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martes, 30 de mayo de 2023

Se requiere del desarrollo de nuevas formas de resistencia para transformar la precariedad en vida política activa 4/4


 Sí, sobre todo considerando que el tiempo de la justicia y la igualdad de género se mueve a un ritmo más lento que los otros procesos de cambio social. Además, los avances en materia de justicia de género siempre están plagados de contradicciones y de amenazas de retroceso. En particular, los períodos de crisis siempre magnifican las desigualdades y generalmente traen golpes fuertes para las mujeres y otros grupos que enfrentan condiciones históricas de exclusión y desposesión. 

En ese sentido, las oportunidades para el avance de las propuestas del feminismo fluctúan entre los momentos de apertura y receptividad por parte de la sociedad, generalmente en períodos progresistas y de expansión democrática, y los períodos de crisis, represión y aumento de los conservadurismos, en que se producen retrocesos. Desde mi punto de vista, la crisis provocada por la pandemia del coronavirus representa un punto de quiebre que desde ya está generando serias amenazas a los logros conseguidos por el movimiento feminista durante los últimos 50 años. Esta pandemia se está constituyendo en una marca muy fuerte que afectará toda la sociabilidad de las próximas décadas. 

En particular, las mujeres han recibido tres golpes importantes en esta pandemia. En primer lugar, los sectores de la economía afectados más temprano y más fuerte fueron los sectores con mayor presencia de mujeres: restaurantes, tiendas, servicios de belleza, algunos sectores exportadores, como textiles, frutas y flores, y el sector informal. Eso expulsó a una gran cantidad de mujeres del mundo del empleo. En el caso de Costa Rica, la pandemia ha retrocedido en treinta años los logros en la participación laboral remunerada de las mujeres. Esto puede limitar las perspectivas de vida de muchas mujeres, incluso de algunas con mayor educación, y condenarlas a la dependencia económica y una reducción de ingresos para toda la vida.

El segundo golpe está relacionado con el cierre de los lugares de cuidado de niñas, niños, personas adultas mayores y, por supuesto, las escuelas. Eso obligó a las mujeres a multiplicar sus horas dedicadas a las tareas de reproducción y cuidados, y les limitó aún más su disponibilidad de tiempo y las posibilidades de seguir participando en el mercado laboral. Esto ha creado nuevas formas de encierro y de redomesticación de las mujeres. Asimismo, el cierre de las escuelas probablemente va a tener un impacto mayor en las niñas y adolescentes, sobre todo de zonas rurales y de comunidades urbano-marginadas, las que tienen más altas probabilidades de no volver nunca a los espacios educativos. 

El tercer golpe es el aumento de todas las formas de violencia que sufren las mujeres en el contexto del hogar y de las relaciones familiares, pero también en el espacio público. El espacio del hogar siempre ha sido uno de los escenarios por excelencia para la opresión y para el ejercicio de múltiples formas de violencia, incluyendo el abuso sexual contra niñas y adolescentes. El encierro, las tensiones causadas por la pandemia, el desempleo, los problemas económicos y la exacerbación de las normas tradicionales de género solo han incrementado esas formas de violencia. También han aumentado los femicidios en muchos países debido a que casi todos los recursos de los Estados están dirigidos a atender las diferentes manifestaciones de la pandemia y se han desatendido otros espacios. Las calles vacías y el encierro también contribuyen a que los espacios públicos sean más peligrosos para las mujeres que tienen que transitar por ellos. 

Estos golpes han tenido efectos inmediatos, pero también tendrán efectos de largo plazo. En ese sentido, creo que la independencia y la libertad de las mujeres serán parte de las víctimas silenciosas de la pandemia. La crisis está ofreciendo nuevas justificaciones para la implementación de medidas represivas y nuevas formas de coerción política y social, tanto en los espacios públicos como privados. De esta forma, se han radicalizado todos los aparatos de control biopolítico y, utilizando el concepto de Verónica Schild ya mencionado, se construye una tendencia a una remasculinización o hipermasculinización del Estado, de la sociedad y de las familias. Desde esa perspectiva, se podría argumentar que la pandemia es el último de los dispositivos de la necropolítica de la que hablaba antes y por eso está alimentando y fortaleciendo la crisis civilizatoria que ya se venía construyendo como efecto del neoliberalismo y del fascismo social.

En este contexto, se requiere del desarrollo de nuevas formas de resistencia para transformar la precariedad en vida política activa. La crisis también podría servir para reconocer nuestra vulnerabilidad, fragilidad e interdependencia de la vida humana y con la vida de otras especies, y para cuestionar un modelo de acumulación y de organización social que se ha vuelto necrótico. Y para eso, como ya lo expresé antes, necesitamos reconstruir el concepto y la práctica de la justicia para transformar los factores que fomentan todas las formas de desigualdad y opresión.


