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martes, 31 de mayo de 2022

Las mujeres pacifistas y la I guerra mundial 2/3

 


Las Resoluciones del Congreso La Haya, 1915 [8]

El resultado de los debates se plasmó en 20 resoluciones, agrupadas en torno a siete apartados: 

I. Las mujeres y la guerra; 

II. Acciones hacia la paz; 

III. Principios de una paz permanente; 

IV. Cooperación internacional; 

V. Educación de los niños y niñas; 

VI. Las mujeres y la Conferencia de paz y 

VII. Acciones a tomar. Incluyo un extracto de las mismas.


En primer lugar, la protesta: “Nosotras, las mujeres reunidas en este congreso internacional… protestamos contra la locura y el horror de la guerra, que lleva consigo un sacrificio irresponsable de la vida humana y la destrucción de tantas cosas que la humanidad ha tardado siglos en construir (Resolución 1)…protestamos contra las odiosas agresiones de que son objeto las mujeres en tiempo de guerra, especialmente contra la violación, presente en toda guerra” (Resolución 2).

El llamamiento a poner fin a la matanza: “Este Congreso Internacional de mujeres de diferentes naciones, clases, creencias y partidos… expresa su simpatía con el sufrimiento de todos… ( y puesto que la mayoría piensa) que están luchando, no como agresores sino en defensa propia y de la existencia de su país, no puede haber diferencias irreconciliables entre ellos, y sus ideales comunes proporcionan una base sobre la que puede construirse una paz magnánima y honorable. El Congreso, por consiguiente, urge a los Gobiernos del mundo a que pongan fin a este baño de sangre y empiecen negociaciones de paz. Demandan que la paz sea permanente y por tanto basada en principios de justicia, incluidos los establecidos en las resoluciones adoptadas por este congreso… (Resolución 3) 

La demanda de poner en marcha una mediación: “Este Congreso resuelve pedir a los países neutrales que den pasos de manera inmediata para crear una conferencia de naciones neutrales que debería, sin demora,  ofrecer una mediación permanente” (Resolución 4).

Los principios para el logro de una paz permanente, que a su entender son: El reconocimiento del derecho de los pueblos al autogobierno, la integridad territorial, la autonomía y  un parlamento democrático (Resolución 5); la urgencia de que  los gobiernos de todas las naciones acuerden someter las futuras disputas internacionales a la conciliación y el arbitraje  (Resolución 6) y (acuerden también) unirse para ejercer presión social, moral y económica sobre cualquier país que recurra a las armas (Resolución 7); que la Política Exterior se someta a control democrático ya que la guerra no responde a la voluntad de la mayoría sino a intereses particulares y (teniendo en cuenta que) sólo se puede reconocer como democrático un sistema que incluya una representación igualitaria entre hombres y mujeres… que se otorgue el voto a las mujeres (Resoluciones 8 y 9). Este último principio, que une el sufragio femenino a una paz permanente, es expresado así:

“puesto que la influencia combinada de mujeres de todos los países es una de las fuerzas más potentes para prevenir la guerra, y puesto que las mujeres sólo podrán tener plena responsabilidad y una influencia efectiva cuando tengan iguales derechos políticos que los hombres, este Congreso Internacional de Mujeres reclama su derecho al voto.” (Resolución 9).

Hay un llamamiento a la cooperación internacional, entendida como continuidad de los trabajos de las anteriores conferencias de paz gubernamentales,  instando a que “tras la guerra, se convoque de manera inmediata la tercera Conferencia de La Haya” (Resolución 10); a que las naciones sigan construyendo una arquitectura internacional sobre la base de una paz constructiva, para lo que se propone: a) Como un desarrollo de la Corte de Arbitraje de La Haya, la creación de una Corte Permanente de Justicia Internacional, “para plantear cuestiones o diferencias de carácter justiciable, tales como las que surgen en la interpretación de los derechos de los tratados o de las leyes de las naciones; b)  Como un desarrollo del trabajo de la Conferencia de La Haya, la creación de “una Conferencia Internacional permanente que tenga reuniones regulares, en las que las mujeres deben tomar parte, para tratar no las reglas de la guerra sino propuestas prácticas para una Cooperación más extensa entre los Estados…formular y hacer cumplir aquellos principios de justicia, equidad y buena voluntad … ajustados gradualmente por una opinión pública internacional ilustrada. Esta Conferencia Internacional designará: un Consejo permanente de Investigación y Conciliación para la resolución de las diferencias internacionales que surjan de la competición económica, la expansión del comercio, el aumento de la población y los cambios de los estándares políticos y sociales.” (Resolución 11)

La reclamación del desarme universal, que sólo se puede asegurar mediante un acuerdo internacional, por lo que se urge a los países a terminar con la producción de armas y municiones de guerra y a controlar el tráfico internacional de las mismas, ya que “en los beneficios privados derivados de las grandes fábricas de armamento anida un obstáculo poderoso para la abolición de la guerra.” (Resolución 12).  

