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viernes, 23 de agosto de 2019

Princesas, Heroinas, Sapos Y Príncipes




Una reflexión,desde la sinceridad  sobre lo que somos o sobre lo que  se esperaba de nosotras, con sus luces y sombras:


15/8/2011 por Florencia Deffis

Me doy cuenta que al ser hija de padres que fueron hippie-intelectuales de los 70’s y con ideas un tanto diferentes (por lo menos a las de los papás de la mayoría de mis amigas) me costó y me sigue costando encontrar mi lugar en el mundo.
De niña nunca tuve un disfraz de princesa, por eso, cuando hice mi primera comunión mi vestido largo y ampón, durante mucho tiempo fue un tesoro, porque parecía un vestido de princesa y lo usaba con una corona que había usado mi tía favorita cuando fue reina de la primavera, como tuvo 3 hijos, me dejó a mi ese tesoro, su corona.
Bueeeeeh, el caso es que el disfraz que sí tuve y con TODOS sus accesorios (lazo, muñequeras, tiara –o lo que haya sido- y ¡por qué no? botas rojas!!!!) fue el de Mujer Maravilla. Me lo regaló mi papá cuando tenía unos 6 años y me sacó todo un estudio de fotos en la casa de Cuernavaca y sus alrededores vestida de mujer maravilla… sobre una roca, colgada de una liana (sí, así es tenía un trapecio y una liana en el jardín y colgada de ambas cosas me sacó fotos con mi disfraz de mujer maravilla). Mmmmm fotos con un disfraz que básicamente es un bikini con botas.
La verdad no recuerdo cómo me sentía en el momento en que las fotos fueron tomadas, pero hoy las veo, cuelgan por toda la casa de Cuernavaca, la casa de mi papá e incluso su oficina y en NINGUNA estoy sonriendo, en algunas estoy sería, quizá interpretando mi papel y en las demás tengo cara como de angustia.
Por si fuera poco unas semanas más tarde algún evento hubo en la escuela y tenía que ir disfrazada, a mi mamá le pareció una excelente idea que fuera de Mujer Maravilla, sí exacto, de bikini con botas en segundo de primaria!!! (talk about permanent damage!). Ella era mamá divorciada, estudiaba una carrera, daba las noticias en el canal once… seguro le sobraba el tiempo pa buscarme otro disfraz, pero ¿para qué si tenía yo tan bonitas piernas? Ma, esa todavía no te la perdono ehhh!
El punto es que SEGURO me hubiera encantado un disfraz de princesa (hoy que tengo más definido quién soy lo sé) pero en aquél momento, no tenía idea y lo que más quería era ser la heroína de papá, que sin duda, era y sigue siendo mi Superman. Entonces me lanzaba con fe ciega a hacer todo lo que él me decía que podía. De ahí que aprendí a nadar antes de caminar, esquiaba en agua a los 5 años, en slalom a los 7; hacía gimnasia olímpica desde los 6 y siempre quedaba dentro de los primeros lugares en las competencias (segundo o tercero, nunca obtuve un primero), karate desde los 9 hasta los 18, etc. Porque para mi papá el deporte, la disciplina y las competencias eran importantes. El me decía: “lo importante no es competir ES GANAR!!!” nunca me negaba nada y yo por lo tanto, tampoco le quería negarle nada a él.
Papá no solo me compró el disfraz de Mujer Maravilla, hacía todo lo que estaba en sus manos para que lo fuera, además de los deportes, entre semana gimnasia y años más tarde karate; los fines de semana eran para esquiar, las clases de tenis y de golf. También quería hacerme una niña independiente, me mandaba lo veranos a un campamento en Canadá, desde los 7 años! A los 8, con su familia francesa a Cote D’Azur, pero todo el verano! SOLA! Sin hablar francés, (claro que con mis tíos, pero en aquél momento eran extraños que no hablaban español).
A los 12 años me fui a estudiar a EU, a un internado, pero finalmente era irse a otro país y estar lejos de casa desde muy pequeña. Todo era por hacerme independiente, por aprender a hacer las cosas lejos de papá y mamá. Desde muy pequeña me sentía muy orgullosa de que volaba sola en los aviones cargando con pasaporte, visa, pases de abordar, etc. Verdaderamente yo estaba segura de que ahí había iniciado mi independencia.
Era una niña verdaderamente intrépida, ágil para correr, saltar, pegar, patear, nadar. Pocas cosas me daban miedo y ahora me pregunto ¿qué pasó?
Como adulta soy una persona CERO intrépida, casi todos los deportes me dan pavor. No me gusta hacer ejercicio, lo hago por salud y eso cuando estamos de suerte, por períodos muy cortos. Viajar sola me parece inimaginable, cuando viajo con mi marido nada más falta que me amarre a su cinturón con un lacito porque el toma todas las decisiones y se encarga de TODO. No solo no me interesa participar, me mortifica… Ahora soy hasta un tanto atenida y miedosa para muchas cosas.
