Es en los últimos años cuando con el uso de las nuevas tecnologías, las mujeres hemos ido teniendo mayores libertades y recursos para poder acercarnos, identificarnos, apoyarnos y motivarnos unas a otras, todo con una idea más clara de las carencias, vivencias, pasiones, sueños, luchas y logros que compartimos con las mujeres de nuestro tiempo, pero también con las que nos antecedieron allanándonos el camino, unidas todas por esa invisible vena femenina que nos sincroniza atemporal e Inter generacionalmente.
De los muchos sentidos de esa conexión hoy quiero abordarla desde la literatura y el feminismo, como feminista escritora amante de los libros y de los espacios-oasis para mujeres, diré que me gusta encontrar el hilo conductor entre las cosas de ayer y las de hoy, entre las obras publicadas por la pluma del mal llamado segundo sexo, las ambulantes vendedoras de libros, las librerías y las causalidades que comparten todas sus protagonistas.
Las décadas veinte y treinta del siglo pasado fueron el periodo de mayor apertura académica, profesional y laboral que había existido hasta entonces para las mujeres, de ahí que se le llamó la época de la nueva mujer y de la mujer de carrera, a través del estudio y el trabajo estaban comenzando a tener autonomía de pensamiento y decisión, además de independencia económica, dicho de otro modo, estaban logrando tener el cuarto propio al que se refería la pensadora, escritora y feminista Virginia Woolf.
Muchas mujeres de ese entonces y de los años que siguieron así como muchas de hoy en día, encontraron en la venta de libros no sólo una buena forma de ganarse el pan de cada día, sino también una manera de tratar de mejorar y paulatinamente cambiar las cosas en el mundo mediante la lectura, en 1935 la revista española: Crónicas, publicó un artículo sobre las vendedoras de libros que diariamente recorrían las calles, tocando puertas mostrando el catálogo de los libros que ofrecían.
Lo que me lleva a pensar en Gulljan, una admirable valiente mujer afgana de edad ya madura que actualmente y bajo la amenaza de los talibanes, cada día arriesga su vida caminando por la ciudad de Kabul, tratando de vender algún ejemplar de la veintena de libros que lleva cargando en las manos, hace esto no sólo para poder comer, sino porque está convencida de que los libros tienen el poder de hacer que su país mejore al igual que la situación de las mujeres.
En su publicación de 1978 la escritora inglesa Penélope Fitzgerald le dió vida y alas propias a Florence Green, una mujer de muy pocos recursos pero de gran determinación que decide abrir una librería con todo en su contra y nada a su favor, acompañada únicamente por su deseo de superación, su gusto por los libros y sus ganas de demostrarle al mundo que aún siendo mujer y estando sola, lo podía lograr!
Encuentro que de alguna forma esta entrañable personaja hizo eco del valor, el hambre de libertad, el amor a los libros y el uso de la literatura misma como medio de expresión, crecimiento y expansión de un nutrido grupo de feministas españolas entre las que se encontraba la filósofa y escritora Celia Amorós, quienes precisamente en 1978 se organizaron para fundar la Librería de Mujeres-Espacio de Encuentro, en plena transición española, época en la que en España ni siquiera existía el derecho de reunión, como tampoco existían otros derechos específicos para la mujer.
Y fue precisamente esta Librería de Mujeres en Madrid con ya 45 años de existencia, la que cuarenta años después de su apertura inspiró a Martha Hernández en 2018, a fundar en Coyoacán México la librería, galería y tienda de artesanías feminista U-Tópicas, en la que además de exposiciones, firmas de libros, poesía en vivo y buen café, también se imparten diversos cursos y talleres para el empoderamiento femenino.
“Quería abrir un foro para que las mujeres pudieran manifestarse a través del arte, la discusión y la reflexión, fundamos U-Tópicas porque creemos que el arte, la cultura y el conocimiento tienen un papel fundamental tanto en la reproducción del machismo, como en la lucha contra este”, comenta la directora de tan magnífico espacio.
Tanto estas dos anteriores librerías, así como Un libro una taza de té ubicada en Paris y Librería Woolf situada en Bogotá,forman parte de las únicas 16 librerías feministas que existen en el mundo, y su común denominador no sólo es el noble, entrañable y no siempre fácil oficio de vender libros, sino también, el propósito reivindicativo del trabajo literario femenino, además de tener la característica en común de de que todas las que ahí laboran colaboran y asisten son mujeres fuertes, independientes, críticas, emprendedoras y modernas que albergan en su interior un alma clásica apasionada de las letras.
Me siento identificada y cercana a ellas como vendedora de libros que alguna vez fui, como lectora, feminista, activista y escritora que soy estoy segura que igual compartimos el convencimiento del poder de las palabras, de esas “vagabundas incorregibles” como solía llamarlas Virginia Woolf, quien no sólo amaba poder pensar libremente en ellas y escribirlas, sino también amaba verlas tocarlas y leerlas en ese mágico universo de libros que se extendía desde su escritorio, las estanterías de su casa y su editorial, hasta la gran Biblioteca en el interior del Museo Británico, pasando por las pequeñas librerías que solía frecuentar en el centro de Londres.
Virginia en su tiempo como muchas de nosotras lo somos ahora, era amante de la literatura pero también defensora del derecho de las mujeres a formar parte activa de esta en igualdad con los hombres, y desde su ensayo Una habitación propia publicado en 1929 nos sigue hablando, demandando nuestra presencia en el mundo de las letras inspirándonos a escribir, publicar, promovernos y promover a otras, inspirándonos no solamente a tener un cuarto propio en el sentido más profundo y extenso de la unión de estas tres palabras, sino también inspirándonos por qué no?, a ser vendedoras de libros teniendo una acogedora y bien nutrida librería propia!
Galilea Libertad Fausto
Créditos de la foto: Librería de Mujeres, Madrid.
Hermoso recorrido por esta historia de libros y libreras, de mujeres que han sabido tender puentes con las palabras en defensa de nuestros derechos y en reconocimiento de esa voz que nos reune y nos alimenta. ¡Gracias por este texto que huele a papel y a tinta, uno de mis aromas preferidos pero también a libertad, coraje y al instinto feroz, salvaje y tierno, de abrir caminos para nosotras, las mujeres!
ResponderEliminar¡Agradecida, te abrazo mi querida Galilea Libertad! Siempre anidas en mi corazón!
*
EliminarY tú en el mío mi querida maestra!!
Celebro que te haya gustado este sincero homenaje a todas estas inspiradoras mujeres y nuestros amados libros!
Gracias por tu bello comentario!