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lunes, 27 de febrero de 2023

La boda de Rosa

 

Nunca es tarde para hacer un alto en el camino y preguntarse que haces tú con el mandato de cuidadora que se te ha asignado. Esta película que ahora se puede ver en abierto en rtve te hará  seguramente reír, llorar y pensar. 

 Te proponemos que dediques un rato a La boda de Rosa dirigida por Icíar Bollaín y que ganó muchos premios en 2020. 

Nos la resumen así : 

A punto de cumplir 45, Rosa se da cuenta de que ha vivido siempre para los demás y decide marcharse, dejarlo todo y apretar el botón nuclear. Quiere tomar las riendas de su vida y cumplir el sueño de tener un negocio propio. Pero pronto descubrirá que su padre, sus hermanos y su hija tienen otros planes, y que cambiar de vida no es tan sencillo si no está en el guion familiar.

Y gano estos premios :

2020: Premios Goya: Mejor actriz sec. (Poza) y canción. 8 nominaciones

2020: Festival de Málaga: Premio Especial del Jurado y mejor actriz sec. (Poza)

2020: Premios Forqué: Nominada a mejor película, actriz y Cine en Educación y valores

2020: Premios Feroz: Mejor comedia. 9 nominaciones

2020: Premios Gaudí: Mejor actriz (Candela Peña)

2021: Premios Platino: Mejor actriz (Peña) y actriz reparto (Poza)



Esperamos que nos cuentes tu opinión y disfrutes también de la preciosa canción de nuestra admirada Rozalén. 

https://www.rtve.es/play/videos/somos-cine/boda-rosa/6626262/

https://www.filmaffinity.com/es/film667484.html

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sábado, 25 de febrero de 2023

Lo que es y lo que no es la depresión en las mujeres


 Las mujeres hemos sido tachadas de ser débiles, emocionalmente inestables, sumamente propensas a la histeria y a la locura. Esta ha sido la idea estereotipada que de nosotras se ha tenido culturalmente a través de la historia.

Todavía hasta el siglo XIX y principios del siglo XX la mujer que mostrara tristeza profunda, desesperación o enojo, era considerada como histérica y mentalmente perturbada, incluso la menstruación no sólo era vista como algo sucio de lo cual nos deberíamos avergonzar, sino también, como un castigo divino que en cualquier momento podría provocarnos la pérdida total de la razón.

En la ciudad de México en el año 1700 se instaló el primer hospital psiquiátrico en América exclusivo para mujeres, donde eran internadas, encerradas y olvidadas para siempre por sus familiares tan sólo por el hecho de sufrir lo que hoy conocemos como estrés, ansiedad y depresión.

Tal vez nuestra madre, una hermana, alguna amiga o incluso nosotras mismas hemos vivido la terrible experiencia de la depresión, esa sensación de inmovilidad emocional en la que nos parece que el mundo gira sin nosotras, en la que sólo lo vemos pasar rutinariamente, pasmosamente, indiferente y sin sonido,  sin ni siquiera percatarse de que estamos ahí, solitarias en esa devastadora sensación de que nuestra realidad en ese momento nos hace miserablemente invisibles a los ojos de los demás.

La depresión no es una simple y pasajera tristeza, es un hoyo negro en el universo de quien la padece que le mantiene perdido y anclado en el pasado, en duelos permanentes, por una o más pérdidas no superadas, o por causas en su presente que no logra asimilar y en muchos otros casos sin que exista una razón aparente para ese profundo dolor, sufrimiento, apatía y enorme falta de esperanza.

Quiero hacer énfasis en la depresión pos parto de la que cada vez es más común escuchar, por desgracia muy a menudo oímos en las noticias o dentro de nuestro entorno comunitario, incluso familiar, casos de mujeres intentando o logrando suicidarse, esto (en la mayoría de los casos) después de haber terminado con la vida de sus propios hijos precisamente a causa de la tantas veces ignorada o mal atendida depresión posparto.