MONTSERRAT SAGOT

 Tomado del libro de Camilo Retana Cartografías de género


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domingo, 28 de mayo de 2023

Necesidad en el activismo feminista de una estrategia de doble vía: estatal y no estatal 3/4

  


El feminismo occidental, particularmente el de origen ilustrado, nació hace más de doscientos años haciendo una crítica a la “insustancialidad” de la democracia y a su promesa incumplida de otorgar igual valor moral a todas las personas. Como resultado, argumentaban estas feministas, las mujeres estaban excluidas del ejercicio de una serie de derechos y del acceso a recursos, tales como los recursos económicos, la educación, el empleo, el poder político y, en general, todas las esferas de toma de decisiones en el espacio público, incluyendo el derecho al voto. 

Con esos argumentos, el naciente movimiento feminista definió como una de sus prioridades políticas la lucha por extender a las mujeres aquellos derechos igualitarios, concebidos bajo las nuevas condiciones sociales, como derechos “naturales”. De esta forma, basándose en la concepción de una humanidad común, independientemente del sexo, y respondiendo a la ola revolucionaria de la modernidad, las primeras feministas de raigambre liberal intentaron universalizar unas reglas sociales que habían sido formuladas originalmente para una población limitada y particular: los hombres, sobre todo los blancos, occidentales y de ciertas clases sociales. 

Las luchas por extender a las mujeres estos derechos fue concebida como una lucha que debía librarse frente a los Estados. Es decir, la idea era utilizar los mecanismos de los propios Estados y de la democracia para reparar las desigualdades y acercarse a la justicia. A partir de ese momento, una importante y visible corriente del feminismo ha enfocado sus acciones y demandas a conseguir transformaciones legales. Y el impacto no ha sido menor. La amplia agenda de las feministas liberales, sobre todo de las dos primeras olas, ha sido alcanzada casi en su totalidad, lo que representa, sin lugar a dudas, uno de los hitos más importantes del desarrollo social del siglo XX. Algunos de estos avances fueron el derecho al sufragio, el incremento y reconocimiento de la capacidad jurídica de las mujeres, su derecho a administrar sus bienes e ingresos, la obtención de su derecho a la propiedad, su ingreso masivo a la educación y a la mayoría de las profesiones, así como a los diferentes espacios de toma de decisiones. 

Asimismo, en el siglo XXI, con altos y bajos, se han alcanzado otros hitos importantes, como ya lo mencioné antes, por ejemplo, los referidos a la transformación de la institucionalidad de los Estados, el reconocimiento de la violencia contra las mujeres como un problema público, la ampliación de la gama de derechos para incorporar los sexuales y reproductivos, e incluso transformaciones epistemológicas y teóricas para considerar a las mujeres como agentes en la construcción social de la realidad y como voces autorizadas para su análisis e interpretación. 

Sin embargo, este ideal de transformación social y esta forma de lucha han enfrentado serias limitaciones desde sus inicios, ya que la democracia moderna y el capitalismo liberal nacieron aparejados y ambos son herederos del régimen colonial. En ese sentido, existe una tensión permanente entre un sistema político que pretende ser igualitario –la democracia–, aunque sea en la abstracción, cuando está enlazado a un sistema económico –el capitalismo–, cuya esencia es justamente la desigualdad. 

El capitalismo ha sido un sistema transcontinental desde sus orígenes y siempre ha dependido de la explotación, de la racialización y generización del trabajo para producirse y reproducirse. Desde esa perspectiva, el ideal de las feministas de cuño liberal, de reducir las desigualdades utilizando los mecanismos del Estado y de la democracia, se ha topado desde sus inicios con un sistema cuyo funcionamiento se basa en la injusticia y en la exclusión de los intereses de amplias mayorías de la agenda pública. 

Si bien la dominación de las mujeres antecede al capitalismo, una vez que ambos sistemas convergen en el tiempo, se potencian mutuamente y se entrelazan para generar nuevas condiciones estructurales de explotación e injusticia, incluyendo el mandato del binarismo de género, el determinismo naturalista de la familia nuclear y el control de los cuerpos y de la sexualidad. Además, como heredero del régimen colonial, el capitalismo también se construye sobre la explotación de las personas racializadas. Por eso, algunas feministas, como Audre Lorde, han argumentado que no se puede desmontar la casa del amo con las herramientas del amo. O, en otras palabras, los instrumentos de la democracia no parecen ser suficientes para atacar la fortaleza de la desigualdad y la injusticia.

