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lunes, 25 de junio de 2018

Sustentar el empoderamiento 2/6


Sin embargo, es posible y necesario sostener personal, social, institucional y jurídicamente el empoderamiento personal o grupal de mujeres o movimientos Una de las vías para lograrlo es usar el propio empoderamiento para avalar, prestigiar, legitimar, autorizar y sustentar a otras mujeres, sus creaciones, propuestas y acciones, así como a instituciones, movimientos o causas y, de manera recíproca, recibir el aval para empoderarnos.

Una vía fundamental para hacer más profundo, permanente y abarcador el empoderamiento consiste en que las leyes reconozcan el adelanto, el valor, los derechos, las oportunidades y las aportaciones de las mujeres, así como la legitimidad y la autoridad de dicho avance frente a la sociedad. Es preciso llevar a las leyes, es decir, a un pacto jurídico político en el Estado, el derecho al adelanto de las mujeres, porque la compulsión jurídica es mayor garantía de respeto de tal derecho, aun por quien no está de acuerdo y porque lo logrado por algunas puede convertirse en derecho de todas por la vía de los derechos sociales grupales.

El empoderamiento se sustenta también en procesos pedagógicos de género, educativos y políticos entre mujeres, implícitos en la crianza y la formación: quien enseña – la madre, la maestra, la dirigenta, la trabajadora o la empresaria experimentada, la colega solidaria – apoya el empoderamiento de la otra mujer – su hija, alumna, colega o compañera. Y a la inversa sucede también, cuando la hija, la alumna, la colega, en pos de la satisfacción de sus necesidades, exige el desarrollo de habilidades, fortaleza y autoridad de la otra mujer – su madre, maestra, socia o colega – y muestra sus propios poderes vitales. En ambos sentidos estamos ante procesos de empoderamiento que se potencian si la interacción tiene incidencia recíproca.

Como es evidente, empoderarse es un proceso de generación y acopio de nuevos poderes. Se trata de poderes vitales cuya característica es que no se basan en la opresión de nadie y permiten a la vez eliminar el binomio dominio-opresión en que estamos inmersas. Los poderes vitales permiten independencia y autonomía – autosuficiencia – material, social, subjetiva – sexual, intelectual, afectiva – y ética.

Empoderarse de manera personal se concreta en la individuación, es decir, en la transformación personal en un ser individual: único e independiente, con personalidad y concepciones propias, con capacidad de decidiry de actuar por cuenta propia, con movilidad y autodeterminación. La autoestima, la seguridad y la confianza se incrementan al empoderarse. Y cuando empoderarse se produce en grupos y movimientos, se condensa en la conciencia de tener una identidad grupal específica, en el desarrollo o la consolidación de una visión compartida del mundo y de la vida y en la legitimidad de las integrantes para actuar en nombre del movimiento o del grupo con autoridad. Desde luego, la autoestima de grupo, el orgullo de pertenencia y su valoración incrementan los poderes vitales, tanto individuales como del grupo.

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