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miércoles, 13 de junio de 2012

No al control de los cuerpos de las mujeres !




Celia Amorós señala que el patriarcado es un sistema milenario que ha ido adaptándose a cada nueva estructura económica y política es “metaestable” (citado por Alicia Puleo). Así encontramos la posición subalterna femenina en sistemas feudalistas, en países de regímenes socialistas y en sistemas capitalistas.

Las características de género suelen ser expresadas en forma dicotómica y opuestas. Así por ejemplo, mientras a los hombres se les concede la infidelidad, a las mujeres se les mandata a ser fieles. El control de los cuerpos de las mujeres es una constante en distintas culturas. A través de los tiempos se ha manifestado a través de distintos ropajes, justamente por la capacidad de reproducción y adaptación del sistema patriarcal , el cual es impresionante y a la vez devastador; tan sólo hasta hace muy poco se denuncian estas prácticas como atentatorias contra los derechos humanos. 
Ejemplo de ello es la lapidación ante la supuesta infidelidad de la mujer; la ablación femenina en países africanos; muchísimo más atrás —en el medioevo— se encuentran los métodos de control hacia las mujeres como el cinturón de castidad; la práctica china de vendar los pies de las mujeres, la cual fue erradicada tras muchísimo tiempo y esfuerzo para que se considerase una tortura innecesaria.

Cada contexto cultural ha edificado con el patriarcado, una forma distinta de controlar el cuerpo de las mujeres, con tanto poder que hace que para las mismas mujeres lo perciban como un “honor”.


El androcentrismo define la mirada masculina en el centro del Universo, como medida de todas las cosas y representación global de la humanidad. Hunde sus raíces en la cultura griega. Para Aristóteles la diferencia de sexos proviene de la diferente participación en la reproducción y de sus distintas formas. Ambos sexos son origen de la reproducción, lo masculino engendra en lo otro, mientras que lo femenino engendra en sí mismo (…) La única fuente de la vida en la reproducción es el semen: éste aporta el alma o la vida, mientras que lo femenino es el origen de la materia. De Aristóteles es también la idea de que la mujer es un hombre mutilado, es decir, una deformación de nacimiento.“La feminidad es vista, pues, como una mutilación natural” (Cavana, 2000:89).



Este conocimiento nos impele a pensar que es hora de hacer justicia con las mujeres, de respetar sus decisiones  con políticas a nivel mundial que apoyen:
-El tratamiento del aborto como un problema de salud pública y un derecho de las mujeres. 
-La creación de políticas públicas de educación sexual para la eliminación de los embarazos de niñas y adolescentes. 
-El derecho y acceso a la atención pública de la salud integral y, en particular, a la salud sexual y reproductiva de las mujeres.

-Políticas de salud que reduzcan la mortalidad de mujeres en procesos reproductivos, el cáncer, la diabetes y el VIH SIDA

http://www.eclac.org/mexico/publicaciones/sinsigla/xml/4/22434/Masculinidad%203.pdf
http://www.e-mujeres.net/ateneo/marcela-lagarde/textos/-derechos-y-justicia-mujeres-y-ninas

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