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miércoles, 31 de agosto de 2022

Instauración del patriarcado capitalista: la guerra contra las mujeres y establecimiento de la violencia como una herramienta política de disciplinamiento





En Calibán y la bruja, Silvia Federici (2015) devela que una de las estrategias fundamentales de consolidación del patriarcado en el sistema capitalista fue la guerra contra las mujeres, misma que tuvo varias expresiones violentas en el proceso de transición al capitalismo. La caza de brujas es una de las expresiones más importantes del intento por degradar, demonizar y destruir el poder social de las mujeres y por construir nuevos ideales “burgueses de feminidad y domesticidad” (2015: 256). 

Para ella, en la transición al capitalismo a través de la cacería de brujas y otros mecanismos violentos usados contra las mujeres, se instaura una nueva disciplina sobre su cuerpo y su vida. Esta despoja a las mujeres de toda autonomía y las condena a depender de los hombres económicamente y a realizar trabajo gratuito para ellos1 . La expropiación se realiza en términos laborales como reproductivos e instaura la sumisión al poder de los hombres, mediante una serie de estructuras2 y discursos denigrantes3 . Ambos generaron un orden sociopolítico y una categorización jerárquica de las personas según sus marcas corporales, donde las mujeres4 , su trabajo, su inteligencia son considerados inferiores y su cuerpo, un objeto de instrumentalización. Federici (2015) describe muy bien este proceso, como uno sistemático de cercamiento, despojo, expropiación, devaluación, degradación y violencia, realizado de forma consciente y pública por los gobiernos. 

Esta estrategia generó las bases económicas sobre las cuales las instituciones mencionadas -el matrimonio, la heterosexualidad, la monogamia y la familia nuclear reproductora- se convirtieron en las únicas opciones para que las mujeres pudiéramos sobrevivir. 

El matrimonio era visto como la verdadera carrera para una mujer hasta tal punto se daba por sentado la incapacidad de las mujeres para mantenerse que, cuando una mujer soltera llegaba a un pueblo, se la expulsaba incluso si ganaba un salario (Federici, 2015: 143). 

Se forjó una nueva división sexual del trabajo o, mejor dicho, un nuevo “contrato sexual”, siguiendo a Carol Pateman (1995), que definía a las mujeres -madres, esposas, hijas, viudas- en términos que ocultaban su condición de trabajadoras, mientras que daba a los hombres libre acceso a los cuerpos de las mujeres, a su trabajo y a los cuerpos y el trabajo de sus hijos (Federici, 2015: 145). 

Estas instituciones fueron consolidadas también a través de leyes que despojaron de derechos a las mujeres y que nos convirtieron en incapaces legales, ahondando la dependencia hacia los hombres. A esto se sumó toda la división de los espacios, que se expresó en la expulsión de las mujeres de los espacios públicos: se volvió peligroso caminar solas por la calle, sentarse en las aceras o ventanas. 

También se estigmatizaron las reuniones entre mujeres, se prohibió que viviéramos juntas solas sin hombres o que visitáramos a nuestras familias. Entonces, la familia nuclear reproductiva se convirtió en el único lugar legítimo para las mujeres, y la heterosexualidad, la única posibilidad económica: también se les prohibió vivir solas o con otras mujeres y, en el caso de las pobres, incluso ni con sus propias familias, ya que se suponía que no estarían controladas de forma adecuada. En definitiva, además de la devaluación económica y social, las mujeres experimentaron un proceso de infantilización legal (Federici, 2015:154


 Este régimen legal se acompañó de un discurso sobre la feminidad que planteaba la necesidad de vigilancia constante de las mujeres; nos consideraba emocionales, lujuriosas e incapaces de actuar de forma adecuada sin control masculino. Un discurso que veía a las mujeres como inferiores y deslegitimaba sus saberes, su cuerpo, su posibilidad reproductiva, su trabajo, su inteligencia y su sexualidad cuando no eran funcionales para los intereses institucionales. 

Fue a partir de todo esto que la violencia contra las mujeres tanto en el espacio público como privado fue legitimándose socialmente, como una herramienta para corregir a las “malas” y “desobedientes” mujeres y covertirlas. Así, la violencia feminicida, la violencia sexual, la violencia simbólica, el encarcelamiento, la penalización del aborto y la violencia de género se convirtieron en instrumentos que fueron y son usados de forma sistemática para disciplinar a las mujeres e imponerles este orden social. 

El castigo de la insubordinación femenina a la autoridad patriarcal fue evocado y celebrado (…) Mientras tanto, se introdujeron nuevas leyes y nuevas formas de tortura dirigidas a controlar el comportamiento de las mujeres dentro y fuera de la casa, lo que confirma (…) un proyecto político preciso que apuntaba a dejarlas sin autonomía ni poder social (Federici, 2015: 155). (…) 

la denigración literaria y cultural estaba al servicio de un proyecto de expropiación (…) el ataque librado contra las mujeres justificaba la apropiación de su trabajo por parte de los hombres y la criminalización de su control sobre la reproducción. Siempre, el precio de la resistencia era el exterminio (…) En el caso de las mujeres europeas, la caza de brujas jugó el papel principal en la construcción de su nueva función social y en la degradación de su identidad social (Federici, 2015: 156). 

La campaña del terror que acompañó este proceso en esa época fue la caza de brujas, que fue una estrategia de deshumanización femenina y que: 

justificó la represión, la persecución y la esclavitud (…) destruyó todo un mundo de prácticas femeninas, relaciones colectivas y sistemas de conocimiento que habían sido la base del poder de las mujeres (…) así como la condición necesaria para su resistencia en la lucha (…) (Federici, 2015: 157, 289). 

La caza de brujas fue una “guerra de clases” (Federici, 2015), un mecanismo del Estado para mermar el poder que las mujeres habían obtenido y las resistencias campesinas frente a la instauración de un nuevo modelo de Estado. En este sentido, instauró la sumisión de las mujeres a los hombres, pero también el control por parte del Estado de su cuerpo, sexualidad, posibilidad reproductiva y de trabajo, en tanto recursos económicos.

La caza de brujas en Europa fue un ataque a la resistencia que las mujeres opusieron a la difusión de las relaciones capitalistas y al poder que habían obtenido en virtud de su sexualidad, su control sobre la reproducción y su capacidad de curar (Federici, 2015: 233). 

Fue una herramienta política que permitió: 1. la legitimación de las formas de violencia más extremas con el objetivo de desaparecer grupos sociales y prácticas que se deseaban erradicar; 2. la persecución de las resistencias de las mujeres y las poblaciones y el desmoronamiento de la esperanza en la capacidad humana para transformar el mundo por fuera de la razón; 3. la destrucción de los tejidos comunitarios de solidaridad; 4. la instauración de una nueva forma de feminidad y 5. la instauración de instituciones sociales fundamentales para el capitalismo: heterosexualidad, familia nuclear procreadora, maternidad. Esto explica por qué fue utilizada de forma sistemática contra las mujeres de las clases populares, sus relaciones sociales-comunitarias y todas las implicaciones que tenían a nivel social. La caza de brujas fue una de las formas en que, a partir del terror, se rompieron los lazos comunitarios y se mermó el poder de resistencia al capitalismo. 

 Como brujas fueron juzgadas muchísimas mujeres y, a partir de este juzgamiento, se las fue disciplinando, para que cumplan el rol asignado en las instituciones patriarcales -capitalistas. Rompieron su posibilidad de control de la sexualidad, de control de la reproducción, de generación de lazos comunitarios (con hombres, pero espacialmente con otras mujeres), demonizaron las prácticas femeninas y destruyeron nuestros sistemas de pensamiento y saber. 

 De acuerdo con Federici (2015), uno de los principales objetivos de la caza de brujas era la instauración del control estatal de la producción de la fuerza de trabajo. Por ello, muchos procesos de juzgamiento a las brujas estuvieron fuertemente vinculados con el sexo no reproductivo, la criminalización de la anticoncepción, la expropiación a las mujeres de sus saberes y sus decisiones reproductivas: (…) 

Los crímenes reproductivos ocuparon un lugar prominente en los juicios. En el siglo XVII las brujas fueron acusadas de conspirar para destruir la potencia generativa de humanos y animales, de practicar abortos y de pertenecer a una secta infanticida dedicada a asesinar niños u ofrecerlos al Demonio. También en la imaginación popular, la bruja comenzó a ser asociada a la imagen de una vieja lujuriosa, hostil a la vida nueva, que se alimentaba de carne infantil o usaba los cuerpos de los niños para hacer sus pociones mágicas (…) (Federici, 2015: 247). 

El disciplinamiento y la apropiación por parte de los hombres y del Estado del cuerpo de las mujeres, como espacio privilegiado donde se han desplegado las técnicas y  las relaciones de poder en la transición al capitalismo, tuvo efectos terribles en la posición social de la mujer. Se desarrolló una condición estructural y sistemática de estas violencias dirigidas hacia las personas y cuerpos femeninos y feminizados, en “un orden ligado al sexismo y al pensamiento sexista” (hooks, 2017: 89). Esto fue impulsado por el Estado, como un proceso de ataque terrorista contra las mujeres y ha hecho que estos impactos se mantengan y se reproduzcan en el tiempo, generando importantes efectos en la subjetividad de las mujeres. 

 Una de sus consecuencias más importantes fue la instauración de “un nuevo modelo de feminidad: la mujer y esposa ideal -casta, pasiva, obediente, ahorrativa, de pocas palabras y siempre ocupada con sus tareas-”. Este prototipo generó las bases ideológicas para el sostenimiento de las instituciones patriarcales: el matrimonio, la heterosexualidad, la monogamia y la familia nuclear reproductora. Adicionalmente, originó la interiorización en la psique colectiva femenina de la sumisión5 y de los discursos que degradaban nuestro trabajo, nuestra capacidad, nuestra inteligencia, nuestros cuerpos, nuestra autonomía; nos llevó incluso a asumir y nombrar como producto de nuestra voluntad y nuestro deseo lo que nos fue impuesto: familias nucleares reproductoras, monogamia, heterosexualidad, maternidad, y sacrificio6


1 En esta época se desvalorizó el trabajo de las mujeres convirtiéndolo en no trabajo. En ese sentido, todas las productivas que realizaban las mujeres comenzaron a no tener valor. Así, por ejemplo, las actividades de cuidado (trabajo reproductivo) fueron consagradas como no productivas y, en los casos en que se pagaba, se lo hacía a los hombres, como parte de sus actividades. 

