Socialmente son abandonadas, culpabilizadas por la violencia de la
que fueron víctimas, catalogadas como negligentes con sus hijos e hijas
cuando ellas han recibido negligencia como ejemplo de vida. Muchas
veces ellas están solas, conviviendo con el culpable del embarazo quien
las sigue sometiendo y violentando; solas institucionalizadas, lo que es
igual a vivir en una burbuja que solo protege a los hijos e hijas y que
no les brinda ninguna herramienta para poder “salir adelante” una vez
que dejen la institución; solas sin educación, solas con trabajos muy
precarios y de poca remuneración, solas con hijos e hijas que intentan
amar a la vez les recuerdan cotidianamente la violencia a la que han
sido sometidas sistemáticamente.
Desde esta perspectiva es irreal hablar de salud integral para estas
niñas pero por sobre todo es desgarrador reconocer que esto pasa y las
respuestas son muy limitadas desde el Estado, desde la sociedad, desde
sus familias.
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