La pandemia del COVID-19 ha permitido evidenciar la importancia fundamental que los cuidados tienen para la sostenibilidad de la vida, el funcionamiento de las sociedades y del sistema económico. Sin embargo, la crisis también ha agudizado la injusta distribución de las responsabilidades sobre los cuidados, que sigue recayendo fundamentalmente en los hogares, a través del trabajo no remunerado de las mujeres y en las personas que trabajan de manera remunerada en el sector del cuidado bajo condiciones laborales precarias y mal remuneradas.La construcción de sistemas integrales de cuidados, a la par que un factor fundamental para el logro del empoderamiento, la autonomía de las mujeres y la igualdad de género es un elemento clave de la recuperación socioeconómica por diversas razones:
• La inversión en infraestructura social de cuidados23 y la creación de una economía de servicios, en torno a los servicios de cuidados, dinamiza las economías locales a partir de la creación directa de empleo y la mejora de los ingresos de las familiar, lo que genera retornos a la economía y a la sociedad en su conjunto;
• La existencia de una buena red de infraestructura y servicios de cuidados de calidad permite reducir una parte de la carga de trabajo de cuidados no remunerados asumida en los hogares, principalmente para las mujeres, lo que libera tiempo y crea las condiciones favorables para su incorporación al mercado laboral, permitiendo el aprovechamiento de sus plenas capacidades y favoreciendo su autonomía económica;
• Las políticas de cuidado contribuyen a la profesionalización y certificación de quienes trabajan en forma remunerada en este sector, aumentando sus capacidades laborales, sus salarios y su productividad. Por lo tanto, pueden convertirse en motor de generación de empleo decente, particularmente de las mujeres, en un contexto de afectación del empleo a nivel global;
• La regulación y formalización del sector contribuye a la generación de ingresos tributarios y al fortalecimiento de los sistemas de seguridad social, en contextos donde la alta informalidad y la pérdida masiva de empleos formales pone en riesgo la sostenibilidad de estos sistemas;
• La inversión en cuidados de calidad para la primera infancia impacta positivamente sobre las trayectorias educativas, laborales y la productividad de la fuerza de trabajo futura, pues un adecuado desarrollo infantil desde el comienzo de la vida contribuye a reducir las desigualdades;
• El cuidado de las personas adultas mayores y con discapacidad en situación de dependencia tiene efectos positivos a partir de la reducción de hospitalizaciones, optimizando la inversión en salud, lo que en el contexto de envejecimiento de los países de la región se torna sumamente relevante.La llamada ̈nueva normalidad ̈, donde seguirán siendo necesarias las medidas de distanciamiento social, implicará además cambios importantes en la forma de escolarización y trabajo que continuarán generando desafíos de reorganización del trabajo productivo y reproductivo y nuevas presiones sobre los sistemas nacionales de educación pública, salud y protección social.
En consecuencia, es fundamental que las medidas y planes de contingencia para mitigar los impactos inmediatos de la pandemia y los planes de recuperación socio económica de mediano y largo plazo, coloquen las políticas de cuidados en el centro del diseño y la implementación
https://www2.unwomen.org/-/media/field%20office%20americas/documentos/publicaciones/2020/08/final%20brief/es_cuidados%20covid.pdf?la=es&vs=2947
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