 La libertad de comercio, mares y rutas de comercio abiertas en condiciones de igualdad a los cargamentos de todas las naciones, y  “dado que la inversión por parte de los capitalistas de un país en los recursos de otro y las reclamaciones que surgen de ahí son una fuente fértil de complicaciones internacionales…  insta a (que se imponga el principio de) que tales inversiones se hagan a riesgo del inversor, sin reclamar la protección oficial de su gobierno.” (Resolución 13).

 El Congreso Internacional de Mujeres aboga por la transparencia, que los tratados secretos sean declarados nulos y que para la ratificación de los futuros  se exija la participación de, al menos, el poder legislativo de cada gobierno. Así mismo, recomienda que se creen Conferencias Internacionales y Comisiones Nacionales para el estudio científico y la elaboración de los principios y condiciones de una paz permanente, lo que podría contribuir al desarrollo de una Federación internacional (Resolución 14).

Por supuesto, el congreso “declara que es esencial poner en práctica nacional e internacionalmente el principio de que las mujeres deben compartir todas las responsabilidades y derechos civiles y políticos, en las mismas condiciones que los hombres (Resolución 15), así como “la necesidad de que se oriente la educación de los niños y niñas para que sus pensamientos y deseos se dirijan hacia el ideal de construir la paz” (Resolución 16).  

La reclamación del voto y la participación de las mujeres en todos los niveles del Acuerdo de Paz, “Para los intereses de la civilización y una paz duradera la Conferencia que estructure el acuerdo de paz después de la guerra habrá de aprobar una resolución afirmando la necesidad de que todos los países extiendan el voto a las mujeres” (Resolución 17);  además en la conferencia de paz habrán de tomar parte los representantes del pueblo, con las mujeres incluidas en ellos (Resolución 18).[9]

Entre las acciones a tomar, se propuso una que ha sido una norma de actuación en WILPF y que distintos movimientos sociales pusieron en práctica mucho más tarde: la organización de cumbres paralelas a las gubernamentales para incidir en las mismas: “Este Congreso Internacional de Mujeres resuelve que se organice un encuentro internacional de mujeres en el mismo lugar y al mismo tiempo que la Conferencia de las potencias que ha de estructurar los términos del acuerdo de paz después de la guerra, con objeto de presentar propuestas prácticas a la Conferencia” (Resolución 19).  

Y finalmente, tras un largo debate, se aprobó la propuesta de Rosika Schwimer de enviar delegaciones a los gobernantes de las naciones beligerantes y neutrales de Europa y al Presidente de los Estados Unidos, con objeto de comunicarles las Resoluciones del Congreso e instarles por esta vía personal a llevarlas a la práctica (Resolución 20).

Se decidió también crear una estructura organizativa que en el futuro siguiera trabajando por los objetivos acordados. El nombre de la nueva organización daba cuenta del principal, pues se llamó Comité Internacional de Mujeres por una Paz Permanente. Sería en 1919, al acabar la guerra, en el segundo congreso celebrado en Zurich, cuando la organización que nació en La Haya pasaría a llamarse Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF en sus siglas en inglés)[10].

Para cumplir lo acordado, dos delegaciones del congreso recorrieron Europa, visitando tanto los países neutrales como los beligerantes, de modo que estas mujeres que no podían votar, en la práctica ejercieron de embajadoras de la paz, siendo recibidas y escuchadas por los líderes de catorce capitales, Primeros Ministros y Ministros de Asuntos Exteriores, entre ellos, el Rey de Noruega, el Papa y el Presidente de los EEUU. Jane Addams, Emily G. Balch y Alice Hamilton, que habían formado parte de las delegaciones a los gobiernos, escribieron una crónica de estas visitas[11]. El informe de las delegaciones fue más optimista de lo que la realidad posterior mostró. [12] La influencia que tuvieron las mujeres de La Haya, por otra parte difícil de calibrar, no llegaría de manera inmediata.  Su apuesta más decisiva para terminar con la guerra, la puesta en marcha de una mediación inmediata -que ellas proponían que fuera llevada a cabo mediante una diplomacia no convencional, involucrando a personas de prestigio con experiencia internacional: científicos, economistas e intelectuales de las letras y las artes- no llegaría a realizarse: los países neutrales, que tendrían que haber organizado la Conferencia, no llegaron a convocarla.

