Domitila Barrios |
Qué tristeza me invade el conocimiento de la noticia del asesinato de la hermana Juana!
A Juana Quispe tuve la oportunidad de conocerla y entrevistarla en Bolivia el año pasado. Una mujer de temple, decidida, de esas a la que tener una voz le costo una vida. Comprometida con sus hermanas y con su pueblo no paró de enfrentar el patriarcado en su versión "original", ni al feminismo en su versión de clase y neocolonialismo. Ella tenía otra fórmula de cómo hacer el cambio de la condición de las mujeres de su clase. Todavía sigo intentando conciliar mis experiencias y mi visión previa del mundo con lo que ella y otras de su mismo origen intentaron enseñarme (yo una hija afro-mestiza de un barrio pobre de Santo Domingo, blanqueada por la educación y la ilusión de llegar a ser alguien a través de ella).
Esta muerte se suma a la de Domitila Barrios ocurrida esta misma semana, esa mujer boliviana, militante, ama de casa, madre, condenada a ser la "esposa de un minero" (como ella misma se nombraba), y que supo decirle a las feministas de mediados de los años 70 la diferencia de clase que separaba a las mujeres. Ante el silencio casi total de nuestro feminismo norcentrado quiero recordarla y hacerla parte de nuestra construcción de genealogía.
Domitila fue, por suerte del destino, la escogida para "representar" a Bolivia en el Foro de "la sociedad civil" ante la Conferencia Internacional de la Mujer del 75, realizada en México. Estando allí, supo enfrentar a la misma Betty Friedman y a las delegaciones feministas de países latinoamericanos presentes que le negaban la palabra propia. Incitada a que abandonara su discurso colectivo y de clase y que hablara de su condición como mujer supo decir ante la tribuna que no había mucha diferencia entre las dos cosas:
"Muy bien hablemos de nosotras dos. Si me permiten, voy a empezar. Señora, hace una semana que yo la conozco a usted. Cada mañana usted llega con un traje diferente y yo no. Cada día usted llega peinada y maquillada como quien tiene tiempo de pasar por una peluquería bien elegante y puede gastar buena plata en eso; y, sin embargo, yo no. Yo veo que cada tarde usted tiene un chofer esperándola a la salida; y sin embargo, yo no... estoy segura que usted vive en una vivienda bien elegante, en una barrio también elegante ¿no? [...] ahora, señora, dígame: ¿tiene usted algo semejante a mi situación? ¿Tengo yo algo semejante a la situación de usted? Si usted y yo no nos parecemos, si usted y yo somos tan diferentes, nosotras no podemos, en este momento ser iguales, aun como mujeres ¿no le parece?".
Podemos no estar de acuerdo en todo con algunas de sus posturas, como muchas no estamos de acuerdo con las posturas de algunas renombradas feministas locales o del norte... la diferencia, la gran diferencia es que su nombre, sus palabras y su vida apenas nos resuena, a la gran mayoría del feminismo latinoamericano le es indiferente, mostrando el poco valor de su obra y de su lucha para nuestro feminismo blanco, burgués, euronorcéntrico.
Ay este feminismo que universaliza la experiencia de "las mujeres" (sic) y tan lejos ha estado y está de encarnar aquello que promete...
La vida de Domitila, como la de Juana apenas valen una tesis de maestría o doctoral de alguna antropóloga feminista bien intencionada; mientras los libros, los números especiales de revistas, las fotocopias y pdf de artículos, investigaciones de tesis, presentaciones, sobre De Beauvoir, Butler, De Lauretis, Preciado, Wittig, Amorós, Lamas, Lagarde, Vargas, Braidotti... se acumulan en los anaqueles de nuestras bibliotecas y de nuestras computadoras portátiles. Mientras éstas últimas son nuestra cita obligada, o la lectura necesaria "para hacerse feminista" o para aprobar una materia de estudios de género, la experiencia y el pensamiento de mujeres como Domitila o Juana, siguen siendo la falta, como mucho el margen o la anécdota, como mucho el testimonio, que aparece de vez en cuando, muy de vez en cuando, para tranquilizarnos la conciencia y justificarnos en nuestra pretensión... para muchas de "nosotras", ellas representan apenas la
señora que nos limpia la casa o cuida nuestros hijos e hijas (mientras vamos al mitin del 8 de marzo) y que parece que nada tiene para decirnos o enseñarnos.
Sin la intención ya de apelar a esa idea remanida de la "sororidad" entre mujeres - una sororidad que siempre construida entre algunas puesto que siempre fue parte desde el mismo afan universalizador de la experiencia de "las mujeres" obviando las imposibilidades fácticas y materiales de construcción de una unidad basada en el género, no puedo sin embargo dejar pasar estas muertes-asesinatos; material, en un caso; simbólico, en el otro.
En su honor, en su memoria, por siempre!
Yuderkys Espinosa Miñoso
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