Las
tendencias pasadas y actuales nos permiten
extraer algunas lecciones importantes sobre lo
que debemos evitar:
• Las funciones, las responsabilidades y los
mandatos insuficientemente definidos entre
los diferentes niveles de gobierno y los distintos
organismos públicos, que conducen
a una competición insana por los recursos,
una duplicación de las jurisdicciones y una
falta de coordinación de los marcos normativos;
• La planificación deficiente, a menudo basada
en enfoques de planificación obsoletos y rígidos
que ya no responden a la realidad, que
da lugar a un crecimiento urbano desordenado,
congestión, contaminación y desaprovechamiento
de la tierra, el agua y la energía,
agravando los efectos del cambio climático;
• La falta de transparencia y rendición de
cuentas en la planificación de las ciudades
y en los procesos de adopción de decisiones,
que provoca una falta de confianza en el liderazgo
de las autoridades locales y los organismos
públicos, por parte de la sociedad
civil y las empresas,;
• Las presiones insostenibles sobre la capacidad
de sustentación de los sistemas de soporte naturales, que propician la destrucción
de los ecosistemas y aumentan la vulnerabilidad;
• Los enfoques excluyentes del desarrollo
urbano que dan lugar a la formación de
asentamientos informales y a una falta de
acceso a los bienes y servicios públicos por
parte de los pobres de las zonas urbanas;
• El uso irresponsable de la tierra y las actividades
de construcción, que aumentan la vulnerabilidad
a los desastres naturales y a los
causados por el hombre y provocan pérdidas
de vidas y de activos y daños a la propiedad
pública y privada;
• Los mercados inmobiliarios mal regulados
que generan burbujas especulativas y crisis
financieras y exacerban aún más la falta de
seguridad de la tenencia y de acceso a una
vivienda asequible;
• La pérdida de la identidad urbana causada
por la destrucción del patrimonio cultural
y la biodiversidad local, además de la consiguiente
falta de respeto a la diversidad social
y cultural en las ciudades, que propician
la exclusión, la segregación y la fragmentación
de las comunidades;
• Las políticas y la financiación Inadecuadas
que afectan de manera desproporcionada a
los grupos marginados en lo relativo al acceso
a los servicios básicos y que privan a
segmentos enteros de la población urbana
de agua limpia, servicios adecuados de saneamiento
y recoleccion de basuras, lo que
provoca mala salud, enfermedades y pérdidas
de productividad. Los efectos de estas
políticas se han visto exacerbados por el aumento
de las desigualdades y la sensación
de injusticia, lo que propicia un agravamiento
de las tensiones sociales y el descontento;
• Políticas inadecuadas en materia de vivienda
y gestión de las tierras, que excluyen a
grandes segmentos de la población del acceso
a una vivienda accesible, provocando
con ello la formación y el crecimiento continuo
de los asentamientos informales y agravando
la situación de los que carecen de una
vivienda.
http://www.metropolis.org/sites/default/files/tcwn_spanish_final.pdf
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