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domingo, 31 de julio de 2022

La segunda conferencia en Copenhague. 8/24

 


La segunda conferencia tuvo lugar en Copenhague, en 1980. Se organizó a mitad del Decenio con el objetivo de evaluar su desarrollo y por eso se dice que el carácter de esta conferencia es evaluativo. A partir de esta evaluación, los Estados aprobaron un Programa de Acción para la segunda mitad del Decenio en el que se puso énfasis en los temas relativos a la educación, el empleo y la salud.

 La Conferencia Mundial de Mujeres de Copenhague continúo con el énfasis en la igualdad, pero llevó la discusión aún más lejos al explicar que la “igualdad es...no sólo igualdad formal...sino también igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades para la participación de las mujeres en el desarrollo, tanto comobeneficiarias como agentes activas del desarrollo. En otras palabras, se empezaba a hablar de lo que hoy en día se conoce como la igualdad substantiva, o igualdad material o real que incluye la igualdad formal, pero va más allá. Sin embargo, todavía no se cuestionó el contenido androcéntrico de la igualdad, sino que se siguió analizando la desigualdad de las mujeres como causada o estrechamente relacionada con el subdesarrollo, la falta de acceso a recursos y la ausencia de cualquier capacidad para participar en procesos de toma de decisiones. La conferencia hizo un llamado a los gobiernos no sólo para revisar y eliminar la discriminación en la legislación, sino también para que informaran a las mujeres de sus derechos y sobre cómo usarlos.16 . Esta estrategia es lo que se conoce en el mundo de las ONGs como “educación legal popular”.

 Aunque los gobiernos en Copenhague empezaron a discutir el tema de la violencia, cosa que no se había hecho en México, su enfoque no fue desde el marco de los derechos humanos, sino más bien desde un enfoque situacional y de la salud. Esto no es de extrañar, ya que el movimiento feminista apenas estaba empezando a incursionar en la relación derechos humanos – violencia contra las mujeres. Más bien fue un gran logro que en el contexto de esta conferencia se lograra discutir el problema de la violencia contra las mujeres a pesar de que muchas/os delegados/os insistían en que el problema no era global sino un problema de los países occidentales desarrollados. A pesar de esta posición se logró que el Programa de Acción tocara el tema de “las mujeres maltratadas y la violencia en la familia” e identificara la necesidad de mejorar la salud física y mental de las mujeres mediante el desarrollo de programas y políticas “dirigidos a la eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres y niños y la protección de mujeres de todas las edades del abuso mental y físico resultante de la violencia doméstica, el acoso y agresión sexuales, la explotación sexual y cualquier otra forma de abuso.” 17 

Aunque la violencia contra las mujeres fue considerada como un asunto del Primer Mundo en esta Conferencia, en los años que siguieron fueron las mujeres de los países llamados “en desarrollo”, especialmente las latinoamericanas, quienes adoptamos el argumento de que la violencia contra las mujeres era una violación a los derechos humanos y, que los derechos de las mujeres eran derechos humanos. 

Pero esta segunda conferencia será recordada más que nada por haber sido el foro donde se realizó la ceremonia especial, el 17 de julio de 1980, en donde 64 Estados suscribieron la CEDAW y dos presentaron sus instrumentos de ratificación, Cuba y Guyana, demostrando así su compromiso con los derechos humanos de las mujeres.


16 Informe de la Conferencia Mundial de la ONU para el Decenio de la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz U.N. doc. A/CONF.94/35 (1980)

17 Idem. Resolución 5


Este texto esta tomado del libro de Alda Facio Montejo titulado La evolución de los derechos humanos de las mujeres en las Naciones Unidas 

 Alda nos dice : Este documento ha sido preparado con fines puramente pedagógicos. No pretende ser una historia oficial ni completa de estos años. Resume, desde la perspectiva de una latinoamericana que ha participado en muchos de los eventos que aquí se narran, una breve etapa de la larga historia de la lucha de las mujeres contra el patriarcado que también está dentro de la ONU. Este pedacito de la historia de resistencia y logros de las mujeres no pretende decir que sea dentro de la ONU o en esos años que hayan sucedido los acontecimientos más importantes para el logro de la igualdad y la justicia social para las mujeres de todo el mundo, de todas las razas/etnias, credos, culturas, edades, nacionalidades, capacidades, sexualidades, etc. 

sábado, 30 de julio de 2022

La Primera conferencia en México 7/24

 

La primera conferencia se realizó en México DF. durante 1975, el Año Internacional de la Mujer. En esta conferencia los Estados adoptaron un Plan de Acción que tuvo como resultado la proclamación por la Asamblea General de las Naciones Unidas del “Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer (1975-1985). Es debido a esto que se dice que esta conferencia tuvo un carácter declaratorio. Talvez lo más importante durante el Decenio, desde el punto de vista de los derechos humanos de las mujeres, fue la aprobación de la CEDAW por la Asamblea General en 1979.

En esta primera conferencia, que se realizó siete años después de que la Conferencia Mundial de Teherán sobre Derechos Humanos había afirmado que la discriminación contra las mujeres era un problema perseverante, el énfasis fue en la igualdad. Se reconoció la igualdad de derechos y responsabilidades dentro de la familia y la sociedad; el derecho a la igualdad al y en el trabajo y a otras actividades económicas; el derecho a decidir libremente sobre el matrimonio y el derecho a decidir si tener o no hijas/os. Como era característico en esos tiempos, el documento final de la Ciudad de México no discutía cómo se implementarían los diferentes derechos, o cómo se enfrentarían las violaciones; otra razón por la cual se dice que esta conferencia tuvo un carácter declarativo. 

 A través del documento final de la Ciudad de México, la igualdad y, en particular, la desigualdad, son vinculadas al subdesarrollo. La igualdad también se asocia con una variedad de asuntos políticos que van desde la autodeterminación hasta la ausencia de conflicto. A pesar de la audacia del Plan de Acción de la Ciudad de México, el cual cubre virtualmente todos los aspectos de la vida de las mujeres, las críticas han señalado que el documento es una lista de compras sobre los asuntos de interés de las mujeres, sin ninguna explicación de las causas de la situación real que podrían ayudar a identificar políticas correctivas. Sin embargo, hay que reconocer que en la historia de la evolución de los derechos humanos, un primer paso siempre ha sido su reconocimiento. Por eso considero que esta conferencia fue indispensable para la evolución de los derechos humanos de las mujeres ya que, en ella, como se ha dicho, se reconocieron muchos de estos derechos que luego serían plasmados en la CEDAW.


Este texto esta tomado del libro de Alda Facio Montejo titulado La evolución de los derechos humanos de las mujeres en las Naciones Unidas 

 Alda nos dice : Este documento ha sido preparado con fines puramente pedagógicos. No pretende ser una historia oficial ni completa de estos años. Resume, desde la perspectiva de una latinoamericana que ha participado en muchos de los eventos que aquí se narran, una breve etapa de la larga historia de la lucha de las mujeres contra el patriarcado que también está dentro de la ONU. Este pedacito de la historia de resistencia y logros de las mujeres no pretende decir que sea dentro de la ONU o en esos años que hayan sucedido los acontecimientos más importantes para el logro de la igualdad y la justicia social para las mujeres de todo el mundo, de todas las razas/etnias, credos, culturas, edades, nacionalidades, capacidades, sexualidades, etc. 




viernes, 29 de julio de 2022

Las conferencias sobre la mujer 6/24





Otro trabajo importante de la CSW ha sido el fungir como organismo preparatorio de las cuatro importantes conferencias internacionales sobre la mujer que organizó la ONU entre 1975 y 1995. 

