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viernes, 21 de febrero de 2025

Rotas resistentes y resilientes

 


““Me llamo Lorena. También estoy un poco rota. Pero con el tiempo aprendí que rota se camina igual.” (Rota se camina igual, Lorena Pronski, 2019)

Hay libros como este, que ya desde el título inevitablemente nos tocan las puertas del alma y nos invitan a leerlos, contenidos que le hablan de muy cerca a la sensibilidad de nuestros dolores, a las experiencias rompedoras de esas que abundan en la vida femenina, pero también hablan a la resistencia y capacidad de resilencia de la humanidad en general y en particular a la de las mujeres. 

La literatura escrita desde las entrañas femeninas, nos habla de tú a tú a todas, nos refleja y nos abraza a todas…nos duele y nos sana a todas. Pone luz en oscuridades  que a veces ni siquiera sabíamos que teníamos y entonces descubrimos o recordamos que la salida está en el interior de nosotras mismas.

Nos conduce de afuera hacia adentro y vamos identificando…aceptando y sanando heridas, reconociendo equivocaciones y aplaudiendo aciertos…dones…talentos. Fiel aliada para sanar el hilo ancestral que nos une a todas, para tejer nuevos comienzos…nuevas historias…nuevas herencias.

Cuando me encuentro con publicaciones como Rota se camina igual, Despierta, Donde el corazón te lleve, o El abanico de seda por mencionar sólo algunas, mis lecturas suelen estar llenas de sentidas pausas, constantemente me detengo a pensar en las roturas y remiendos que por ser mujeres sufrieron mis abuelas, mi madre y yo misma, pienso en el dolor que más nos duele a las madres y que no es otro que el de nuestras hijas, también pienso en los padecimientos de todas las mujeres de mi árbol genealógico de las que tengo conocimiento y en el de las que no sé nada, pero que intuyo.

En los de mis amigas, y en las incontables duras historias de mujeres alrededor del mundo que se parecen a las nuestras, y en otras que tienen mayor carga de dolor. Niñas, adolescentes y mujeres lastimadas… fracturadas…fragmentadas…rotas tantas veces de tantas formas y en ocasiones, cual lluvia que cae sobre mojado… vueltas a romper por las inesperadas adversidades que tiene la vida.

El sorpresivo diagnóstico de una grave enfermedad y mucho más cuando esta no tiene cura, es una de ellas, lo mismo que la anunciada o peor aún, la repentina pérdida de un ser querido, estas situaciones adversas impactan dolorosamente la vida de cualquier persona, a todos se nos van cayendo pedazos dice Lorena Pronski.

Sin embargo, la domesticidad femenina, el abuso sexual infantil, el abandono, la pobreza y la falta de oportunidades, el maltrato en el hogar, el desamor y la falta de valoración, la invisibilización, la violencia de pareja, y todas las otras violencias que conlleva la desigualdad nos atraviesan y fracturan como género a todas. Así ha sido desde el principio de los tiempos…heridas emocionales de género.

Y como género también nos ha tocado juntar nuestros pedazos, ponernos de pie, y sacudir el polvo del sufrimiento acumulado en la suela de nuestros zapatos. Y seguimos dando pasos hacia adelante con la asombrosa resistencia y resilencia que nos caracteriza y nos une a las mujeres. 

Es desde esas vivencias de roturas sufridas…lloradas…remendadas…superadas en la medida de lo posible y de lo imposible también que  perseveramos en el camino, a paso dolorido pero firme.

Y desde este lugar…desde la experiencia de ser mujer es que cada una podemos con conocimiento de causa, comprender la profundidad y el significado de las palabras de la autora…coincidir con ella y orgullosamente decir con fuerza sacada de flaqueza…que si!…que rota se camina igual!!

Galilea Libertad Fausto.


Créditos de la ilustración a quien corresponda.

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