 2 Familia nuclear reproductiva, maternidad, heterosexualidad, monogamia, derecho, división sexual del trabajo, división de los espacios.

 3 Degradación de mujeres como seres humanos, degradación del trabajo de las mujeres. 

4 No pretendo reducir la jerarquización de las personas a las mujeres. Con Federici y otras teóricas feministas considero que el capitalismo en su jerarquización degrada también a muchos, muchas y muches otres sujetos sociales. No obstante, por los objetivos de este texto, me centraré en lo que sucede con las mujeres

5 Con esto no quiero decir que las mujeres no estuviéramos y no estemos en un constante proceso de resistencia. Las mujeres resistimos todos los días al patriarcado capitalista e inventamos formas de subvertirlo en la cotidianidad y la colectividad. Tampoco quiero plantear que no hubiera mujeres que rompieran estos esquemas ni que la organización colectiva de las mujeres no haya logrado subvertirlos y transformarlos. Pretendo mostrar únicamente cómo a partir de un proceso tan violento se instauraron estructuras sociales que posteriormente fueron resignificadas incluso por nosotras, pero que forman parte de la estructura que sostiene al patriarcado capitalista. Esto tampoco es una satanización de la familia, la heterosexualidad o la maternidad ni una premisa de que otras formas de vivir estas instituciones no son posibles; únicamente considero que, al ser instituciones estructurales, su vivencia individual privada, aunque sea muy diferente a la regla, no las afecta. Es necesario entonces pensar colectivamente cómo deconstruirlas en sus fundamentos opresivos. Además, deseo proponer que en esta época se generó un quiebre sobre lo que somos y debemos ser las mujeres, que durante siglos ha atravesado nuestra vivencia cotidiana de la vida, nuestra forma de construir relaciones y nuestros deseos. 

 6 En este punto considero que es necesario hacer una distinción entre la vivencia concreta que tenemos de cada una de estas instituciones y lo que implican en tanto estructuras de dominación para nosotras, las mujeres. En este texto, no pretendo analizar el deseo individual, personal o íntimo ni valorizar o jerarquizar los deseos desde un deber ser. Lo que busco es mostrar a la familia, la heterosexualidad, la maternidad también como instituciones desde las cuales se construye un deber ser femenino. Intento explicar que el deseo también es una construcción social muy fuerte cuando deviene de prácticas impositivas y violentas sobre nosotras y nuestros cuerpos que han durado cientos de años. Esto no hace que lo que deseemos sea menos legítimo, pero sí nos debe llevar a cuestionarnos cómo estas instituciones, que incluso podemos desear y vivir de forma diferente a la norma, aportan para reproducir y mantener un mundo patriarcal-capitalista. Considero que el reto está en pensar la forma de reestructurarlas desde lo colectivo para generar otro mundo posible. 


DE LA HOGUERA A LA CÁRCEL Criminalización de mujeres por aborto, parto y complicaciones obstétricas: un continuum de violencias y una nueva forma de cacería de brujas Ana Vera


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lunes, 29 de agosto de 2022

El no silencio de las mujeres

 


Durante milenios fuimos condenadas al mundo en el que se ve, se oye, se obedece y se calla, condenadas también al analfabetismo excluidas del lenguaje de los hombres, sin embargo, las mujeres siempre nos hemos comunicado y fortalecido entre nosotras, hemos hablado transmitido…trascendido, desafiando y venciendo la inexistencia y el silencio obligado desde la misma domesticidad que nos impusieron, hablando con la mirada cómplice que acompaña y guía, hablándonos contándonos expresándonos nuestro dolor para resurgir de entre las cenizas, hablando y creando fortalezas al cocinar, cantar, bailar, escribir, pintar y bordar.

Nuestras raíces y nuestras experiencias de la vida en cautiverio nos unen desde el principio de los tiempos, abuelas madres hijas hermanas tías y amigas, todas unidas por un vínculo invisible de historias compartidas, poseedoras de una memoria ancestral de testimonio y resistencia que nutre… que instruye…que prepara.

“Muchas veces la vi llorar,l lorar cuando cocinaba,cuando cantaba,cuando ponía café, es cierto, le pregunté por qué lloras tanto má? Y ella me decía, así, sin dejar de llorar: porque nosotras tenemos ríos adentro y a veces se nos salen, tus ríos aún no crecen, pero pronto lo harán.

Ahora lo comprendo todo, ahora tengo ríos en mí y en mis ojos.”

Nadia López poeta nuu savi de Oaxaca, México 


Cuando muere una lengua muere una parte de la humanidad, pero gracias a la tradición oral y escrita de mujeres guardianas creadoras y contadoras de historias, muchos  de nuestros tesoros y genealogías femeninas no sólo se han salvado, sino que son testimonio de nuestra capacidad de unión y resistencia, de la conciencia de la responsabilidad que tenemos con las que nos acompañan en el trayecto y con las otras que después vendrán.

Aunque ya en 1950 el secreto había empezado a salir a la luz, fue en 1995  que Yuang Huanyi  abrió el cofre completo para mostrárselo al mundo  en la conferencia mundial sobre la mujer, convocada por la Organización de las Naciones Unidas y llevada a cabo en Pekín.

Yuang Huanyi pequeña y anciana con los pies lastimados, deformados, cansados por una tradición  machista y cruelmente inhumana, fue el rostro y la voz de incontables generaciones de mujeres chinas que a lo largo de siglos de opresión, para acompañarse y fortalecerse se comunicaron en secreto mediante el nu shu, un lenguaje  de 600 caracteres inventado por sus ancestras entre 3000 y 1700 años atrás, y que hoy los expertos lo consideran único en el mundo por su asombrosa perfección y belleza.

Siento una gran emoción y orgullo femenino cuando imagino a todas esas mujeres extraordinarias, que ante la prohibición de poder aprender a leer y escribir crearon su propio alfabeto, una lengua secreta que plasmaban en abanicos, jarrones, lienzos,vestidos y prendas para protegerse del frío.

 Lo mismo me sucede cuando pienso en Yuang Huanyi que en el 95 tenía casi noventa años de edad, puedo verla estando ahí parada en aquella sede mundial, ofreciendo a la humanidad con orgullo y esperanza de preservación, el invaluable legado de sus antepasadas en unión con el suyo: lienzos, cartas, canciones, poemas y juramentos de amistad perpetua entre mujeres, todo escrito en nu shu que precisamente significa escritura de mujeres.


“Los hilos han estado escondidos durante miles de años. Los caminos han sido desgastados por los pies de aquellas que los anduvieron antes. Las historias fueron silenciadas. Las vidas olvidadas. Ahora el silencio se rompe; un coro se eleva. Las mujeres hablan…”

El tao de las mujeres (2010)

Galilea Libertad Fausto 


Créditos de la fotografía a quien corresponda.


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martes, 23 de agosto de 2022

@JUSTICIAPARAVIVI



Nos mantenemos vigilantes del accionar de los jueces, exigimos transparencia y mayor control en el cumplimiento de las condenas de los casos de femicidios para que se cumplan en los lugares legalmente asignados.

La justicia debe estar de lado de las víctimas de femicidio y de sus familias. Dejar en libertad a un femicida, cuya condena ha sido confirmada 2 veces, es un mensaje de impunidad por parte de la justicia. #JusticiaParaVivi 


Desde la página del Comite Provincial de Mujeres de Tungurahua escribimos sobre este terrible crimen  en 2014 y  ahora no podemos aceptar que la justicia tomé parte por el asesino, permitiendo que no cumpla una condena ratificada ya en dos ocasiones .  

Viviana Nuñez, joven de 23 años  casada con su victimario y con un hijito de cuatro años. Fue estrangulada el 21 de diciembre  de 2014 en Machala.
Ella estudiaba arquitectura en la Universidad Técnica de Ambato y él también había estudiado allí derecho . 
Visto desde fuera se trataría de una pareja normal, parece que  ni los padres de Vivi, habían detectado el problema de violencia de que era objeto. Pero según otras informaciones  se da la idea que habían como pareja caído en el ciclo de la violencia con peleas y perdones sucesivos que finalizaron con este terrible y doloroso desenlace que deja sembrado el dolor  a  su pequeño, familiares,  amigos y  sociedad en general .

Lo cierto es que la determinación y ensañamiento  que el asesino mostró matando a Vivi no la tuvo para suicidarse él. Hizo varios intentos que mostraron que valoraba su vida más que la vida de la que fue madre de su hija y compañera, aquella a la que según el mismo escribe, había amado y deseado mucho. Como hijo de una cultura machista y patriarcal debio entender que era legitimo el uso de la violencia y ahora simplemente pensará que se le fue la situación de las manos.

Situaciones como esta debería dar a toda la sociedad  un toque de atención  y  hacernos reflexionar sobre que las  origina y como esto se podría evitar .   
Una mirada desde el género y los derechos humanos nos indica que se requiere cambios profundos en los valores sociales y en los comportamientos de las personas- Para eso requerimos que la Academia y de todas las instituciones publicas se pongan a trabajar para frenar estas realidades.

Es muy triste ver como un acontecimiento tan doloroso, pasa desapercibido y nadie se posiciona cuestionando este acto de barbarie, como si fuera un acto aislado victima de un loco, cuando es el resultado de una violencia estructural y cultural implantada en nuestra sociedad que entiende a la mujer como menor, sujeto de mejora, con la que se puede usar la violencia, por su bien con consecuencias atroces como la muerte de Vivi.
Mñas información en 
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lunes, 22 de agosto de 2022

Dora María Téllez, #DéjenQueDoraViva

 


Dora María Téllez, de 66 años, se está muriendo lentamente de hambre en una prisión nicaragüense. Morirá si no es liberada. Lleva más de un año bajo un régimen de aislamiento total. Su salud se está deteriorando y no recibe ninguna atención médica ni una alimentación adecuada. Dora María permanece en completa oscuridad y no tiene libros, bolígrafos ni papel. Ha sido sometida a constantes interrogatorios y no tiene representación legal. Fue juzgada a puerta cerrada, declarada culpable de "traición" y condenada a 8 años. Dora María está encarcelada por desafiar el intento del presidente Ortega de revertir los avances de Nicaragua hacia la democracia, concentrando el poder en sus propias manos.