Este texto esta tomado del libro de Alda Facio Montejo titulado La evolución de los derechos humanos de las mujeres en las Naciones Unidas 

 Alda nos dice : Este documento ha sido preparado con fines puramente pedagógicos. No pretende ser una historia oficial ni completa de estos años. Resume, desde la perspectiva de una latinoamericana que ha participado en muchos de los eventos que aquí se narran, una breve etapa de la larga historia de la lucha de las mujeres contra el patriarcado que también está dentro de la ONU. Este pedacito de la historia de resistencia y logros de las mujeres no pretende decir que sea dentro de la ONU o en esos años que hayan sucedido los acontecimientos más importantes para el logro de la igualdad y la justicia social para las mujeres de todo el mundo, de todas las razas/etnias, credos, culturas, edades, nacionalidades, capacidades, sexualidades, etc. 


jueves, 28 de julio de 2022

La comisión sobre la condición jurídica y social de la mujer (CSW) 5/24



 La CSW fue establecida para preparar recomendaciones e informes al ECOSOC (Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas) sobre la promoción de los derechos de las mujeres en las áreas políticas, económicas, civiles, sociales y educacionales. La Comisión está compuesta por 45 Estados miembros elegidos por el ECOSOC por un período de cuatro años. Como son los Estados miembros los que designan a los delegados/as que representan a su país en la CSW, es posible, y de hecho así ha ocurrido, que delegados/as a la CSW sean personas que más bien se oponen a la promoción de su objetivo, el cual espromover la implementación del principio de que hombres y mujeres tienen derechos iguales mas no idénticos.11 

Una de las primeras tareas de la CSW fue concentrarse en la discriminación contra las mujeres, profundamente instalada en materias económica, social y cultural, como la educación, el empleo y la salud, enfrentando estos asuntos desde una perspectiva legal centrada en la igualdad y enmarcada en los principios de derechos humanos. Esto podría haber sido un reto para la corriente dominante de los derechos humanos (mainstream human rights) ya que uno de los principios fundamentales para éstos es el de igualdad y no discriminación, de manera que de haber seguido la CSW por este camino, la corriente dominante androcéntrica habría tenido que lidiar con el desarrollo de una teoría de los derechos humanos desde la visión de la discriminación de las mujeres que habría retado la visión androcéntrica de los mismos. Pero no fue así, al poco tiempo la CSW empezó a enfocar estos temas desde una perspectiva de “desarrollo”, alejándose más y más del enfoque tradicional de los derechos humanos. Así, el desarrollo de la doctrina y la práctica de los derechos humanos siguió su camino androcéntrico por algunos años más. 

 Este alejamiento probó ser nefasto para la promoción y defensa de los derechos humanos de las mujeres, ya que la Comisión de Derechos Humanos se lavaba las manos de cualquier violación a los derechos de las mujeres12 arguyendo que eso era materia de la CSW, mientras que ésta insistía en que el trabajo con las violaciones individuales a los derechos de las mujeres no era parte de su mandato. Así, mientras que la Comisión de Derechos Humanos fue desarrollando un número impresionante de mecanismos para monitorear las violaciones a los derechos del hombre, la CSW tuvo que conformarse, o se conformó, con un único y limitado mecanismo, que es un procedimiento de queja-informacióncomunicación. Este procedimiento funciona así: un grupo de trabajo de la Comisión (compuesto por una o un miembro de cada uno de los cinco grupos regionales de la Comisión) estudia las listas de comunicaciones confeccionadas por ONU Mujeres. Este grupo no se pronuncia sobre el mérito de las quejas ni recomienda medidas específicas, sino que informa a la Comisión sobre las tendencias y patrones de discriminación debidamente fundamentadas en tales quejas. Estas comunicaciones-quejas han sido utilizadas por la Comisión más bien como fuente de información para sus propios estudios y para informar al ECOSOC sobre los patrones y tendencias que se desprenden de ellas y no para proporcionar cauces para la reparación de reclamaciones individuales.  


Si bien es cierto que el ECOSOC contribuyó mucho a que se restringiera el trabajo de la Comisión al interpretar su mandato en forma muy limitada, también lo es que las y los miembros de esta Comisión se cortaron sus propias alas al oponerse a varios intentos de fortalecimiento de su mecanismo de comunicaciones. Por ejemplo, en 1991, el Secretario General recomendó que se publicitara el procedimiento, se coordinara la información proveniente de la Comisión de Derechos Humanos y que se mejorara la forma en la cual las demandas eran filtradas para los y las delegadas de la CSW. También sugirió tres cambios importantes para fortalecer el procedimiento de comunicación de la CSW. Primero, el informe hizo un llamado para que fueran expertas/os independientes y no representantes de gobierno quienes hacían el filtrado inicial de las comunicaciones. Segundo, el informe sugería que una persona experta fuera designada para que trabajara paralelo a, o en lugar de, el grupo de trabajo en comunicaciones existente de la CSW. El informe también recomendaba crear algún recurso para el resarcimiento individual con respecto al tema de las comunicaciones y dar a conocer públicamente los nombres de los Estados que no respondían a las preguntas de la O.N.U. sobre las comunicaciones mismas. Tercero, el informe señalaba la necesidad de desarrollar un protocolo facultativo a la CEDAW que le permitiría a dicho Comité recibir y examinar quejas sobre violaciones a la Convención13 . La CSW no acogió estas propuestas con lo que contribuyó a su desempoderamiento.


Aquí es interesante señalar que las primeras delegadas ante la CSW, como ha sucedido con muchas de las primeras mujeres designadas o elegidas para supervisar el “adelanto” de las mujeres en otras instituciones nacionales o internacionales, estaban claramente comprometidas con la igualdad entre los sexos. No ha sido así con las mujeres que siguieron sus pasos. Muchas delegadas ante la CSW, así como muchas jefas de ministerios de la mujer y otras agencias e instituciones, parecen estar más interesadas en dar “asistencia” a las mujeres pobres, y así defender la falta de compromiso con los asuntos de las mujeres de sus gobiernos, que en promover los derechos humanos de las mujeres. A pesar de esto, muchas personas piensan que la decisión de separar las entidades de derechos humanos de las de derechos de las mujeres en la ONU fue acertada por dos razones: (1) porque la CSW logró crear normas y estándares legales importantes y (2) porque ha sido el “único órgano intergubernamental en las Naciones Unidas con una proporción importante de delegadas mujeres.14 El primer asunto de peso enfrentado por la CSW fue cómo abordar el ámbito sustantivo de los derechos de las mujeres. Una de las primeras cosas que hizo fue solicitar participar en la redacción de la Declaración Universal de Derechos Humanos. El logro más conocido de las delegadas de la CSW15 fue convencer a los redactores de cambiar el artículo 1 de la Declaración Universal, que originalmente decía “todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos...” para que se leyera “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Por supuesto, esto no hubiera sido posible de no ser por las delegadas mujeres, muchas de países no desarrollados, ante la Conferencia de San Francisco, que habían logrado que la Carta de Naciones Unidas incluyera la noción de la igualdad entre hombres y mujeres. Es más, fue la delegada de la India, Hansa Mehta quien lideró los argumentos para el cambio de “todos los seres humanos” en vez de “todos los hombres” y no Eleonora Roosevelt como lo han afirmado algunas. Por supuesto, muchas de las delegadas mujeres, incluyendo a Minerva Bernardino y Begum Shaista Ikramullahes, de Pakistán, estuvieron muy activas en esta lucha. Aquellas primeras delegadas sabían muy bien que, si la declaración decía “todos los hombres”, en realidad sería “solamente” los hombres. Durante los siguientes años, la CSW redactó, asesoró, y/o presionó hasta lograr la adopción de varios tratados que garantizaban muchos derechos para las mujeres, como la Convención sobre la nacionalidad de la mujer casada, entre otros. En 1967, la CSW logró la adopción de la Declaración sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, la cual consolidó muchos de los elementos que anteriormente la CSW había promovido en diferentes tratados dentro del sistema de Naciones Unidas. Al hacer un llamado a la eliminación de todas las prácticas y costumbres discriminatorias, así como también de leyes formales, esta Declaración adelantó de forma importante la fijación de estándares para los derechos de las mujeres. La Declaración también sirvió de base para la legalmente vinculante Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), adoptada en 1979. La CEDAW fortaleció inmensamente los derechos de las mujeres al adoptar un enfoque comprehensivo que dejaba atrás la antigua técnica de “proteger” a las mujeres de ciertas actividades basadas en su sexo y especialmente en la maternidad.

 Pero al ser la CEDAW el instrumento más importante de derechos humanos de las mujeres, hablaré de ella en un aparte dedicado exclusivamente a este importante instrumento. Desde ya quiero adelantar que la convención CEDAW prevé la supervisión de la implementación de las disposiciones de este tratado al establecer un comité de veintitrés miembras/os: el Comité sobre la Eliminación de la Discriminación contra las Mujeres, (Comité CEDAW), el cual se creó con la intención explícita de tener poderes y funciones paralelas a los otros comités establecidos por los tratados de derechos humanos, como el Pacto Internacional de los Derechos Civiles o Políticos o la Convención sobre la eliminación de la discriminación racial. También hubo propuestas para que el Comité CEDAW tuviera poder para revisar casos individuales, pero la sugerencia no fue aprobada en su momento. Otro asunto enfrentado por la CSW en aquellos años fue cómo garantizar que las mujeres realmente pudieran ejercer sus derechos. Inicialmente, los programas de Naciones Unidas para las mujeres se concentraban en sus derechos individuales y en la igualdad. A finales de los años sesenta y principio de los setenta; sin embargo, hubo un cambio de enfoque hacia el rol de la mujer en los procesos de desarrollo económico y social en el mundo entero. Aunque de este enfoque con énfasis en el desarrollo surgieron recomendaciones para cambios radicales en éstas, la utilización de un marco desarrollista en vez del de derechos humanos hizo que la CSW dejara de lado el estudio de la evidencia empírica de violaciones individuales y por lo tanto dejara de lado la solución concreta a problemas específicos. Y si bien es cierto que las políticas del desarrollo tenían el potencial de afectar a millones de personas, también lo era que las violaciones específicas e individuales que sufrían las mujeres de carne y hueso fueron verdaderos obstáculos para la implementación de las recomendaciones y políticas comprehensivas que este enfoque desarrolló. 

