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lunes, 31 de diciembre de 2012

Las mujeres y el poder


 Adjuntamos este magnifico texto que da respuestas a los comportamientos de las mujeres frente a su acceso al poder : 

 a) Se suele decir que las mujeres no han sido socializadas en el poder, que el poder no es una meta para ellas. Gallego (1994: 22 y ss.) comenta críticamente las conclusiones de estudios pre-feministas sobre la participación política, en los que se obtenía como resultado un supuesto desinterés de las mujeres por este terreno de la actividad humana. Con posterioridad, trabajos de investigación realizados con una óptica feminista pusieron de manifiesto que el aparente desinterés por la participación política o el posicionamiento ideológico no tenían que ver específicamente con el sexo femenino sino más bien con las condiciones de vida de las personas, condiciones relacionadas con la edad, el nivel de estudios o el empleo. Estos resultados enlazan con la corriente de la sociología feminista que apunta a que los  intereses de las personas responden más bien a su experiencia y a su ubicación en el mundo. Se observa, pues, que ha sido esta experiencia la que ha hecho a las mujeres rechazar en buena medida la política al uso, que han entendido como unas formas de hacer desde las que se escamotea su propia vida, sus propios intereses, siendo así percibido este ámbito como un  locus que las ha ignorado tradicionalmente.
 En este contexto cobran su pleno sentido las respuestas a un estudio realizado hace algún tiempo (1987) por el Instituto de la Mujer en el que se preguntaba a las mujeres por sus motivaciones para participar en la política: sólo un 3% aspiraba a un cargo público, mientras que un 50% se interesaba por la política en la medida en que les posibilitara hacer algo concreto que resultara útil; subyacía la socialización de las mujeres hacia valores como el afecto, el cuidado, la preocupación por las necesidades de los otros. Según se concluye en el estudio, el obstáculo real sería, en este caso, la falta de parecida motivación por parte de los varones (Ortiz Corulla, 1987, citada por Gallego, 1994). Cuando las mujeres han cambiado su ubicación social a causa de su mayor incorporación a lo público su interés por la política ha aumentado asimismo: cuando el PSOE aprobó en 1988 la famosa cuota del 25%, se triplicó la afiliación femenina (Lafuente, 2003: 299-301). Ver aproximarse situaciones de poder sin tantos obstáculos por delante posee el efecto de un imán hacia el que las mujeres se sienten atraídas. Es decir, no es sólo la socialización hacia el “no poder” lo que disuade del mismo; las mujeres saben que “el poder llama al poder”, que por el hecho de ser mujeres parten de una situación previa de menor poder, tanto individual como colectivamente, y como esto las sitúa en desventaja de antemano, provoca su retraimiento.

 b) Que las mujeres no "quieran" participar directamente en la política es respondido por la socióloga Kanter -si trasponemos los resultados de su trabajo en una gran empresa al mundo de la participación política (Kanter, 1977a)-, por  las dificultades, atisbadas o sabidas por las demás, con que se encuentran las que Kanter denomina token women, traducido como "mujeres símbolo" por Dahlerup (1993), mujeres que se hallan solas en un mundo de hombres.  mencionaré que es tal el esfuerzo que muchas de estas mujeres tienen que efectuar para adaptarse a un mundo de varones, sin acabar finalmente siendo una más, que no es extraño que sirvan como antimodelo para muchas otras.
 En este contexto cobra todo su sentido el reverso de la pregunta que muy inteligentemente realiza García de León: en vez de preguntar por qué las mujeres se interesan menos por la política –a lo cual se puede responder con diversos argumentos, como hemos efectuado-, se plantea el siguiente interrogante: ¿qué tiene la política que no gusta a las mujeres?, desculpabilizándolas de este modo por este aparente desinterés. Nuestra autora responde que el modelo cultural masculino, bajo el que se entiende la vida de una forma estrictamente unidimensional en términos de poder, trabajo, ambición etc., no deja espacio para otras dimensiones y crea un entorno en el que las mujeres, o no pueden cumplir con este modelo o no se sienten cómodas por la actitud de los varones, plenos de resistencias ante el acceso de las mujeres a estas posiciones (García de León, 2002: 67).  


Desigualdad y relaciones de género en las organizaciones: diferencias numéricas, acción positiva y paridad
Inequality and Gender Relations in Organizations: Numerical Differences,Affirmative Action and «Paridad»1
Raquel OSBORNE

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