El que los derechos de las mujeres siempre están en riesgo
nos lo han dicho muchas feministas. Lo vivimos de cerca cuando en 2014 el PP
quiso limitar nuestro derecho al aborto dando lugar al tren de la libertad y
alentando una concienciación progresiva de mujeres a las que se le venia
diciendo que eran iguales a sus compañeros y que casi se lo habían creído.
Luego la bofetada del juicio de la manada y el comportamiento del sistema
judicial ha traído un 8 de marzo que ha dado un toque a los medios que ahora
quieren vendernos que son feministas. Algunos trabajan para conseguirlo contratando gente formada, otros manosean palabras sin fondo alguno.
El feminismo tiene tal envergadura que requiere
reconstruirnos a cada persona analizando nuestros comportamientos patriarcales
y machistas. Dice Marcela Lagarde que las feministas como queremos cambiar el
mundo, debemos, primero cambiarnos nosotras mismas. Por eso no es feminista una cadena que acaba el año con una joven en
bikini junto a un señor maduro que nos quieren vender de todo, aunque entre
medias hablen de la “lacra “.
El usar el cuerpo de una mujer, para vender productos
no es nuevo ni feminista, por mucho que ella necesite un trabajo y sola no
pueda cambiar el sistema sexista en que vivimos.
Tampoco es feminista
una cadena que se lucra poniendo verde a la gente, metiéndose en sus
intimidades y queriéndonos vender de todo entre chisme y chisme, aunque lo digan mujeres que hasta se puedan considerar feministas y que
entienden la igualdad solo como un proceso de propio ascenso y no como un lugar
donde haya que trabajar la horizontalidad y el respeto por la otra.
Tampoco es feminista, aunque tu primer cuaderno de lectura
haya sido de Concepción Arenal, ser
racista y no entender la exclusión que siempre han sufrido las mujeres, que siguen
sufriendo en muchos países y que requiere medidas de contrapeso para llegar a
la igualdad. Da igual que te vistas como “Rosi la remachadora”, que tristemente
fue una imagen icónica, aunque me temo que ella no fue feminista y su imagen se
utilizó para manipular a las mujeres en tiempos en las que se las necesitaba pues
los hombres estaban en la guerra. Apuntar que las guerras también son
contrarias al feminismo, que trabaja por el dialogo, la paz y la igualdad y no
quiere muertes ni dentro ni fuera de casa.
Es preciso hacer análisis en profundidad para comprender que
es más feminista un permiso de paternidad que alargar uno de maternidad por lo
que significa de reforzar a las mujeres en el ámbito de lo domestico y alejarlas
de un desarrollo profesional dificultándole su posibilidad de acceso al trabajo.
Lo cierto es que el feminismo avanza, pues según Elfriede
Jelinek premio Nobel de Literatura en 2004 “una mujer que piensa no puede ser otra cosa
que feminista” y ya somos muchas las pensantes.
Según aprendí de
Amelia Valcárcel, en una referencia a Schopenhauer, de una conferencia en
2011, toda verdad pasa por tres etapas:
primero se la ridiculiza, segundo,
genera una violenta oposición y tercero,
resulta aceptada como si fuera algo evidente. Lo que me hace pensar que
estamos pasando de la primera a la segunda fase .
De reconocernos como feminazis con sorna, debemos pasar a
trabajar por desenmascarar la supuesta igualdad y dar a conocer la realidad de las mujeres lejanas y próximas y todas y cada una de las ventajas que el
patriarcado le ha dado en valoración social depreciando y ocultando todos
nuestros aportes y poniendo los suyos como referentes de lo apreciable y bueno.
Nos toca una labor de difusión sobre nuestra contribución a la sociedad , un
conocimiento profundo de nuestros derechos y un dar a conocer que ha pasado con
nuestras madres y está pasando en otros países, por ejemplo con las viudas,
mujeres que han sido preparadas para el cuidado dentro de la familia y que se
encuentran en los limites de la pobreza al querer sacar a sus hijas e hijos
adelante, por haber sido excluidas del mundo del conocimiento que les
permitiera trabajos decentes .
Es necesario recordar que, si bien hemos avanzado en derechos,
ha sido hace nada, que las mujeres hemos conseguido la patria potestad de
nuestras hijas e hijos (1981), y la opción a dar el apellido a nuestros
descendientes en primer lugar (2000). Es preciso recordar la brecha en el
acceso al empleo, la diferencia de salarios, las horas de más que las mujeres
dedicamos a los cuidados de ancianos e infancia por que sigue el sistema de
cuidados minusdotado para enfrentar tales problemas. Debemos recordar la deuda
milenaria que los hijos han tenido con
sus madres que las han dejado sin voz, sin cuidados y sin recursos en múltiples
ocasiones. Debemos trabajar para que la educación social consiga extirpar el
machismo.
Puede ser cómodo querer dejar
las cosas como estaban y apuntalar el machismo que mata, hablando de forma manida de la lacra y sumando minutos de silencio, pero no podemos permitirlo
y hoy contamos con nuestras hijas e hijos para hacerlo.
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