 Además, el cambio de abordaje agrandó la brecha ya existente entre el sistema para el adelanto de la mujer y el de los derechos humanos. El enfoque de aquellos años de derechos humanos partía de la documentación de violaciones a los derechos individuales, lo que llevaba a recomendaciones concretas para el mejoramiento de la sociedad. En contraste, para la CSW, más que la defensa de los derechos individuales de las mujeres, lo central era aumentar su participación en la sociedad, lo que llevaba a recomendaciones que, más que cambios en la sociedad, se concentraban en lograr la inclusión de las mujeres en sus diferentes ámbitos.

11 Derechos iguales no quiere decir derechos idénticos. Quiere decir que hombres y mujeres tienen derecho a disfrutar de todos los derechos humanos de acuerdo a sus necesidades sin discriminación

12 A pesar de que al día de hoy, el mandato original de la Comisión de Derechos Humanos incluye la prevención de la discriminación basada en el sexo.

13 CSW, Examining Existing Mechanisms For Communications on the Status of Women: Report of the Secretary General, 35th Session, U.N. Doc. E/CN.6/1991/10.

14 Aquí es interesante acotar que cuando se creó la Sub-Comisión que luego se convertiría en la CSW, sólo fueron designadas delegadas mujeres por lo que el presidente del ECOSOC decidió nombrar a 3 miembros ex oficio para asegurar que la Sub-Comisión fuera mixta. Por otro lado, en la Comisión de Derechos Humanos, había una única mujer, y esto no molestó a nadie. 15 Desde muy pequeña mi padre, quien estuvo en la delegación de Costa Rica, me contaba sobre las mujeres que estuvieron en la redacción de la DUDH y siempre me decía que yo podía ser como ellas.Sus relatos sobre la aventura de redactar la DUDH me marcaron profundamente.


Este texto esta tomado del libro de Alda Facio Montejo titulado La evolución de los derechos humanos de las mujeres en las Naciones Unidas 

 Alda nos dice : Este documento ha sido preparado con fines puramente pedagógicos. No pretende ser una historia oficial ni completa de estos años. Resume, desde la perspectiva de una latinoamericana que ha participado en muchos de los eventos que aquí se narran, una breve etapa de la larga historia de la lucha de las mujeres contra el patriarcado que también está dentro de la ONU. Este pedacito de la historia de resistencia y logros de las mujeres no pretende decir que sea dentro de la ONU o en esos años que hayan sucedido los acontecimientos más importantes para el logro de la igualdad y la justicia social para las mujeres de todo el mundo, de todas las razas/etnias, credos, culturas, edades, nacionalidades, capacidades, sexualidades, etc. 

miércoles, 27 de julio de 2022

Los derechos de las mujeres durante la formación de la O.N.U. 4/24

 


En la Conferencia de San Francisco dedicada a redactar, a mediados de 1945, la Carta de Naciones Unidas, hubo unanimidad en que la promoción de los derechos humanos debería ser uno de los fines esenciales de la nueva organización. A pesar de que no se logró que la carta contuviera un listado o declaración de esos derechos, sí hubo un compromiso de los gobiernos de redactarlo en el futuro6 . Aunque en casi ninguno de los documentos históricos sobre esta conferencia se habla del asunto, a esta Conferencia asistieron varias mujeres de ONGs, así como en las delegaciones oficiales que hicieron aportes cruciales tanto en la redacción misma de la Carta como en el hecho de que la protección de los derechos humanos fuera uno de los fines de la ONU. No sólo lograron que el establecimiento de una Comisión de Derechos Humanos estuviera especificado en la Carta, sino que también se especificara la prohibición de la discriminación basada en el sexo de las personas.

 Contrario a los argumentos de la mayoría de los delegados, quienes sostenían que una cláusula sobre igualdad sería suficiente garantía para los derechos de las mujeres, las pocas delegadas mujeres, incluyendo a la dominicana Minerva Bernardino 7 , la brasileña Berta Lutz y la mexicana Amalia C. de Castillo, la venezolana Isabel Sánchez y la uruguaya Isabel de Vidal 8 , exigieron con éxito que la palabra “sexo” se agregara a las demás prohibiciones de hacer distinciones a la hora de promover los derechos humanos.

Argumentaron que el agregar la palabra “sexo” a la lista significaría que la discriminación basada en el sexo de una persona era tan atroz y no natural como la discriminación basada en la raza, las creencias políticas o religiosas o cualquier otra condición. La importancia de este logro no sería comprendida sino hasta muchos años después, cuando el movimiento internacional de mujeres se apoyó sobre este cambio de paradigma para exigir que los derechos de las mujeres fueran considerados derechos humanos. 

 En una época cuando todavía no se hablaba de género, ni se había desarrollado el concepto de que las mujeres no sólo tenemos derecho a acceder a los puestos de decisión, sino que tenemos derecho a acceder a ellos en condiciones de igualdad, estas mujeres también lograron que el artículo 8 de la Carta de las Naciones Unidas dispusiera que: 

 “La Organización no establecerá restricciones en cuanto a la elegibilidad de hombres y mujeres para participar en condiciones de igualdad y en cualquier carácter en las funciones de sus órganos principales y subsidiarios.” 

Más de 70 años después de este triunfo, las mujeres todavía no hemos logrado participar en condiciones de igualdad con los hombres en sus órganos principales o subsidiarios. 

Después de que se lograra la inclusión del término sexo en el preámbulo de la Carta, otro asunto enfrentado por la O.N.U. en relación con los derechos de las mujeres fue estructural; interesantemente, es un dilema que todavía debe ser resuelto a nivel nacional e internacional: ¿debería crearse una entidad   institucional autónoma, creada específicamente para velar por los derechos e intereses de las mujeres?, o ¿debería solamente existir una única Comisión de Derechos Humanos? 

 Algunas/os argumentaban que el establecimiento de una comisión sólo para las mujeres proveería un foro para desarrollar sus derechos y articular preocupaciones sobre los asuntos que las afectan. Pero otras/os insistían en que esta solución estructural también amenazaría con crear un ghetto de mujeres, con menores recursos y personal y menor impacto institucional. Otras personas se preocupaban porque una comisión autónoma, separada de la Comisión de Derechos Humanos, establecería diferentes derechos y diferentes estándares para las mujeres; o que socavaría los valores sociales prevalecientes o que empoderaría a las mujeres de maneras inesperadas. Otras se preocupaban porque un órgano de derechos de las mujeres podría tener un acercamiento hacia e interpretación diferente de los derechos humanos, del que tendrían los órganos de derechos humanos patriarcalmente reconocidos. 9 


En 1946, el ECOSOC ( Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas)10 decidió crear una Sub-Comisión de la Comisión de Derechos Humanos para que se encargara de la condición jurídica y social de las mujeres, pero desde su primera reunión, esta Sub-Comisión recomendó que se la elevara al estatus de una Comisión autónoma y así se hizo.


6 Pacheco, Máximo, LOS DERECHO HUMANOS, DOCUMENTOS BASICOS, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 1987, p IX. 

7 Minerva Bernardino de la República Dominicana fue una de las firmantes de la DUDH en 1948. Diplomática y dirigente del movimiento feminista en América Latina y el Caribe, fue una de las responsables de la creación de la CSW). Entre otros cambios, la Sra. Bernardino promovió la incorporación de la frase “igualdad de hombres y mujeres” en el preámbulo de la Declaración. 