Entre julio y diciembre de 2015, con el ánimo de empujarle a que liderara la mediación, Jane Addams visitó a Woodrow Wilson hasta seis veces. No consiguió su propósito. Pero estas entrevistas, en las que conversaron no sólo sobre la mediación sino del resto de acuerdos de La Haya, dejaron un poso en el presidente. Nueve de sus famosos catorce puntos fueron tomados de las resoluciones del congreso internacional de mujeres. También la creación de la Liga de las Naciones supuso avanzar en la línea de construir un entramado legal internacional que permitiera resolver de otro modo las disputas entre países.

El informe final del Congreso de La Haya incluía las intervenciones de las madres fundadoras, el relato del desarrollo y las resoluciones consensuadas, el nombre de todas las delegadas participantes, así como las adhesiones enviadas por organizaciones de todo el mundo. Fue redactado en los tres idiomas oficiales y por deseo de las congresistas se envió a los gobiernos de los países europeos que se posicionaron contra la guerra y a favor de la reconstrucción de Europa, así como a las bibliotecas de los Estados Unidos de América y Europa, por lo que tuvo repercusión mediática internacional.

 Tomado del articulo de Carmen Magallón (2014) “Una voz disidente en la I Guerra Mundial: el Congreso de La Haya y WILPF”, Mientras tanto, Nº. 122-123, pp. 57-71.

[8]La versión original, en inglés, de estas resoluciones puede leerse en la página de WILPF Internacional: http://www.wilpfinternational.org/wp-content/uploads/2012/08/WILPF_triennial_congress_1915.pdf

[9] Esta resolución es precursora de la que muchos años después, en el 2000, aprobaría el Consejo de Seguridad: la resolución 1325 sobre Mujeres, paz y seguridad, una importante herramienta para potenciar la voz de las mujeres en los procesos y negociaciones de paz.

[10] Sobre la historia de WILPF: Gertrude Bussey and Margaret Tims (1980) Pioneers for Peace. Women’s International League for Peace and Freedom 1915-1965, Oxford, Alden Press; y Catherine Foster (1989) Women for All Seasons: The Story of the Women's International League for Peace and Freedom, Athens, The University of Georgia Press.

[11]Jane Addams, Emily G. Balch & Alice Hamilton (1915) Women at The Hague. The International Congress of Women and Its Results (Introduction by Harriet Hyman Alonso). Urbana and Chicago, University of Illinois Press, 2003;.

[12] El comunicado oficial de las delegadas, tras sus visitas, “Manifesto issued by Envoys of the International Congress of Women at The Hague to Governments of Europe and the President of the Unites States”, puede leerse en Bussey and Tims, Op. Cit., pp .22-24

domingo, 29 de mayo de 2022

Las mujeres pacifistas y la I guerra mundial 1/3

 


Traemos este maginifico articulo de Carmen Magallón publicado en la revista Mientras tanto, Barcelona,  en 2014. que nos invita a reflexionar sobre como nuestras antecesoras trabajaron por la Paz . Su titulo es "Una voz disidente en la I Guerra Mundial: el Congreso de La Haya y WILPF"[1]


Introducción

En 2014 se cumplieron cien años del comienzo de la I Guerra Mundial, la llamada Gran Guerra.  En sentido estricto, la guerra no afectó al mundo en su totalidad, por lo que llamarla ‘mundial’ no deja de ser una expresión más del etnocentrismo de europeos y norteamericanos acostumbrados a considerarse el ombligo del mundo, pero sí fue un inmenso desastre que produjo millones de muertos. En medio de la catástrofe, un grupo de mujeres se opuso a la barbarie. Cuando todavía sus países no les reconocían el derecho a voto, más de mil mujeres se reunieron en La Haya para pedir el fin de la guerra, la mediación de los países neutrales y la creación de un foro internacional en el que pudieran dirimirse los conflictos entre países sin recurrir a las armas. Fue a finales de abril de 1915. Mientras las efemérides de la oficialidad académica de hoy, salvo honrosas excepciones, apenas se dan por enteradas de estas disidencias, en muchas de nosotras crece la convicción de la importancia de su recuperación para la historia transmitida.

