Cuando se anunció una conferencia mundial sobre derechos humanos para 1993, las activistas de derechos de las mujeres encontramos una estructura clara y global en la cual difundir nuestra convicción de que los derechos de las mujeres son derechos humanos y de que la violencia contra nosotras es una violación a los derechos humanos. La estructura que desarrolló la ONU para la realización de esta conferencia permitiría la movilización de grandes números de mujeres que se fueron convenciendo poco a poco de la importancia de enmarcar sus estrategias dentro del marco de los derechos humanos.
Aún antes de que tuvieran lugar las preconferencias, la comunidad de ONG’s en derechos de las mujeres entendió la necesidad de trabajar más allá de las fronteras nacionales para lograr que los derechos de las mujeres tuvieran reconocimiento como derechos humanos. Rápidamente se hizo claro para la mayoría de las activistas que la violencia contra las mujeres podría ser el tema que conectaría los derechos de las mujeres a los derechos humanos. Esto ya se venía haciendo tímidamente en América Latina. En esta región, las mujeres nos iniciamos en la lucha por los derechos humanos cuando nos organizamos contra los regímenes dictatoriales desde los años 70. Es cierto que no empezamos luchando por los derechos de las humanas en esa etapa, pero la forma política en que las Madres de la Plaza de Mayo utilizaron la maternidad, fue el inicio del cuestionamiento a la separación que hacía la doctrina de derechos humanos entre la esfera privada y la pública. Este cuestionamiento probó ser indispensable para la aceptación por parte de los delegados/as en a Conferencia Mundial de Derechos Humanos en Viena en 1993, de que la violencia doméstica o íntima también es una violación a los derechos humanos. Pero varios años antes de esa conferencia, este primer cuestionamiento nos había llevado a plantear, desde comienzos de los 80, que la agresión contra las mujeres en la pareja debía ser considerada una forma de tortura y, aunque no tuvimos éxito en ese entonces, la semilla quedó sembrada.38
Otro importantísimo paso hacia la concreción del concepto de que los derechos de las mujeres eran derechos humanos fue la creación del proyecto “Los Derechos de las Humanas” en la Comisión de Derechos Humanos de Centroamérica (CODEHUCA) en 1989, coordinado por María Suárez. Este proyecto se involucró en la defensa de Magdalena Góngora, una costarricense acusada de haber matado a su esposo beliceño en ese país con lo que se estaba enfrentando a la pena de muerte. María dirigió una delegación que se desplazó a Belice para hacer la defensa de esta mujer que por siete años había sido víctima de violencia doméstica. “Después de hablar con los grupos de mujeres, con su iglesia, con los grupos de derechos humanos, con su abogado, con el fiscal y con su familia; después de estudiar las leyes de Belice y de Costa Rica, nos dimos cuenta de las limitaciones del marco de los derechos humanos, o del derecho civil y penal, pues ninguno contemplaba la violencia doméstica.39 A pesar de que no hubo consenso entre los grupos de mujeres de ambos países, María y su grupo decidieron seguir adelante con una estrategia que ligaba los derechos humanos con la figura de la violencia de género contra las mujeres. Dada la presión internacional por la imposición de la pena de muerte contra la mujer que había matado a su victimario, el juicio fue suspendido y la Sra. Góngora fue liberada. Pero lo quemarcó un hito para el logro de los derechos humanos de todas las mujeres, fue el hecho de que el fiscal justificó la suspensión de la pena de muerte en la condición de víctima de la victimaria. Este caso fue el primero en esta región que ligaba los derechos humanos con la violencia doméstica.
El éxito de la estrategia hizo que muchas mujeres, que antes se oponían a hacer este ligamen por considerar que diluía el contenido feminista de los derechos de las mujeres, entendieran la importancia de usar los principios, teoría y práctica de los derechos humanos, para defendernos de los abusos que contra las mujeres se cometen cada segundo en todo el mundo. Hay que recordar que, aunque muchas mujeres y ONGs feministas estaban haciendo grandes aportes en la teoría y práctica de la prevención de la violencia de género y en relación con los derechos de las mujeres, ninguno de estos temas era tratado en el marco de los derechos humanos.