Lo cierto es que ahora mi físico me gusta, me siento muy cómoda en mi propia piel (aún cuando mi cintura fue vista por última vez en 1986) y me importa cada vez menos lo que la gente piense de mi. Me encanta ser original, causar controversias y reírme de mí misma cuando es necesario.
De niña, cuando pensaba que las princesas eran aburridas y que había que ser heroína como la Mujer Maravilla (a quien desde luego no me parecía ni me parezco –soy rubia na-tu-ral, remember? -), no me sentía bonita, pero tampoco me importaba, sentía que había mucho más de mi que dar y que era más importante. Sabía que era distinta a mis amigas, aunque no sabía en qué. Me importaba mucho la opinión de la gente y no me gustaba sentirme diferente, hacía TODO lo posible por ser “normal” por parecerme a mis amigas. De ser posible quería cambiarme hasta el nombre porque NADIE se llamaba Florencia.
No me gustaba la lectura que TANTO me trataron de inculcar mis intelectuales papás. Me gustaba escribir y ver películas, pero no leer, ese fue un gusto que me vino muchos años después, podría decir que casi hasta los 30. De ninguna manera soy como mi mamá que había leído todos los clásicos antes de los 20. Que conoce toda la música clásica y quien la compuso y en qué año…
A lo que voy con todo esto es a que con todo que mis papás se esmeraron en crear una persona in-de-pen-dien-te, profunda e intelectual, con metas profesionales, yo lo único que quería era casarme con un abogado antes de los 25 y tener hijos, tres por lo menos (soy hija única). Por qué un abogado? Me parecía el prototipo de la “normalidad” esa que tanto busqué. Se visten de traje, son predecibles y además lo abogados son justos ¿no? estudiaron para impedir injusticias. Además de que en muchas cosas soy bastante superficial y nada intelectual.
No me casé antes de los 25, pero sí me casé con un abogado, que se viste de traje, es serio, es predecible, además de ser estable y para mi sorpresa, lo diametralmente opuesto a papá, tampoco es lo máximo. Nadie lo es. Por qué escogí un príncipe tan diferente a papá si papá es Superman? Por qué si papá siempre me apoyo y me hizo sentir capaz de hacer cualquier cosa hasta convertirme en super-niña, me interesaba tanto que mi esposo fuera lo contrario a él?
Porque papá era y es MUY diferente, en una sociedad en la que lo diferente asusta y es segregado, yo lo que buscaba era ser “normal”.
Mi mamá sin lugar a dudas es heroína. Divorciada estudio la carrera, la maestría, tuvo los mejores promedios, es sorprendentemente inteligente, culta, es bellísima (incluso ahora que ya es abuela), valiente, se atreve a ser diferente, a cuestionar… es artista (canta, baila, pinta) y entiende la soledad y el tiempo consigo misma como un PRIVILEGIO. Porque no todos nacimos para estar casados ni para vivir en pareja, pero vivimos en una saciedad en la que solo falta que se penalice legalmente el no “tener pareja” whatever that means!
En mis 20’s pensaba que lo mío, lo mío, lo mío era ser princesa y no heroína, y como clásica princesa de cuento tenía todas expectativas puestas en que la vida cambiara al involucrarse alguien más, al casarme (el príncipe). Contrariamente a las heroínas que no esperan ser salvadas por nadie. Ellas toman las riendas de su vida, aunque todas tienen un que las complementa, más no las completa galán, seguro también besan varios sapos antes de encontrar al efectivo-.
Creo… que todas tenemos algo de princesas y algo de heroínas, lo importante es que lo que seas, sea autentico y sea por decisión propia, no por darle gusto a nadie. Hoy soy una heroína que de vez en vez se disfraza de princesa para parecer inofensiva. Lo mismo que atrae hacia mi a hombres y a mujeres es lo mismo que a veces los aleja, curiosamente mi magnetismo viene de mi irreverencia, de mi rebeldía, de que me río a carcajadas aunque no sea “apropiado” ni elegante… eso puede incomodar mucho a quienes no se han encontrado a si mism@s.
¿Qué tiene que ver todo esto contigo? Que seguro has vivido esa lucha interna, de no saber bien quien eres: entre lo que se espera de ti, lo que quieres y lo que debes de ser; con la cantidad de sapos que hayas besado, la clase de super héroe o príncipe con el que compartes tu vida. Al final no importa quien seas, mientras te aceptes, te ames y estés dispuesta a pagar el precio, porque SIEMPRE hay un precio. 
A veces no nos damos el suficiente crédito a nosotras mismas y esperamos ser completadas por alguien más (marido, hijos, amigos, etc.) No se te olvide que dos medios círculos hacen un CERO y dos círculos juntos hacen el infinito. Eres un círculo completo y tu final feliz es único!

http://disparejas.univisionsandiego.com/2011/08/princesas-heroinas-sapos-y-principes%E2%80%A6/

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