8 ver Connors, Jane, “NGO’s and the Human Rights of Women” en THE CONSCIENCE OF THE WORLD: THE INFLUENCE OF NGO’S IN THE UN SYSTEM, Peter Williams, Ed., Washington D.C., The Brookings Institution, 1996

9 Galey, Margaret E., “Women Find a Place” en WOMEN, POLITICS AND THE UNITED NATIONS, Ann Winslow ed. 1995, pp. 13-14. 

10 Siglas en Inglés para el Consejo Económico y Social. El ECOSOC es el principal órgano coordinador de la labor económica y social de la ONU y de los organismos e instituciones especializadas que constituyen el sistema de las Naciones Unidas. El Consejo, establecido por la CARTA DE NACIONES UNIDAS tiene 54 miembros, con mandatos de tres años. Cada miembro tiene un voto y el Consejo toma sus decisiones por mayoría simple


Este texto esta tomado del libro de Alda Facio Montejo titulado La evolución de los derechos humanos de las mujeres en las Naciones Unidas 

 Alda nos dice : Este documento ha sido preparado con fines puramente pedagógicos. No pretende ser una historia oficial ni completa de estos años. Resume, desde la perspectiva de una latinoamericana que ha participado en muchos de los eventos que aquí se narran, una breve etapa de la larga historia de la lucha de las mujeres contra el patriarcado que también está dentro de la ONU. Este pedacito de la historia de resistencia y logros de las mujeres no pretende decir que sea dentro de la ONU o en esos años que hayan sucedido los acontecimientos más importantes para el logro de la igualdad y la justicia social para las mujeres de todo el mundo, de todas las razas/etnias, credos, culturas, edades, nacionalidades, capacidades, sexualidades, etc. 

martes, 26 de julio de 2022

¿Por qué no “adelanto de las mujeres”? 3/24


Antes de la década de los noventa, la mayoría de las agencias y órganos de Naciones Unidas no utilizaba el sistema de derechos humanos para promover el adelanto de la condición jurídica y social de las mujeres. Es más, se podría decir que no utilizaban ningún sistema para ello, ya que pareciera que la mayoría de estas agencias y órganos no se había percatado que las mujeres éramos humanas y no sólo madres. Cierto que antes de esta década existían entidades de la ONU que se dedicaban exclusivamente al mejoramiento de las condiciones de las mujeres, pero no lo hacían desde la óptica de los derechos humanos sino más bien desde una óptica asistencialista o, cuando mucho, desde el enfoque del desarrollo. Sin embargo, después de la Conferencia Mundial de Derechos Humanos en Viena, la necesidad de trabajar el tema del adelanto de las mujeres desde el marco de los derechos humanos se hizo obligatorio al evidenciarse que las mismas características del Derecho Internacional de Derechos Humanos y sus procedimientos así lo exigen. Esta exigencia la podemos resumir de la siguiente manera5:

Los derechos humanos son universales. El principio de universalidad significa que todos los seres humanos tienen derechos inherentes a su humanidad; por lo tanto, todas las mujeres, al ser igualmente humanas que los hombres y al ser igualmente humanas entre nosotras, tenemos derecho al goce y ejercicio de todos ellos

2

Los Estados tienen la obligación legal de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos: son legalmente responsables (accountable) de su implementación y por su violación y deben rendir cuentas ante la comunidad internacional y ante las y los titulares de derechos. Por lo tanto, los Estados también tienen el mismo deber frente a los derechos humanos de las mujeres y son responsables por las violaciones a éstos. 

3

Los derechos humanos deben ser garantizados sin discriminación. El principio de igualdad y no-discriminación está garantizado en todos los tratados de derechos humanos y desarrollado específicamente en La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres, (CEDAW).


4

Los derechos humanos no son discrecionales, no son metas sociales ni aspiraciones políticas. A diferencia de las metas de desarrollo concernientes a la situación de las mujeres que no son legalmente vinculantes, los derechos humanos de las mujeres deben ser promovidos, respetados, protegidos y garantizados por todos los gobiernos.


5

Los derechos humanos tienen mecanismos legales y políticos para establecer el rendimiento de cuentas y las responsabilidades por no obrar de acuerdo con las obligaciones que ellos establecen, y obligan a los Estados que han sido responsabilizados por violaciones a otorgar reparaciones a las víctimas. Por lo tanto, los Estados y la comunidad internacional están obligados a crear y mantener mecanismos legales y políticos para los derechos humanos de las mujeres. 

6

 La protección y promoción de todos los derechos humanos es un interés legítimo de la comunidad internacional, por encima de todo reclamo de soberanía. Por lo tanto, también los derechos humanos de las mujeres están por encima de todo reclamo de soberanía y con más razón de toda justificación basada en el respeto a su cultura, religión o tradición.



5 Sullivan, Donna, The Integration of Women’s Human Rights into United Nations Activities: Trends and case studies, background paper, 1999, p. 1-2


Este texto esta tomado del libro de Alda Facio Montejo titulado La evolución de los derechos humanos de las mujeres en las Naciones Unidas 

 Alda nos dice : Este documento ha sido preparado con fines puramente pedagógicos. No pretende ser una historia oficial ni completa de estos años. Resume, desde la perspectiva de una latinoamericana que ha participado en muchos de los eventos que aquí se narran, una breve etapa de la larga historia de la lucha de las mujeres contra el patriarcado que también está dentro de la ONU. Este pedacito de la historia de resistencia y logros de las mujeres no pretende decir que sea dentro de la ONU o en esos años que hayan sucedido los acontecimientos más importantes para el logro de la igualdad y la justicia social para las mujeres de todo el mundo, de todas las razas/etnias, credos, culturas, edades, nacionalidades, capacidades, sexualidades, etc. 

domingo, 24 de julio de 2022

“Los Derechos de las Mujeres son Derechos Humanos” 2/24



En este nuevo milenio, el concepto “Los Derechos de las Mujeres son Derechos Humanos” es aceptado por la gran mayoría de los y las defensoras de derechos humanos, aunque no podríamos decir lo mismo del público en general. Pero dentro del mundo de los derechos humanos el concepto es tan aceptado que, en teoría al menos, muchas personas que recién entran a este mundo se preguntan por qué es necesario decirlo explícitamente. ¿No son las mujeres humanas? ¿No son los derechos humanos inherentes a todos los seres humanos? ¿No son los derechos humanos universales y, por ende, inclusivos de todas las mujeres? Pues bien, no siempre fue así, y en la práctica todavía no lo es. En la práctica, los derechos humanos se siguen ejerciendo y defendiendo de manera androcéntrica. Es más, las mujeres hemos tenido que luchar por nuestra humanidad durante quizás miles de años. En realidad, la idea de los derechos de las mujeres, sin lo humano y lo internacional, es un concepto muy reciente si tomamos en cuenta los cinco o seis mil años que la humanidad ha estado viviendo bajo el Patriarcado aún antes de que existiera la noción de derechos humanos. Peor aún, las mujeres hemos tenido que seguir luchando por nuestra humanidad y nuestros derechos aún después de que se aceptó la noción de derechos humanos internacionales para todos (por “todos” entiéndase “todos los hombres”, por supuesto). 

 Para sintetizar un desarrollo muy complejo y de cientos de años, debo decir que al menos seis conceptos tuvieron que establecerse antes de que los derechos humanos internacionales de las mujeres pudieran ser realidad: 

I

Las personas individuales tuvieron que adquirir derechos frente al estado bajo leyes internacionales. Este cambio conceptual se dio en el siglo 19, por medio de tratados internacionales que otorgaban derechos a las personas frente a los estados con respecto a la esclavitud y la guerra. Una vez establecido esto, las organizaciones no gubernamentales (ONGs) de mujeres pudieron cabildear a favor de otros tratados concernientes explícitamente a ellas, como fueron las Convenciones de 1904 y 1910, destinadas a combatir la trata de mujeres. Estas no eran aún consideradas convenciones de derechos humanos y por supuesto, no garantizaban a las mujeres la igualdad ni eran género-sensitivas, ya que estos conceptos vinieron mucho después.


2

El concepto de derechos humanos internacionales tenía que ser aceptado. La magnitud de los horrores de la Segunda Guerra Mundial y la necesidad de proteger a las y los individuos de abusos a tal escala ofreció suficientes incentivos a los Estados para acordar la necesidad de un sistema internacional de protección de los derechos humanos; así se creó la Carta de las Naciones Unidas en 1945 y la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948. 


3

Se tenía que considerar a las mujeres capaces de tener algunos derechos legales. Debemos recordar que, a finales del Siglo 18, la mayoría de los filósofos que defendían la igualdad creían que este principio solo debía aplicarse a su propio sexo y a su propia raza y que tanto los esclavos como las mujeres no deberían ser titulares de derechos legales, mucho menos de ser considerados iguales. Por ejemplo, el filósofo Jean Jacques Rousseau pensaba que el hecho de que la mujer obedeciera al hombre formaba parte del orden natural. Este filósofo, considerado el padre de la Igualdad por la filosofía androcéntrica, pensaba que «las mujeres hacen mal en quejarse de la desigualdad de las leyes humanas» y defendió que «cuando la mujer intenta usurpar nuestros derechos, se muestra inferior a nosotros»1 . Esta forma de pensar era un obstáculo muy real para la consecución de los derechos legales para las mujeres, ya que las leyes mismas negaban estos derechos a las mujeres durante siglos. Por supuesto que, a lo largo de la historia patriarcal, no se puede negar que hubo muchas/ os que defendían los derechos de las mujeres, pero no fue sino hasta el Siglo 18 que un movimiento de mujeres tomó forma. Dos mujeres prominentes entre éstas fueron Mary Wollstonecraft, quien publicó, en 1779, la Vindicación de los derechos de la mujer, en la que argumenta que las mujeres no son por naturaleza inferiores al hombre, sino que parecen serlo porque no reciben la misma educación; y Olympe de Gauges, quien en 1791 escribió su Declaración de los Derechos de la Mujer, basada en los principios encontrados en la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano francesa2 . Otra proclamación temprana sobre los derechos de las mujeres fue la Declaración de Seneca Falls, de 1848, liderada por Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott cuyo modelo es la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América. Y no puedo dejar de mencionar a Sojourner Truth quien en una reunión posterior a la adopción de esta declaración dio su famoso discurso “No soy yo mujer” haciendo referencia a que los argumentos que se usaban para negarle a las mujeres sus derechos, no se aplicaban a todas las mujeres ya que ella, como ex esclava, había trabajado duro toda su vida.


