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miércoles, 16 de marzo de 2022

Ancestrales sesgos de marginación



 Las mujeres han estado presentes en la construcción científica del conocimiento desde los orígenes mismos de la Ciencia, aunque la Historia -escrita secularmente por varones y sobre varones- las haya mantenido invisibilizadas y al margen de los libros oficiales. En paralelo, la visión que la mayoría de los grandes maestros han dado sobre las mujeres ha sido ciertamente misógina, atribuyéndoles cualidades no solo diferentes, sino también negativas, descalificadoras y ridículas. Aunque evidentemente, como muy bien argumentó ya en 1405 la escritora y humanista Christine de Pisan (Italia 1364 - Francia 1430) en su obra "La ciudad de las damas": "si las mujeres hubieran escrito los libros, estoy segura de que los hubieran hecho de otra forma, porque ellas saben que se las acusa en falso"-


La realidad es que durante siglos, las Mujeres han sido el secreto mejor guardado de la Ciencia, secreto que solo los Estudios de las Mujeres y de Género, han empezado hace décadas a desvelar. Gracias a ellos hoy día estamos empezando a conocer a pioneras de todas y cada una de las áreas del saber, por ejemplo a Merit Ptah, médica egipcia de alrededor del 2.700 aC, o a Tapputi-Belatikallim, tecnóloga del perfume que vivió en Babilonia hacia el 1.200 aC. También en la Grecia clásica, en el 500 aC hubo mujeres que enseñaron en las escuelas pitagóricas, su propia mujer, Theano y más tarde Aspasia de Mileto, compañera de Pericles, y también la mujer de Aristóteles -Pythias- eminente biológa y embrióloga, cuyas cualidades al parecer no valoró su marido ya que dejó escritas para la posteridad afirmaciones tales como que el varón es por naturaleza superior y la mujer inferior, uno domina y el otro es dominado, siendo esto naturalmente así porque la hembra es hembra en virtud de cierta falta de cualidades.


En Alejandría, la conocida como María o Miriam la profetisa o la judía, fue una famosa alquimista que -en torno al año 100- inventó diversos aparatos para la destilación y sublimación, entre ellos el famoso "baño María" para calentar a temperatura constante sobre agua hirviendo. A ella se debe igualmente el popular pigmento oscuro intenso conocido como "negro maría". También Hipatia (370-415) -la más célebre científica de la antigüedad, que se ha empezado a conocer en España a nivel popular gracias a la reciente película sobre su vida, Ágora-, después de completar sus estudios en Italia y Atenas, enseñó Filosofía en la academia neoplatónica, donde acudían a oírla discípulos de toda la cuenca del mediterráneo. Fue así mismo una experta astrónoma, que se codeaba con los principales sabios de la época, lo que unido a su vida independiente, despertó envidias y recelos que le costaron la vida, muriendo apedreada y después quemada por el pueblo, exaltado por unos monjes cristianos celosos de su pagano saber.

Durante la Edad Media en Europa, muchas mujeres se refugiaron en los conventos huyendo de la vida de servidumbre a la que el sistema patriarcal las obligaba, doblegadas a la voluntad de su padre primero y después a la de su marido, o de cualquier otro varón de la familia, en caso de permanecer solteras. Y en ellos encontraron un espacio de libertad no solo para la oración, sino también para el estudio. Tal es el caso por ej. de Hildegarda de Bingen (1098-1179), que vivió en un convento desde los 8 años, convirtiéndolo en un importante centro de culto y estudio de todas las artes y las ciencias.

Con la creación de las primeras Universidades a partir del siglo XIII, se asimiló sin crítica alguna la tradicional aversión a las mujeres y la estela misógina de los pioneros, impidiendo expresamente la entrada a las mujeres que, en consecuencia, quedaron formalmente excluidas del sistema educativo de más alto nivel hasta las postrimerías del XIX y principios del XX.

Las vindicaciones feministas consiguieron el reconocimiento formal del derecho a la educación de las mujeres de tal manera que, a lo largo del siglo XX, se fue produciendo su incorporación progresiva -primero como alumnas y poco después como sujetos del conocimiento, profesoras e investigadoras universitarias- hasta llegar a ser, ya en el siglo XXI, la mayoría tanto cuantitativa como cualitativa, al menos a nivel de alumnado.

La llegada masiva de las mujeres a la Universidad ha supuesto una verdadera revolución científica, al incorporar un nuevo punto de vista capaz de detectar los ancestrales sesgos que las marginaron y las categorizaron como seres oscuros e inferiores.

Tomado del articulo de Ana Guil Bozal

http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0122-72382016000200013

2 comentarios:

  1. Gracias Hortensia. Un abrazo sórico!

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    1. Es un placer difundir este texto que nos eneseña tanto. Nos ayuda a comprender nuestro presente y a buscar modos de cambiarlo.

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