Al iniciar el siglo XXI la presencia de la mujer en los espacios sociales, laborales, artísticos, científicos, culturales, deportivos, o sea en la vida pública y también en la vida política, comienza a ser realmente significativa, tanto en número, ya que cada vez hay más mujeres en política, como en la valoración que se hace de ellas. Y eso comienza a ser bastante importante, quiere decir que la ciudadanía en la medida en que conoce la acción política de las mujeres, la valora. Lo importante es llegar y acceder, tener la posibilidad y la
oportunidad de ser conocida, que es lo más complicado.
Los liderazgos femeninos se multiplican, se diversifican y nos encontramos entonces con una sociedad más abierta, acepta a la mujer en política. En Chile entre los principales personajes que están en la carrera presidencial para los próximos eventos, hay dos mujeres, uno es un hombre, de derecha y dos mujeres que son de la Concertación.
En Argentina pasa algo semejante. Elisa Carrió empieza ya a correr como una figura presidencial. Esos son hechos bastante inéditos en la historia de nuestros países. Ya veremos las cifras, aumentan las ministras, aumentan las representantes. O sea difícilmente hoy día ni un político, ni un intelectual diría lo que dijo Rousseau hace tres siglos. Ahora no se dice, pero se mantiene la subordinación. No se dice pero se piensa. A nosotras nos toca vivir en carne propia la resistencia masculina, que muchas veces ya no tiene palabras, pero existe culturalmente todavía con mucha fuerza.
Las ideas de igualdad han ido evolucionando a lo largo de la historia, incorporando en cada etapa a nuevos sectores y nuevas categorías sociales. Recuerden que primero, para los griegos, la igualdad era para los hombres, después en la Edad Media la igualdad comienza a ser un concepto aplicado también a los pobres y a las mujeres.
A pesar de que ya en 1945 en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se habla de igualdad de derechos, de oportunidades, de trato, es en Viena en 1992 cuando se reconoce explícitamente la igualdad de la mujer y su condición de ciudadana. Esto es que no se las subsume bajo la palabra hombre, sino que se dice los hombres y las mujeres.
Sólo en las dos últimas décadas del siglo XX, las relaciones desiguales entre los géneros se han hecho visible e ingresan a la agenda pública. Y de este modo es cuando el enfoque -le llamamos el enfoque de la equidad de género- se ha ido construyendo como una dimensión necesaria y políticamente relevante a incluir en el conjunto de las políticas públicas, en la legislación y en todas las decisiones.
Por eso es que casi todos los países hoy día tienen, o una oficina, o contratan expertas para ver eso de la transversalización del enfoque de género en las políticas públicas.
Natacha Molina
http://www.diba.cat/urbal12/Pdfs/Natacha%20Molina.PDF
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