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jueves, 25 de julio de 2013

PODER Y GENERO



"Es absolutamente necesario estudiar a los varones en terminos del impacto de su poder sobre las 
mujeres..." 
J. HEARNS Y D. MORGAN "Men masculinity and social theory", 
Londres, 0.Wyman. 1988.


En cuanto al poder, este no es una categoría abstracta; el poder es algo que se ejerce, que se visualiza en las interacciones (donde sus integrantes las despliegan). Este ejercicio tiene un doble efecto: opresivo, y configurador, en tanto provoca recortes de la realidad que definen existencias (espacios, subjetividades. modos de relación, etcétera). 
Dos acepciones surgen con la palabra "poder": una es la capacidad de hacer, el poder personal de existir, decidir, autoafirmarse; requiere una legitimidad social que la autorice. Otra, la "capacidad" y la posibilidad de control y dominio sobre la vida o los hechos de los otros, básicamente para lograr obediencia y lo de ella derivada; requiere tener recursos (bienes, afectos) que aquella persona que quiera controlarse valore y no tenga, y medios para sancionar y premiar a la que obedece. 
En este segundo tipo de poder, se usa la tenencia de los recursos para obligar a interacciones no reciprocas, y el control puede ejercerse sobre, cualquier aspecto de la autonomía de la persona a la que se busca subordinar (pensamiento, sexualidad, economía, capacidad decisoria, etcétera). 
La desigual distribución del ejercicio del poder sobre otros u otras conduce a la asimetria relacional. 
La posición de genero (femenino o masculino) es uno de los ejes cruciales por donde discurren las desigualdades de poder, y la familia, uno de los ámbitos en que se manifiesta. Esto es así porque la cultura ha legitimado la creencia en la posición superior del varón: el poder personal, la autoafirmacion, es el rasgo masculino por antonomasia. 
Ser varón supone tener el derecho a ser protagonista (independientemente de como se ejerza ese 
derecho). La cultura androcentrica niega ese derecho a las mujeres, que deberán entonces (si pueden) conquistarlo. A través de la socializacion, esto deviene en la creencia generalizada de que los varones tienen derecho a tomar decisiones o a expresar exigencias a las que mujeres se sienten obligadas, disminuyendo su valor y necesitando la aprobación de quien a ellas les exige. La ecuación "protección por obediencia" refleja esta situación y demuestra la concepción del dominio 
masculino 
Este dominio, arraigado como idea y como practica en nuestra cultura mantiene y se perpetua por: 
Su naturalización. 
La falta de recursos de las mujeres. 
Uso por los varones del poder de macrodefinicion de la realidad y de otro poder que especialmente nos interesa: el poder de microdefinicion, que es la capacidad y habilidad de orientar el tipo y el contenido de las interacciones en terminos de los propios intereses, creencias y percepciones. Poder de puntuación que se sostiene en la idea del varon como autoridad que define que es lo correcto (Saltzman, 1989). 
La explotacion del "poder" del amor (jonnasdotir, 1993).

Y la mujer, ¿que poderes ejerce?: el sobrevalorado poder de los afectos y el cuidado erótico y maternal. Con el logra que la necesiten. Pero este es un poder delegado por la cultura androcentrica, que le impone la reclusión en el mundo privado. En este mundo se le alza un altar engañoso y se le otorga el titulo de reina, titulo paradójico, ya que no puede ejercerlo en lo característico de la autoridad (la capacidad de decidir por los bienes y personas y sobre ellos), quedando solo con la posibilidad de intendencia y administración de lo ajeno. Poder ademas característico de los grupos subordinados, centrados en 'manejar" a sus superiores haciéndose expertos en leer sus necesidades y en satisfacer sus requerimientos, exigiendo algunas ventajas a cambio. Sus necesidades y reclamos no pueden expresarse directamente, y por ello se hacen por vías 'ocultas"; quejas, distanciamientos, etcétera.

Estas situaciones de poder (que desde la normativa genérica desfavorecen a las mujeres) suelen ser invisibilizadas en las relaciones de pareja, llevando a la creencia de que en ellas se desarrollan practicas recíprocamente igualitarias y velando la mediatizacion social que adjudica a los varones, por el hecho de serlo, un plus de poder del que carecen las mujeres. 
Si bien no todas las personas se adscriben igualmente a su posición de genero, y aunque el discurso de la superioridad masculina esta en entredicho, el poder configurador de la masculinidad como modelo sigue siendo enorme. Aun las creencias ancestrales oscurecen las injusticias, aplauden las conductas masculinas y censuran a la mujer que asume otras competencias. 

Estas premisas que he planteado no son fácilmente aceptadas, ya que implican un desafió a lo "dado", y son aun menos aceptadas por los varones, en tanto ponen al descubierto las ventajas masculinas en relación con las mujeres y obligan por ello al consiguiente dilema ético de como posicionarse frente a esta injusta situación (que por otra parte se encuentra en la base de la socialización masculina). Por ello, aun en el tema poco abordado de los varones en terapia, las personas que se han ocupado de el son en general mujeres (Bograd, 1991; Erickson, 1993). Los varones se han ocupado mas de abordar los "costos" de la condición masculina (Meth y Pasick, 1990), si bien algunos -principalmente asistiendo a varones violentos- han incluido estas premisas. 
Para estos trabajos, la comprensión de la construcción de la identidad masculina y sus modos de relacionarse se revelan como indispensables.

Tomado del articulo MICROMACHISMOS
La violencia invisible en la pareja  de Luis Bonino Mendez  .
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