En todo el mundo, las mujeres empezaron a idear maneras en las cuales conectar su trabajo con la conferencia que venía. Pronto se lanzó la campaña de los 16 Días de Activismo Contra la Violencia de Género. (los 16 días incluyen el 25 de noviembre, Día Internacional Contra la Violencia Hacia las Mujeres y el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos). Con el fin de crear un movimiento lo suficientemente amplio que permitiera a personas individuales participar, el Centro Para el Liderazgo Global, junto con el Centro de la Tribuna de Mujeres, una ONG activa en la ONU y docenas más de ONG’s de todo el mundo, iniciaron una campaña para recolectar firmas. La petición, traducida a veintitrés idiomas y circulada a través de muchas redes de mujeres, se dirigía a los gobiernos en la Conferencia Mundial de Viena sobre Derechos Humanos para que abordaran los derechos humanos de las mujeres en todos los procedimientos de la conferencia y reconocieran “la violencia de género ... como una violación a los derechos humanos que requiere acción inmediata”. Para cuando la campaña finalizó, se había recogido más de medio millón de firmas.
La decisión de enfatizar la violencia de género fue estratégica, hecha porque la forma como era abordada por juristas de derechos humanos ilustraba cómo los conceptos tradicionales de derechos humanos y sus prácticas tenían un sesgo androcéntrico que excluía un amplio espectro de abusos a los derechos humanos de las mujeres. La corriente tradicional de derechos humanos había identificado la tortura, las matanzas y varios atentados contra la integridad física individual como sus principales preocupaciones para la próxima conferencia de manera que la violencia contra las mujeres calzaba muy bien en esa preocupación por las violaciones a la integridad del cuerpo. El desafío era demostrarle a los y las delegadas a la conferencia que la exclusión de la violencia contra las mujeres se debía a su perspectiva androcéntrica y no a que la violencia fuera menos grave o perjudicial a sus víctimas que, por ejemplo, la tortura u otras penas crueles. Al haber logrado demostrar esto en Viena, pudimos desafiar la arbitraria distinción entre lo público y lo privado y así demostramos que la violencia contra las mujeres era, de hecho, una violación de derechos humanos.
Para las ONG’s y otras activistas, el trabajo se inició en serio cuando se fijaron las fechas y número de pre-conferencias. Además de una pre-conferencia global, la ONU planeó varias reuniones regionales para identificar las prioridades de las diferentes partes del mundo. Resultó que este aparentemente engorroso proceso ofreció excelentes oportunidades al movimiento de mujeres, que había desarrollado redes extensas, regionales e internacionales, durante las tres conferencias sobre la mujer y que se sintió en la coordinación internacional sobre el tema de los derechos de las mujeres como derechos humanos. La importancia de las preconferencias aumentó una vez que se acordó que, al igual que en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (UNCED-CNUMAD) de Río de Janeiro en 1992, de ser posible, 190 Estados llegarían a un consenso. Además, estaba el entendimiento tácito de que la conferencia mundial no resaltaría ni condenaría condiciones de Estados en particular, sino más bien se concentraría en recomendaciones para hacer las acciones futuras más efectivas y definir prioridades y estrategias en el campo de los derechos humanos. Con la decisión de no concentrarse en países específicos, los y las organizadoras también esperaban minimizar el tipo de politización de los procedimientos de la conferencia, como había pasado antes en las reuniones de Copenhague y Nairobi.
Cuando se iniciaba la planeación de reuniones regionales, el Centro de Derechos Humanos, la unidad de la Secretaría de Naciones Unidas responsable de designar personal para las reuniones de derechos humanos y estudios especiales, hizo una innovación: para centrar la atención en asuntos de derechos humanos en todos los niveles, de base así como también internacionales, las reuniones más pequeñas acordadas por las ONG’s y académicas/ os serían oficialmente designadas “reuniones satélite” para la Conferencia Mundial.
Cuando María Suárez nos explicó a un grupo de mujeres que ya estábamos trabajando hacia la Conferencia Mundial, la conveniencia de organizar una conferencia satélite, inmediatamente nos pusimos en marcha. Llamada La Nuestra, la primera conferencia satélite de mujeres tuvo lugar en diciembre de 1992 con la participación de cincuenta grupos de mujeres y coordinada por dos programas de organismos intergubernamentales, el IIDH, representado por Laura Guzmán y el ILANUD, por mi persona, una ONG regional de derechos de las mujeres, CLADEM, representado por Marta Solano, el proyecto de los derechos de las humanas de una ONG subregional de derechos humanos, CODEHUCA, representado por Roxana Arroyo, el programa de derechos de las mujeres de una ONG regional de derecho alternativo, ILSA, representado por Gladys Acosta y una ONG internacional de comunicación alternativa FIRE (Radio Internacional Feminista)403 , representado por María Suárez. La Nuestra acordó un programa de diecinueve puntos para presentar en la reunión oficial de enero 1993 en San José. Los resultados de La Nuestra se compartieron con ONGs de mujeres de otros grupos regionales y marcó el tono y contenido de los esfuerzos de defensa global que llevarían a la Conferencia Mundial de Viena y más. El documento final de La Nuestra hace un llamado a la conferencia regional para que adopte resoluciones específicas sobre derechos humanos; se reconozcan los derechos de las mujeres como derechos humanos; se declare la violencia contra las mujeres como violación a los derechos humanos; se nombre una relatora especial en discriminación y violencia de género; se adopte un Protocolo Facultativo a la CEDAW; y se establezcan otros mecanismos para recibir demandas y tomar acción sobre las violaciones a los derechos humanos de las mujeres. También insta a nuevas medidas sobre los derechos y necesidades de las personas con discapacidad, mujeres indígenas y aborígenes, de color y todas aquellas mujeres discriminadas por asuntos étnicos y culturales. Y, por último, pidió nuevos instrumentos sobre trata y explotación sexual de las mujeres.