Dos Conferencias Internacionales de Paz, gubernamentales, se habían celebrado en La Haya, en 1899 y 1907, pero la I Guerra Mundial se llevó por delante muchos de los acuerdos adoptados. Hace cien años,  los líderes  seguían con inercia la locura histórica de resolver los conflictos a garrotazos, cada vez con garrotes más sofisticados. La mayoría de  muchachos llamados a los frentes como carne de cañón todavía consideraban glorioso lo que se había acuñado como ‘morir por la patria’: habían sido socializados para incluir en su identidad la respuesta a la llamada guerrera. Por su parte, las mujeres, también las feministas, se dividieron ante la guerra. Fueron muchas las que colaboraron en tareas de apoyo y animaron a los hombres a pelear. Pero también fueron muchas las que rechazaron la guerra, generando una voz disidente.  La distinta socialización y marginación del ámbito público proporcionaba a las mujeres una base para pensar diferente. Todavía sin derecho a voto y por tanto sin responsabilidad en la toma de decisiones, ajenas al viejo paradigma del poder político, no se sentían responsables de la línea de acción decidida por los líderes: disponían de libertad para pensar de otro modo, sus prioridades arraigaban en otro paradigma. Esta libertad de pensamiento y acción tuvo una brillante plasmación en la voz que surgió en el Congreso de La Haya. Y aunque no todas conformaron esta voz disidente, porque ni los hombres son un bloque ni lo son las mujeres, las que acudieron a La Haya en 1915  representaban a una parte significativa del sufragismo organizado mundialmente.

Este artículo habla sobre ese episodio, subraya la voluntad y decisión del grupo que fundó la Women’s International League for Peace and Freedom de incidir y transformar la política internacional. Un empeño que, cien años más tarde, aún sigue vivo. Apunta también algunos ecos y reacciones de mujeres españolas.

El Congreso Internacional de Mujeres, La Haya, 1915

Era abril de 1915. A 167 Kilómetros hacia el Norte, en Ypres, se estaba librando una batalla, la segunda en la zona. Fue en esa ciudad donde se utilizaron por primera vez diversos gases químicos como arma de guerra (clorina, gas mostaza), armas inhumanas donde las haya por los innecesarios sufrimientos que provocan antes de producir la muerte y cuya utilización fue prohibida por la comunidad internacional[2]. La imagen de soldados con máscaras antigás nos traslada inevitablemente a los escenarios y sufrimientos de aquella guerra. Más de 100.000 fueron los muertos. En medio de las obvias dificultades para viajar en tiempos de guerra, representantes de distintas organizaciones y mujeres individuales de 12 países, se pusieron en camino y lograron llegar a La Haya.

En 1914, la International Woman Suffrage Alliance (IWSA), en nombre de doce millones de mujeres de 26 países, había lanzado un manifiesto llamando a la conciliación y el arbitraje pero más tarde suspendió la reunión que tenía previsto realizar en Berlín, en Junio de 1915, negándose su presidenta, Carrie Chapman Catt, a convocar ninguna otra. Fue Aletta Jacobs,  presidenta de la organización sufragista holandesa y primera doctora en Medicina de su país quien ejerció de impulsora principal del Congreso de La Haya. En sus memorias,  Jacobs cuenta cómo su primera reacción ante la guerra había sido organizar ayuda para la subsistencia de la gente, ayuda humanitaria, y cómo en un momento se preguntó: “Si aliviamos las consecuencias de la guerra, ¿no estamos contribuyendo a su continuación, al horror y la degradación que causa?”[3]. Dispuesta a iniciar otra línea de acción, escribió a la Junta y a las presidentas de las organizaciones afiliadas a la IWSA en todo el mundo, proponiendo la realización de un congreso internacional de mujeres en un país neutral, porque “en estos tiempos de guerra y odio creciente entre naciones, nosotras las mujeres tenemos que mostrar que, al menos, somos capaces de mantener nuestra mutua amistad y solidaridad”[4]. La mayoría de la Junta de la Alianza consideró la propuesta un disparate y sugirió esperar a que la guerra acabara.  Finalmente, la IWSA, como organización, no apoyó la realización del congreso. 