Recientemente una joven madre y yo hablábamos acerca de este doloroso tema mientras desayunábamos juntas, …”me doy cuenta de que la gente no se toma en serio la depresión que muchas  sufrimos cuando estamos embarazadas y/o después de tener un bebé, lo minimizan como si sólo fueran “ideas, cosas  y exageraciones locas de las mujeres” de las que no hay porqué preocuparse”…dijo visiblemente conmovida tanto por su propia experiencia como la de otras madres cercanas a ella, a lo cual añadió: “no creo que la gente entiende lo terrible angustiante desesperante desgastante e incapacitante que es sentirse así!”…

El romanticismo del que se ha envuelto a la maternidad desde las primeras décadas del siglo XX y especialmente en la era de la posguerra, dando por hecho que todas las mujeres son inmensamente felices desde el momento de la concepción, durante el embarazo y después del parto, a sido uno los motivos de mayor influencia en el retraso en el conocimiento, investigación, prevención y tratamiento de este trastorno de la salud mental-afectiva de las mujeres, que no comenzó a ser medianamente reconocido y deficientemente atendido hasta finales de los ochenta del siglo pasado.

La depresión es una de las causas de mayor discapacidad en las mujeres y en el caso particular de la depresión posparto, está afecta a un 56% de las mujeres latinas en México y Estados Unidos, con un porcentaje a nivel global de un 15% y de un 20% en las zonas de pobreza de acuerdo con informes de la Organización Mundial de la Salud y de la Organización Panamericana de la Salud, estas cifras son ya de por si realmente alarmantes, pero igual o peor es el hecho de que se le siga restando importancia a este terrible padecimiento, lo cual suele suceder tanto dentro de la propia familia como en la sociedad en general.

La Organización Mundial de la Salud dictamina que los pasos para prevenir y atender la depresión pos parto son: la integración de programas de atención de salud mental durante el embarazo, la sensibilización y capacitación del personal médico, terapia individual y grupos de apoyo (antes y después del parto), además de brindar toda la información necesaria que las pacientes y sus familiares necesiten.

(Cabe mencionar que la depresión no es exclusivamente un padecimiento femenino, aunque el porcentaje es mucho mayor en mujeres que en hombres (4 a 1), no obstante, la OMS calcula que para el 2030 la depresión será la causa mayor de discapacidad en la población en general a nivel mundial).

El sufrir de un alto estrés, ataques de ansiedad o depresión constante no nos convierte en unas “locas de atar” como todavía dicen por ahí pero, lo que si es verdadero y necesario es que entendamos  sin miedo, sin sentir vergüenza, y sin prejuicios, que son padecimientos de salud emocional y mental que requieren que los tomemos en serio, y que reconozcamos que necesitamos de inmediata atención médica y psicológica.

La depresión es algo que nos lastima profundamente y nos altera la percepción que tenemos de nosotras mismas, del mundo que nos rodea, del presente y del futuro.

Ya sea que nosotras o que alguien cercana esté sufriendo algún tipo de depresión (reactiva, por estrés, hereditaria, pos parto o química), debemos estar seguras de que existe ayuda para cada caso, no tenemos que acostumbrarnos ni resignarnos a padecer, el estrés, la ansiedad y la depresión no tienen porqué ser parte de nuestra rutina diaria.

Si bien es cierto que la sociedad actual ha popularizado y normalizado estos padecimientos haciéndolos parecer más un asunto de moda que un problema grave de salud, también lo es que debemos asumir la responsabilidad de nuestro propio bienestar y darle la seriedad y la importancia que requiere, buscando la ayuda profesional que necesitamos para poder sanar y recuperar el control de nuestra vida.

El amor, la comprensión, la paciencia, el acompañamiento y el apoyo de la familia, amistades y allegados es indispensable para lograr la recuperación,  por lo mismo es necesario que como sociedad entendamos que la depresión no es flojera, no es necedad, no es negatividad a propósito, ni tampoco es falta de carácter o voluntad propia para vencerla y salir adelante, no son ideas, tonterías, locuras o pretextos que las mujeres ponen para holgazanear como a menudo se les acusa.

Los diferentes tipos de depresión que padecemos tanto hombres como mujeres son reales, y son una enfermedad que necesita de tratamiento médico y psicológico además de apoyo emocional y espiritual URGENTE!

Galilea Libertad Fausto 

Créditos de la ilustración: 123RF 

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viernes, 24 de febrero de 2023

Escuchamos a la Articulación Feminista de Nicaragua



 

 Compartimos comunicado frente a las violaciones de derechos humanos perpetradas por el régimen OrtegaMurillo   y le damos nuestro apoyo . 
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miércoles, 15 de febrero de 2023

Ser mujer es ...