Tal como ustedes saben, Dora María ha trabajado y luchado toda su vida por la democracia y la justicia en Nicaragua. Fue una legendaria líder guerrillera en la lucha contra el dictador Anastasio Somoza en los años 70. Con apenas 22 años, fue la segunda al mando en la toma del Palacio Nacional en 1978, un punto de inflexión en el crecimiento del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Como comandante militar del FSLN, liberó la ciudad de León, la primera ciudad importante que cayó en manos de los sandinistas en 1979. Dos semanas después cayó Managua y el FSLN tomó el poder. Durante la década de los 80, Dora María lideró los esfuerzos democráticos de la sociedad civil en su calidad de ministra de salud. Abogó por los derechos de las mujeres, y la formación de alianzas amplias para reconstruir el país.

Tras la derrota electoral del FSLN en 1989, ella, junto con el vicepresidente Sergio Ramírez y muchos otros sandinistas, rompieron filas con Daniel Ortega por su liderazgo corrupto y centralizado del partido. Fue una de las fundadoras del Movimiento Renovador Sandinista (MRS) que desafió el dominio de Ortega sobre el FSLN, buscando un programa político más democrático.

En 2018, estallaron protestas espontáneas en Nicaragua, que crecieron masivamente tras la represión ejercida por el gobierno de Ortega y su vicepresidenta Rosario Murillo, que dejó un saldo de más de 350 muertos, cientos de encarcelados, miles de heridos y decenas de miles de personas buscando exilio y seguridad fuera del país. Todas las protestas fueron proclamadas ilegales, y un estado policial ha estado operando desde entonces.

A medida que se acercaban las elecciones previstas para noviembre de 2021, Ortega ordenó la detención y el encarcelamiento de los 7 candidatos de la oposición previstos, junto con estudiantes, periodistas, empresarios, activistas de derechos humanos y líderes eclesiásticos y políticos. En junio de 2021, Dora María Téllez fue detenida.

 

#DéjenQueDoraViva

 


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sábado, 20 de agosto de 2022

Pedimos a los Diputados de Republica Dominicana tomen esta oportunidad de proteger la salud y vida de las mujeres!





El Congreso de #RepúblicaDominicana pronto decidirá si ajusta el código penal para permitir el aborto en tres circunstancias. Sabemos que #LasCausalesSalvanVidas.
Pedimos a los Diputados de Republica Dominicana tomen esta oportunidad de proteger la salud y vida de las mujeres!



Recordamos a Damaris, Esperancita, Winifer, Carmen y todas aquellas niñas y mujeres que la ley dominicana ha dejado sin voz. Seguiremos trabajando por un Código Penal que les garantice los derechos a todas las mujeres.

Hace 10 años murió Esperancita, nadie debería repetir su historia. Por ello pedimos a lo Diputados de Republica Dominicana que amplíe el acceso al aborto en casos de violación, riesgo para la vida o embarazo inviable. 

#JusticiaParaEsperancita es lo que esperamos en República Dominicana y en toda América Latina y el Caribe  @rd3causales
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viernes, 19 de agosto de 2022

Nasrin Sotoudeh ha sido condenada por defender los derechos de las mujeres en Irán


Nuestro apoyo a la acción de Amnistía Internacional y nuestro pedido de que firmes su peticion  para apoyar a Basrin y cone lla a todas las mujeres de Irán .


NASRIN SOTOUDEH: 38 AÑOS DE CÁRCEL Y 148 LATIGAZOS PARA DESTACADA ABOGADA IRANÍ


Luchar pacíficamente por los derechos humanos. Eso es lo que ha hecho Nasrin toda su vida. Como abogada defendía a las mujeres que se negaban a acatar las degradantes leyes sobre el uso del velo o hijab.

En Irán, a las mujeres y a las niñas no se les permite salir de sus hogares a menos que se cubran el cabello con un pañuelo y los brazos y las piernas con ropa suelta. Nasrin quería cambiar esto y fue detenida por ello.

Las autoridades iraníes interpretan que eso atenta contra la seguridad nacional o es un insulto al “Líder Supremo”.

Y le han impuesto la pena más cruel: 38 años de prisión y 148 latigazos. La de Nasrin es la sentencia más dura que se recuerde en muchos años contra un defensor o defensora de los derechos humanos.

Desde que ingresó en prisión, en junio de 2018, Nasrin ha podido salir de la cárcel en varias ocasiones con permisos temporales cortos. Actualmente sabemos que recibió un permiso temporal por motivos médicos, por lo que en este momento se encuentra fuera de la cárcel.

A pesar de esta buena noticia, sigue siendo importante reclamar a las autoridades iraníes la liberación incondicional de Nasrin. Anteriormente ya fue liberada de manera temporal por los mismos motivos, y después de un tiempo fue de nuevo encarcelada. Por lo que seguiremos enviando cartas para que esto no vuelva a ocurrir.

Exige al Líder Supremo de Irán la liberación inmediata e incondicional de Nasrin Sotoudeh y que la sentencia sea anulada ya.

https://www.es.amnesty.org/actua/acciones/iran-nasrin-sotoudeh-mar19/

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jueves, 18 de agosto de 2022

La letal misoginia se recrudece en México


 Escribir para hablar y denunciar la multitud de formas que componen la violencia de género nunca ha sido ni es algo placentero, sin embargo, hay atrocidades tan grandes tan inexplicablemente crueles e inhumanas que se dificulta mucho más realizar esta dolorosa pero necesaria tarea, especialmente cuando se hace desde la propia experiencia de ser mujer.


Seguramente  quienes hemos leído “El martillo de las brujas” publicado en 1487 por monjes dominicos, nos hemos asombrado, estremecido e indignado por el grado extremo de odio y desprecio al sexo femenino, y lo mismo  sucede al escuchar relatos o ver en la pantalla del cine y la televisión,  la historia de la muerte espantosa que sufrieron miles y quizá millones de personas en su mayoría mujeres, al ser quemadas vivas en la hoguera durante la llamada cacería de brujas (s.XV- s. XVIII). 


No obstante, a pesar de lo mal que nos haga sentir por un momento el conocimiento de este pasaje oscuro de la historia de Europa y América, la verdad es que lo vemos y lo sentimos a la distancia como hechos o leyendas pasadas totalmente ajenas a nuestra actualidad, como si este salvajismo misógino fuera algo totalmente imposible de existir hoy en día, desgraciadamente no es así.


En mayo de este año Luz Raquel Padilla  de apenas treinta y cinco años de edad y madre de un niño con autismo severo y epilepsia, denunció ante el ministerio público a su vecino por atacarla con cloro dañándole gravemente uno de sus senos y por sus anteriores constantes amenazas de muerte, también pidió protección para ella y su hijo la cual nunca recibió ya que las autoridades ignoraron por completo el carácter de emergencia de su situación, el pasado 16 de julio Luz Raquel fue quemada viva al ser rociada con alcohol por tres hombres y una mujer que le prendieron fuego en un parque de Zapopan Jalisco, México.


(La misoginia lastima, corta y duele, pero la herida es mucho más grande y profunda cuando procede de las manos de una mujer)


En el mismo estado de Jalisco hace tan sólo unos días, Laura Flores quien tiene una discapacidad física y que al igual que Luz Raquel es madre de un niño con autismo, se encuentra aterrada tratando de esconderse temiendo por su vida, después de que un hombre de su misma colonia que ha venido acosándola intentara matarla con un pico, y más después de que las autoridades se negaran a actuar debidamente y protegerla a ella y a su hijo por considerar el asunto como un problema de vecinos sin la mayor importancia.


Cada vez son más las denuncias que van evidenciando toda la basura que se esconde debajo del tapete del ministerio público, fiscalías y cuerpos policiales en el estado de Jalisco México, aunque a decir verdad, la incompetencia, negligencia, violencia y corrupción institucional, jurídica y social en contra de niñas y mujeres es un cáncer extendido por todo el país.


Es tan atemorizante y absolutamente inaceptable que servidores públicos supuestamente encargados de proporcionar protección y seguridad a la ciudadanía, sean cómplices de abusadores, misóginos y psicópatas,  que dichos funcionarios con su inactividad ante las denuncias de maltrato, acoso, persecución y feminicidio que les son presentadas diariamente en México, apoyen promuevan y aumenten la violencia de género.


Ni este país ni ningún otro se puede auto llamar desarrollado, ni siquiera en vías de desarrollo cuando sus mujeres siguen siendo quemadas vivas en plena calle, cuando los verdugos de la época de la inquisición  continúan existiendo y las acechan para asesinarlas del otro lado de la puerta o al doblar la esquina; y tampoco puede hablar de eficaces medidas de seguridad pública y libertad, cuando más de la mitad de su población vive prisionera del miedo y la inseguridad que causa la falta de protección por parte de gobernaturas y autoridades indiferentes, corruptas y misóginas!


Galilea Libertad Fausto 


Créditos de la ilustración: Ana Regina García

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miércoles, 17 de agosto de 2022

Una nueva Constitución en Túnez que socava los derechos de las mujeres, con un marco de referencia religioso en un país laico.

Activistas y activistas comunitarios se movilizaron el viernes 22 de julio en el centro de Túnez para gritar su rechazo al proyecto de Constitución del Presidente de la República, Kais Saied. Bajo la consigna “No a la Constitución de un dictador”, los manifestantes denunciaron todo el proceso político que derivó en el proyecto de Constitución, presentado a referéndum el 25 de julio.

Las feministas se han pronunciado para criticar un proyecto de Constitución que pone en peligro los logros de las mujeres tunecinas. El día de la aprobación de esta Constitución será "un día de luto" para las mujeres, afirmó Yosra Frawes, activista feminista y expresidenta de la Asociación Tunecina de Mujeres Democráticas (ATFD).