Desde esa perspectiva se argumenta que, si bien el discurso de derechos y de la promoción de cambios legales fue y sigue siendo útil, este no debilita el poder de la democracia neoliberal. Algunas feministas llegan incluso a plantear que los cambios generados en el terreno de la igualdad formal más bien ayudan a hacer avanzar los proyectos neoliberales, desmovilizan los movimientos de mujeres, resultan en la elección de mujeres conservadoras en los puestos de toma de decisiones, promueven una visión estática de las mujeres como grupo social y disminuyen su eficacia como actoras políticas. Es decir, son transformaciones cooptadas y acomodadas a las necesidades del sistema capitalista-heteropatriarcal-colonial para producir algunas reformas, pero sin tocar el núcleo duro de la opresión. 

Yo opino, sin embargo, que el Estado es un territorio de lucha que no debe abandonarse. No solo porque el Estado no es un ente monolítico, es un conjunto heterogéneo de instituciones en disputa y los cambios en las leyes y políticas públicas han tenido un impacto profundo en la organización de las sociedades contemporáneas y en la condición de las mujeres y de otros grupos, como ya lo dije. Sin embargo, es necesario usar los avances e incluso las leyes y las políticas ya aprobadas para construir una especie de efecto mariposa que ayude a trascender la igualdad formal. 

Para perturbar la hegemonía del capitalismo neoliberal-heteropatricarcal-colonial se necesita entonces de una estrategia de doble vía: por un lado, seguir luchando por cambios en la institucionalidad pública y en los sistemas legales, sobre todo pensando en que algunas mujeres y personas de otros grupos históricamente excluidos se pueden beneficiar en el aquí y en el ahora de esos cambios, particularmente aquellas personas que no pueden darse el lujo de esperar hasta la conquista de la utopía feminista. Por otro lado, hay que desarrollar una estrategia de lucha que permita ir generando las condiciones para la construcción de un nuevo concepto de justicia, que no solo sea punitivo, sino que desmantele las jerarquías instauradas por los distintos tipos de desigualdad y opresión. 


MONTSERRAT SAGOT

 Tomado del libro de Camilo Retana Cartografías de género


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viernes, 26 de mayo de 2023

Recomendamos la serie Top of the lake


Al revisar datos sobre la serie Top of the lake veo que es de hace diez años , sin embargo la mirada de Jane Campion nos trae problemas de plena actualidad bastante centrados en las violencias que sufren las mujeres como violaciones, incesto, vientres de alquiler, prostitución, sumisión química ...

Os recomendamos aprovechar el que la serie se este difundiendo en abierto para poder reflexionar sobre el mundo en que vivimos, en el que también pesan nuestros egoísmos.

La serie tiene dos temporadas, la imagen que he elegido corresponde a la segunda y nos da idea de las actrices involucradas en el proyecto. 

Os cuento lo que nos dicen sobre la primera temporada: 

 Robin Griffin investiga el caso de la desaparición de una niña de doce años embarazada. A través de la investigación, se desvelaban muchos otros problemas subyacentes, ocultos y terroríficos: violencias machistas, cosificación, violación, homofobia o narcotráfico.

Por otra parte, la familia liderada por el violento Tsui y sus hijos ven como un terreno que era de su propiedad ha sido cedido a un grupo de mujeres, controladas por una misteriosa mujer, 'en otro estado mental', llamada GJ. El nerviosismo de la familia de Tsui (todos hombres) chocará con el carácter hippie y pacífico de esa comunidad de descarriadas mujeres.

Creada por: Jane Campion; Gerard Lee

Esperamos vuestros comentarios .

Añadimos links en los que nos dan datos sobre las actrices, la trama... pero os recomendamos que os zambulláis en ella, para poder reverla antes de que la quiten.

Por las criticas que he leído la mirada de los problemas de las mujeres desagrada o parece desproporcionada y que ataca a los hombres. Se precisa que demos nuestra visión y seamos capaces de escuchar los problemas de las mujeres como por siglos hemos venido escuchando los problemas de los hombres.

https://www.rtve.es/play/videos/top-of-the-lake/

https://www.rtve.es/television/20230308/play-top-lake-razones-ver-serie-gratis-online-elisabeth-moss-jane-campion/2179121.shtml

https://www.rtve.es/television/20220722/top-lake-china-girl-play-elisabeth-moss-gwendoline-christie-nicole-kidman-jane-campion-premio-lumiere/2216081.shtml

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sábado, 20 de mayo de 2023

Demandando despatriarcalización, descolonización y desmercantilización de la vida 2/4

 


El movimiento feminista ha tenido una destacada participación en la configuración de las sociedades centroamericanas, sobre todo después del fin de la guerra y de la firma de los Acuerdos de Paz de las décadas del ochenta y del noventa. De hecho, es imposible pensar en los procesos de democratización de la región sin los aportes del feminismo. 