 "Ser mujer es haber nacido como hembra de la especie humana. Es cuerpo, es biología, es naturaleza. Es sexo. El sexo no es ni bueno ni malo, es una realidad material. Pero en base a él se construye el género que nos oprime. Ese “llegar a ser mujer” patriarcal supone que:

Ser mujer es que mutilen tu cuerpo, desde agujeros en las orejas hasta la horrenda y criminal ablación del clítoris.

Ser mujer es que se ejerza un férreo control sobre tus capacidades sexuales y reproductivas.

Ser mujer es que te enseñen a avergonzarte de tu cuerpo, de necesitar arreglarlo porque parece que nacemos estropeadas de saber que tenemos una fecha de envasado cada vez más temprana y una fecha de caducidad cada vez más corta.

Ser mujer es haber recibido una educación formal e informal destinada a inferiorizarnos, someternos sexual (para uno o para muchos, según la suerte que hayas tenido) y reproductivamente. 

Ser mujer es que nos hipersexualicen para cosificarnos y reducirnos a objetos que sólo sirven para satisfacer la sexualidad de los hombres.

Ser mujer es que apelen a nuestra naturaleza sexual, pero seamos nosotras las que debemos ser racionales y ponernos velo o ser recatadas para no soltar a la bestia que los hombres, tan racionales ellos, llevan dentro.

Ser mujer es que te conviertan en objeto pornográfico donde todo cabe: humillación, violencia, violación y asesinato, y que tengamos que fingir que eso nos gusta cuando es a ellos a quien complace vejarnos y violentarnos de todas las maneras imaginables e inimaginables.

Ser mujer es que llevemos sobre nuestros hombros el honor de la familia y muramos o nos maten para salvaguardarlo. 

Ser mujer es que nos hayan metido en el ADN que vivimos para otros, que hacemos trabajos gratis por amor, que el amor todo lo puede, aunque acabe haciéndonos daño o matándonos.

Ser mujer es que nos traten con condescendencia cuando no con desprecio.

Ser mujer es soportar todo tipo de violencia masculina si osamos traspasar cualquiera de los límites que el Patriarcado nos impone.

Ser mujer es que haya espacios y tiempos que no nos pertenecen porque son peligrosos para nosotras. 

Ser mujer es que nuestra seguridad, nuestra integridad y nuestra vida no estén nunca suficientemente garantizadas. Tanto si denunciamos (y entonces nos revictimizan) como si no denunciamos.

Ser mujer es que nos contraten menos. Si somos jóvenes porque estamos en edad fértil y si somos mayores por serlo. 

Ser mujer es poseer el 1% de la tierra mientras que los hombres poseen el 99%.

Ser mujer es que nos remuneren menos por igual trabajo que los hombres. 

Ser mujer es conocer de suelos pegajosos y techos de cristal. 

Ser mujer es realizar gratuitamente la labor más valiosa de cualquier país: Gestar, criar y cuidar a su ciudadanía… y como premio, nos reduzcan la pensión por haber tenido que renunciar a ascensos o a una jornada completa o, incluso, renunciar al trabajo.

Ser mujer es que nos desprecien, acosen, marginen, nieguen, oculten o arrebaten nuestros méritos.

Ser mujer es necesitar cuotas para que no se sigan negando nuestros méritos. Porque si no existieran las cuotas, los hombres seguirían teniendo el 100% de todo. Lo que nunca, por cierto, les ha parecido abusivo.

Ser mujer es que te esperen callada porque si hablas serás ignorada, acusada de manipuladora o de mentirosa. Y si hablas bien, es esperar que se apropien de tus palabras y de tus ideas.

Ser mujer es que te invisibilicen en el lenguaje y no tener derecho a ser nombradas porque “ya estamos incluidas en el masculino” que es el genérico por votación popular…entre los hombres. 

Ser mujer es aceptar que todos los colectivos discriminados son cosa nuestra, con la peculiaridad de que luchar contra nuestra opresión es permanentemente relegado, para dar prioridad a esos colectivos que jamás priorizan nuestros intereses frente a los suyos.

Ser mujer es ver con tristeza la traición de mujeres -tan alienadas por el patriarcado- que se creen sus mentiras, y que se sienten pagadas con una palmadita en la espalda, sin percatarse de que se las desprecia incluso más que a quienes luchamos contra su opresión.