Pese a todo, el Congreso de la Haya puede considerarse fruto del sufragismo, tanto por quienes fueron sus organizadoras como por su contenido. En febrero de 1915, Jacobs se reunió en Amsterdam con cuatro belgas, cuatro alemanas y cinco británicas, mujeres destacadas dentro de la IWSA, tanto de países en guerra como neutrales; un grupo organizador que contó también con Mia Boissevain, Rosa Manus, Jeanne Van Lanschot Hubrecht, Cor Ramondt Hirschmann y Hanna van Biema-Heymans de Holanda. Según Jacobs: “El talento y la energía de estas mujeres hizo posible que, a pesar de todas las dificultades, los retrasos del correo, las cartas confiscadas, censuradas o perdidas, en apenas dos meses organizáramos una conferencia internacional …”[5].

El aliento sufragista fue patente también en las condiciones requeridas para participar en el congreso. Había que estar de acuerdo con dos puntos previos: uno, que las disputas internacionales deben gestionarse por vías pacíficas y dos, que el voto había de extenderse a las mujeres. En estos puntos latía la convicción de que el voto de las mujeres conduciría a una paz permanente.

Finalmente, fueron 1136 mujeres procedentes de doce países, las representantes de distintas organizaciones que participaron en el congreso. Había sufragistas y sindicalistas de varios países, laboristas británicas, mujeres de organizaciones tan diversas como las Trabajadoras Agrícolas de Hungría, la Liga para la protección de los Intereses de los Niños de Holanda o la Asociación de Mujeres Abogadas de Estados Unidos.[6] Viajar en medio de la guerra no fue fácil. El barco con las cuarenta y siete delegadas de los Estados Unidos, el Noordam,  fue detenido en Denver y casi no llega a la apertura. En él viajaban Jane Addams la reformadora social que en 1931 recibiría en Nobel de la Paz; la profesora de Economía en Wellesley, Emily Green Balch, premiada también con el Nobel de la Paz en 1946, y Alice Hamilton, pionera de la medicina industrial.  De Inglaterra, 180 mujeres estaban preparadas para asistir pero el Gobierno inglés sólo había dado permiso a 25. Finalmente el tráfico en el Mar del Norte se cerró y ninguna de ellas pudo llegar.  La escocesa Chrystall MacMillan y la inglesa Kathleen Courtney, que estaban ya en Holanda, junto a Emmeline Pethick-Lawrence que venía de los Estados Unidos con el grupo del Noordam representaron a aquél país. El informe final cuenta que se vivió con emoción la llegada de las delegadas belgas, que habían recibido un permiso del Gobernador alemán en Bélgica, un viaje penoso pues el último  tramo tuvieron que hacerlo a pie. Además de Estados Unidos e Inglaterra, los otros diez países que enviaron representantes de organizaciones varias fueron: Alemania (28 delegadas), Austria (6), Bélgica (5), Canadá (2), Dinamarca (6), Hungría (10), Italia (1), Noruega (12), Suecia (16) y Holanda (alrededor de un millar). Hubo hombres y mujeres, observadores y visitantes, hasta alcanzar 1500 participantes. Así mismo, se recibieron más de 300 mensajes de apoyo, individuales y de organizaciones, de Argentina, India, Brasil, Bulgaria, Finlandia, Francia, Portugal, Polonia, Serbia, Rumania, Rusia, Suiza, Sudáfrica y también de España.

El Congreso se realizó del 28 de abril al 1 de mayo de 1915, presidido por Jane Addams.  La ceremonia de apertura tuvo lugar en el  Gran Salón del Dierentium del Jardín Botánico de La Haya, con mayor cabida que el Palacio de la Paz, y las tres lenguas oficiales fueron el inglés, el francés y el alemán. Para el debate se especificó que no se entraría en las responsabilidades nacionales de la guerra en marcha ni en cómo debería regularse la guerra en el futuro. Este último punto significaba un desmarque de las conferencias de paz gubernamentales celebradas en 1899 y 1907, que se habían enfocado en gran medida a ‘humanizar’ la guerra. Ahora, las convocantes de La Haya subrayaban así su crítica radical a las confrontaciones armadas, negándose a entrar en disquisiciones regulatorias.