El movimiento feminista tuvo una impronta significativa en la construcción de la institucionalidad posconflicto de los países de la región, así como en la construcción de la realidad social misma, al politizar áreas previamente consideradas terreno privado, al darle nombre a problemas ancestralmente ocultos, como las diversas formas de violencia contra las mujeres, y al ayudar a crear nuevas categorías de análisis para entender los procesos sociales vividos.

Además, el movimiento feminista colocó muchos de esos problemas, antes invisibles, en el centro de los debates sobre la democratización y la paz, al plantear que estos procesos necesitan garantizar una vida libre de violencia y abuso de poder a toda la población, independientemente del espacio donde se ejerza esa violencia o quienes sean los perpetradores. 

La violencia fue entendida como un elemento fundamental de un sistema de opresión contra las mujeres y contra los cuerpos feminizados que estaba profundamente imbricado con las condiciones de opresión política y económica. En ese sentido, la violencia contra las mujeres fue un instrumento importante para que el movimiento feminista desarrollara un análisis crítico de las relaciones entre el patriarcado, el capitalismo y el carácter represivo del Estado y para que se movilizara demandando acciones por parte del Estado y la sociedad. 

Como resultado de las acciones del movimiento feminista, a partir de los años noventa, particularmente después de la ratificación de la Convención de Belém do Pará, todos los países de Centroamérica aprobaron legislación y políticas públicas relativas a algunas formas de violencia, en particular la intrafamiliar o doméstica. También se desarrollaron planes nacionales para abordar la violencia, proyectos de investigación, programas académicos y programas de capacitación para personal de las instituciones públicas y privadas. Asimismo, se multiplicaron las propuestas de atención para las afectadas, así como la creación de comisarías de la mujer y albergues para mujeres maltratadas, en algunos países. 

Un elemento importante en este proceso, aunque controvertido, debido a lo que algunas feministas han llamado una tendencia “carcelaria”, fue la demanda por incorporar en las normas legales la penalización de actos que reconocen la naturaleza específica de la violencia contra las mujeres. De esta forma, algunos países de Centroamérica, como Costa Rica y Guatemala, fueron de los primeros en el mundo en incorporar el delito de “femicidio” en las legislaciones penales.


Sin embargo, las relaciones entre el movimiento feminista, el Estado y la sociedad son variables, contradictorias y contingentes. Las oportunidades para la incidencia feminista oscilan entre los momentos de cambio liberador y receptividad social, por un lado, y los momentos de mayor conservadurismo y represión, por otro. Existe, además, una tensión permanente entre las propuestas y visiones del movimiento feminista y su capacidad de incidencia en los poderes establecidos. 

Algunas académicas y activistas feministas también han argumentado que el problema de la violencia contra las mujeres y, en particular, el femicidio, no son el resultado de unas normas legales que no han funcionado o de falta de políticas públicas o de Estados que ya no escuchan las demandas feministas. Como lo dije antes, los femicidios no son anomalías, sino que forman parte sustantiva de las lógicas de control social en contextos de extrema desigualdad y autoritarismo. 

En ese sentido, a pesar del valor de la existencia de leyes y políticas públicas para la prevención y atención de la violencia contra las mujeres, resulta problemático que un sector importante del feminismo decidiera poner mucho de sus esfuerzos y esperanzas en el poder coercitivo de un Estado que es esencialmente masculinista y opresor. Las condiciones que generan la violencia contra las mujeres son parte de un régimen y el Estado es instrumental en sostener y reproducir ese régimen. Por esa razón, a pesar de todos los cambios en las leyes, políticas y en la propia institucionalidad del Estado promovidas por el movimiento feminista, la violencia contra las mujeres no parece disminuir, sino que se ha incrementado conforme se profundizan las desigualdades y avanza el proceso de afianzamiento del neoliberalismo en su fase de mayor despojo. Esta fase, que Boaventura de Sousa Santos llama fascismo social, está caracterizada justamente por el incremento de las desigualdades de todo tipo –sociales, de género, raciales, etc.–, por la exclusión, por profundas rupturas en el tejido social y por una violencia perpetua. 

Frente a esas condiciones, es necesario que el movimiento feminista modifique algunas de sus estrategias. Es necesario seguir promoviendo transformaciones cotidianas, pero con la mirada en la utopía. Y esa utopía, que requiere de la construcción amplia de alianzas con otros movimientos sociales liberadores, demanda despatriarcalización, descolonización, desmercantilización de la vida, la construcción de un nuevo concepto de justicia y un Estado que deje de ser instrumental y se convierta en un ente capaz de promover la redistribución social, la igualdad, la dignidad. separan a las personas en mundos completamente aparte y claramente demarcados. 

