La aplicación de la perspectiva de género supone interpretar la realidad con el objetivo de intervenir sobre ella para reducir las desigualdades entre hombres y mujeres, realizando un análisis que trascienda la biología como único determinante de las desigualdades entre sexos. Más específicamente, implica reconocer la categoría “género” como determinante de salud, identificar y desmontar los mandatos de género, aceptar la existencia de desigualdades de poder entre hombres y mujeres y tratar de contrarrestarlas en la actividad profesional, potenciar la autonomía y empoderamiento de las mujeres y mantener una actitud de compromiso que no dé opción a la neutralidad en la práctica diaria.
Así, en las acciones formativas deberán tenerse en cuenta los condicionantes de género para acceder a la comprensión del fenómeno de la violencia hacia las mujeres, tanto en lo que respecta a su origen como a las razones que explican el mantenimiento de estas situaciones.
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