En el mes de mayo de hace noventa y cinco años la intelectual, crítica literaria, escritora y feminista inglesa Virginia Woolf terminó de escribir su ensayo Una habitación propia, mismo que fue revisado en agosto y publicado en octubre de 1929 convirtiéndose indiscutiblemente en un texto-cimiento del feminismo.
La ascendente presencia de las mujeres en la literatura y la creciente de la filosofía feminista, no se podría entender ni se hubiera dado de la misma forma sin la enormidad del pensamiento y las letras de esta escritora, Virginia es la madre literaria y la madre feminista de nuestras bisabuelas abuelas y madres, y desde la atemporalidad de su escritura lo está siendo también de nuestras hijas.
El pensamiento emancipador femenino y la escritura de generaciones completas de mujeres se han nutrido y se nutren de la visión feminista y el legado literario que nos heredó Virginia Woolf, tal como ella misma lo expresó en Un cuarto propio:
«Porque, si somos mujeres (y escritoras), pensamos a través de nuestras madres. Es inútil acudir a los grandes escritores en busca de ayuda, aunque los frecuentemos por placer, Lamb, Browne, Thackeray, Newman, Sterne, Dickens, De Quincey –quien sea–, jamás han ayudado a una mujer, aunque ella haya aprendido de ellos algún truco y lo haya adaptado a su uso».
La elevada capacidad de análisis de Virginia la hizo una intelectual adelantada a su tiempo, pienso por ejemplo en la también gran pensadora Simone de Beauvoir, filósofa, escritora y feminista francesa y en las diversas preguntas que ella se plantea en su ensayo El segundo sexo publicado en 1949, muchas de las cuales ya Virginia Woolf las había respondido dos décadas atrás en Una habitación propia, como por ejemplo: el porqué de la subjetividad y la subordinación de las mujeres ante los hombres.
Así también, es muy interesante observar el hecho de que el contenido de la híbrida narrativa que estamos escribiendo hoy en día, no es un estilo de reciente invención como se pudiera pensar, sino que precisamente la autora que aquí nos compete lo creo hace casi cien años desde la luminosidad y erudición de su cuarto propio.
El estilo de este genial ensayo mezcla de historia, memoria, realidad, ficción, autobiografía, crítica sociopolítica, académica y literaria, teoría feminista y más fue algo totalmente pionero en esa época, y aunque algunas plumas lo adoptaron posteriormente, es ahora que está siendo utilizado abundantemente en ese pensado y escrito análisis del mundo y de la literatura hecho desde feminismo, la materialidad y los afectos que bien hemos aprendido de la escritura de Virginia Woolf.
Algo más de lo que desde el movimiento feminista estamos haciendo mucho en la actualidad, y de lo que Virginia y su Habitación propia también son pioneras, es la recuperación de escritoras olvidadas así como la simbolización en sus textos de los padecimientos, obstáculos y desigualdades que sufrieron sus antecesoras-referentes y ella misma en su condición y experiencia de mujeres literatas.
En Una habitación propia esto lo hace en la inventada vida, la no obra y la muerte de la poeta hermana de Shakespeare a la que la autora nos exhorta a vivificar a través de nuestro trabajo de mujeres poetas y escritoras, dándole así la oportunidad de existir ser hablar y crear, oportunidades que por su sexo le fueron negadas.
A pesar del éxito que tuvo la publicación de este libro, probablemente Virginia Woolf nunca imaginó el impacto y la vigencia que su ensayo seguiría teniendo a casi un siglo de distancia, son incontables los estudios y análisis que la academia, la sociología, la crítica literaria y los feminismos continúan haciendo de este texto, innumerables conferencias, conversatorios, seminarios, talleres de escritura, libros, artículos, clubs de lectura, obras de teatro etc, que se han hecho y se hacen de sobre y a partir de este libro, que también ha dado nombre a cafés, librerías, exposiciones y programas tales como:
Ourownroom, un proyecto curatorial de la historiadora de arte Inés Ruíz Artola, que junto a veinte artistas participantes y cinco escritoras entre ellas la gran escritora mexicana Margo Glantz, realizaron y fueron publicando durante meses en las redes sociales Facebook e Instagram en 2021.
Y el programa “Habitación propia", un espacio de encuentro para el feminismo, transmitido actualmente en YouTube por Diario Público y conducido magníficamente por la periodista española Virginia P. Alonzo.
