Con el objetivo de circunscribir los alcances de la expresión igualdad de oportunidades y trato entre varones y mujeres en el ámbito laboral, en nuestro contexto, es necesario articular el presente con el pasado, lo nuevo y lo viejo, en las concepciones sobre el rol de las mujeres y la maternidad.
La maternidad, tan glorificada por siglos, sigue siendo un “problema” para los empresarios y para algunos sindicalistas.
Las relaciones género-clase palpitan diariamente. Los roles instituidos para la mujer y el varón no se han modificado suficientemente para que desaparezca esta contradicción en el seno del campo laboral: la división técnica del trabajo y las relaciones de género en el interior de las organizaciones productivas son un reflejo de las relaciones sociales. Así, reafirmamos que persiste la caracterización que hemos realizado sobre la inserción de la mujer en la producción de la sociedad capitalista, requerida por sus habilidades manuales por un lado y por otro retribuida con salarios inferiores. Estos fenómenos tuvieron lugar en el marco de una lucha permanente, principalmente por la doble jornada, tareas domésticas y el cuidado de los niños/as.
Esta desigualdad preexiste al surgimiento del sistema capitalista y en este sentido, bucearemos para aproximarnos a diversas explicaciones.
Simon de Beauvoir señala analizando la relación de los sexos con respecto a la situación de sumisión de las mujeres, que “el vínculo que la une a los opresores no se puede comparar con ningún otro. La división de los sexos es un hecho biológico, no un momento de la historia humana. Su oposición se ha dibujado en un mitsein (1) original y ella no la ha borrado. La pareja es una unidad fundamental cuyas dos mitades están adosadas la una a la otra: no es posible dividir a la sociedad por sexos.”
Apelando al término filosófico alteridad, su condición de ser otro caracteriza a la mujer. Desde una mirada histórica, la reciprocidad en esa totalidad no ha devenido en liberación, la mujer “siempre ha sido si no la esclava del hombre, al menos su vasalla; los dos sexos nunca han compartido el mundo en pie de igualdad (…)”
Génesis del valor secundario del trabajo de las mujeres
La primera división social del trabajo configura las tareas de hombres y mujeres, desde la pesca, la caza, la agricultura, la domesticación, la crianza y cuidado del ganado, a la producción de víveres (leche, carnes) y otros productos, como pieles. Se produce una segunda división del trabajo al separarse el oficio manual de la agricultura, nace la producción directa para el cambio, la producción mercantilista y con ello el comercio. En este proceso se va modificando el tipo de familia (2), o sea el tránsito del matrimonio sindiásmico (3) a la monogamia. La familia empieza a convertirse en la unidad económica de la sociedad aunque no se sabe cómo fue el pasaje de la propiedad común de la tribu o de la gens (4) a serlo de los jefes aislados, en que el beneficio que dejaba la producción le correspondía al hombre.
Según F. Engels, en esta división del trabajo, la mujer gozaba de él, pero no tenía ninguna participación en su propiedad (…) La división del trabajo en la familia había sido la norma para distribuir la propiedad entre el hombre y la mujer; continuaba siendo la misma y, sin embargo, cambiaban ahora por completo las relaciones domésticas, únicamente porque fuera de la familia había cambiado de aspecto la división del trabajo. La misma causa que había asegurado a la mujer su anterior autoridad en la casa (su empleo exclusivo en labores domésticas), aseguraban ahora la preponderancia del hombre: el trabajo doméstico de la mujer desaparecía desde entonces junto al trabajo productivo del hombre, el segundo lo era todo y el primer un accesorio.
Continuando con esta línea de pensamiento, Simone de Beauvoir analiza la maternidad y su posición en la familia. La industria doméstica naciente queda en manos de las mujeres. Tejen alfombras y mantas, hacen trabajos de alfarería. También solían realizar intercambios de mercancías. La maternidad la destina a una existencia sedentaria. Por ella se mantiene y propaga la vida del clan.
Las fuentes reflejan una valorización de la mujer en el marco de la “importancia que toma el hijo en una civilización basada en el trabajo de la tierra”.
