Estamos en la cuarta ola del feminismo y definitivamente es una etapa de grandes avances, pero también de grandes retrocesos y peligros de retroceder aún más en materia de los derechos políticos y humanos de las mujeres y de las niñas. Ante esto, hoy más que nunca el movimiento de las mujeres necesita re-unirse re-identificarse y re-fortalecerse, desde la no segmentación sino a partir de la interseccionalidad y la comunicación intergeneracional.
Es verdad que el espacio físico y virtual de los feminismos está inundado de eventos, imágenes, y mensajes de sororidad, sin embargo no todo son dulces mieles femeninas sobre hojuelas feministas.
“El feminismo es una contribución a la sociedad y al buen vivir” dice la antropóloga, académica y feminista mexicana Marcela Lagarde; pero ese buen vivir social con bandera feminista debería integrar incluir y abrazar a todas, tanto a las feministas de la vieja escuela, como a las jóvenes con sus otras experiencias visiones y dinámicas, incluso a las que no son feministas. Sin embargo, la realidad es que Internacionalmente el movimiento de las mujeres sigue dividiéndose en alegatos internos entre “feminismos verdaderos” y “falsos”, entre feministas “buenas” y “malas”; entre feministas y no feministas. Una problemática en la que México no es la excepción.
Pero empecemos por el principio diciendo que este país, es el primero en América del Norte en tener una mujer presidenta, un hecho histórico que avivó la esperanza de la relegada y empobrecida población femenina, enardeciendo también la llama feminista, sobre todo con el discurso inaugural de la elegida diciendo: “llegamos todas” y “es tiempo de mujeres”. A lo que le siguió el nombramiento de una jefa de gobierno en la capital del país y una secretaria de la mujer que se auto nombran feministas. Y para continuar, la iniciativa para la creación de un sistema nacional de cuidados que beneficiaría principalmente a las mujeres. Sin olvidar que desde la presidencia, 2025 ha sido llamado el año de la mujer indígena…pero con todo y esto, en el paraíso algo no anda bien.
En este bipolar edén teñido de morado, la postura que muchas feministas están encontrando es la de…”tienes que pensar como nosotras, vivir como nosotras, militar como nosotras para ser una de nosotras y tener un lugar en el club, gozando de nuestras bondades “feministas”.
Las discrepancias y las ramificaciones son absolutamente normales y necesarias en un movimiento sociopolítico de la magnitud del feminismo, donde lo femenino individual y colectivo tiene contextos, realidades, opresiones, carencias y necesidades distintas, por ende, objetivos y procesos diferentes. El problema radica en que entre un feminismo y otro, lo mismo que entre una feminista y otra se está perdiendo la voluntad política de dialogar desde el disentir, desde y a partir de la propia subjetividad.
“Estamos perdiendo la capacidad de no estar de acuerdo”, dice la asesora jurídica, activista feminista y escritora marroquí Noor Ammar Lamarty.
En este sentido, la cuarta ola del feminismo tiene un enorme reto a vencer: la desidentificación, descalificación y expulsión que actualmente se está dando entre feministas jóvenes y viejas, nuevas y veteranas, partidistas y apartidistas, pobres y ricas, universitarias y no escolarizadas, occidentales y no occidentales, de países desarrollados y de países en vías de serlo, etc, …uf!!!
En relación a esto último y al general de la problemática a vencer, la observación de la antropóloga y activista feminista mexicana Marta Lamas es un punto importante para tener en cuenta:
“No hay que olvidar que la Cuarta Ola tiene características distintas en lo que se conoce como el “Primer Mundo” y el “Tercer Mundo”.
Pero continuando con el antagonismo feminista, un ejemplo claro es lo ocurrido a las representantes del Frente Feminista Nacional-México, a quienes no se les permitió leer su pronunciamiento en la XVI Conferencia Regional de la mujer en América Latina y El Caribe, que tuvo lugar en la Ciudad de México del 12 al 15 de agosto pasado. Resulta incongruente que la propia secretaria de las mujeres, el representante de relaciones exteriores y la representante de ONU Mujeres hayan sido quienes impidieron el pronunciamiento de dicho Frente debido a su postura en favor de la abolición de la prostitución y los vientres de alquiler.
“Bajo la promesa de construir una “sociedad de cuidado”, nos invitan a un banquete…pero nos sientan en la banqueta con un plato vacío y una orden de silencio”, denunció oportunamente Perla Pedroza Arévalo, activista y columnista mexicana integrante del Frente Feminista Nacional.
Ante algo como esto debo decir que silenciamiento y exclusión, no es lo que se espera de una conferencia organizada y coordinada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y ONU Mujeres. Sin embargo, esta polarización cargada de sectarismo e intolerancia más propios de un feminismo esencialista que de un feminismo incluyente, no es una excepción sino una lamentable constante en estos encuentros regionales.
Cabe recalcar que la falta de identificación e incluso la falta de reconocimiento y respeto en el movimiento de las mujeres siempre ha existido. Por ejemplo, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX en Gran Bretaña, la lucha de las obreras no se entendía con la de las sufragistas burguesas. Más adelante en las décadas 60 y 70 en Estados Unidos, la gran mayoría de las feministas consideraban insultante que se les comparara o relacionara de algún modo con las sufragistas estadunidenses de principios del siglo XX. De hecho, ellas marcaban una línea entre la liberación femenina y el feminismo, al que consideraban pasado de moda.
Mientras que en el México de los ochentas el feminismo popular de campesinas y obreras, con una composición social muy diferente disentía totalmente con el feminismo histórico, y el feminismo radical en su mayoría académico de los setenta. Así mismo en los años noventa y hasta la fecha, las feministas indígenas desde su propia cosmovisión y su condición de triple opresión (género, clase y raza), no se identificaban con ninguno de los otros tipos de feminismo. No obstante, una cosa son las distintas realidades, visiones y objetivos; y otra cosa muy diferente es hacer bandos, descalificar y agredir.
Valdría mucho la pena echar un vistazo a este aspecto de la historia del feminismo, y de las Conferencias Regionales de la Mujer en América Latina y el Caribe, con el propósito de analizar y entender (a fin de restaurar) el trasfondo ideológico, experiencial , emocional y afectivo que estos choques y rupturas tienen, y los contextos en los que se han dado y se dan.
Galilea Libertad Fausto.
Créditos de la ilustración a quien corresponda.
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