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domingo, 16 de enero de 2022

Mis amadas “locas”

 



Hace unos cuantos días terminé de leer La Madre de Frankenstein de Almudena Grandes, uno de esos libros que por su temática y la sensibilidad de su narrativa han logrado tocarme el corazón y volverse entrañables , tal como antes lo hicieron en la misma línea El Tapiz Amarillo, Diez Días en un Psiquiátrico y Los Renglones Torcidos de Dios.


Cada quien tiene sus propios temas que por algún motivo o sin el les resultan apasionantes, para mi es cada aspecto de la historia de la vida de las mujeres tocándome de manera especial su salud mental.


Desde que empecé a tener uso de razón me di cuenta que tristemente la locura tiene rostro de mujer, crecí escuchando de esposas histéricas y de hijas rebeldes que fueron apartadas de sus familias y encerradas en sanatorios o conventos porque estaban “locas”, también de muchachas que sufrían de ataques y de niñas que nacían con retraso mental.


Recuerdo que durante mi época de preparatoria en una de las clases, la maestra nos pidió que pensáramos en cuál era la historia escuchada en nuestra niñez que más nos hubiera impactado dejándonos una huella imborrable, yo de inmediato supe cuál era la mía:


Mi abuela me contaba de la niña Juanita que se arrancaba la ropa y corría desnuda por la calle, del sufrimiento y del llanto inconsolable de su madre, cada vez que recordaba todas las veces que no teniendo más remedio tenía que ingresarla en el manicomio de La Castañeda.


Ya de grande, al mirar fotografías de la fachada que se conserva del antiguo manicomio de la Ciudad de México, me preguntaba si entre esas piedras permanece grabada la voz de la niña Juanita y la de sus compañeras de encierro, si en medio de su sensatez o de su locura hablaban de lo que pensaban, de lo que sentían, de quién las llevó ahí y porqué?


Seguramente porque esta y otras historias de enfermedad mental femenina de algún modo de cerca o de lejos forman parte de la mía, fue que me estremecí tanto cuando un día por esos raros azares que aveces tiene la vida, me encontré recorriendo habitaciones, cuartos de “tratamiento”, pasillos, baños y jardines del psiquiátrico de Norwalk California, en donde estuvo recluida Gladys Beker la madre de Marilyn Monroe; y recuerdo que mientras lo hacía pensaba en lo mucho que debía de parecerse este antiguo manicomio al de La Castañeda, y en lo que me gustaría que las paredes pudieran hablar y contar quiénes eran sus antiguas residentes, cómo se llamaban, de donde vinieron, porqué estaban en ese lugar?


La literatura a sido mi mejor aliada para llenar todos esos vacíos de preguntas sin respuestas, nunca podré saber si mis amadas “locas” tenían conciencia de lo que les pasaba, de los horrores que seguramente vivían, o si eran felices como habitantes permanentes de una realidad invisible y paralela; pero en cada línea escrita y en cada página leída puedo darle cuerpo, rostro, nombre y voz a las ausencias…reconstruyéndolas, rescatándolas de entre los muros, dignificándolas, liberando sus espíritus para que nunca más vuelvan a estar aprisionadas!


A Doña Anita y Juanis.


Galilea Libertad Fausto


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