La sensibilidad, el grado de conciencia, la visibilidad o el umbral de percepción (o lo que es lo mismo, la detección) de la violencia hacia las mujeres es muy diverso, tanto en la sociedad como en los miembros que la componen. Esta situación se observa también en muchas de las mujeres maltratadas. Hay una perspectiva subjetiva que no siempre coincide con la evaluación objetiva del trato que reciben en sus relaciones de pareja.
Esta paradoja se pone claramente de manifiesto en las encuestas que se realizan para evaluar la prevalencia de este problema en la sociedad en las que se ha detectado un enorme porcentaje de mujeres que, siendo claramente maltratadas (diagnosticadas como maltrato técnico), aún así ellas no se percibían a sí mismas como tal. Es decir, un gran número de mujeres están padeciendo diversos tipos de violencia “sin saberlo”, considerando normales las conductas a las que están sometidas. Es a esto a lo que nos referimos cuando hablamos de visibilizar y desnaturalizar el maltrato.
Es oportuno señalar que esta labor es necesario realizarla con las propias mujeres maltratadas para ayudarlas en su recuperación, y también con el colectivo de profesionales que las atiende, ya que también la subjetividad del umbral de visibilización opera en él.
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