La clave de la vigencia del cuarto propio de Virginia Woolf tiene que ver con que ella mientras escribía el contenido de las dos conferencias que daría a jóvenes universitarias y que dieron origen a este texto, supo mirar el pasado presente y futuro de la situación de la vida de las mujeres, ahí desde su escritorio en su casa de Londres en aquel 26 de octubre de 1928 en el que…”la luz de la mañana caía en rayos polvorientos a través de las ventanas sin cortinas y el murmullo del tráfico subía de la calle”.
Para dejar registro y que la memoria no se pierda, vió hacia atrás cuando las mujeres prácticamente no sabían leer ni escribir y eran propiedad de su marido, cuando les era negado estudiar, poseer, heredar, sentir pensar y expresar, cuando eran encerradas bajo llave a la menor desobediencia o queja, cuando la violencia física del esposo a la esposa era muy bien vista por la familia y la sociedad. Pero también vió el momento y dió constancia de las escasas pero existentes universidades para mujeres, y de los derechos políticos económicos y conyugales que las sufragistas habían logrado hasta entonces para las mujeres inglesas.
Al mismo tiempo que pensaba y escribía sobre todo esto, Virginia fue más allá vislumbrando el desarrollo que las mujeres tendríamos sobre todo en el ámbito universitario, laboral y literario cien años después de aquel mayo de 1928.
Sin embargo, pese a los muchos y enormes avances que las feministas hemos ido logrando desde la primera ola hasta ahora, no han sido suficientes como para poner a todas las denuncias contenidas en este libro, en la categoría de ya resueltas, de ahí también su vigencia y utilidad.
Bástenos mirar que alrededor del mundo en pleno 2024 a manos de hombres, millones de mujeres famosas y desconocidas, ricas y pobres, cultas e incultas siguen siendo golpeadas y arrastradas por el piso en más de un sentido, niñas continúan siendo obligadas a contraer matrimonio, el analfabetismo se da más en niñas y adolescentes mujeres, prevalece el sexismo, estereotipos y prejuicios de género. Y estas son sólo algunas de las asignaturas pendientes que la familia y la sociedad aún tienen con el sexo femenino y que puntualmente están expuestas en Una Habitación Propia.
Para el crecimiento desarrollo prosperidad y bienestar de las mujeres, Virginia Woolf hace un reiterado énfasis de que necesitan tener una razonable entrada de dinero y por ende un cuarto propio (autonomía intelectual, económica, física, creativa, etc.).
La situación de pobreza de las mujeres que ella tanto denuncia a lo largo de todo este ensayo, es uno más de los muchos porqués de su actualidad, pero pongámosla en números:
ONU Mujeres reporta que 1 de cada 10 mujeres en el mundo vive en extrema pobreza y en Latinoamérica hay un 18% más de mujeres pobres que de hombres, mientras que en México 7 de cada 10 mujeres viven en la pobreza, y en cuanto a Estados Unidos el Centro Nacional de Derecho de la Mujer informa que entre 2021 y 2022, la tasa de pobreza en las familias encabezadas por madres criando solas a sus hijos/as se duplicó al pasar del 11,9% al 26,7%. Del mismo modo, la tasa de pobreza de las mujeres mayores también aumentó en el mismo período, del 11,7% al 15,3%.
Seguramente las mujeres pobres en cualquier parte del planeta, saben a qué se refiere Virginia cuando afirma: “Uno no puede pensar bien, amar bien, dormir bien, si no ha comido bien”.
Relacionando la pobreza de las mujeres con la creación literaria esta más que genial escritora dice, y con esto cierro el presente escrito homenaje a este ensayo y a su autora.
“La libertad intelectual depende de cosas materiales. La poesía depende de la libertad intelectual. Y las mujeres siempre han sido pobres, no sólo durante doscientos años, sino desde el principio de los tiempos. Las mujeres han gozado de menos libertad intelectual que los hijos de los esclavos atenienses. Las mujeres no han tenido, pues, la menor oportunidad de escribir poesía. Por eso he insistido tanto sobre el dinero y sobre el tener una habitación propia. (Un cuarto propio, 1929)
Galilea Libertad Fausto.
Créditos de la ilustración a quien corresponda.
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