La existencia de la propiedad exige una posteridad y en ese sentido “la maternidad pasa a ser una función sagrada”. Esta propiedad que era comunitaria se transmite a través de las mujeres.
El vínculo que las une es más estrecho todavía que una pertenencia; el régimen del derecho materno se caracteriza por una verdadera asimilación de la mujer a la tierra, en ambas se realiza a través de sus avatares la permanencia de la vida que es básicamente generación.
Un rasgo que se reitera es el papel nutricio de las mujeres y la posibilidad de perpetuar la existencia carnal. Siempre está bajo la tutela del hombre, ya sea su filiación matrilineal o patrilineal, ya sea bajo la autoridad del padre, hermano o marido.
En este sentido el “triunfo” del patriarcado no fue “casual” sino que desde el origen de la humanidad prima su privilegio biológico.
Con el surgimiento de la propiedad privada en casi todas las culturas, la mujer queda ligada a esta y a la herencia, con la exigencia de la virginidad y de la fidelidad total.
La lucha por la incorporación de las mujeres al espacio público en general y a la gran industria en particular, la ha beneficiado en su desarrollo personal y a su vez para aportar sus saberes y sus conocimientos. Esta incorporación no estuvo exenta de conflictos que todavía permanecen hasta nuestros días.
Para completar los grandes rasgos marcados en la evolución en las relaciones familiares, es necesario que las sociedades se organizaran alrededor de un sistema de regulación llamado Estado, definido en estos términos por Federico Engels:
Habiendo nacido el Estado de la necesidad de refrenar los antagonismos de clases, pero naciendo también en el seno del conflicto de esas clases, como regla general es el Estado una fuerza de la clase más poderosa, de la que impera económicamente y que por medio del Estado se hace también clase preponderante desde el punto de vista político y crea de ese modo nuevos medios de postergar y explotar a la clase oprimida. (…)
Sin embargo, por excepción hay períodos en que las clases en lucha están tan bien equilibradas, que el poder del Estado, como mediador aparente adquiere cierta independencia momentánea respecto a una y otra.
Una mirada actual
En nuestro país, una mirada actual, a los problemas que afectan a las mujeres, nos permite reconocer que contamos con una vasta experiencia de luchas del movimiento de mujeres, intensificadas en estos últimos años, para enfrentar la violencia doméstica, la trata de personas, los derechos sexuales y reproductivos, el aborto, el acoso sexual, y aquellas que se dan por la igualdad de oportunidades en el ámbito laboral, todo lo cual vuelve visible que muchos de estos fenómenos han sido considerados naturales, aunque distintos organismos del gobierno tomaran algunas iniciativas para abordarlos.
De la sanción de leyes como las de educación sexual y de violencia hacia las mujeres y su falta de cumplimiento o la indiferencia frente a las muertes de mujeres por aborto clandestino, se puede inferir que existe una política contradictoria con el discurso oficial en defensa de los derechos humanos. Estas prácticas legislativas también pueden dar cuenta de diferencias entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Es evidente que esta situación no responde a la mayoría de la población, necesitada de esta prestación y cuestiona el papel del Estado, en quien un sector de la población deposita esperanzas sobre las políticas enunciadas.
En este sentido nos preguntamos en varias ocasiones qué intereses están en juego, para impedir que estos instrumentos legales sean una herramienta en materia de políticas sociales, educativas y de salud. Algunas de las situaciones mencionadas quedan descriptas en el siguiente análisis de los autores del artículo Crisis y recomposición de la hegemonía capitalista (2011):
El aparato del Estado está atravesado por los procesos sociales y posee una relativa autonomía que le permite retro-actuar sobre la sociedad y no “reflejar” las relaciones que se traban en el seno de aquella. Está sometido a las exigencias de las clases subalternas y sus resultados dependen de la relación de fuerza a su interior. Es decir el Estado tiene carácter de clase y en tal sentido interviene en resguardo y reaseguro de la política de los sectores hegemónicos, pero al mismo tiempo, es un lugar de la lucha de clases, un lugar de disputa. Por ello es importante saber de qué relaciones sociales es portador.