4

La idea de que hombres y mujeres podían ser tratados como seres igualmente racionales tuvo que ser aceptada. Por ejemplo, en la obra de Mary Wollstonecraft, ella no solo abogó por los derechos legales de las mujeres sino que fue más allá argumentando que hombres y mujeres deberían ser tratados como seres racionales. Este novedoso concepto de que hombres y mujeres podían ser tratados como igualmente humanos ni siquiera fue tomado en cuenta por las organizaciones intergubernamentales hasta después de que se había creado y ya tenía camino recorrido la Liga de Naciones. Un grupo de diez delegaciones latinoamericanas, consecuentes con sus exitosas experiencias en la redacción y adopción de instrumentos de derechos de las mujeres en América Latina, pidió formalmente que un tratado sobre igualdad de derechos para las mujeres se pusiera en la agenda de la Asamblea de la Liga. Desafortunadamente, el comité se reunió solamente en tres oportunidades antes de la disolución de la Liga, por lo tanto, el tratado nunca fue ni siquiera redactado.


5

 El feminismo tenía que desarrollar metodologías y teorías que pusieran las vidas de las diversas mujeres en primera fila y que borraran la distinción artificial entre las esferas pública y privada. Las metodologías género-sensitivas y las teorías de género desarrolladas durante los años setenta y ochenta en todo el  mundo demostraron  que el género no solamente se refería a las maneras en las cuales los roles, la actitudes, los valores, las expectativas, estereotipos y las relaciones con respecto a niños y niñas, mujeres y hombres en su inmensa diversidad se construyen en sus respectivas sociedades; demostraron que el género también construye instituciones sociales como el Derecho, el control social, la religión, la familia, el imaginario, la ideología, etc., las cuales crean posiciones sociales distinguibles para una asignación desigual de derechos y responsabilidades entre los sexos. El desarrollo de perspectivas de género ayudó a visibilizar las relaciones de poder entre los sexos y, por lo tanto, las múltiples, y a la vez diferentes, discriminaciones padecidas por diversas mujeres en todas las esferas a través de todo el mundo.


6

 El sesgo androcéntrico en la teoría y práctica de los derechos humanos internacionales tenía que ser develado. Esto no se empezó a dar sino hacia el final de los años ochenta, cuando las pensadoras feministas iniciaron su crítica del paradigma de los derechos humanos y propusieron uno más inclusivo, género sensitivo, que incluyera mujeres de todos los colores, edades, capacidades, regiones, y prácticas sexuales, religiosas y culturales13 . Gracias a esto, grupos discriminados por su pertenencia a ciertas categorías infra valoradas como personas con discapacidad, en situación de migración, personas trans, etc. empezaron a abogar por sus derechos humanos también.


1 Lauren, Paul Gordon (2003). The evolution of international human rights: visions seen. University of Pennsylvania Press. pp. 29 & 30. 

2 Hubo otras mujeres que vivieron mucho antes que Mary y Olympia que hablaron y lucharon contra la subordinación y explotación de las mujeres, pero no se conoce que lucharan o hablaran específicamente sobre los “derechos” de las mujeres.

3 Aunque si bien es cierto que muchas mujeres defendieron los derechos humanos antes de la década de los 80s, no lucharon por sus derechos en tanto mujeres sino como miembras de la clase trabajadora, contra algún imperio, contra las dictaduras, etc. 

4 Por eso es que siempre insisto que el feminismo ha beneficiado a muchísimos grupos que históricamente han sido discriminados



Este texto esta tomado del libro de Alda Facio Montejo titulado La evolución de los derechos humanos de las mujeres en las Naciones Unidas 

 Alda nos dice : Este documento ha sido preparado con fines puramente pedagógicos. No pretende ser una historia oficial ni completa de estos años. Resume, desde la perspectiva de una latinoamericana que ha participado en muchos de los eventos que aquí se narran, una breve etapa de la larga historia de la lucha de las mujeres contra el patriarcado que también está dentro de la ONU. Este pedacito de la historia de resistencia y logros de las mujeres no pretende decir que sea dentro de la ONU o en esos años que hayan sucedido los acontecimientos más importantes para el logro de la igualdad y la justicia social para las mujeres de todo el mundo, de todas las razas/etnias, credos, culturas, edades, nacionalidades, capacidades, sexualidades, etc. 

viernes, 22 de julio de 2022

La evolución de los derechos humanos de las mujeres en las Naciones Unidas de Alda Facio Montejo I/24


Los derechos humanos se pueden discutir y estudiar desde muchas perspectivas. Por ejemplo, se pueden entender como un código de conducta o como libertades fundamentales; como garantías constitucionales; como derechos que atañen a los seres humanos por el mero hecho de serlo, como los derechos comprendidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos; o, muy limitadamente, como los derechos de los ciudadanos en las constituciones políticas de cada país, etc. Aunque la mayoría de las personas los conoce principalmente a través de los relatos de tremendas violaciones y abusos masivos cometidos por las demasiadas dictaduras del siglo XX, son pocas quienes los relacionan con las sistemáticas violaciones a los derechos de las mujeres. 

Es más, hasta las mismas mujeres desconocen las luchas que en diferentes campos y en diferentes niveles se han dado a través de la historia por el reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres. Los libros de historia sobre la evolución de los derechos humanos no las incluyen y realmente son pocas las personas que entienden que los derechos humanos, al ser indivisibles, inalienables y universales deben ser entendidos desde una perspectiva de género porque, de lo contrario, no se estaría hablando de derechos humanos, sino de los derechos del hombre. Aún para quienes los conocen de una manera más amplia, los derechos humanos desde una perspectiva de género son todavía poco conocidos. Sin embargo, no voy a desarrollar una teoría sobre esto. Voy a limitar este resumen a una relativamente corta historia del desarrollo de los derechos humanos internacionales de las mujeres dentro del sistema de las Naciones Unidas. 

Sin embargo, como la historia de los derechos humanos, desde que fueron enmarcados dentro de la Declaración Universal hace más de setenta años, ha sido una de enérgica lucha para entender y hacer realidad el significado de los derechos ahí comprendidos, he tenido que excluir muchos aspectos del retrato que he intentado hacer en esta más bien larga exposición. Espero que quienes lean esta historia sientan tanta inspiración por el concepto de los derechos humanos de las mujeres que busquen llenar esos vacíos a medida que tratan de integrarlos en sus actividades y, más importante aún, en sus corazones. 

Antes de dar color a esta imagen, quiero afirmar que, para mí, los derechos humanos son la creencia de que toda vida merece respeto. Una vez que una cree esto, no necesita leer todos los documentos que los definen, para conocerlos. No requiere aprender todos los mecanismos y procedimientos que existen para su defensa. Ni siquiera necesitaría la explicación de una metodología para poder incorporar los derechos humanos dentro del propio trabajo. Aunque todo lo anterior puede ser útil, práctico y hasta muy eficiente; de nada servirá si una/o no está en contacto con su propia y única sacralidad. Tampoco le servirá de nada hasta que no pueda verla y sentirla en todos los seres vivientes. Es así como, en estos tiempos de tanta misoginia, racismo, homofobia y destrucción de la naturaleza, me gustaría que antes de leer este documento, usted lector/a se tome un minuto de silencio para realmente sentir lo sagrado en su interior. Por favor, dése la oportunidad de tomar contacto con su Ser y verá que le viene un inmenso amor y respeto por la vida en todas sus magníficas y diversas manifestaciones. Desde ese lugar/sentir, la/o invito a emprender conmigo la tarea intelectual de conocer la evolución de los derechos humanos internacionales de las mujeres en la ONU desde la perspectiva de esta feminista latinoamericana.



