Las mujeres nos emancipamos al eliminar oprobios. Sin embargo, tener fuerza personal y colectiva para lograrlo se debe a la conexión histórica de varios procesos que nos han potenciado; nos hemos ido empoderando en grados diferentes. Destacan entre estos procesos los siguientes:
• La transformación de la sexualidad y los cambios sexuales debidos a nuestra intervención consciente en ella, así como al uso de métodos de control personal de la fecundidad y a la capacidad de decidir y optar, como base de la autonomía personal y vía para la igualdad. Éstos cambios imprimen a la maternidad un carácter voluntario; surge con legitimidad la opción sexual y con ello la diversidad; asimismo se modifica el erotismo, se generan valores distintos a la moral tradicional y se crea una ética sexual.
• Los cambios rotundos en el contenido de la sexualidad de las mujeres han repercutido en la resignificación del amor; se han dado en torno a la fecundidad, las normas, las prácticas y las experiencias sexuales, la conyugalidad, la maternidad y la afectividad.
• La incorporación compulsiva o voluntaria a actividades del trabajo, la producción y la creatividad vedadas para nosotras, con la consecuente diversificación de la experiencia material y subjetiva, las relaciones y las prácticas sociales.
• La generación de ingresos propios, con la consecuente tendencia a eliminar la dependencia y el soporte económico de la independencia y la autosuficiencia.
• La movilidad espacial y territorial en busca de oportunidades de trabajo, de estudio, de desarrollo, incluso con fines turísticos o en procesos de migración, se debe a la necesidad y a la libertad de tránsito individual y conduce a la ampliación del espacio vital y el conocimiento del mundo por parte de las mujeres. Se produce incluso por la búsqueda de mejoras en la calidad de vida.
• La convivencia con hombres en espacios redefinidos por la mixidad, que ha permitido ir eliminando la exclusión, a la vez que nos ha conducido a desarrollar capacidades, habilidades y recursos para relacionarnos con los hombres en busca de la igualdad.
• La transformación de las relaciones familiares, conyugales y comunitarias produce nuevas formas de convivencia entre mujeres y hombres que implican transformaciones amorosas en los contenidos y lenguajes del amor en las relaciones de parentesco, conyugales, familiares y amistosas y conducen a la reorganización y resignificación del modo de vida cotidiano, de la experiencia doméstica, del mundo privado y de la intimidad.
• La construcción de la ciudadanía a través de experiencias públicas, aun antes de conseguir la ciudadanía jurídica y legal, a través de la participación social y política y la organización, tanto en espacios de mujeres como mixtos, civiles, políticos, gubernamentales y estatales. Con ello, la presencia política de las mujeres se convierte en fuerza política que transforma la política y la torna en un hecho mixto al llevar a ella los intereses de género y alternativas de un mundo para todos.
• La atención de la salud tanto personal como institucional a partir de la conciencia del autocuidado y del ejercicio del derecho a la salud, con la eliminación de malestares y enfermedades curables y la mejoría de la calidad de la vida y la longevidad.
• La educación escolar, la capacitación y la actualización técnico-científica, académica y artística, así como la formación ilustrada, que han permitido un conocimiento informado del mundo, el surgimiento de la conciencia crítica y del pensamiento propio y la toma de decisiones individuales, así como la profesionalización y el acceso a actividades y esferas diversas de la sociedad.
• El acceso al conocimiento científico y a su producción y la incursión de las mujeres en el arte y en los medios de comunicación y difusión como creadoras y autoras convierte a las mujeres en sujetas de la creatividad intelectual, científica, técnica y académica, y trastoca la cultura con lenguajes, necesidades, interpretaciones y propuestas propias críticas y alternativas. Con él se generan cambios progresistas en las mentalidades a través la secularización del mundo y de la experiencia de las mujeres basada en el pensamiento laico.
• La innovación moderna de los modos de vida repercute en la modernización positiva de las mujeres. La modernidad se beneficia de la creatividad de las mujeres y de la resignificación de prácticas sociales, usos y costumbres.
Los nuevos contenidos vitales de las mujeres y otros más han modificado de manera profunda la condición y la identidad genérica de las mujeres y han aumentado su valoración y aprecio social. Asimismo han modificado la estructura de la autoestima y la han elevado de manera muy importante.
Se ha producido un empoderamiento sexual, económico, social, relacional, intelectual y afectivo de las mujeres y un incremento en nuestra autoestima que nos ha permitido tener una mayor la influencia ideológica, actuar con asertividad y ampliar nuestra incidencia política. Se ha generado también, un mayor reconocimiento y el aumento de la valoración social de las mujeres, que se concreta en el incremento de la visibilidad, el estatus, el prestigio y la fama de éstas.
Texto de Marcela Lagarde y de los Ríos
No hay comentarios:
Publicar un comentario