El fascismo social también contribuye a producir altos niveles de violencia e inseguridad de todo tipo, incluyendo la laboral y la incertidumbre frente a la posibilidad de la sobrevivencia misma. De esta forma, la violencia y la inseguridad se convierten en determinantes del modo de vida en las democracias neoliberales. Esto desemboca en una ansiedad crónica frente al presente y el futuro para un gran número de personas, quienes de esta manera reducen radicalmente sus expectativas, desarrollan estrategias individualistas y violentas de supervivencia y se muestren dispuestas a soportar enormes cargas y privaciones con el fin de reducir los riesgos que les presenta la vida diaria. 

Aunado al fascismo social, el otro fenómeno que le sirve de sustento ideológico a las democracias neoliberales de Centroamérica es el neointegrismo religioso. Este es un fenómeno que surge en el siglo XIX, como respuesta de grupos católicos a la secularización y a la primacía de la ciencia, pero que ha tenido una revitalización en los siglos XX y XXI, sobre todo después del Concilio Vaticano Segundo. Su objetivo fundamental es instrumentalizar la religión con fines políticos; es decir, no es la conquista de almas per se lo que interesa, sino el ganar espacios dentro del Estado y de sus instituciones. Por eso, el proyecto del neointegrismo no solo requiere ganar adeptos para sus organizaciones, sino también que el Estado respete, asuma y convierta en política pública las consecuencias normativas de sus dogmas. Es decir, que las normas legales y las políticas públicas reflejen el sustrato moral de sus posiciones. 

De esta forma, empiezan a involucrarse en la política electoral y a ocupar puestos en los diferentes espacios de toma de decisiones. Convertidos en fuerzas político-religiosas demandan compromisos de los gobernantes para defender e implementar las acciones que les interesan a cambio de su respaldo ideológico, que puede ser interpretado por el pueblo creyente y necesitado de fe como un respaldo “divino”. Así, avanzan al mismo tiempo una agenda conservadora en el terreno valórico y una agenda neoliberal en el terreno de las políticas económicas y sociales. 

La creciente cercanía de los gobiernos de la región con los grupos religiosos no solo ha debilitado el carácter secular de los Estados, sino que se convierte en un impedimento directo para el avance de las propuestas feministas. De hecho, en todos los países de la región –independientemente de si los gobiernos son de derecha o de izquierda– se han establecido alianzas entre los gobiernos y las jerarquías religiosas para prevenir el avance de la agenda feminista, principalmente en lo concerniente a los derechos sexuales y reproductivos. Desde esas alianzas se promueve también la defensa de la familia tradicional como supuesta “unidad natural”, así como el orden tradicional de género que fomenta y reproduce el dominio de los hombres y la subordinación de las mujeres. 

Esta combinación de factores lleva también aparejados un incremento del militarismo y del autoritarismo en los diferentes niveles de la vida, lo que incrementa todas las formas de violencia: la violencia económica en la forma de explotación laboral, precariedad, hambre y despojo; la violencia social y criminal con la proliferación de los negocios ilícitos como el tráfico de drogas, de armas y de personas con fines de explotación laboral y sexual; la violencia contra las mujeres y las niñas, como resultado del reforzamiento de las ideologías sobre la subordinación de las mujeres y sobre la masculinidad asociada a la violencia, al dominio y al honor; la violencia contra los pueblos y territorios indígenas como parte de las estrategias de apropiación y expropiación; y la violencia contra los cuerpos que no se ajustan al binarismo de género y a la heteronormatividad como resultado del reforzamiento de discursos sobre la inmutabilidad de los sexos y el desarrollo de la estrategia sobre la supuesta “ideología de género”. Asimismo, también se ha incrementado la violencia contra las y los dirigentes de organizaciones indígenas y campesinas que denuncian las prácticas de despojo, contra periodistas y contra dirigentes de otras organizaciones sociales. Finalmente, las personas jóvenes de la región, sin mayores expectativas de futuros promisorios,se ven atrapadas en las dinámicas letales de los negocios ilícitos y de la venganza, lo que termina produciendo altas tasas de mortalidad para esa población en algunas comunidades. 

En resumen, esa combinación de fenómenos termina construyendo un nuevo espacio-tiempo hegemónico caracterizado por la ruptura de los lazos sociales, por el dominio de poderes de facto que incluso usurpan las potestades de los Estados y ejercen violencia indiscriminadamente, y por la deshumanización y la devaluación extrema de la vida. Es decir, esta combinación de fenómenos lleva a al rompimiento del tabú contra la práctica de formas extremas de crueldad y facilita la instalación de la necropolítica de la cual hablábamos al inicio.