El distanciamiento del paradigma de la política al uso, que según Clausewitz incluía la guerra como la política por otros medios, se fue plasmando a lo largo del Congreso. Como ejemplo, las intervenciones de Jane Addams mostraron que es posible concebir y vivir de otro modo valores y nociones que han conducido a los pueblos a la confrontación armada. Addams habló de las que habían viajado y atravesado fronteras de países en guerra, calificando su actitud y decisión de heroísmo –otro tipo de heroísmo-, habló del conflicto innecesario entre patriotismo e internacionalismo –otro tipo de patriotismo- y de la importancia, para el logro de unas relaciones internacionales más justas, de aportaciones que pueden parecer menores, como la protesta de este congreso, o más lentas, como las debidas a juristas, filósofos y escritores –Grotius, Kant, Tolstoi…-, todos ellos tachados en su tiempo, dijo, de cobardes y soñadores, por poner la ley por delante de la fuerza.[7]


Carmen Magallón (2014) “Una voz disidente en la I Guerra Mundial: el Congreso de La Haya y WILPF”, Mientras tanto, Nº. 122-123, pp. 57-71.



[1] WILPF son las siglas de Women’s International League for Peace and Freedom, la organización que nació en el Congreso de La Haya, aunque hasta 1919 no tomó este nombre. Inicialmente se llamó International Committee of Women for Permanent Peace (ICWPP).

[2] El uso de las armas químicas se prohibió tras esa guerra (Protocolo de Ginebra, 1925). Previamente, en la I Conferencia Internacional de Paz de La Haya, convocada por el Zar Nicolás II en 1899, se había aprobado la “Declaration on the Use of Projectiles the Object of Which is the Diffusion of Asphyxiating or Deleterious Gases”. Bastante más tarde, en 1993, se firmó el tratado internacional que prohíbe no sólo el uso de armas químicas sino también su desarrollo, producción y almacenaje. El tratado entró en vigor el 29 de abril de 1997.

[3] Aletta Jacobs (1996) Memories. My Life as an International Leader in Health, Suffrage, and Peace. The Feminist Press at the City of New York (edited by Harriet Feinberg), p. 81. Mi traducción.

[4] Ibíd., p. 82.

[5] Ibíd., p. 83.

[6] Mary Nash (2004) Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos. Madrid, Alianza.

[7]Report of the International Congress of Women, The Hague, 1915. Accesible en http://archive.org/stream/berichtrapportre45wome/berichtrapportre45wome_djvu.txt


domingo, 22 de mayo de 2022

Crudas realidades de mujeres, madres e hijas en la literatura contemporánea

 


Existe una literatura que logra tocar las fibras más sensibles de nuestra alma, lecturas que nos atrapan de principio a fin llevándonos en una montaña rusa de emociones conocidas o tal vez desconocidas por nosotras hasta entonces, libros que al leer la última línea y cerrarlos nos dejan inmóviles con los sentimientos a flor de piel, en una maraña de encuentros desencuentros y reflexiones, en este nivel de sensibilidad fuerza actualidad y cruda realidad se encuentra la contemporánea narrativa femenina, obras salidas magistralmente de la pluma de autoras que escriben de lo que saben, porque quién mejor que las mujeres para hablar de las propias mujeres?



Entre las páginas de los libros se encuentran las más grandes verdades de la existencia humana, reflejo fiel de nuestro interior y de la fracturada sociedad en la que vivimos, Cometierra de Dolores Reyes ( 2019) y El Eterno Verano de Liliana de Cristina Rivera Garza 2021) son de esas lecturas que denuncian, que nos impactan y nos estremecen haciéndonos sentir el infernal dolor del rechazo, la discriminación, el abandono, las desapariciones y los feminicidios; pero también la indignación ante la impunidad a la vez que son generadoras de conciencia, solidaridad, sororidad y lucha.

“Del dolor nace la obra y el arte es una herida hecha luz” nos recuerda a menudo la escritora española Rosa Montero, históricamente las mujeres hemos tenido el rostro, el cuerpo y la vida atravesada por el sufrimiento de la opresión, la desigualdad y la violencia.

Hace años una amiga mía y editora del periódico para el que yo escribía en ese entonces, me dijo que mis palabras escritas eran mi voz más fuerte, y tenía razón!, hoy más que nunca nuestras letras hablan por nosotras, nos representan, nos definen, nos defienden, nos liberan.

Además de la violencia de género que a todas en general tanto nos lastima, existe otra triste realidad que pincha que corta que duele y que marca la vida de algunas mujeres, y es la compleja y en ocasiones devastadora relación materno filial.