Una preocupación compartida por Sarah Ben Said, directora ejecutiva de la asociación Aswat Nissa. “Este texto constitucional combina el paternalismo de Bourguiba con la autocracia de Ben Ali”, estima, por su parte, la representante de Aswat Nissa, contactada por Nawaat.

Activistas feministas critican la vía presidencial “unilateral” que dio origen a este proyecto de Constitución. Desarrollado sin consultar a los actores y asociaciones políticas y a pesar de la opinión desfavorable de la comisión encargada de redactar la nueva Constitución tunecina, el proyecto de Saied se percibe como "una amenaza para los derechos de las mujeres y en particular de las minorías", advierte Ben Said.

La expresidenta de la ATFD  teme  un posible referéndum sobre el Código del Estatuto Personal (CSP). Al constituir un arsenal legal de vanguardia, la CSP estaría seriamente amenazada cuando entre en vigor la nueva Constitución, cree.Los temores de las feministas se basan en la referencia más destacada de este proyecto a la religión. Una omnipresencia va de la mano con la ausencia de cualquier referencia a los derechos humanos.

Sin embargo, las luchas por los derechos humanos son parte integral de la historia del país. Túnez participó en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, entre otros. Lamentablemente, el Presidente de la República percibe estos derechos como impuestos a la sociedad tunecina por parte de extranjeros. A los que los defienden, los llama traidores, denuncia Frawes.

La activista feminista también critica la eliminación de la referencia al movimiento reformista posindependencia en el preámbulo del proyecto de Constitución. Ella lo ve como una “exclusión” de toda una dinámica política que ha traído varios derechos a las mujeres tunecinas: desde el CSP hasta el establecimiento de la educación obligatoria.

“El marco de referencia religioso no solo tiene un significado simbólico de orden civilizatorio. Crea efectos legales”, explica Frawes. Y para continuar: “Es esta misma referencia la que ha impedido a las mujeres tunecinas a lo largo de estos 70 años acceder a todos sus derechos”.

En efecto, contrariamente a la Constitución de 2014, el texto constitucional de Saied no se contenta con mencionar “el apego de nuestro pueblo a las enseñanzas del Islam”, a la “identidad árabe e islámica” de los tunecinos y al Islam como religión de Estado. Decreta la afiliación de Túnez a un "Oumma" islámico.

Un posicionamiento identitario acompañado de una obligación para el Estado de “trabajar para lograr los fines (maqacid) del Islam, en este caso la preservación de la vida, el honor, la propiedad, la religión y la libertad”. Esta referencia al honor sería una brecha que permitiría requisar los logros de las mujeres, en particular en términos de filiación, preocupa el líder de Aswat Nissa.

Mientras tanto, Yosra Frawes teme que los cuerpos de las mujeres estén aún más encerrados en nombre de la preservación del honor. “Hay toda una dinámica que atenta contra el acceso de las mujeres a sus derechos sexuales y reproductivos. Se ha iniciado desde el ascenso de los islamistas al poder. Con tal disposición constitucional, tememos que estos derechos sean aún más violados”.

Es cierto que el proyecto de Constitución de Kais Saied establece la igualdad entre hombres y mujeres, pero este anuncio sigue siendo "lacunado", cree Sarah Ben Said. “El artículo 23 de este proyecto de ley establece la igualdad ante la ley y no en la ley. Nada presagia algún avance en términos de igualdad en la herencia o incluso en la paridad”, añade.

Ante todas estas carencias y el hecho de que la Constitución se interpreta como un ente inseparable, el texto constitucional del Presidente de la República constituye “un punto oscuro en la historia del país”, ataja la expresidente de la 'ATFD .

Traducción de Violeta Doval Hernández 

Fuente original: https://nawaat.org/2022/07/27/nouvelle-constitution-craintes-dune-autocratie-aux-relents-theocratiques/

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martes, 16 de agosto de 2022

Febrero 2021 24/24

 


Me gustaría terminar recordándonos que en los últimos más de 75 años – desde la creación de la Carta de Naciones Unidas, la CSW, la DAW, hasta la primera Conferencia Mundial sobre Mujeres (1975), a través de la Década para las Mujeres (1976-1985) y hasta ahora, ha habido mucha discusión sobre cuál es el papel de Naciones Unidas con respecto a las mujeres.

 En el período desde la Cuarta Conferencia Mundial sobre las Mujeres (Beijing, 1995), ha habido un enfoque particular en la integración de los derechos de las mujeres a las Naciones Unidas por medio de la inclusión de una perspectiva de género en la corriente general (gender mainstreaming) que en español se tradujo como la transversalización de la perspectiva de género. 

La transversalización de la perspectiva de género en el quehacer del sistema de Naciones Unidas es una estrategia que hace énfasis en la importancia de monitorear los diferentes impactos y oportunidades que un programa o política particular puedan tener sobre mujeres u hombres con el objetivo de eliminar los efectos negativos que toda política pueda generar en las mujeres debido a la discriminación contra ellas que existe en todo el mundo. La estrategia se concentra en hacer central todo lo concerniente a la igualdad de género en la formulación de políticas, legislación, colocación de recursos y programas de planeamiento y monitoreo. La utilización de la estrategia de que en todo el sistema de naciones unidas haya perspectiva de género, de incluir la perspectiva de género en la corriente general de Naciones Unidas para lograr la igualdad de género, exige, sobretodo, cambios de conciencia y capacidad de todo el personal. También implica un fuerte compromiso administrativo. Se debe desarrollar un conocimiento basado en la vinculación entre igualdad de género y los asuntos fundamentales y procesos en los programas organizacionales; y se deben promover habilidades prácticas analíticas. Se deben desarrollar metodologías y herramientas; se deben establecer bases de recursos de experticias de mayor profundidad en las áreas relacionadas. 

Una inclusión de la perspectiva de género efectiva en todo el sistema de Naciones Unidas requiere una completa transformación de las agendas de paz y desarrollo, de manera que ambas se entiendan como derechos humanos y, por lo tanto, como derechos que todos los seres humanos tienen derecho a disfrutar. Con una perspectiva basada en los derechos humanos, la acción efectiva para el desarrollo, por ejemplo, pasa del ámbito opcional de la caridad, al obligatorio de la legislación, con derechos identificables, obligaciones claras, y con derechohabientes y responsables. Es más, acoger la estructura de los derechos humanos abre las puertas para la utilización de una creciente base de información, análisis y jurisprudencia desarrollada en años recientes por los órganos de tratados de las Naciones Unidas y otros/as especialistas en derechos humanos, sobre derechos humanos como el derecho humano a la vivienda adecuada, a la salud, a la alimentación, al agua, a la agricultura, y prácticamente todos los demás elementos del desarrollo humano sostenible. Se puede decir lo mismo sobre el derecho a la paz. 

Por último, es importante entender que una estrategia dentro de la corriente general del sistema de Naciones Unidas no excluye el financiamiento de proyectos específicos que empoderen a las mujeres en su trabajo hacia la igualdad. El prerrequisito crucial es que se basen en el análisis de las diferentes posiciones de hombres y mujeres y que apoyen la igualdad de género. Y como dije al inicio, sinceramente espero que esta larga charla les haya dado la inspiración para desarrollar las metodologías que ustedes van a necesitar para incorporar una estructura de derechos humanos de las mujeres en sus trabajos y en sus vidas.


Este texto esta tomado del libro de Alda Facio Montejo titulado La evolución de los derechos humanos de las mujeres en las Naciones Unidas 

 Alda nos dice : Este documento ha sido preparado con fines puramente pedagógicos. No pretende ser una historia oficial ni completa de estos años. Resume, desde la perspectiva de una latinoamericana que ha participado en muchos de los eventos que aquí se narran, una breve etapa de la larga historia de la lucha de las mujeres contra el patriarcado que también está dentro de la ONU. Este pedacito de la historia de resistencia y logros de las mujeres no pretende decir que sea dentro de la ONU o en esos años que hayan sucedido los acontecimientos más importantes para el logro de la igualdad y la justicia social para las mujeres de todo el mundo, de todas las razas/etnias, credos, culturas, edades, nacionalidades, capacidades, sexualidades, etc. 

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lunes, 15 de agosto de 2022

25 años de ser humanas 23/24

 


El pasado 25 de junio  (de 2018 )se cumplieron 25 años desde la celebración de la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos en Viena, preludio de tantos avances en materia de derechos humanos y especialmente en los DDHH de las mujeres. Sin embargo, ni siquiera la ONU celebró este acontecimiento como el cambio paradigmático que fue. En un momento voy a enumerar muchos de esos logros, pero antes quisiera contarles cómo fue que logramos ese cambio porque considero que sólo conociendo nuestra historia de lucha por nuestros derechos podremos defenderlos para que no nos sean arrebatados como está ya sucediendo en muchos países.

I Cómo empezó la organización para la Conferencia Mundial

Cuando a principios de 1990 me enteré de que habría una conferencia mundial de derechos humanos en 1993, me puse eufórica. Había utilizado un enfoque de derechos humanos en mi activismo feminista en América Latina durante casi una década y pensé que esta conferencia nos brindaría a las feministas otra oportunidad de trabajar más allá de las fronteras nacionales para promover los derechos de las mujeres. Como pueden imaginarse, no todas las organizaciones de mujeres estuvieron de acuerdo porque les preocupaba que declarar los derechos de las mujeres como derechos humanos socavaría la especificidad de las necesidades e intereses de las mujeres y las ONGs tradicionales de derechos humanos no querían diluir (léase contaminar) el contenido de los derechos humanos con los problemas de las mujeres. 

Pero para aquellas de nosotros que ya habíamos usado un marco de derechos humanos en nuestras luchas feministas, nos parecía que conectar nuestro activismo feminista a la próxima conferencia era una increíble oportunidad para fortalecer nuestros diversos movimientos y para demostrar que el Patriarcado estaba globalizado y que, por ende, para derrocarlo, necesitábamos un movimiento feminista internacional integrado por una gran diversidad de movimientos feministas y de mujeres de muchas partes del mundo. 