MONTSERRAT SAGOT

 Tomado del libro de Camilo Retana Cartografías de género


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miércoles, 10 de mayo de 2023

"Desechabilidad” de las mujeres 1/4


 Traemos estas reflexiones de nuestra admirada Montserrat Sagot con la idea de abrir nuestro campo de miras a la realidad que viven nuestras hermanas en otros países :

 En Centroamérica estamos viviendo en un contexto de instrumentalización de la existencia humana y “desechabilidad” de muchos cuerpos femeninos, feminizados y de otros cuerpos subalternos. Este contexto se ha generado como resultado de varios factores. En primer lugar, la transición a la democracia en Centroamérica, después de una larga historia de dominación colonial, desigualdad, racismo y la intervención directa de los Estados Unidos, fue incompleta y restringida. Si bien durante las décadas del ochenta y noventa se firmaron Acuerdos de Paz que pusieron fin a la guerra y a la represión, esos acuerdos no modificaron las condiciones que habían originado los conflictos armados. Asimismo, el proceso de democratización rápidamente se combinó con la  implementación de políticas neoliberales que contribuyeron a profundizar las históricas asimetrías y desigualdades. 

Como resultado, varios países de la región están entre los más desiguales del mundo y tienen altas tasas de pobreza. Según datos de la CEPAL, el 55 % de la población de Centroamérica vive en la pobreza y el 30 % en la pobreza extrema. Las personas más afectadas por la pobreza son las mujeres, las niñas y los niños. En Guatemala, según la Organización Panamericana de la Salud, el 60 % de los niños y niñas de las áreas rurales padecen desnutrición crónica, la que tiene efectos irreversibles, y el 51 % de los niños menores de un año de las áreas rurales de El Salvador padecen anemia debido a la deficiencia de hierro. En algunas zonas de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua las personas se están literalmente empequeñeciendo como resultado de la desnutrición y del hambre. Incluso en Costa Rica, ya desde antes de la crisis del COVID-19, el 10 % de la población pasaba hambre todos los días. 

Según lo demuestran muchos estudios, en las regiones donde se han implementado políticas neoliberales de forma descarnada, lo que ha generado explotación, pobreza, hambre, deterioro de los servicios sociales, proliferación de negocios ilícitos, como tráfico de drogas y de personas, así como autoritarismo e impunidad, hay también una gran propensión a la construcción de ambientes sumamente violentos. Algunas autoras, como Verónica Schild, incluso hablan de una remasculinización o hipermasculinización del Estado y la sociedad como resultado de la operación irrestricta de las ideologías del mercado. 

En ese sentido, Centroamérica es también una de las regiones más violentas del mundo, fuera de una zona de guerra abierta, con países como El Salvador, Honduras y Guatemala presentando algunas de las tasas de homicidios más altas. Como resultado de este proceso letal de grandes proporciones, varios de los países de la región también tienen las tasas de femicidios más altas. El Salvador tiene la tasa más alta del planeta de homicidios de mujeres. Amnistía 49 Neoliberalismo, poder y feminismos. Montserrat Sagot y la crítica de la opresión Internacional ha definido a El Salvador como uno de los lugares más peligrosos para las mujeres.

 Guatemala y Honduras también están entre los diez países con las tasas más altas de homicidios de mujeres. De hecho, como tendencia regional, los homicidios de mujeres se han incrementado a una tasa mayor que la de los hombres en los últimos años. 

Los femicidios y la violencia contra las mujeres en general son también factores que impulsan la migración hacia los Estados Unidos, lo que implica embarcarse en lo que ya se considera una de las travesías más peligrosas del planeta. En ese sentido, la desigualdad, la pobreza, el hambre y los altos niveles de violencia continúan generando las condiciones para la migración forzada, lo que incrementa los riesgos de muerte para las mujeres de la región.

 El neoliberalismo también trae aparejados un incremento del autoritarismo en todas sus formas, del militarismo, de la exclusión, del racismo, del sexismo, rupturas profundas en el tejido social, la pérdida del sentido de solidaridad y de comunidad. Los Estados también contribuyen al incremento de la violencia con sus “guerras contra las drogas”, aumento de la militarización y políticas de “mano dura”, las que terminan siendo guerras contra las mujeres y contra otros grupos excluidos. 

