujer y el medio 
ambiente" el informe señala que, pese al rol clave que ellas desarrollan en 
la gestión del agua, la perspectiva de 
género sigue ausente de las legislaciones, las políticas públicas y los 
programas relacionados con los recursos hídricos.
En pocos países de la región se 
han adoptado estrategias nacionales de desarrollo sustentable, en los que la 
transversalización de género está casi ausente, con excepción de Costa Rica, 
Uruguay y México.
Este informe refleja lo 
observado por las organizaciones de mujeres y feministas, que se traducirá en 
recomendaciones como una contribución para los debates de la sesión de la CSW en 
marzo de 2015. Allí, además de los problemas visibilizados en Beijing en 1995, 
se agregarán otros que urge considerar de cara a la agenda de desarrollo 
posterior a 2015
Ciudad de México, febrero (SEMlac)
Por Sara Lovera y Gabriela Ramírez
(sara.lovera@ymail.com) y (gabyramirez03@yahoo.com.mx)
(sara.lovera@ymail.com) y (gabyramirez03@yahoo.com.mx)
 

 
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ResponderEliminarEste blog pretende trabajar por los derechos de las mujeres y su empoderamiento y este esta determinado por que se preparen para su bien y no gasten tanto tiempo y dinero en lucir como bellas mamas para los demas . Según eso no publicitamos ningun espacio de belleza esterior .
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