Es verdad que no todas las mujeres somos madres, pero sí, todas somos hijas, y aunque la madre es el primer contacto humano y el primer vínculo afectivo que se tiene, la relación con ella en un desconocimiento e incomprensión mutua puede llegar a ser muy complicada para muchas.

De este complejo tema y de los claroscuros de las diversas maternidades, nos hablan escritoras geniales en obras como La Solterona, Madres e Hijas, Como Agua para Chocolate, Apegos Feroces, Casas Vacías, La Hija Oscura, y próximamente Las Abandonadoras; en estas y en otras más se muestra la maternidad misma vista, sentida, gozada y sufrida expresándose sin filtros desde las propias vivencias de las mujeres.

Existe un dolor de ida y vuelta entre madres e hijas que en algún punto del camino en más de un sentido se separan, perdiendo lo sublime del amor que alguna vez las unió,….“mi madre mi enemigo declarado, mi primer amor” nos dice y nos impacta Kate Zambreno, autora de Mi Libro Madre Mi Libro Monstruo, donde cuestiona la domesticidad de su madre presente-ausente, y reflexiona sobre la capacidad de acompañamiento que tiene la escritura,la fotografía y la memoria.

Irónica, difícil y dolorosa es la situación de las hijas que en las vueltas de la vida como bien dice Marcela Lagarde, terminan siendo madres de sus madres, y lo es peor cuando existe un profundo desamor recíproco, …“Ahora me parece que esto de que se le olviden las cosas le conviene, que no quiere acordarse de las cosas que ha dicho y hecho. Me parece injusto que pueda quitarse el pasado de la cabeza mientras que yo la tengo a rebosar de pasado todo el tiempo”…dice Antara hija de una madre con alzheimer en la novela Azúcar Quemado de Avni Doshi ¿Cómo se atiende a una persona que te relegó a los márgenes? ¿Cómo te haces cargo de alguien que nunca se ocupó de ti?

Por un lado, el maltrato, el acoso, el terrorismo de pqreja como lo nombra Cristina Rivera Garza, los feminicidios y muchas otras dolencias nos aquejan; por el otro, la figura de nuestra madre está presente para bien o para mal a lo largo de la vida, y la literatura en su generosa dualidad nos ofrece la posibilidad de escribir y de leer para recordar o para olvidar, cada una decide.

Como amantes de las letras las mujeres podemos disfrutar de una buena literatura escrita por hombres, sin embargo, leer a nuestras iguales, es como asomarnos a la cristalina agua de una laguna y encontrar nuestro reflejo acompañado por el de muchas otras, es saber que nuestros miedos, deseos, sufrimientos y goces siempre han estado y están acompañados!

“Escribid mujeres escribid, porque durante muchos siglos se nos fue prohibido”
Virginia Woolf

Galilea Libertad Fausto
Créditos de la fotografía: Ana Regina García

domingo, 15 de mayo de 2022

Dile a Estados Unidos que ponga fin a las prohibiciones del aborto y proteja los derechos de las mujeres



Nos unimos a la campaña de Amnistía Internacional y te pedimos la apoyes con tu firma . Es claro que los derechos de las mujeres estan en riesgo : 

EE. UU. DEBE PROTEGER EL DERECHO AL ABORTO

Estados Unidos puede acabar con la protección constitucional al aborto en breve. Una filtración del Tribunal Supremo ha dejado claro que esta es una posibilidad muy real, y supone un retroceso de derechos humanos de décadas dejando en manos de los estados si permiten o no abortar.

Esto supone que las tasas de aborto seguro probablemente disminuirán y las tasas de aborto inseguro probablemente aumentarán, y también las tasas de mortalidad materna. Este nuevo panorama afectará de forma desproporcionada a las mujeres, niñas y personas de color y las que tienen menos recursos. Los efectos a largo plazo incluyen un aumento de la desigualdad de género, una menor participación en la fuerza de trabajo y un aumento de las tasas de pobreza.


El acceso al aborto es un derecho humano. El derecho internacional lo deja claro: toda persona tiene derecho  a la salud y a no sufrir violencia, discriminación ni tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes. Obligar a alguien a continuar con un embarazo en contra de su voluntad - por la razón que sea- es una violación de estos derechos. El aborto debe ser legal, seguro y accesible para todas las personas.


Dile a Estados Unidos que ponga fin a las prohibiciones del aborto y proteja el derecho a la atención del aborto.


¡FIRMA!