Importante resaltar la intromisión en la vida privada de las personas de la jerarquía eclesiástica siempre con una importante carga de misogina :
A partir del siglo VIII se ordena a los confesores que pregunten
expresamente por la contracepción. El decreto de (…) Burchardo de Worms nos
ofrece el modelo más detallado de las preguntas que hacía el confesor. El
decreto tuvo gran difusión. (…) Contiene muchas preguntas que «conciernen
principalmente a las mujeres». Los puntos principales eran aborto y
contracepción. En las preguntas que se hacía a los esposos, se pedía: «¿Te has
acoplado con tu mujer o con otras por atrás como los perros? Si lo has hecho,
entonces diez días de penitencia a agua y pan. Si te has unido a tu mujer
durante la menstruación, entonces diez días de penitencia a agua y pan. Si tu
mujer ha entrado en la iglesia después de dar a luz sin haberse purificado,
entonces deberá hacer una penitencia tan
larga como el tiempo que tenía que haber estado alejada de la iglesia. Y si
durante este tiempo te has unido a tu marido, entonces harás veinte días de
penitencia a agua y pan. Si te has unido a tu esposa después de que el niño ha
comenzado a moverse en su seno o durante los cuarenta días previos al parto,
harás entonces veinte días de penitencia a agua y pan. Si te has unido a la
mujer sabiendo que la concepción era segura, harás diez días de penitencia a
agua y pan. Si te has unido a la esposa en el día del Señor, entonces tienes
que hacer cuatro días de penitencia a agua y pan. ¿Te has ensuciado con tu mujer
en el tiempo de ayuno? Entonces harás cuarenta días de penitencia a agua y pan.
Si sucedió estando borracho, veinte días de penitencia a agua y pan.-Debes
guardar ia castidad veinte días antes de la navidad, todos los domingos, los
tiempos de ayuno determinados por la ley, en todas las fiestas de los apóstoles
y en todas las grandes solemnidades. Si no observas esto, harás cuarenta días
de penitencia a agua y pan» ( pág. 137 s )
Traemos acá estas citas, para poner de relieve
la tergiversación de valores que plantean los padres de la Iglesia, de los que
deberían públicamente pedir perdón.
No
se trata solamente de antiguas autoridades, desgraciadamente la doctrina de la
iglesia sigue ahora mismo en esta línea:
Alfonso de Ligorio (f 1787) escribe
que, según la opinión general, la cópula sólo por placer no está exenta de
pecado, sino que es pecado venial. (…), el
jesuita Ballerini (f 1881) opina: “la exclusión de la prole mediante el uso de
métodos anticonceptivos, pues eso no sería pecado venial, sino mortal”
Juan Pablo II aceptó en los esposos un cierto afán de placer sexual al
permitir en la Familiaris consortio (1981) la continencia periódica como método
de control de la natalidad. (…) con esta concesión de placer sexual— el papa
entra en contradicción flagrante con la condena que hizo Agustín del método de
la elección de los tiempos calificándolo de «método de rufianes ». A pesar de
todo, Juan Pablo II sigue dentro de la más pura línea agustiniana. (…) ha
puesto realmente a punto el auténtico y subyacente dinamismo de la moral sexual
agustiniana, es decir, la aversión al placer sexual ( pág. 256 y 257)
En su
Fatniliaris consortio, el papa Juan Pablo II se rebela contra la «grave afrenta
a la dignidad humana “ que se produce cuando los gobiernos «tratan de limitar
la libertad de los esposos para decidir sobre la prole». Pero olvida decir que muchos esposos católicos ven en este modo
pontificio de limitar la libertad de los esposos en este tema una no menos
«grave afrenta a la dignidad humana». Además, consideran como una hipocresía
que la Iglesia insista machaconamente en la libertad de los esposos frente a la
contracepción al tiempo que maltrata la libertad de los esposos para optar por
la contracepción, porque la Iglesia, en el fondo, no defiende la libertad de
ninguna pareja de casados, sino que pretende tan sólo imponer su dictado moral
sin tener en cuenta para nada el bien de los casados; un dictado que se
orienta por la aversión al placer sexual, por el desprecio de los
célibes al matrimonio y por la manía de la virginidad
La
encíclica citada es de 1981, pero se siguen hoy día dando cursos para
explicarla. Siguen en la actualidad pontificando en contra del placer sexual,
dentro del matrimonio. ¿Cuáles serán las opiniones que se viertan sobre las
parejas no casadas? ¿Cuál el criterio sobre el uso del sexo para resolver la
vida económica?
En
lo que se refiere a la búsqueda del placer individual los consejos de la
iglesia han venido en la misma línea proponiendo aberraciones:
J. C. Debreyne, trapense y médico, describe, en un famoso artículo que
publicó en 1842, las consecuencias del onanismo: «Palpitaciones, debilitamiento
de la potencia visual, dolores de cabeza, movimientos epilépticos convulsivos,
frecuentemente epilepsia auténtica, dolores generales en las articulaciones y
en la región occipital, en la columna vertebral, en el pecho, en el estómago,
gran debilidad de los ríñones, síntomas de paralización general» (Essai sur la
théologie morale considerée dans ses rapports avec la pbysiologie et la
medicine). El monje daba los siguientes consejos a los adictos al onanismo (…):
para las muchachas, el padre Debreyne es partidario de que se sometan a
la extirpación del clítoris, puesto que éste no es necesario para la
procreación y sirve sólo para el placer sexual.
La mejor receta
del siglo XIX para las chicas se llamaba eliminación del clítoris
(clitoridectomía). El médico vienes Gustav Braun la recomendó en su Compendio
de las enfermedades de la mujer
(Viena, 1863). (p 289)
Pablo VI clama en 1975, en una Declaración sobre algunas cuestiones de
ética sexual, contra el grave pecado del onanismo.
Nos encontramos, pues, con que el onanismo —olvidado hace ya bastante
tiempo por médicos y pedagogos— sigue estando en manos de los teólogos.
El que se masturba «es privado del amor de Dios», escribe el papa, y
añade que la masturbación es una culpa grave, «aunque no se puede documentar
con certeza que la Sagrada Escritura repruebe este pecado como tal». (p 291)
La
violencia de la Iglesia hacia las mujeres no ha sido, sigue siendo y forma
parte de nuestro ser. Romper con estos estigmas nos llevara tiempo.
Entre
tanto agradecer el trabajo de mujeres como Uta Ranke Heinemann que nos acercan a entender por qué pensamos
lo que pensamos, que nos abre la puerta a cuestionarnos valores que nos han
sido grabados a sangre y fuego, aunque ella lo plantee desde un cristianismo
que nosotras no compartimos y se ciña
en gran medida en la influencia que todos los preceptos en los que nos han
educado afectan al matrimonio y queden otras relaciones de la vida sin
cuestionar.
1.
Uta Ranke Heinemann “Eunucos para el
reino de los cielos” de la Editorial
Trotta . Madrid, 1994
No hay comentarios:
Publicar un comentario