«Cuando las mujeres que corren con los lobos alcanzan la madurez, empieza el baile de las mujeres sabias»
Clarissa Pinkola Estés
El promedio de vida ha aumentado, los cincuentas ahora son los nuevos treintas dicen por ahí, y la realidad es que para algunas mujeres la forma de vivir física y emocionalmente la llegada de la menopausia y posteriormente de la vejez está cambiando, no sólo porque alimentos, plantas, suplementos nutricionales, ejercicios, terapias y medicamentos nos ayudan amortiguándo las incomodidades y dificultades propias de estas dos etapas de la vida femenina, sino también porque el desarrollo personal y colectivo de la conciencia feminista, la recuperación y valoración de la sabiduría ancestral de las mujeres, además del conocimiento y aceptación del propio cuerpo, está marcando la diferencia en el estilo de vida de muchas de nosotras y aunque todavía no podemos generalizar, cada día es más frecuente ver a mujeres mayores vigorosas y emprendedoras.
Mirando atrás en la historia nos encontramos que en la remota antigüedad durante milenios las mujeres eran consideradas diosas y su cuerpo era algo sagrado, y aquellas que estaban atravesando la menopausia, así como las ancianas eran grandemente valoradas y respetadas por toda la comunidad, pues el cese de la menstruación y la vejez eran sinónimo de madurez, equilibrio, fortaleza y sabiduría.
Con la conquista patriarcal de la antigua Europa por parte de pueblos nómadas indoeuropeos casi 5000 años antes de la era cristiana, la situación y el lugar preponderante que ocupaban las mujeres y las divinidades femeninas dentro de la sociedad, comenzó a devaluarse rápidamente hasta que las primeras quedaron minimizadas, relegadas y bajo el dominio de los hombres y las segundas negadas, borradas, suplantadas por dioses masculinos y por lo tanto olvidadas.
En las últimas décadas a través del feminismo, del conocimiento difusión y práctica de la psicología femenina, (que dicho sea de paso no tiene nada que ver con la psicología freudiana) y de nuestro paulatino reencuentro con el sagrado femenino; es como un número cada vez más creciente de mujeres jóvenes y maduras en camino a la tercera edad, nos estamos reconciliando con nuestro cuerpo y con el proceso natural del envejecimiento desde una nueva y entusiasta perspectiva.
<La etapa de la vejez es una época de "maduración" en la que las mujeres pueden consagrar su tiempo, energía y creatividad a lo que en realidad les importa>
Jean Shinoda Bolen
Sin embargo, hasta hace relativamente poco tiempo las mujeres en general veíamos la menopausia como una gran tragedia, como el principio de la decadencia y del fin, y la tercera edad como sinónimo de enfermedad, inutilidad, abandono, soledad y muerte, esto como resultado lógico de una estructura sociocultural de género que desdeñaba (y lo sigue haciendo) la madurez y la ancianidad de las mujeres.
Todavía en 1970 la filósofa y escritora francesa Simone de Beauvoir redactó y publicó su libro: La Vejez, desde un profundo sentimiento de inutilidad, devastación y pérdida, y lamentablemente esta vivencia continua siendo la cotidiana realidad para un número grande de mujeres en Américo Latina y otras muchas partes del mundo, en que su poca o nula escolaridad, problemas de salud, familiares y económicos las condena a una infeliz solitaria y miserable tercera y última etapa de su vida.
La educación, la economía, la raza, la cultura y hasta la ubicación geográfica que cada mujer tenga, serán factores determinantes en su calidad de vida, su estado de salud y en consecuencia en el disfrute o sufrimiento de su madurez y adultez mayor.
En México, por poner un ejemplo, 4 de cada 10 mujeres viven en la absoluta pobreza y en el caso de las mujeres indígenas el número aumenta a 7 de cada 10, el 14% de las adultas mayores son víctimas de violencia intrafamiliar, y el 18% de mujeres de 60 años en adelante no saben leer ni escribir, según informa el Instituto Nacional de Geografía y Estadística y el Instituto Nacional de las Mujeres.
En tal grado de analfabetismo, pobreza, abuso y abandono es prácticamente imposible que una mujer pueda disfrutar a lo largo de su vida, y menos aún de la tercera fase de su vida que sus capacidades físicas y de independencia comienzan a disminuir, en Latinoamérica el discurso familiar, social, gubernamental y político de honrar a la mujer, a la madre y a la anciana sigue siendo palabrería barata de aparador y no una realidad.
La Comisión de Naciones Unidas para la Condición Social y Jurídica de la Mujer, y los movimientos feministas a nivel internacional, seguimos avanzando en la creación e implementación de leyes y políticas públicas que garanticen el derecho de TODAS las niñas y mujeres a la educación, los cuidados de salud, al empleo bien remunerado y a la jubilación, de modo que TODAS tengamos las mismas condiciones oportunidades y recursos para tener una buena vida y una vejez saludable, plena, creativa , maravillosa y feliz tal como nos las describe la psiquiatra, analista, escritora y feminista americana Jean Shinoda Bolen.
Por lo regular al llegar a la cincuentena las circunstancias conyugales, maternales y laborales de una mujer cambian para bien, dejándole el tiempo y el espacio para reencontrarse consigo misma, para cultivar y florecer su espiritualidad y su creatividad, para retomar sus sueños y proyectos puestos en pausa durante décadas, es el momento en que aparece una energía inesperada: el EPM (entusiasmo pos-menopáusico) como lo nombra la antropóloga, poeta y escritora americana Margaret Mead.
No obstante, la apertura al conocimiento y al cambio, la transformación psíquica y emocional que experimentamos naturalmente las mujeres al entrar en la edad madura, podría pasarnos desapercibida o no ser suficiente para lograr nuestro máximo desarrollo personal, si no está acompañada de una buena salud, buena economía y buenas relaciones.
En ese sentido la agenda feminista tiene mucho que hacer y mucho que aportar en el derribe de barreras ideológicas incrustadas patriarcalmente en la psique femenina, y de barreras estructurales sociopolíticas y culturales que desde la desigualdad, el maltrato y la falta de oportunidades impiden el crecimiento integral de las mujeres, reduciendo y en muchos casos impidiendo la posibilidad de tener una etapa pos-menopausia y una tercera edad longeva creativa y feliz!
Ejerzamos nuestro derecho a ser mujeres mayores púrpuras, frescas, realizadas y esplendorosas!
Galilea Libertad Fausto
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