Los republicanos creen en los derechos de la mujer para controlar su propio cuerpo! |
Que las mujeres necesitan una sobrecualificación en todos los órdenes para lograr posiciones similares a las de los varones resulta difícilmente soslayable: al estudio de Mirra Komarovsky, discípula de Parsons, que en 1949 afirmaba que las jóvenes se tenían que hacer las tontas porque, de lo contrario, los chicos no se interesaban por ellas (Komarovsky, 1949), podemos añadir el ya clásico de Philip Goldberg, que mostraba que ante un mismo texto pero firmado alternativamente por una mujer y un varón, el segundo recibía todos los parabienes y la primera era calificada sin pena ni gloria (Goldberg, 1968).
Un artículo de principios de los setenta de la estadounidense Margaret Polatnick se titulaba: "¿Por qué los hombres no cuidan a los niños?". Tras sesudas investigaciones nuestra autora respondía lisa y llanamente: porque no quieren. Toda desigualdad encierra un desequilibrio de poder, y al poder, ya se sabe, no se renuncia así como así. Quien lo detenta posee el privilegio de determinar las preguntas "relevantes" para la ciencia. Polatnik se quejaba de que la pregunta con la que encabezaba su artículo nunca era formulada como un problema a investigar, consagrándose de esta forma el principio de "que los niños son cuidados por las madres, y punto" (Polatnik, 1973: 49-50).
El techo de cristal, la discriminación indirecta, el déficit democrático, la democracia paritaria etc. no son conceptos gratuitos sino que permiten desvelar los sutiles mecanismos por los que discurre la desigualdad. Desde nuevas posiciones de sujeto han sido creados y convertidos en herramientas para formular las preguntas deseadas: ¿por qué no hay igualdad, más allá de la igualdad formal? La paridad entre mujeres y hombres en los distintos ámbitos de la vida no se consigue por sí sola, porque hablamos de desigualdad de poder y de privilegios. Las mujeres en minoría y la minoría de las mujeres en tanto que grupo con menor poder necesitan aliarse mutuamente para conseguir logros en la larga marcha hacia la igualdad. De forma voluntarista, y en minoría, parece imposible cambiar nada,más bien se cambia a las mujeres y de mala manera. Dicho de otra manera: las mujeres, cuando son pocas, difícilmente pueden cambiar las cosas.
Sólo las alianzas entre ellas y el dejar de ser minoría pueden transformar los ámbitos del poder. Para ello las acciones positivas y, sobre todo la paridad, pueden jugar un papel relevante.
Raquel Osborne, (2005 ) UNED
Nuestro grandisimo agradecimiento por este texto tan claro y útil, que difundimos para conseguir masas criticas de mujeres.
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