 Este texto esta tomado del libro de Alda Facio Montejo titulado La evolución de los derechos humanos de las mujeres en las Naciones Unidas 


 Alda nos dice : Este documento ha sido preparado con fines puramente pedagógicos. No pretende ser una historia oficial ni completa de estos años. Resume, desde la perspectiva de una latinoamericana que ha participado en muchos de los eventos que aquí se narran, una breve etapa de la larga historia de la lucha de las mujeres contra el patriarcado que también está dentro de la ONU. Este pedacito de la historia de resistencia y logros de las mujeres no pretende decir que sea dentro de la ONU o en esos años que hayan sucedido los acontecimientos más importantes para el logro de la igualdad y la justicia social para las mujeres de todo el mundo, de todas las razas/etnias, credos, culturas, edades, nacionalidades, capacidades, sexualidades, etc. 

sábado, 16 de julio de 2022

Las cosas son cosas



Cuando mi madre se separó como pudo, dejo todas sus objetos queridos en la casa en al que había vivido durante treinta años. Dejó allí todos los regalos que su familia le había hecho al casarse, una preciosa colcha roja que le compro su madre entre otras cosas, una manta regalo de su abuelo paterno  y todo su ajuar: precioso camisones próximos a la seda. La ausencia de todas estas cosas la hicieron sufrir por años aumentando el dolor de las violencias sufridas en su matrimonio .

Cuando años más tarde mi padre murió, y mi madre tuvo acceso a todas esas cosas, no les presto el más mínimo interés, Todos los dolores sufridos por ellas, parecían haber sido inútiles.

Hoy enfrento todos esos objetos y otros más de la vida común a los que me une un intenso amor y siento su peso del que quiero liberarme afirmando que las cosas son solo cosas y las casas son solo casas y que la vida es mucho más que las cosas de las casas.

Hay unas cintas de casset que me costruyeron y que felizmente siguen vivas en un equipo de música simple que forman parte tambien de ese legado del hogar, hablo del concierto del Olimpia de Paco Ibañez , hablo de la música de Los Sabandeños que amaba mi madre, hablo de Maria Ostiz y su amor a su pueblo , hablo de Maria Isabel de los Payos uno de los discos favoritos de mi padre, de Adamo ...

Juntas la memoria de las cosas y de las musicas quedan en mi alma pero mi cuerpo asciende por encima de esos gozosos lastres y sigue otras formas de vida con nuevas cosas, nuevas musicas y nuevas personas.


viernes, 15 de julio de 2022

Ecuador #NiUnaMenos


 Por un nuevo orden social. Por la vida de las mujeres ¡ #NiUnaMenos .

jueves, 14 de julio de 2022

III Ganar poder para cambiar la realidad (el poder “para”)



 . 

 En su sentido más general, el poder es la capacidad de producir un efecto, “la energía que causa un cambio o impide que este ocurra” (Eyben 2004). El poder “para” se refiere al potencial que toda persona tiene de definir su propia vida. Se trata de un poder creativo que estimula la capacidad de actuar en pos de los propios intereses y ampliar los límites de lo que es alcanzable para una persona; se expresa en la habilidad de las personas para reconocer sus necesidades y darse cuenta de que tienen capacidad de incidir en sus circunstancias para lograr una situación más favorable para ellas. 

Este tipo de poder tiene que ver con la agencia y está en la base del enfoque de capacidades de Sen, quien afirma que la gente no es libre cuando no tiene el poder de hacer elecciones sobre sus vidas. El poder “para” de un colectivo se refleja en su capacidad para llevar adelante estrategias de movilización en torno a sus prioridades autodefinidas, así como en el ejercicio de un tipo de liderazgo que galvaniza el entusiasmo y la acción colectivos. 

 Para acceder a esta dimensión política del empoderamiento las mujeres han de actuar colectivamente en la arena pública, tomando parte en todos los ámbitos donde se toman decisiones relevantes para ellas y sus colectivos de pertenencia, con el objetivo de transformar las estructuras que sostienen la desigualdad de género. Se trata de una participación social y política que no se reduce a “estar oyendo a otros” sino que busca dar a conocer sus intereses y promover su propias agendas reivindicativas, poner en marcha estrategias para modificar leyes y políticas, aportar y defender sus visiones y alternativas a los problemas generales, construir liderazgos feministas fuertes y diversos… en definitiva, incidir políticamente para que las instituciones públicas orienten sus actuaciones hacia el logro de la equidad de género. 

Algunas experiencias de organizaciones de mujeres muestran que “una vez que se reconocen las dimensiones políticas más amplias de la subordinación de género y se actúa sobre ellas, el empoderamiento de las mujeres se puede convertir en algo tan desestabilizador para el orden social como formas más convencionales de políticas de oposición” (Kabeer 1998). En este sentido, no debe perderse de vista el papel contradictorio del estado en el proceso de empoderamiento de las mujeres pues al tiempo que brinda ciertas condiciones que habilitan a las mujeres a movilizarse en torno a sus propias necesidades, deja de ser un aliado confiable cuando estas movilizaciones entran en conflicto con otros intereses institucionales. También debe tenerse en cuenta que el incremento del número de mujeres que ocupan cargos en las instituciones políticas no se traduce, automáticamente, en mayor empoderamiento de las mujeres. Como plantean Oxaal y Baden (1997), “las medidas para aumentar la cantidad de mujeres representantes necesitan ser acompañadas de medidas para mejorar la calidad de la participación… Las mediciones cuantitativas de la participación de las mujeres en la política son inadecuadas como indicadores del empoderamiento de las mujeres y se necesita prestar más atención a cómo evaluar cualitativamente el empoderamiento de las mujeres a través de los sistemas políticos”. 

La capacidad de incidencia política es la prueba de fuego del empoderamiento político de los colectivos sociales. La incidencia política ha sido definida como “los esfuerzos planificados de la ciudadanía organizada para influir en las políticas y programas públicos por medio de la persuasión y la presión ante organismos gubernamentales, organismos financieros internacionales u otras instituciones. Es un proceso fluido, dinámico y multifacético… dirigido a generar influencia sobre las personas que tienen el poder de decisión en asuntos de importancia para un grupo en particular o para la sociedad en general” (Miller 2000). 

Actuaciones denominadas incidencia política, defensa o cabildeo (términos usados para traducir el término advocacy), forman parte ya del repertorio de trabajo habitual de las organizaciones de mujeres y movimientos feministas del Sur que, desde las Conferencias de El Cairo y Beijing, han demostrado una enorme  capacidad para poner en marcha diversas estrategias dirigidas a influir en procesos de toma de decisiones a nivel local, nacional e internacional, expresando así su empoderamiento colectivo en el terreno de lo público-político. 

 La sistematización del trabajo de numerosas organizaciones de mujeres en Africa, Asia y América Latina, sugiere que el trabajo de incidencia política se organiza alrededor de la resolución de un problema por medio de un cambio en las políticas públicas y requiere un análisis profundo del ambiente político, una comprensión del problema concreto y una propuesta coherente para su solución. Las estrategias utilizadas incluyen, entre otras, el uso de los medios para formar opinión pública, el cabildeo con los que toman decisiones y los líderes de opinión, la organización de una base de apoyo, la investigación, la formación de coaliciones, la promoción de liderazgos fuertes y diversos, etc. 

La concientización sobre la desigualdad de género forma parte inseparable del trabajo de incidencia pues, para que las mujeres puedan participar en procesos políticos reclamando sus derechos, primero tienen que reconocerse como actoras sociales titulares de derechos, lo que no es fácil de lograr si no han cuestionado la naturalidad de su subordinación o no han aprendido a identificar sus deseos y necesidades. Como objetivo final, el trabajo de incidencia persigue poner en la agenda política las reivindicaciones de las mujeres, pero las estrategias usadas para lograrlo –organización, participación, movilización, etc.- contribuyen además a fortalecer las organizaciones de mujeres y a promover una cultura política más democrática e inclusiva. 

En el trabajo del desarrollo, incorporar esta dimensión política a las estrategias para el empoderamiento de las mujeres es requisito para que este sea sostenible a largo plazo. Sólo aquellas estrategias capaces de imaginar a las mujeres actuando en el ámbito de las prioridades políticas, y dispuestas a proveerlas de los recursos necesarios para cuestionar esas prioridades e invertirlas a su favor, pueden lograr que las mujeres participen más allá del nivel del proyecto e incidan en el programa más amplio de elaboración de políticas, de modo que sus intereses estratégicos se conviertan en una influencia duradera sobre la orientación del desarrollo. 

 Confrontar las múltiples formas en que opera el poder “sobre” es el reto último de todo proceso de empoderamiento colectivo. VeneKlasen y Miller han sistematizado las diversas estrategias de participación e incidencia políticas usadas para influenciar y retar las diferentes expresiones del poder, tomando en cuenta que  este opera tanto de maneras obvias y visibles como tras los telones del escenario. 

 Las tres caras del poder como dominio señaladas por Lukes constituyen los parámetros de referencia a la hora de construir los poderes en positivo que reclama el enfoque del empoderamiento, como se muestra en el siguiente esquema




 Clara Murguialday Martínez 



martes, 12 de julio de 2022

II Ganar poder junto con otras (el poder “con”)

 

Esta forma de poder tiene que ver con la acción colectiva: es un poder que multiplica los poderes individuales al asumir que un grupo actuando coordinadamente logra más que las personas aisladas. Se expresa en la capacidad de un colectivo para presentar una solución común a sus problemas, permitiendo que todas las potencialidades se expresen en una agenda grupal que también se asume individualmente (Deere y León 2000). 