Un mundo nuevo es posible
Pueblos y países de América Latina y el Caribe pujan por un cambio en las relaciones de poder y en ese marco también se discute el rol de las mujeres. Las consignas de liberación y emancipación planteadas hace más de un siglo cobran significación en la actualidad.
La tarea de desmontar un andamiaje construido desde la Colonia y reformulada por el Estado en el sistema capitalista, es una cuestión compleja.
Aunque en la mayoría de los pueblos, estén unidas por las familias no nos une la propiedad, en cambio están ligadas por creencias, costumbres y tradiciones que han moldeado profundamente nuestra personalidad, especialmente en lo que atañe al rol materno.
La situación de las mujeres desde la experiencia de la Revolución Cubana, analizada por la investigadora Norma Vasallo Barrueta (2011) (5), refleja el peso de la cultura patriarcal en la sociedad y las discordancias entre los cambios jurídicos, políticos y económicos.
Las transformaciones que trajo consigo el triunfo revolucionario, y que se expresan claramente en el discurso jurídico y político y la situación económica de la mujer, no influyen directamente en la subjetividad de todas; sino que resultan mediatizadas por la influencia de la cultura patriarcal, que en forma de tradiciones, costumbres, normas y valores, transmite fundamentalmente la familia y en particular la propia mujer como madre, en su función educativa a las nuevas generaciones marcando las nuevas subjetividades, como también son transmitidas por los diferentes agentes de socialización como la escuela, la comunidad, los grupos de amigos, los medios de comunicación como los más significativos. La profundidad de los cambios operados en la realidad jurídica y política en Cuba en estos 50 años no guarda una relación lineal con los que se han producido en la subjetividad de varias generaciones de cubanas y cubanos. Sin dudas, parece ser, que grandes transformaciones sociales, requieren de más de cuatro generaciones para que se aprecie su consecuente relejo en la cultura, la subjetividad social e individual y en la modelación de los proyectos personales de vida.
Asimismo, consideramos un aporte las elaboraciones de otras investigadoras latinoamericanas que refutan el predominio de una visión que soslaya la interpretación de la realidad, avalando en los hechos la lógica del poder en las instituciones y en la organización social. Por ejemplo Alba Carosio (2012), señala:
En el contexto del pensamiento antihegemónico, el pensamiento feminista ha producido una teoría crítica que demuestra que los rostros de la dominación son múltiples, y por lo tanto deben ser diversas las formas y los agentes de resistencia a ellos. (…) La histórica discriminación-opresión-explotación de las mujeres como conjunto subalterno, cruza de manera percibida como natural todas las formas de dominación. Por este motivo, la opresión de género es naturalizada incluso dentro de movimientos y pensamientos emancipatorios. (…)
Las necesidades y propuestas feministas son poco comprendidas y frecuentemente postergadas y aún impugnadas por relatos utópicos que dejan intacto el patriarcado, y se niegan a comprender su articulación vital con el capitalismo, el racismo y el imperialismo.
Los conflictos en la relación entre la base material y la conciencia, dentro del ámbito familiar, fue negada en cierto modo, durante la mayor parte del siglo XX, o mejor dicho, abordada desde una visión materialista mecánica, al no valorar suficientemente el rol atribuido a las mujeres, su apropiación y la transmisión por generaciones, a pesar de los numerosos cambios, científicos y técnicos en las sociedades.
Para responder a nuestra pregunta ¿Se puede modificar la familia patriarcal y su cultura? en principio debemos pensar en la transformación del movimiento por la participación en un movimiento por la emancipación. (6)
Ver también:
- ¿Se puede transformar la familia patriarcal y su cultura? (Parte I)
Notas:
1) Ser con los otros.
2) Se diferencias tres tipos de familias: matrimonios por grupos (salvajismo); sindiásmica (barbarie) y la mono-gamia (civilización)
3) En esta etapa un hombre vive con una mujer, pero de tal suerte, que la poligamia y la infidelidad ocasional siguen siendo un derecho para los hombres, al paso que casi siempre se exige la más estricta fidelidad a las muje-res, mientras dure la vida común, y su adulterio se castiga cruelmente. Pero el vínculo conyugal se disuelve con facilidad por una y otra parte y después, como antes, los hijos pertenecen a la madre sola.
