La publicidad sexista promueve la violencia de género y fomenta una sexualidad masculina basada en la dominación y la violencia sobre el cuerpo femenino que se visualiza como objeto consumible al que se le niega todo tipo de voluntad, subjetividad y acción . La vivencia de una sexualidad masculina fomentada por la cultura, los medios masivos de comunicación y las imágenes publicitarias asumen como natural el doblegamiento de la voluntad del otro/a, sea por la fuerza o sea por la necesidad de venderse.
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