 Una estrategia que se nos ocurrió fue crear una actividad que permitiera la participación de miles de mujeres diversas: una campaña de peticiones. Traducida a veinticinco idiomas y distribuida en más de 120 países, la petición hizo un llamado a los gobiernos en la Conferencia Mundial de Viena para que incluyeran los derechos humanos de las mujeres en todas las discusiones de la conferencia. En el momento en que se completó el proceso de petición, se habían recogido más de medio millón de firmas y esto se logró antes de que existiera el correo electrónico o las redes sociales con las que hoy contamos para informarnos de lo que está pasando en otras localidades. 

 Otra estrategia que utilizamos fue la organización de tribunales o audiencias antes y durante la conferencia. Aquellas de nosotras que trabajamos en su organización así como en la del gran Tribunal de Viena sobre Violaciones de los Derechos Humanos de la Mujer que se realizó durante la Conferencia Mundial misma, usamos estos tribunales para ilustrar que el tratamiento que la doctrina de derechos humanos le daba a los abusos contra las mujeres tenían un sesgo androcéntrico y excluían un amplio espectro de violaciones de los derechos de las mujeres. Esta estrategia nos permitió desafiar la distinción público-privado que había sido una característica definitoria de la teoría y práctica de los derechos humanos hasta ese momento y nos dio argumentos adicionales para convencer a muchos y muchas activistas que sólo concebían los derechos humanos desde una perspectiva androcéntrica, de que la violencia contra las mujeres, así como otros abusos que sufríamos sólo, mayoritaria o desproporcionadamente las mujeres, eran de hecho una violación de los derechos humanos incluso cuando se perpetuaban por actores no estatales en la esfera privada. 

Cuando comenzó la planificación de las reuniones regionales, nos enteramos de que las reuniones más pequeñas convocadas por ONGs se designarían oficialmente como “reuniones satélites” para la conferencia mundial. ¡Esta fue una noticia emocionante que nos dio más energía para organizarnos! Más aún cuando nos enteramos de que la reunión regional para América Latina y el Caribe sería en Costa Rica. Inmediatamente nos dimos a la tarea de organizar una conferencia satélite sobre los derechos de las mujeres como derechos humanos antes o durante la Conferencia oficial regional. Titulada “La Nuestra”, la primera conferencia satélite de mujeres se celebró en diciembre de 1992 antes de la conferencia regional con la participación de cincuenta grupos de mujeres de la mayoría de los países de la región de América Latina y el Caribe. “La Nuestra” acordó un programa de diecinueve puntos para su presentación en la reunión regional oficial de LAC en enero de 1993. Los resultados de La Nuestra se compartieron en el Foro de ONGs que precedió a la convocatoria del gobierno en enero y luego se volvieron a compartir con las ONGs de mujeres de otros grupos regionales. Este documento de 19 puntos estableció el tono y el contenido de los esfuerzos de promoción global que hicimos miles de mujeres alrededor del mundo en preparación para la Conferencia Mundial. 

 El documento final de “La Nuestra” hace un llamado a la conferencia regional para que reconozca y declare los derechos de las mujeres como derechos humanos; declara que la violencia contra las mujeres es una violación de los derechos humanos; pide el nombramiento de una relatora especial sobre la violencia contra la mujer; pide un procedimiento de comunicación para la CEDAW, así como otros mecanismos para recibir quejas y llama a los Estados y a otros a tomar medidas contra las violaciones de los derechos humanos de las mujeres. También insta a adoptar nuevas medidas sobre los derechos y las necesidades de las mujeres con discapacidad, las mujeres indígenas, las mujeres afrodescendientes y todas las demás personas que son discriminadas por motivos raciales, étnicos, culturales, migratorios o de otro tipo. Finalmente, hizo un llamado para que la conferencia adoptara resoluciones específicas sobre derechos humanos y para pedir nuevos instrumentos sobre la trata y la explotación sexual. Y como explicaré en breve, la mayoría de nuestros esfuerzos dieron frutos.


2 Recordando el contexto.

Aun no siendo humanas y sin haber logrado erradicar en ninguno de nuestros Estados todas las estructuras económicas, políticas, culturales y mentales que todavía hoy mantienen la discriminación contra todas las mujeres, en el siglo pasado las mujeres logramos el derecho a votar en prácticamente todos los rincones del mundo, que aunque hoy en día está muy cuestionado debido a que los procesos electorales nunca han sido realmente democráticos, ha permitido que algunas pudieran convertirse en parlamentarias, juezas de las más altas cortes, consejeras de gobiernos, alcaldes, y hasta jefas de Estado. Y desde que se inició el Patriarcado hace más de 6 mil años, más mujeres que nunca estamos participando en el mercado laboral y un número creciente hemos logrado ser reconocidas como tomadoras de decisiones económicas, aún dentro de Estados con economías controladas casi exclusivamente por patriarcas capitalistas. Y, aunque la globalización neoliberal ha creado más pobreza en muchísimas partes del mundo, las mujeres hemos logrado que se reconozca que somos las más pobres de los pobres lo que significa que para eliminarla, es imprescindible tomar en cuenta las estructuras de género que mantienen y profundizan la pobreza de las mujeres. 

 También podemos afirmar que, en casi todo el mundo, más mujeres recibimos una educación superior, aunque lamentablemente ésta sigue siendo androcéntrica lo cual nos mantiene ignorantes de nuestras contribuciones a la sociedad. También nos mantiene divididas a las mujeres “educadas” de las que no han tenido ninguna instrucción formal, quienes irónicamente entienden mejor las estructuras que las oprimen. Y a pesar de que en muchas

de nuestras universidades hay hasta maestrías y doctorados en estudios de género, pareciera que, en vez de ser un instrumento para el logro de la igualdad entre mujeres y hombres, muchas de las múltiples teorías que desarrollan estos estudios universitarios más bien nos están separando en diferentes bandos dependiendo de la teoría con la que nos identificamos. A pesar de esto, también es cierto que, gracias a académicas, investigadoras e historiadoras feministas, muchas mujeres hemos sido reconocidas como artistas, humanistas, creadoras, científicas, filósofas, líderes espirituales, sanadoras, etc. en nuestras comunidades y países. Los estudios feministas han demostrado que aún sin educación formal, muchas mujeres deben ser estudiadas y reconocidas por sus aportes al conocimiento humano. También han demostrado que no existe una verdad única, que no hay un sujeto universal y que la Historia con H mayúscula es en verdad la historia de lo que han hecho ciertos hombres de las clases privilegiadas. 

Antes de Viena, los movimientos feministas y los que defendían derechos humanos trabajaban por separado en sociedades en las que nuestra discriminación como mujeres estaba invisibilizada o justificada. En nuestra región, el grueso del movimiento por los derechos humanos se había enfocado en la lucha contra las dictaduras o gobiernos represivos y no consideraban que los derechos de las mujeres fueran parte de su trabajo. Recordemos que en esos años ni siquiera el movimiento de derechos humanos tenía mucho acceso al Sistema Interamericano de Derechos Humanos con lo que menos aún lo tenían las organizaciones de mujeres, lo que resultaba en que los temas que hoy se consideran de derechos humanos de las mujeres quedaran fuera de la consideración del sistema. Similar situación pasaba en el sistema universal. 

 Es importante tomar en cuenta que aún sin ser reconocidas como humanas en ninguno de los sistemas de derechos humanos, las mujeres participamos en todas las negociaciones que crearon los instrumentos que sentaron las bases para que un día se reconocieran los derechos humanos de las mujeres, como la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, que este año cumple 70, la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial del 65, el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos y el de los derechos económicos, sociales y culturales del 66, así como la adopción de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) de 1979, convención que, como explico al principio, considero la Carta Magna de todas las mujeres aun cuando no era parte integral del sistema de derechos humanos de la ONU42 . Y, como ya dije, a pesar de no tener el estatus de humanas, las mujeres nos auto convocamos para asistir a la Conferencia Mundial de Derechos Humanos celebrada en Viena en 1993, en forma masiva y muy estratégica. Gracias a esa movilización por los derechos humanos nunca antes vista, esta conferencia mundial declaró que los derechos de las mujeres son derechos humanos y que la violencia contra las mujeres es un asunto de derechos humanos.

3 Logros de la Conferencia Mundial 

Siempre digo que esta Conferencia Mundial significó un cambio paradigmático porque después de Viena, las mujeres empezamos a ser entendidas y a entendernos como seres humanos plenos, no por todas las personas ni en todos los Estados, pero sí se puede afirmar que fue el nacimiento del sujeto “mujer” en el derecho internacional de los derechos humanos y por eso yo siempre he insistido que fue en 1993 que las mujeres adquirimos el estatus de “humanas”. Fue gracias a ello que la violencia contra nosotras empezó a discutirse en esferas gubernamentales y para el 94 se había creado por primera vez un mecanismo dentro del sistema de DDHH de la ONU conocido como el “sistema de procedimientos especiales” cuyo mandato se centra en las causas y consecuencias de esa violencia: la Relatoría Especial sobre la violencia contra las mujeres como un nuevo y único procedimiento especial del Consejo de DDHH dedicado exclusivamente a cuestiones de las mujeres y que en sus ya más de dos décadas de existencia ha creado mucha doctrina jurídica que luego ha sido ampliada a otras situaciones de vulneración de derechos humanos como la doctrina de la debida diligencia y la de reparaciones. 

 Entre los muchos logros de la Conferencia misma, está la recomendación de que se estableciera el cargo de Alto Comisionado para los Derechos Humanos. Poco tiempo después de la Conferencia, se creó la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los DDHH que se ha erigido en una imprescindible defensora de los derechos humanos en general, pero más importante aún, de los derechos de poblaciones históricamente discriminadas que no habían sido suficientemente tomadas en cuenta por la teoría y práctica de los derechos humanos, como las mujeres, las personas con discapacidad, los pueblos indígenas, las personas LGBTQ, las y los migrantes, las y los miembros de minorías discriminadas, entre otras. Con el apoyo de esta Oficina, la ONU ha establecido un marco jurídico internacional de derechos humanos dotado de mecanismos internacionales como el Consejo de DDHH, sus Procedimientos Especiales y el examen periódico universal (EPU), y los diez órganos creados en virtud de tratados. Todos constantemente enriquecen la doctrina jurídica de los derechos humanos que a su vez afecta muchos aspectos del derecho interno de cada Estado. 