4) Unidad social, donde regían derechos y obligaciones. Etimológicamente, el griego genos, en latín, gens, corres-ponde el gótico kuni, y el medio alto alemán, künne. Lo que no recuerda los tiempos del derecho materno, es que el sustantivo “mujer” se deriva de la misma raíz: en griego gine, en eslavo, zena, etc.
5) Ponencia en la 1º Reunión del Grupo de Trabajo “feminismo y Cambio en América Latina y el Caribe” –Caracas del 18 al 22 de julio de 2011.
6) De las reflexiones del Grupo de Trabajo citado.
Ester Kandel
Bibliografía
- Simone de Beauvoir, El segundo sexo – Vol. I – Los hechos y los mitos, Ediciones Cátedra, Madrid, 1999.
- Grupo de Trabajo, Feminismo y cambio social en América Latina, CLACSO, 2012.
Engels, Federico, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Editorial Claridad, 1974.
- Kandel, Ester, Discriminación directa e indirecta en el mercado laboral – Presentado en jornadas de Aset, 2007.
- Kandel, Ester, División sexual del trabajo –ayer y hoy – Una aproximación al tema. Editorial Dunken, 2006
- Kandel, Ester, Debates: El Estado y la lucha de las mujeres. Publicado por Argenpress, 23 de diciembre de 2008.
- Kandel, Ester, Negociación colectiva e igualdad de oportunidades entre mujeres y varones, Publicado por La Causa laboral –Asociación Abogados laboralistas –Año VIII- Nº 33 – abril de 2008.
- Kandel, Ester, Debates: El Estado y la lucha de las mujeres. Publicado por Argenpress, 20 de enero de 2009.
- Kandel, Ester, Jardines maternales – Problemas actuales, legislación y políticas públicas. Publicado por Argenpress, 25 de agosto de 2009.
- Kandel, Ester, Informalidad y precariedad en las guarderías. Publicado por Argenpress, 23 de septiembre de 2009.
- Kandel, Ester Para las trabajadoras existen varios techos de cristal, Publicado en Argenpress, miércoles 29 de septiembre de 2010.
- Kandel, Ester, Los/as trabajadores/as con responsabilidades familiares: La política social de los empresarios. Un arma de doble filo, publicado en Argenpress, viernes 8 de octubre de 2010.
- Kandel, Ester, La opresión de la mujer tiene historia. Revista Periferia, agosto de 2010.
- Kandel, Ester, Las/os desprivilegiadas/os: Las leyes y su letra muerta. Publicado en ARGENPRESS, lunes 10 de enero de 2011
- Kandel, Ester, El como si de las relaciones laborales. Publicado por Argenpress, 29 de octubre de 2011.
- Kandel, Ester, La Barrick Gold y las condiciones y medio ambiente de trabajo. Argenpress, 25 de enero de 2012.
- Kandel, Ester, La licencia por maternidad y la precariedad laboral – Argenpress, 2 de mayo de 2012.
- Kandel, Ester, La maternidad poco cuidada – Argenpress, 24 de mayo de 2012.
- Kandel, Ester, A propósito de la prevención de los riesgos laborales - La violencia hacia las mujeres – Argenpress, 30 de mayo de 2012.
- Kandel, Ester, La división sexual del trabajo y las estrategias del capital (Parte I) - Argenpress, 8 de agosto de 2012.
- Kandel, Ester, La división sexual del trabajo y las estrategias del capital (Parte II) - Argenpress, 14 de agosto de 2012.
- Rajland Beatriz, Campione, Daniel, , Gambina Julio, Barrera Marcelo, Cortés, Martín, Crisis y recomposición de la hegemonía capitalista: continuidades y rupturas (años 2001-2007 )en Hegemonía y proceso de acumulación capitalista en Latinoamérica hoy (2001-200)El caso argentino, Editado r/s y FISYP