Ser mujer es ver cómo al romperse el matrimonio, las instituciones se inventan todo tipo de falsos síndromes para consolidar la creencia de que mentimos o manipulamos (los hombres, en cambio, se ve que son seres de luz y no mienten ni manipulan nunca) y arrebatarnos a nuestra descendencia para favorecer a padres descuidados mientras hubo convivencia y que de repente tienen el “síndrome de la paternidad sobrevenida” para vengarse o para ahorrarse la pensión. 

Ser mujer es ver cómo la justicia habla del interés superior de los y las menores, pero en realidad aplica el interés superior de los hombres.

Ser mujer es ser consciente de que la justicia es menos justicia para nosotras.

TODO ESO ES GÉNERO.

Y EL FEMINISMO es el movimiento revolucionario pacífico que se posiciona en contra de todas estas injusticias patriarcales que he relatado y otras tantas que podrían añadirse.

Y por eso no hace falta dar carnets de feminista. Porque es feminista quien reclama la abolición del género opresor, el fin de la explotación sexual y reproductiva, los derechos humanos de las mujeres, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en todos los órdenes (civil, laboral, económico, social, familiar...), nuestra dignidad y EL RESPETO que merecemos, que no es ni un ápice menos que el que merecen los hombres. Y nada para el feminismo debe ser más importante que todo esto. Esa es nuestra agenda. 

RETROCEDER, NI PARA COGER IMPULSO!"

Amparo Mañés Barbé:

Imagen de cuadro las bañistas del Duero  alterado por su autora Delhy Tejero

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viernes, 10 de febrero de 2023

Yo aborté en el 82.

 

Lo he contado muchas veces pero repetiré. Yo aborté en el 82. La opción era ir a alguna casa y correr el riesgo de desangrarse en una cocina sin asepsia por 15.000 ptas. o ir a Londres por 30.000 ptas. Había otras opciones, claro. Una clínica en la esquina de la calle Lealtad de Santander (calle céntrica para quien no conozca) que te ingresaban en habitación lujosa, con flores frescas e intimidad y te intervenían. El jefe de la clínica era un señor muy franquista en cuyo despacho lucía la foto de Franco y un Cristo crucificado. Las niñas pijas santanderinas recurrían a él. La intervención costaba 60.000 ptas. 

Lo de  Londres, con vuelo, estancia en hotel e intervención costaba 30.000ptas. ya les dije. Les doy los precios para que comparen.

Junté mis escuetos ahorros, y algo que aportaron amigos y tomé un vuelo en Sondika. Sola, jamás había salido de España. El miedo era largo, la desesperación mucho más, por tanto marché a la desesperada.

Mi primera sorpresa fue ver un Boeing 748 lleno de mujeres. Seríamos más de 200, pensé que era extraño que solo había mujeres, porque la única que abortaba era yo. Pensaba, ingenua. Al llegar al aeropuerto sufrí la humillación de ser tratada como ganado. Ganado barato que va a abortar. No pertenecíamos a la CEE, y éramos abortantes de un país de tercera.

Subimos a autobuses, todas y más. Cada día llegaban varios aviones con un cargamento de mujeres que, como yo, volaban solas, con el mismo miedo para hacer algo que no nos dejaban en nuestro país. Era nuestro cuerpo pero no nos dejaban decidir.

Miles, cientos de miles, reuníamos el dinero para no morir en una cocina destartalada y poder abortar en una clínica saludable. Nos atendían con respeto, con mucho cariño. Y nos sorprendía, saben. Nos sorprendía porque aquí nos convencieron que éramos apestadas pecadoras.

Me ayudaron mujeres. La Librería de mujeres de Madrid, a quien no agradeceré bastante su apoyo. Feministas de Santander que se jugaban la cárcel para informarnos y darnos apoyo. Antes de que se inventara la palabra sororidad yo la experimenté un mes de febrero del año 1982.

Ahora se vuelven a levantar voces que quieren  tornar a lo mismo. A las clínicas de lujo con crucificado en pared y poca vergüenza, porque como hoy le decía a un amigo, las ricas jamás pecan. Las/os ricas pagan y con eso lavan la afrenta. Lo hacían en la guerra de África con las levas...quien pagaba no iba a la guerra. Con el aborto era igual. Si tenías dinero abortabas. Porque, ya les digo, las ricas no pecan, las ricas pagan a ginecólogos malvados con despachos de cruz en la pared.

María Toca Cañedo.


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