Aunque los logros de Viena son muchos, el que más me interesa destacar aquí es el hecho de que en esa conferencia mundial se declarara que los derechos de las mujeres son derechos humanos porque esto tuvo un impacto enorme sobre el concepto de ser humano que a su vez tuvo y sigue teniendo un impacto inmenso sobre la doctrina jurídica, los sistemas de administración de justicia y la legislación, entre otros. Es decir, si antes de esa fecha los derechos de las mujeres no se consideraban derechos humanos, no podemos menos que inferir que las mujeres no éramos plenamente humanas para el derecho internacional de los derechos humanos y eso significaba que el tratamiento jurídico de las mujeres y el concepto de igualdad eran muy diferentes a lo que la doctrina jurídica establece hoy en día en la mayoría de nuestros países. Sobre este punto volveré en un momento. 

Entre otros logros directos de Viena puedo incluir el hecho de que las mujeres logramos que se aceptara que nuestra convención necesitaba un protocolo facultativo que permitiera a las mujeres denunciar la discriminación que habían sufrido. Este protocolo fue adoptado en el 2000 y hoy en día ha permitido que exista un cuerpo jurisprudencial sobre los derechos humanos de las mujeres. Además, debemos reconocer que debido a nuestro nuevo estatus de “humanas” declarado en Viena, el derecho de las mujeres a la igualdad se empezó a discutir más seriamente en foros internacionales, regionales y nacionales. Hoy en día, la igualdad como resultado de la eliminación de todas las formas de discriminación y no como trato idéntico, se ha establecido jurídicamente en la mayoría de los Estados, aunque no en la práctica. Pero lo más importante es que cada vez se entiende mejor que lograr la igualdad, y no solo declararla, es una obligación estatal aún para aquellos Estados que no han ratificado la CEDAW. 

Gracias a Viena y su declaración de que la violencia contra las mujeres es un asunto de derechos humanos, al año siguiente la Asamblea General de la ONU adoptó la Declaración sobre la eliminación de violencia contra la mujer, que ha servido de inspiración a tantas leyes sobre la violencia contra las mujeres en muchas partes del mundo. En el Sistema Interamericano se adoptó, en 1994, la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, conocida como la Convención de Belém do Pará. Esta convención es la primera en su materia gracias a la cual en prácticamente todos los países de nuestra región se cuenta hoy en día con leyes o reformas al código penal que la contemplan. Y, a pesar de que hay demasiada impunidad y mucha resistencia de parte de juezas y jueces para aplicar las nuevas disposiciones nacionales sobre las violencias machistas, se está produciendo un cambio en la forma de entender y tratar a las víctimas de esta pandemia, al menos en la doctrina jurídica si no en la práctica. 

 Gracias a los estándares internacionales comprendidos en Belém do Pará, se reconoce la desigualdad histórica entre hombres y mujeres y se establece que la violencia se da gracias a esa desigualdad al tiempo que la genera, todo lo cual dificulta el goce por las mujeres de sus derechos humanos. La convención habla expresamente de los alcances de la violencia y de la responsabilidad estatal aún cuando los agresores sean actores no estatales. Tal vez más importante aún, esta convención ha propiciado que los movimientos feministas se acerquen al sistema interamericano, lo que a su vez ha permitido un desarrollo impresionante de la doctrina y jurisprudencia que define las violaciones a los derechos humanos de las mujeres. 

Entre ellas recordemos el caso de María Eugenia Morales de Sierra, de Guatemala, sobre discriminación de la mujer en el Código Civil. Este caso trató por primera vez el tema de los estereotipos y la calidad de víctimas de colectivos afectados por leyes discriminatorias. También es importante recordar que hay una serie de casos sobre violencia sexual en conflictos armados que declaran que ésta es una herramienta de guerra o tortura y no un efecto colateral de ellas como se creía; que hay casos sobre esterilización forzada; sobre el derecho a la salud reproductiva; sobre discriminación en el mundo laboral y muchos más. 

 En 1998, CEJIL y CLADEM, dos organizaciones de la sociedad civil llevaron el caso de María da Penha ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Este caso es el primero que interpreta y aplica la Convención Belém do Pará. Debido al mismo, Brasil cuenta con la Ley María de Penha que abarca la previsión de implementación de políticas para prohibir la violencia doméstica y familiar contra mujeres. Es la primera vez que este tipo de violencia se tipifica como un crimen y una violación de los derechos humanos en la legislación brasileña. Se define a la violencia doméstica y familiar como cualquier acción u omisión basada en el género que le cause muerte, lesión, sufrimiento físico, sexual o psicológico, y daño moral o patrimonial a las mujeres. Esto incluye tanto el ámbito de la unidad doméstica definido como el espacio de convivencia permanente, así como el ámbito de la familia entendida como la comunidad formada por individuos que tienen ese vínculo y en cualquier relación íntima de afecto independientemente de la convivencia. 

Ya como humanas, miles de mujeres en la Conferencia de El Cairo de 1994 sobre Población y Desarrollo, logramos que se plasmara por primera vez en una conferencia internacional el concepto de derechos sexuales y derechos reproductivos tan indispensables para la salud y vida de las humanas mujeres. Gracias a El Cairo, poco a poco el movimiento feminista logró que se estableciera, al menos en las normas internacionales de derechos humanos, el estándar según el cual las mujeres pueden acceder a servicios de aborto, como mínimo, durante el primer trimestre en casos de riesgo para la vida o la salud, incluida la salud mental; en casos donde el embarazo es producto de una violación o incesto o; cuando el feto es inviable. En este último caso, el aborto se puede llevar a cabo después del primer trimestre si es necesario. Cada vez más se está contemplando permitir que las niñas y adolescentes embarazadas puedan interrumpir embarazos no deseados sin el permiso de sus madres y padres. También ya es un estándar internacional el que es obligación de los Estados incluir la educación sexual adecuada para cada edad desde la escuela. 

Después de Viena y Cairo, y ya asumiéndonos plenamente como humanas, la movilización más grande que jamás se había dado de mujeres de todo el mundo en la Conferencia Mundial sobre la Mujer de 1995, logró la consolidación de estos progresos y logros arduos, que se plasmó en un plan completo para promover el derecho de la mujer a la igualdad: la Plataforma de Acción de Beijing, lo que a su vez reforzaba la universalidad de los derechos humanos. Sin embargo, esta universalidad siempre ha sido cuestionada por múltiples actores entre los que se encuentran os diferentes actores anti-derechos que desde que las mujeres fuimos declaradas humanas se han unido para combatir esta idea, no directamente por supuesto, pero alegando que hombres y mujeres no podemos ser iguales porque tenemos roles muy distintos que cumplir. Así han tergiversado el concepto de género que es el que nos permitió argumentar que nuestra anatomía/ biología no debería justificar las múltiples discriminaciones que sufrimos todas las mujeres y que, por ende, hombres y mujeres podemos valer igual, aunque seamos diferentes biológicamente. 

 Otro resultado importante de Viena fue la integración del Comité CEDAW al sistema de derechos humanos de la ONU que se finalizó oficialmente en el 2007 cuando la secretaría del Comité pasó a ser un departamento de la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos y, con ello, se armonizan de manera mucho más eficiente las recomendaciones de este Comité con los otros nueve que componen el sistema de órganos de tratados de la ONU. 

A pesar de que los grupos anti-derechos se han fortalecido, no lograron impedir que en el 2010 el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, después de años de cabildeo por el movimiento internacional de los DDHH de las mujeres, estableciera el segundo mecanismo exclusivo sobre cuestiones de las mujeres en su sistema de procedimientos especiales, denominado el “Grupo de Trabajo sobre la discriminación contra la mujer y la niña” (WGDAWG) como parte de sus mecanismos independientes de monitoreo y establecimiento de estándares internacionales de los DDHH en todo el mundo. Este mecanismo, compuesto por cinco relatoras expertas provenientes de las cinco regiones del mundo, es el que hoy día tengo el honor de integrar como experta de la región LAC. Este mecanismo es el producto de que por fin se entienda que la discriminación contra las mujeres es un fenómeno mundial y no sólo de países pobres y no “desarrollados”. 

De hecho, el trabajo del Grupo de Trabajo ha cubierto a todas las mujeres, reconociendo que las mujeres no somos un grupo uniforme. Casi cuarenta años de informes de la CEDAW han demostrado que existen formas múltiples e interrelacionadas de discriminación contra las mujeres en todo el mundo, que se refuerzan y sostienen mutuamente. Todas las mujeres, en nuestra inmensa diversidad y circunstancias diferentes, nos vemos afectadas de manera diversa por leyes y prácticas discriminatorias. Sin embargo, existen aspectos de la discriminación contra nosotras que son comunes a todas las mujeres y que persisten en todas las culturas, aunque con diferentes niveles de intensidad e impactos diferenciados. 

A lo largo de los primeros 8 años de nuestro mandato, ha habido una necesidad de reiterar constantemente, incluso dentro del sistema de derechos humanos, que las mujeres no somos uno entre varios grupos vulnerables como muchas veces nos conciben. Somos la mitad de la población mundial y, en algunos casos, hasta somos mayoría dentro de los grupos vulnerables, como por ejemplo entre las personas en situación de pobreza o entre las víctimas de la explotación sexual. Cuando se entiende que las mujeres no somos ni un sector ni uno entre muchos grupos vulnerables o vulnerabilizados, los cambios que se requieren en la legislación, la jurisprudencia y en las prácticas judiciales se tornan obvios. El problema es que esto casi nunca se comprende, porque la mayoría de nosotras/os sigue percibiendo el mundo con lentes androcéntricos.