Después de muchas conferencias satélite y regionales y cuatro pre-conferencias, la cuarta pre-conferencia en Ginebra superó todas las expectativas. Las ONGs lograron cambiar y ampliar el lenguaje sobre mujeres en el borrador de la propuesta para la Conferencia Mundial de Viena y el texto sobre los derechos humanos de las mujeres emergió de Ginebra “descorchetado”, lo cual significaba que no se discutiría más en Viena. De hecho, los derechos de las mujeres fue uno de los pocos temas que salió de la cuarta pre-conferencia como acuerdo. Para cuando tuvo inicio la conferencia mundial en junio del 93, la lucha por la inclusión, visibilidad e integración de los derechos de las mujeres en todos los programas de Naciones Unidas de derechos humanos ya había sido ganada.
Algunos de los factores que contribuyeron a este éxito son:
1.Varias feministas de distintas regiones logramos que nos nombraran en nuestras delegaciones oficiales pudiendo así participar en las reuniones informales y también en las formales.
2.Las mujeres, tanto delegadas oficiales como las representantes de ONGs, fuimos eficientes y estábamos bien preparadas.
3.La diversidad geográfica, cultural, religiosa y lingüística, la experiencia en conferencias mundiales, la capacidad de trabajo, la creatividad en las formas de presentar las denuncias (el tribunal, la chimenea de FIRE, los conciertos) y el liderazgo de las mujeres, no tuvieron igual en ningún otro grupo de ONGs;
4.Las y los delegados oficiales estaban tan enfrascados en las discusiones en torno al desafío a la universalidad de los derechos humanos que presentaban las fuerzas fundamentalistas y la lucha por crear o no el puesto del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que el asunto de los derechos humanos de las mujeres no parecía amenazante.
5.Las activistas pudimos convencer a los y las delegadas que querían que la conferencia afirmara que los derechos económicos y sociales eran tan importantes como los derechos civiles y políticos, que el reconocimiento de los derechos de las mujeres como derechos humanos sería una manera de demostrar la interdependencia e interrelación de todos los derechos
6.La coyuntura que se estaba viviendo en esos momentos en el mundo con las horripilantes noticias del embarazo forzado de miles de mujeres en Bosnia, abrió los ojos y el corazón de muchos delegados que antes no querían admitir que la violencia contra las mujeres podía ser tan cruel
38 Facio, Alda, La violencia doméstica como tortura”, ensayo no publicado, 10 pags. 1983.
39 Tomado de una carta de María Suárez a la autora para un libro en cartas sobre la historia del movimiento de mujeres caribeñas y latinoamericanas para lograr que los derechos de las mujeres formen parte indivisible de los derechos humanos.
40 Todos los documentos sobre La Nuestra se han perdido, por lo que estos nombres los he sacado de mi memoria. Si alguien está interesada en verificarlos, puede hablar con las nombradas.
Este texto esta tomado del libro de Alda Facio Montejo titulado La evolución de los derechos humanos de las mujeres en las Naciones Unidas
Alda nos dice : Este documento ha sido preparado con fines puramente pedagógicos. No pretende ser una historia oficial ni completa de estos años. Resume, desde la perspectiva de una latinoamericana que ha participado en muchos de los eventos que aquí se narran, una breve etapa de la larga historia de la lucha de las mujeres contra el patriarcado que también está dentro de la ONU. Este pedacito de la historia de resistencia y logros de las mujeres no pretende decir que sea dentro de la ONU o en esos años que hayan sucedido los acontecimientos más importantes para el logro de la igualdad y la justicia social para las mujeres de todo el mundo, de todas las razas/etnias, credos, culturas, edades, nacionalidades, capacidades, sexualidades, etc.
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