 La necesidad de construir redes y alianzas entre las personas pobres es aún más imperiosa en el caso de las mujeres porque su capacidad asociativa es su principal recurso para enfrentar una subordinación que tiene connotaciones también colectivas. En este sentido, Mosedale (2003) ha recalcado la importancia de que las mujeres tengan la oportunidad de transitar del “yo” al “nosotras” en su análisis de sus condiciones de vida, para construir una identidad colectiva que, según Kabeer (1998), “sostiene la mayoría de las estrategias de empoderamiento de las mujeres”. 

 La importancia de esta dimensión identitaria proviene del hecho de que la habilidad de las mujeres para lograr que sus intereses estratégicos sean tomados en cuenta será mayor cuanto más sólida sea la organización que ellas han construido alrededor de sus necesidades prácticas. 

Ahora bien, la conciencia del “nosotras” no surge espontáneamente sino que requiere la existencia de relaciones entre las mujeres y la reflexión conjunta en torno a sus vivencias de la feminidad. La conciencia de formar parte de un sujeto colectivo se construye con la subjetividad individual y con la empatía hacia las experiencias ajenas, y su expresión más clara es que deja de tener sentido el ente abstracto “la mujer” para que cobren sentido “las mujeres” en tanto sujetos concretos y diversos. Pero, dado que no hay una única manera de ser mujer -son  muchos los factores que tiñen la experiencia personal: edad, opción sexual, lugar de residencia, condición laboral, nivel de ingresos, pertenencia étnica, discapacidades visibles, experiencia política, creencias religiosas-, la forma en que se integra la diversidad femenina tiene un papel relevante. La construcción de identidad colectiva no puede anular la pluralidad, subordinar unas experiencias a otras, poner la opresión de género por encima de todo o buscar una esencia intangible que iguale a todas las mujeres. Por el contrario, requiere capacidad para reconocer e integrar las experiencias particulares, así como voluntad política para diseñar actuaciones alrededor de las necesidades e intereses de los distintos colectivos femeninos. 

 Para afianzar la identidad colectiva es necesario crear estructuras organizativas que puedan sostener la energía y entusiasmo femeninos. El surgimiento de numerosas organizaciones de mujeres ha sido el fenómeno sociopolítico más pujante en las últimas tres décadas en todo el mundo. Estas adoptan la forma de “grupos de base” (integrados por mujeres de una misma comunidad generalmente reunidas en torno a sus necesidades prácticas), asociaciones de afiliación masiva en ámbitos rurales y urbanos, grupos feministas centrados en la reflexión, difusión o intervención política, organizaciones dedicadas a la promoción y el desarrollo de las mujeres, entidades “paraguas” de ámbito local, regional o nacional, redes continentales e incluso plataformas de alcance mundial. La capacidad para crear, sostener y ampliar sus propias organizaciones es uno de los indicadores centrales del empoderamiento de las mujeres. 

Lo que Evans (1979) ha denominado “condiciones para el desarrollo de una identidad colectiva insurgente” resume los entornos necesarios para que las mujeres se empoderen colectivamente: 
 a) espacios sociales donde ellas puedan sentirse valoradas y seguras; 
b) modelos alternativos proporcionados por mujeres que rompen pautas de sumisión o pasividad; 
c) ideas que expliquen las causas de la opresión, justifiquen la rebeldía e imaginen un futuro radicalmente distinto; 
d) respuestas sociales a su nueva identidad que fuercen a cada mujer a confrontar las creencias heredadas, y 
e) una red que permita expandir las nuevas visiones y activar un movimiento social.
 
Todo esto es, precisamente, lo que encuentran las mujeres en las organizaciones del movimiento social de mujeres y, en particular, en los grupos feministas. En el campo del desarrollo, Nussbaum ha analizado las posibilidades de cambio que pueden crearse mediante la construcción de colectividades femeninas locales y ha alertado sobre los negativos efectos que puede tener para el desarrollo económico ignorar las tradiciones de solidaridad femenina y de pertenencia grupal que existen en muchas sociedades. Describiendo las estrategias adoptadas por algunas organizaciones sociales y programas gubernamentales de Bangladesh e India, Nussbaum (2002) ha sostenido que: “Si los que trabajan por el desarrollo proceden asumiendo (en forma típicamente occidental) que las familias nucleares son las unidades primarias de la solidaridad personal y que las mujeres se relacionan con otras mujeres primariamente como integrantes de parejas heterosexuales, resultan ignoradas las tradiciones de solidaridad femenina y de pertenencia grupal, a menudo muy productivas para el desarrollo económico”. 

Los estudios sobre el potencial empoderador de la alfabetización han llevado a Stromquist (1997) a plantear que, para las mujeres, la principal puerta de entrada a los procesos de empoderamiento es su organización colectiva. Salir de casa y participar en algún tipo de iniciativa grupal o empresa colectiva que sea exitosa es útil para que las mujeres desarrollen un sentido de capacidad que incrementa su autoestima y autonomía, siendo el factor clave la existencia de un grupo pequeño y cohesionado donde se dé una identificación estrecha entre sus integrantes. Stromquist ha sistematizado el proceso de empoderamiento como una cadena de eventos que comienza con la participación de las mujeres en un grupo pequeño que realiza actividades de generación de ingresos, de apoyo mutuo en necesidades básicas o de mejora de servicios comunitarios, y a través de las cuales las mujeres obtienen experiencias valiosas que potencian su autoconfianza y sus habilidades de liderazgo. La reflexión colectiva sobre sus condiciones de vida les permite una mejor comprensión de las estructuras que afectan sus existencias cotidianas y les motiva a actuar en el ámbito público-local, lo que fortalece su sentido de competencia personal y mejora sus capacidades de negociación de las relaciones familiares. El diagrama siguiente presenta la secuencia teórica de eventos en el proceso de empoderamiento


Clara Murguialday Martínez 

https://www.vitoria-gasteiz.org/wb021/http/contenidosEstaticos/adjuntos/es/16/23/51623.pdf


domingo, 10 de julio de 2022

I. Ganar poder desde dentro (el poder “interno”)

 



El primer tipo de poder que las mujeres han de lograr es el que surge del interior de ellas mismas. El poder interno ha sido definido como “la fortaleza espiritual y la singularidad que reside en el interior de cada persona y que nos hace verdaderamente humanos” (CCIC 1994). Adquirir esta fortaleza es un proceso individual y subjetivo, que comienza con la toma de conciencia sobre la propia situación y sus causas, trae consigo un aumento de la autoestima y de la confianza en la propia valía, y proporciona a las mujeres un sentido de control sobre sus propias vidas. 

 Este nivel de empoderamiento se considera imprescindible para que las mujeres mejoren su agencia y para que las ganancias de poder en otros ámbitos de sus vidas sean sostenibles; también se ha señalado que dota a las mujeres de la capacidad para percibirse a sí mismas como aptas para ocupar los espacios donde se toman la decisiones, condición previa para poder ocuparlos efectivamente. 

La construcción de esta fuerza interior resulta aún más necesario si se tiene en cuenta cómo las mujeres interiorizan los modelos dominantes de feminidad (“Sin necesidad de armas, violencia física o restricciones materiales… sólo con una mirada, una mirada escrutadora que cada mujer interioriza hasta el punto de convertirse en su propia auto-vigilante...” decía Foucault) y cómo la violencia de los hombres condiciona su experiencia al internalizar el control masculino hasta el punto de creer que se merecen los golpes o que carecen de opiniones propias. 

Las estrategias para construir poder interno brindan a las mujeres la oportunidad de revisar sus vidas desde otros puntos de vista distintos a los que organizan su cotidianeidad, revelando lo que tienen de socialmente construidas y compartidas las experiencias aparentemente individuales. Es a partir de aquí que se producen profundos cambios en la manera en que las mujeres valoran las cualidades de la feminidad que han asumido como propias, pasando a entenderlas como productos de una particular socialización que les acarrea desventajas sociales. Estas transformaciones subjetivas son más sostenibles cuanto más positiva sea la imagen que la sociedad les devuelve a medida que ellas van cambiando, pues difícilmente puede fomentarse la autoestima de las mujeres si el prototipo social predominante sigue devaluando la feminidad. 

 Los cambios en la identidad y subjetividad femeninas suelen darse en el marco de procesos largos y a menudo se expresan de maneras contradictorias. Las mujeres modifican sus comportamientos a partir del cuestionamiento de los estereotipos de feminidad y masculinidad, pero también en función de cómo evalúan sus posibilidades de mejorar sus condiciones de vida y del análisis de los costes que están dispuestas a asumir por cada cambio que lleven adelante. Esto explica que sus creencias sobre las relaciones de género y el ser mujer se modifiquen a mayor velocidad que sus conductas y actitudes, y que sus sentimientos sobre sus propios cambios sean confusos y a veces contradictorios, porque en ellos inciden las respuestas que reciben de su entorno las cuales, a menudo, son opuestas a tales transformaciones. 