4 Pero la discriminación persiste. 


Mi experiencia en el WGDAW me ha confirmado que la discriminación contra nosotras persiste tanto en el ámbito público como en el privado, en tiempos de conflicto armado como en tiempos de paz y en todas las regiones. La participación de las mujeres en la vida política y pública sigue siendo demasiado baja: en promedio, el 20% de los parlamentarios/as y el 17% de las y los jefes de Estado o de gobierno y hasta en la ONU misma, la paridad, indispensable para lograr la verdadera igualdad, sigue sin alcanzarse y los pocos mecanismos que existen para la defensa y promoción de nuestros derechos están constantemente en peligro de desaparecer. Las mujeres seguimos siendo pagadas menos por un trabajo de igual valor y estamos sobre-representadas en el desempleo. Las mujeres afectadas por la migración sufrimos toda clase de vejámenes tanto si son nuestros compañeros los que emigran como si somos nosotras las que lo hacemos. Las mujeres estamos sumamente subrepresentadas en el liderazgo de los órganos decisorios en los sindicatos y cooperativas, así como en los de las finanzas y el comercio, tales como el FMI y la OMC. 

Aunque, como ya lo mencioné, en la mayoría de los Estados hay alguna legislación sobre la violencia contra las mujeres, ésta sigue siendo omnipresente, estimándose que afecta a una de cada tres mujeres en todo el mundo. En nombre del honor, la belleza, la moda, la pureza o la tradición, seguimos presenciando cómo tanto adultas como niñas somos víctimas de femicidios y feminicidios, muchas veces para “salvar” el honor de las familias. Demasiadas niñas son sometidas a matrimonios forzados a muy temprana edad y las mujeres seguimos siendo objeto de toda clase de mutilaciones genitales y modificaciones innecesarias de otras partes de nuestro cuerpo femenino. 

 Demasiadas mujeres están siendo privadas de su vida o salud a través de la negación de sus derechos sexuales y reproductivos. Cada año, unas 80.000 mujeres mueren como resultado de abortos inseguros y unas 5 millones de mujeres sufren de discapacidades debido a negligencia, violencia obstétrica o falta de servicios de salud reproductiva. Según un estudio reciente de la OMS, las muertes maternas completamente evitables siguen siendo muy elevadas en muchos países. Todavía hay Estados en donde el aborto está totalmente prohibido en todas las circunstancias, aun cuando la vida de la embarazada corre peligro. En El Salvador, por ejemplo, hay mujeres encarceladas acusadas de abortar, pero sentenciadas por homicidio agravado por hasta 40 años, incluso cuando el aborto fue espontáneo. En algunos Estados se criminaliza a las mujeres embarazadas fuera del matrimonio, aunque este embarazo sea producto de una violación sexual. 

Y como si eso fuera poco, esos mismos Estados que criminalizan a las mujeres, no proporcionan, y hasta prohíben, la educación sexual. Al mismo tiempo, la falta de información y servicios de planificación familiar para adolescentes y la práctica de matrimonios infantiles llevan a embarazos tempranos que expulsan a muchísimas niñas del sistema educativo, limitándoles así el acceso a mejores empleos y al disfrute de muchos otros derechos. El embarazo y el parto de las niñas es una de las causas más comunes de muerte en los países llamados “en desarrollo”, siendo las niñas menores de 15 años las que enfrentan cinco veces más ese peligro. 

 Ningún país del mundo ha alcanzado todavía la plena igualdad sustantiva de la mujer y lo que es peor, todavía persiste la idea de que la igualdad no es necesaria para eliminar las múltiples formas de discriminación y violencia que sufrimos las mujeres en todas partes. Es más, en algunos países del mundo se ha instalado la idea de que la igualdad no es deseable y que más bien debemos conformarnos con la equidad, la complementariedad o la dignidad, todos conceptos bellos pero que no incluyen la eliminación de las múltiples formas de discriminación contra nosotras. El aumento de todo tipo de fundamentalismos religiosos y la xenofobia creciente en todos los países gracias a partidos y movimientos políticos nacionalistas, populistas, o fundamentalistas religiosos ponen en peligro la existencia de instituciones y movimientos que defienden los derechos humanos, especialmente los de las mujeres. Las defensoras de los derechos de las mujeres cada vez encontramos más peligro para nuestras vidas y menos fondos para realizar nuestro trabajo a pesar de que por primera vez en la historia patriarcal empieza a reconocerse la importancia de nuestra labor. 

En los últimos años estamos viendo serios retrocesos, a menudo en nombre de la cultura, la religión o las tradiciones, que amenazan el duro progreso en el logro de la igualdad de las mujeres. En todas las regiones del mundo se están viendo intentos para homologar a las mujeres con la familia, sustituyendo los ministerios o institutos de la mujer que tanto costaron construir, por ministerios o institutos de la familia. A veces reformando códigos penales o de familia que de nuevo restringen a las mujeres al ámbito doméstico y nos expropian de nuestros cuerpos. 

 Hasta en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU estamos presenciando retrocesos cuando Estados miembros proponen que la protección a la familia sea un valor superior a los derechos individuales de las mujeres. Si bien la atención y el interés en el valor de la familia y la protección de la niñez son importantes, no son ni un equivalente ni un reemplazo de la igualdad de derechos y autonomía de las mujeres. Y, peor aún, sin igualdad dentro de la familia, es casi imposible que las mujeres podamos gozar de otros derechos humanos como el derecho a la educación, al trabajo y a la participación, entre muchos otros. 

 La protección de la familia debe incluir la protección de los derechos humanos de todos los miembros individuales de la familia, especialmente el derecho a la igualdad entre mujeres y hombres, así como entre niñas y niños. Por eso el WGDAWG expresó su preocupación de que la resolución sobre la familia del 2014 no mencionara el derecho de las mujeres a la igualdad en la familia y esto provocó mucho enojo en ciertos Estados miembros del Consejo de DDHH. A pesar de que se ha evidenciado reiteradamente que el reconocimiento del derecho de las mujeres a la igualdad en la familia es esencial para poder gozar de los derechos en la esfera pública, estamos viendo cómo esa igualdad, que era solamente jurídica y no real en la mayoría de los Estados, hoy día está siendo cuestionada y hasta derogada. Y lo más triste es que muchas veces son las mismas mujeres las que insisten en que no les interesa la igualdad. 

Otro retroceso enorme se está dando alrededor del concepto de género que, aunque nunca fue entendido correctamente por los Estados, hoy está siendo conscientemente distorsionado por grupos conservadores religiosos pero también por otros grupos que sin intención de debilitar los derechos de las mujeres, también han cambiado o debilitado el significado transformador del concepto. Este concepto, que fue desarrollado para visibilizar a las mujeres y lograr que se entendiera que la discriminación contra nosotras no se justificaba en nuestra diferencia biológica de los hombres, ni era natural o ineludible sino una construcción social, hoy día algunos grupos más bien lo utilizan para negar la existencia de la categoría “mujer” en tanto mitad de la población mundial y sin mujeres, no tiene sentido hablar de los derechos humanos de las mujeres, discriminación contra la mujer, o violencia contra la mujer, etc. 

 Ahora, aún en la agencia creada para “avanzar” la condición de las mujeres, ONU Mujeres, hay quienes propugnan porque se sustituya la palabra mujer por la de género. Consecuentes con esta postura, hay personas que siempre habían sido nuestras aliadas, que argumentan que hablar de mujeres es caer en binarismos o excluir a las personas trans. Ni el CEDAW ni el WGDAWG excluyen a las mujeres trans debido a que desde el principio hemos concordado con la Recomendación General 28 de la CEDAW en que “La discriminación de la mujer por motivos de sexo y género está unida de manera indivisible a otros factores que afectan a la mujer, como la raza, el origen étnico, la religión o las creencias, la salud, el estatus, la edad, la clase, la casta, la orientación sexual y la identidad de género.” En el WGDAWG estamos convencidas que eliminar la palabra mujer y sustituirla por la de “género” es de nuevo invisibilizar a las mujeres que por siempre estuvimos desaparecidas del discurso oficial. Además, afortunadamente, existe un mecanismo especializado sobre la discriminación por razones de orientación sexual e identidad de género creado recientemente. Nuestros dos mandatos garantizarán que ni las mujeres de cualquier orientación sexual o identidad de género que sean, ni las personas que no se identifican ni con mujeres ni con hombres sean discriminadas. Sin embargo, la lucha será ardua, tanto para mantener la palabra “mujer”, que molesta tanto a algunos, como para mantener nuestros dos mandatos vigentes, ya que hay muchos Estados que se oponen a nuestra existencia. 

Algo que me asusta mucho es la misoginia que ha aflorado en casi todos los espacios, pero especialmente en los políticos, tanto internacionales como nacionales. La igualdad entre mujeres y hombres fue un objetivo en las conferencias mundiales de los 90s y tomó bastante protagonismo, pero estamos viendo que casi todas las propuestas que nos estaban acercando al objetivo de la igualdad se están desdibujando debido a estrategias muy bien diseñadas de los grupos anti-derechos que hoy se han fortalecido en la ONU y que utilizan un lenguaje de derechos humanos precisamente para destruirlos. La derecha más conservadora se ha empoderado y decidido a usar el lenguaje de los derechos humanos para hacer creer a muchas personas que las religiones, las familias, los padres entre otras entidades, tienen derechos humanos que están siendo atacados por los derechos sexuales y derechos reproductivos de las mujeres y niñas y la población LGBTTI. Estos conservadores quieren hacernos volver a la época antes de Viena, cuando los derechos de las mujeres no eran derechos humanos y, por ende, el concepto de igualdad entre hombres y mujeres ni siquiera se estudiaba en términos de equivalencia. Y, por supuesto, tampoco quieren reconocer toda la doctrina que brota de entender que la humanidad es muy diversa y el hombre heterosexual, adulto y sin discapacidad NO es el modelo de lo humano. Hay un sector fascista que cada vez es más escuchado tanto por las clases más desposeídas a quienes no les ha llegado los beneficios de la igualdad, así como por las clases más adineradas que ven en esos discursos nacionalistas, misóginos, racistas, homofóbicos, etc. una manera de mantener sus privilegios. Es un reto enorme que tenemos que enfrentar. 

 Recordemos que, en las épocas de las conferencias de Viena, El Cairo y Beijing, la retórica del Vaticano en las Naciones Unidas estaba formulada en un lenguaje explícitamente religioso, aunque no debemos olvidar que fue la Santa Sede quien propuso que se sustituyera el término igualdad por el de equidad que tuvo tanta acogida en nuestra región y que ha causado tanto daño. Desde entonces, la Santa Sede se ha envalentonado y su lenguaje ha cambiado hacia expresiones seculares, citando la dignidad, los deberes y las responsabilidades para influir en las negociaciones y en la política internacional. Por ejemplo, la Santa Sede ahora reclama acuerdos que defiendan la ‘dignidad’ y los ‘derechos’ de “la pareja compuesta por un hombre y una mujer.” 

