Este es uno de los grandes problemas. La normalización de la violencia que empapa nuestros discursos, conversaciones, formas de relacionamientos, pero también las fuentes de conocimiento masivo y las políticas públicas. Esta normalización, alimentada por creencias y comportamientos, está fuertemente arraigada no solamente entre la juventud, sino también en las instituciones públicas y en nuestros círculos familiares y sociales, y se refuerza desde nuestras prácticas cotidianas.
La normalización de la violencia llega a tal punto que el 86% de las y los jóvenes no intervendría si un amigo le pega a su novia; es más, el 25% considera que sus amistades no intervendrían si la agresión ocurre en un espacio público, como puede ser la calle, el parque o las discotecas. La situación de Nicaragua es alarmante: cuatro de cada diez muchachos de la muestra saben que un amigo le pega a su novia. En República Dominicana, tres de cada diez jóvenes señalan que sus amigos golpean a sus parejas mujeres, según datos levantados en nuestro informe.
Si bien es cierto que el 84% de mujeres y hombres jóvenes cree que la violencia contra las mujeres es producto de las desigualdades, no piensa que solucionar el problema está dentro de su ámbito de actuación, y el 67% cree que la disminución de las consecuencias del machismo es responsabilidad de los Estados.
Las mujeres se acostumbran a que les peguen y defienden al que le pega… Entonces es mejor no meterse (hombre, grupo focal de Bolivia).
Esta indiferencia frente a la violencia es aún más preocupante al constatar que el 62% de los hombres de 15 a 19 años de la región justifica la violencia sexual por el consumo de alcohol en los varones y que el 72% culpa de las agresiones a las mujeres por la ropa que usan.
En el ámbito de la sexualidad, también existe una creencia altamente normalizada sobre el placer y deseo sexual: el 87% de las y los jóvenes cree que los hombres tienen mayor deseo sexual
que las mujeres, considerándolas como seres sin capacidad de sentir deseo ni placer, o bien que estos están disminuidos frente al deseo masculino.
Además, es muy alto el porcentaje que niega la capacidad de decisión de las mujeres sobre su propio cuerpo: el 72% de mujeres y hombres entre 15 y 25 años creen que es incorrecto que una mujer interrumpa un embarazo no deseado. Asimismo, según nuestra muestra, el 77% de las mujeres y hombres jóvenes están de acuerdo con que todas las mujeres deberían ser madres. En Bolivia, por ejemplo, encontramos que el 61% de los hombres entre 20 y 25 años cree que cuando una mujer sale a trabajar, las hijas e hijos sufren abandono.
Cada mujer como tal, aunque no tenga hijos, es una madre para mí (mujer, grupo focal de Cuba).
https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/handle/10546/620524/rr-breaking-the-mould-250718-summ-es.pdf?sequence=1&isAllowed=y
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