Asimismo, el neoliberalismo tiene un efecto sociocultural y es el reforzamiento de las normas sociales que justifican en los hombres un sentido de posesión sobre las mujeres. En respuesta a la precariedad y a la exclusión, en muchas comunidades se refuerzan los tradicionalismos de género, los fundamentalismos religiosos y la valoración positiva de la sumisión de las mujeres y de la masculinidad agresiva y autoritaria. La interconexión de las ideologías del mercado con estas normas y roles tradicionales de género construye una fuerte tendencia para que las mujeres sean definidas como posesiones, como trofeos, como objetos de placer o como mercancías, lo que abre muchas oportunidades para la explotación y la violencia. 

En estos contextos, los femicidios y los asesinatos de personas de grupos históricamente excluidos no son anomalías sociales o  eventos extraordinarios. Son, más bien, parte sustantiva de la lógica de control social al transformarse en un discurso punitivo y una práctica disciplinaria y ejemplarizante. El femicidio es, por tanto, una marca distintiva –la final– de los cuerpos que han vivido múltiples formas de desigualdad e injusticias. Los cuerpos de las mujeres asesinadas son entonces el resultado concreto de los múltiples sistemas de desigualdad, generados por la historia, la economía, la política, el sexismo y el racismo de la región, que terminan produciendo ese contexto de “desechabilidad” de mujeres.

MONTSERRAT SAGOT

 Tomado del libro de Camilo Retana Cartografías de género


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domingo, 7 de mayo de 2023

Hablando de mercados, cocinas, chefs e igualdad de género



El veinte aniversario de la publicación del libro: Mercado de Barceló, de la inolvidable escritora española Almudena Grandes, me hizo recordar los populares mercados y tianguis que todavía existen en México, y que son todo un mundo vibrante de colores, sabores, aromas, texturas y sonidos; vida que renace cada mañana al rayar el sol sobre sus largas hileras de variados y adornados puestos de flores, frutas y verduras de temporada, sin faltar carnes frescas, tortillerías, antojitos y fondas económicas de comida corrida, entre muchas otras vendimias.


La evocación de estos efervescentes lugares me llevó a pensar en la historia de las mujeres, en las compras del mandado, en las cocinas y el acto o mejor dicho el arte de cocinar, espacios y actividades en donde tradicionalmente ellas han sido reconocidas y declaradas desde siempre las indiscutibles reinas, dueñas, amas y señoras del sabor, y aunque las mujeres son el 98% de las que cocinan en el ámbito doméstico, paradójicamente en la industria gastronómica y hostelera son los hombres quienes están a la cabeza en oportunidades, reconocimientos y salarios, por ejemplo: las mujeres chefs ganan un 28% menos que sus colegas hombres, y en propuestas para el menú las de ellos van primero,

"La mujer está a la altura del hombre en técnica, pero históricamente nos han apartado” dice y dice bien la chef y empresaria española Begoña Fraire.

Sin embargo, a pesar de esta verdad histórica el empeño y talento femenino siempre han sabido abrirse paso, baste recordar que la primera persona en recibir seis estrellas Michelin fue la chef francesa Eugenie Brazier en 1933.

Otra exitosa chef francesa en la actualidad es Dominique Crenn, del restaurante tri estrellado Atelier Crenn en San Francisco, CA., quien además de su talento culinario es una acérrima defensora de la igualdad de género.

Y si de mujeres revolucionando el mundo del buen comer se trata, es imposible no hablar de la chef mexicana Elena Reygadas quien a sus 46 años acaba de recibir el premio a la mejor chef del mundo 2023, anunciado recientemente por la lista The World’s 50 Best Restaurants.

Y ni qué decir de Doña Angela y del éxito sin precedentes que ha logrado tener esta abuelita mexicana, en el top de canales de cocina más vistos en YouTube con su canal: De mi Rancho a tu Cocina, en el cual esta sencilla mujer michoacana comparte y prepara simples y exquisitas recetas de la comida tradicional de su país desde su teléfono celular, contando hasta ahora con más cuatro millones de suscriptores.

Si bien es cierto que la capacidad de las mujeres en la alta cocina está siendo cada vez más reconocida a nivel internacional, también lo es que aunque todavía queda mucho por deconstruir, la verdad es cada día un mayor número de chefs hombres y manejadores de restaurantes y hostelerías de prestigio, apoyan y promueven la igualdad gastronómica incluyéndolas en sus equipos de trabajo, impulsando su crecimiento tratando de eliminar prejuicios y estereotipos, animando así a sus colegas masculinos a unirse al cambio.

Esta paulatina transformación masculina es algo positivo para todos, “Los estudios muestran que los equipos mixtos son 40% más creativos y rentables” afirma la afamada periodista gastronómica, escritora y activista feminista francesa Maria Canabal.