Las estrategias para generar poder interno han de dotarlas.  tanto, de herramientas para que comprendan sus propios procesos de cambio y mejoren sus habilidades de negociación (consigo mismas y con otras personas), de modo que puedan manejar el ritmo de sus cambios a la vez que mantienen las relaciones que para ellas son importantes. 

 El nivel subjetivo y personal del empoderamiento fue ampliamente abordado por las promotoras feministas en los años ochenta, cuando enriquecieron la educación popular con metodologías específicamente diseñadas para que las mujeres analicen sus propias experiencias y comprendan cómo se mantiene y reproduce su situación subordinada. Los espacios privilegiados para generar estas reflexiones son los “talleres”, cuyo desarrollo combina elementos de los grupos de autoconciencia feminista con aquellos propios de la educación popular. Los talleres ofrecen a las mujeres un espacio de encuentro con otras para que, desde el intercambio de experiencias y la reflexión colectiva, se den cuenta de que su vivencia personal está inscrita en un contexto social y puedan superar la sensación de aislamiento e inadecuación, asumiéndose como parte de un colectivo cuyos malestares tienen causas estructurales. “A partir de un estado de impotencia que se manifiesta en un sentimiento de ‘yo no puedo’, el empoderamiento contiene un elemento de confianza colectiva en sí mismas que tiene por resultado un sentimiento de ‘nosotras podemos’” (Dighe y Jain 1989). 

Diversas autoras han analizado el trabajo de las organizaciones de base que aplican estas metodologías en su trabajo con las mujeres y resaltan que su principal aporte es poner a disposición de estas una diversidad de recursos intangibles (habilidades analíticas, solidaridad, entornos confiables y seguros) y de herramientas (capacitación y educación, comunicación e información, construcción de redes de apoyo, apoyo a la formación de grupos autónomos) que contribuyen a que las mujeres refuercen su sentido de individualidad, tomen conciencia de su subordinación y asuman la responsabilidad sobre sus propias decisiones y sus vidas. 

 De su estudio sobre numerosas ONG asiáticas comprometidas con el empoderamiento de las mujeres, Batliwala (1997) ha concluido que la reflexión colectiva sobre la subordinación femenina es la principal puerta de entrada a los procesos de empoderamiento.   

Aunque identifica otros enfoques habitualmente usados por las ONG (caracterizados por atribuir la falta de poder de las mujeres a su pobreza y vulnerabilidad económica), esta autora considera que la concientización es el camino más adecuado porque el empoderamiento requiere, en primer lugar y sobre todo, que las mujeres comprendan los complejos factores que generan su subordinación y se movilicen para enfrentarlos. Su enfoque combina tres elementos: 

a) La capacitación de género. Es la herramienta principal pues facilita el proceso de revisión crítica de los mensajes interiorizados sobre la feminidad que conduce a una nueva conciencia sobre las propias capacidades y prioridades. 

 b) La actuación de las agentes externas. Son activistas que asesoran a las mujeres en su acceso a informaciones y conocimientos nuevos para que desarrollen un pensamiento crítico hacia la ideología y las instituciones que sostienen la desigualdad de género. 

 c) La formación de grupos de mujeres. Dado de los cambios radicales no son sostenibles si se limitan a unas pocas personas, es necesario crear las condiciones para que las mujeres rompan su aislamiento individual y se organicen en colectividades estables desde las que impulsan estrategias de cambio que impactan más allá de sus relaciones cercanas. 

 Batliwala ha descrito este enfoque como un conjunto de acciones concatenadas que comienzan con el entrenamiento de las agentes de cambio en habilidades de capacitación y movilización. En un segundo momento, las activistas animan a las mujeres a que reserven un tiempo y un espacio para sí mismas (“talleres”) en donde pueden mirarse de una forma nueva, refutar concepciones erróneas, desarrollar una autoimagen positiva y reconocer sus fortalezas. En un tercer momento, las mujeres constituyen grupos estables en los que, con ayuda de las agentes externas, discuten y priorizan los problemas a resolver, adquieren habilidades para tomar decisiones y ejercer liderazgos, y acceden a recursos educativos o económicos que incrementar su autonomía y agencia. 

 Finalmente, a medida que se consolidan, los grupos de mujeres comienzan a reivindicar el acceso a recursos y servicios colectivos, tratan de influenciar sobre los legisladores para que cambien leyes, aprenden a negociar con otros actores sociales y administraciones públicas y, en ocasiones, llegan a crear servicios  alternativos (guarderías, escuelas de adultas, centros de atención a mujeres víctimas de violencia, sistemas cooperativos de ahorro y crédito) que mejoran sus condiciones de vida. Mediante estos procesos las mujeres ponen las bases para conquistar nuevos derechos, controlar recursos valiosos (incluidos sus propios cuerpos) y participar igualitariamente en las decisiones de la familia y la comunidad.


Clara Murguialday Martínez 

https://www.vitoria-gasteiz.org/wb021/http/contenidosEstaticos/adjuntos/es/16/23/51623.pdf







sábado, 9 de julio de 2022

Estrategias para promover el empoderamiento de las mujeres



 “La política no debería tratar a la gente como soporte de otra gente, como personas cuya misión en el mundo es ejecutar el plan de vida de algún otro. La política debería tratar a cada uno como fin, como fuente de participación activa y digno por sí mismo, con sus propios planes para realizar y su propia vida para vivir, mereciendo todo el apoyo necesario para constituirse en agente en igualdad de oportunidades... (Ello supone) hacernos fuertes en contra de algunas maneras muy comunes de tratar a las mujeres… como infantiles, incompetentes en temas de propiedad y contrato, meros adjuntos de una línea familiar o como reproductoras y cuidadoras más que como personas que tienen que vivir sus propias vidas” (Nussbaum 2002). 

No existe una fórmula mágica o un diseño infalible para generar empoderamiento. Las evidencias muestran que las puertas de entrada al proceso de empoderarse son diversas: para algunas mujeres el elemento crucial ha sido adquirir conciencia sobre lo injusto de sus condiciones de vida, mientras para otras lo ha sido la puesta en práctica de iniciativas generadoras de recursos básicos para la sobrevivencia; en algunos casos, el proceso ha comenzado con su integración en un grupo solidario para acceder a un crédito y en otros casos, mediante su incorporación a una organización de mujeres dedicada a combatir la violencia de los hombres o a reivindicar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres… No son pocas las que han iniciado el camino del empoderamiento al tiempo que adquirían habilidades de lectoescritura en programas de alfabetización con perspectiva feminista, ni tampoco las que lo han hecho en el marco de organizaciones comunitarias o sindicales, enfrentando las restricciones de los dirigentes a la plena participación de las mujeres en las instancias de dirección. 

 Esta diversidad de recorridos refleja dos elementos centrales: por un lado, que el empoderamiento es un proceso de cambio personal y, en consecuencia, único y diferente para cada individuo porque cada quien tiene su propia y única experiencia de la vida; por otro, que es un proceso fluido y dinámico, que cambia a medida que se modifican los contextos y las percepciones de las personas sobre sus propias necesidades e intereses vitales. De ahí que, para integrar en las intervenciones de desarrollo aquellas estrategias y prácticas más adecuadas para promover procesos de empoderamiento, es importante comprender los mecanismos que catalizan, facilitan y/o fortalecen dichos procesos. 

Hay consenso entre las feministas del desarrollo en que las estrategias dirigidas a promover el empoderamiento de las mujeres comparten, al menos, las siguientes características: 

a) Abordan el poder desde una lógica -distinta a la de la “suma cero”- que considera que un aumento de las capacidades y la autonomía de unas personas no trae como consecuencia necesaria la disminución de las capacidades de otras, sino el aumento del bienestar para todas. 

b) Intervienen en el nivel de las condiciones materiales de las mujeres al mismo tiempo que se transforma su posición sociopolítica de género, es decir, abordan simultáneamente las necesidades prácticas y los intereses estratégicos de las mujeres

 c) Requieren entornos democráticos y metodologías participativas para que la voz de las mujeres sea escuchada, se fomenten los análisis críticos sobre los factores estructurales que condicionan sus vidas y se estimule su organización en torno a sus propias agendas de cambio. 

Se trata, en resumen, de estrategias orientadas a lograr que las mujeres fortalezcan su capacidad y autonomía en todos los ámbitos, a través tanto del análisis crítico de su situación como de su organización y movilización colectivas, con el objetivo de mejorar sus condiciones de vida y superar las desigualdades de género. Y, sobre todo, buscan que las mujeres ganen poder, tanto a nivel subjetivo y personal como a nivel colectivo.


 Clara Murguialday Martínez 


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