En su labor de incidencia en la ONU, el Vaticano se ha vuelto más estratégico en los últimos años refiriéndose frecuentemente a instrumentos de derechos humanos reinterpretados, como lo ejemplifica su discurso sobre la familia, que conceptualiza como natural, patriarcal y heteronormativa. Además, presenta el clamor por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres como una “batalla de derechos” presentando el derecho al aborto como si estuviera en oposición al derecho a la vida, y oponiendo el derecho de los y las niñas y jóvenes a una educación sexual integral contra los “derechos de los padres” 

Este discurso sobre la familia también descansa en reforzar la masculinidad patriarcal, así como la feminidad tradicional. Y los fundamentalistas religiosos no lo tienen que hacer solos pues hay todo un gran aparato para reproducirlos. Los medios de comunicación son clave… series, películas, videojuegos… Y el modelo del héroe bélico o policial glorifica las virtudes del héroe que recurre a la violencia como único medio de “proteger” a su familia, comunidad o nación. Es un modelo poco sostenible si lo que queremos es una sociedad igualitaria, con justicia y en paz. Sin embargo, la masculinidad sádica y la feminidad masoquista se perpetúan, “50 Sombras de Grey” es un ejemplo paradigmático, pero no el único. Las grandes maquinarias mediáticas multinacionales como Disney, Sony, Netflix y tantas otras, recrean una y otra vez, con pequeñas variaciones, los mismos modelos. Es muy difícil crear imaginarios no sexistas o patriarcales porque la hegemonía cultural sigue trabajando para reproducir lo mismo.


5 El Backlash

Lo que tenemos ahora es lo que en inglés llaman backlash, una reacción. Cuando tocamos el estatus quo, a lo mejor durante un tiempo no hay reacción, pero cuando empezamos a avanzar socialmente y empezamos a erosionar al patriarcado con el feminismo, al poco tiempo, como hemos visto, empiezan a sonar las alarmas simbólicas. No es nada extraño que, en la capital del mundo globalizado, después de un presidente afroamericano como Obama, subió un Trump, un “nacionalista blanco” que tiene sus versiones nacionalistas en muchos de nuestros estados latinoamericanos. Brasil es un buen ejemplo de que es una tendencia global: Temer, la bancada evangélica y la destitución de Dilma, una presidenta socialdemócrata que ha sufrido una misoginia brutal. En el mes pasado de abril, en Costa Rica, un país de tradición democrática y sin ejército, nos enfrentamos a la posibilidad de un presidente evangélico que se considera el representante de Dios en nuestra tierra y no cree en los derechos humanos ni en la crisis climática y que a pesar de que prometió que su primera acción como presidente sería cerrar el Instituto Nacional de las Mujeres, más de la mitad de quienes votaron por él fueron mujeres. 

Otro motivo de preocupación es el impacto de los grupos antiderechos en discusiones sobre el desarrollo sostenible, como lo demuestran los logros de estos actores en cuanto a diluir el impacto de los derechos humanos en la Agenda 2030. En su primer borrador, el párrafo 19 de la Declaración Política incluía un fuerte reconocimiento de que la realización de todos los derechos humanos es el principal propósito del desarrollo sostenible. Allí se afirmaba que la Agenda se proponía “trabajar para asegurar que los derechos humanos y las libertades fundamentales sean disfrutadas por todos sin discriminación de ningún tipo, incluyendo el origen social y otras características”. Gracias al activismo de los grupos anti-derechos, la Declaración final diluye este lenguaje para atenuar las responsabilidades de los Estados: en vez de establecer que éstos están obligados a respetar, proteger y cumplir los derechos humanos, sustituye la palabra cumplir por promover. Además, socava la universalidad de los derechos humanos reduciendo la lista de categorías protegidas por la cláusula no discriminatoria al eliminar las palabras ‘todos’ y “otras características”.

 A pesar de que la consulta mundial con un amplio espectro de partes interesadas de todo el mundo fue sin precedentes y que los ODS están mucho más en línea con los principios de derechos humanos de universalidad, transparencia, participación, igualdad y no discriminación y rendición de cuentas que los ODM, éstos no están siempre fundamentados en el marco internacional de derechos humanos, marco que como he venido diciendo, nos dio el estatus de humanas. Las metas no se enmarcan en términos de estándares internacionales de derechos humanos, y con pocas excepciones, no se vinculan con los mecanismos internacionales para la rendición de cuentas. Pero más problemático aún es que la agenda internacional de desarrollo 2030 incorpora un marco basado en el mercado -como lo muestra, por ejemplo, el Objetivo 8 que vincula el pleno empleo y trabajo decente con el crecimiento económico- que no es coherente con las obligaciones internacionales de derechos humanos que tienen las naciones de todo el mundo. 

 Me parece que el Objetivo 8 nos da pistas para entender que en los ODS el desarrollo sigue centrado en el mercado y el crecimiento económico. Creo que la crisis climática nos está demostrando que este tipo de desarrollo no puede jamás ser sostenible y peor si el pleno empleo y el trabajo decente son degradados en los ODS de ser considerados derechos humanos fundamentales necesarios para la dignidad humana a dividendos del crecimiento económico. Es precisamente el credo del crecimiento económico el que ha alentado a los gobiernos a abolir muchas de las protecciones laborales, reducir los salarios y socavar la organización de las y los trabajadores. En muchos de nuestros Estados, este credo ha llevado a nuestros Estados a utilizar la violencia y la intimidación para proteger a los inversionistas a costa de la vida y salud de las y los trabajadores y hasta han asesinado a quienes se atreven a defender sus derechos. 

Es en este clima que se hacen muchas llamadas para “aumentar la participación de las mujeres en la economía” y no dejarlas atrás. Como tales llamadas no tienen en cuenta la posición explotada y precaria en que se encuentran las mujeres en la economía mundial actual y los factores estructurales que privan a las trabajadoras de su dignidad y sus derechos como seres humanos, esas llamadas son irrisorias. 

Especialmente si recordamos que el factor que más contribuye a la explotación de las mujeres en el lugar de trabajo es la desigualdad entre mujeres y hombres en la familia, la comunidad y en las leyes. En un sistema económico globalizado controlado en gran parte por las grandes transnacionales, estos poderosos actores se han aprovechado de la discriminación histórica contra las mujeres para garantizar que seamos una fuente de mano de obra barata para alimentar sus cadenas de suministro. Es por ello que tanto los poderes económicos como sus aliados religiosos se unen en la idea de que no se nos considere plenamente humanas al negarnos la igualdad sustantiva con los hombres, lo cual sólo es posible a través de considerarnos como iguales en nuestra diferencia mutua con los hombres. 

Pero tal vez donde más se evidencia la misoginia “reloaded” de nuestros tiempos es la forma en cómo los medios tratan y cómo la mayoría de la gente nos percibe a las feministas. Las teorías feministas, que tanto han hecho no sólo por nosotras las mujeres, sino por la paz, la democracia y la justicia, siguen estigmatizadas en vez de reconocidas como lo que son: teorías que no sólo nos abren caminos antes totalmente vedados a las mujeres, sino que nos muestran otras posibilidades para hacer de nuestro mundo un lugar más sostenible y feliz. Es desesperanzador que nuestros sueños, proyectos, preocupaciones y manifestaciones feministas sean percibidos, cuando lo son, como egoístas, marginales o superfluos y hasta que nos llamen feminazis cuando defendemos a las víctimas de las más atroces violencias. No se reconoce que los mitos que hemos desmontado las feministas han servido para crear nuevos imaginarios. Que las feministas no nos contentamos con demostrar nuestras incontestables semejanzas con los hombres, sino que siempre estamos haciendo evidente nuestras diferencias con ellos y entre nosotras lo que contribuye a visualizar y entender la diversidad humana. Tampoco se nos reconoce que las feministas siempre hemos acompañado a otros movimientos en sus anhelos de justicia, que luchamos contra el militarismo, la violencia policial, la apropiación de todos los bienes comunes por parte de las grandes transnacionales extractivistas, la lesbo, homo y transfobia, etc. Y, casi siempre, lo hacemos con amor y mucho humor.

6 Conclusión 

Para construir otro mundo posible, un mundo sin discriminaciones ni violencias de ninguna especie, un mundo soñado tanto por todos los feminismos diversos, es imprescindible que mantengamos viva la memoria de Viena para recordarnos que hace apenas 25 años que las mujeres fuimos declaradas humanas en la Conferencia Mundial de DDHH en Viena y que en estos pocos 25 años hemos logrado muchos más avances de los que hoy he podido recordar. Es importante que conozcamos nuestra historia porque sólo así sabremos defendernos de los ataques que hoy estamos sufriendo. No podemos permitir que los grupos anti-derechos nos devuelvan a los tiempos en que la discriminación contra las mujeres era considerada natural y ordenada por un Dios celestial. Y no podemos permitirlo no solo por nosotras, sino por nuestros hijos e hijas, por toda la especie humana en su maravillosa diversidad y por el futuro de nuestro planeta. 

42 El Comité CEDAW pasó a ser parte integral del Sistema de DDHH de la ONU en el 2007

Este texto esta tomado del libro de Alda Facio Montejo titulado La evolución de los derechos humanos de las mujeres en las Naciones Unidas 


 Alda nos dice : Este documento ha sido preparado con fines puramente pedagógicos. No pretende ser una historia oficial ni completa de estos años. Resume, desde la perspectiva de una latinoamericana que ha participado en muchos de los eventos que aquí se narran, una breve etapa de la larga historia de la lucha de las mujeres contra el patriarcado que también está dentro de la ONU. Este pedacito de la historia de resistencia y logros de las mujeres no pretende decir que sea dentro de la ONU o en esos años que hayan sucedido los acontecimientos más importantes para el logro de la igualdad y la justicia social para las mujeres de todo el mundo, de todas las razas/etnias, credos, culturas, edades, nacionalidades, capacidades, sexualidades, etc. 


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