Un magnífico ejemplo de esto es Rafael G. Macedo, un joven y talentoso chef americano de ascendencia mexicana quien desde sus inicios gastronómicos en Morris Inn, University Notre Dame SB, IN., y posteriormente en The Claremont Hotel, Berkeley CA., ha valorado y promovido el trabajo de las mujeres en la alta cocina, con una gran y permanente congruencia entre su éxito profesional y su vida personal a favor siempre de la igualdad entre ambos sexos.

Actualmente como Chef principal de “Paula Leduc Fine Catering” Emeryville, CA., Rafael comenta: “Ahora trabajo con 17 mujeres y 9 hombres. Me gusta mucho porque no hay tanto orgullo machista. Todos se llevan bien y nos apoyamos mucho con el trabajo y emocionalmente también. Además he notado que en cocinas que tienen más mujeres que hombres, siempre hay menos problemas. Cuando son casi todos hombres y pocas mujeres, hay más conflictos y drama. Pero en términos de talento para cocinar, los dos lo hacen igual de bien. Creo que el talento culinario no tiene género”


Todo este mundo de los alimentos y las alquímicas manos que los preparan ya sea en una modesta cocina casera o en la de un lujoso restaurante, llevan mi mente de regreso a los tianguis y mercados con su olor a frutas dulces, cilantro fresco, verduras y aromático epazote, pudiéndolos concebir desde una nueva y quizá un tanto utópica mirada, como espacios de igualdad en donde cualquier día se puede ver haciendo sus compras lo mismo a mujeres que a hombres, amas de casa, cocineros, cocineras y chefs compartiendo un sólo fin, obtener los mejores ingredientes para hacer su amorosa magia en la cocina, y darle placer a paladares propios y ajenos, en ese sublime acto que es comprar cocinar y alimentar, ese dar que va más allá de las cuestiones de género!


Galilea Libertad Fausto


Créditos de la imagen a quien corresponda.
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jueves, 4 de mayo de 2023

La inclusión de las mujeres en los contenidos educativos: Women’s Legacy

 

Trabajo realizado por En de iluminadora en el Beato de Girona en el siglo x 

Ante el borrado de los aportes de las mujeres en todos los campos de nuestra historia  ha surgido un precioso proyecto educativo que pretende sacar a la luz a esas mujeres olvidadas, que no inexistentes .  El proyecto Women’s Legacy  pretende recuperar las contribuciones culturales de las mujeres e incluirlas en el lugar que les corresponde en los materiales educativo para reconocer su papel de sujeto protagonista de la cultura y de la historia y restituir a ellas su valor social y a todas las personas el patrimonio cultural que se nos ha escondido.

El proyecto Women’s Legacy desarrollará cinco recursos digitales de acceso libre y gratuito para facilitar la inclusión de las mujeres en los contenidos educativos.





Para nosotras ha sido de gran utilidad al tratar de investigar sobre En o Ende una ilustradora que en 975 ilumino en Tábara, provincia de Zamora , el precioso códice llamado el Beato de Girona por encontrarse en la catedral de dicha ciudad ,al que corresponde la primera imagen que presentamos.

El proyecto nos aporta bibliografía , entronque histórico ,y nos añade links donde ampliar información sobre la mujer buscada. Significa un toque de atención al mundo editorial de libros de texto que no ha revisado con enfoque de género su trabajo. 




 Se han unido entidades de España, Escocia, Lituania e Italia lideradas por la Conselleria de Educación, Cultura y Deporte de la Generalitat Valenciana, asociadas bajo la modalidad KA201 de Asociaciones estratégicas de desarrollo e innovación y con financiación del programa europeo Erasmus+ aportando un material de obligado conocimiento para todo enseñante.


El proyecto Women’s Legacy está coordinado por la investigadora y profesora Ana López Navajas y pretende dar respuesta a una necesidad europea común.

 Su misión es :

Ofrecer instrumentos de intervención didáctica que faciliten la inclusión de referentes femeninas y sus contribuciones en los contenidos educativos europeos. Recursos en línea, en abierto y accesibles, que servirán para corregir la visión androcéntrica de la cultura transmitida mediante los sistemas educativos.

 Su visión es :

Provocar un cambio decisivo en la transmisión de la cultura en las aulas que restituya el legado cultural e histórico de las mujeres y les otorgue el protagonismo social que siempre han tenido, con el propósito de construir una cultura verdaderamente universal y contribuir, desde la base, a la erradicación de las desigualdades de género.

https://womenslegacyproject.eu/es/home/

http://arte.womenslegacyproject.eu/catalog/154?locale=es

http://www.heroinas.net/2023/05/ende-iluminadora-primera-artista.html

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