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lunes, 9 de abril de 2018

Sororidad



“Mujeres juntas, sólo difuntas” Este dicho popular nos ha acompañado a lo largo del tiempo; en sus diferentes versiones pudimos escucharlo de alguien conocido e incluso lo hemos podido repetir sin reflexionar lo que nos trata de decir; sin embargo, enmarca un estigma, nos sugiere que entre mujeres es difícil una buena relación, hace referencia a una relación hostil, de rivalidad, donde salen a relucir envidias, malos tratos, sabotajes.

Históricamente la relación entre mujeres se ha visto enmarcada dentro de estos calificativos, haciéndonos creer que tales afirmaciones son verdaderas y que no pueden cambiar, lo que nos lleva a aceptar la segregación que existe entre el género femenino, descalificando el poder que tiene la unidad entre mujeres, dejando de lado el impacto que tiene la agenda entre mujeres, el pactar, menospreciando la capacidad de organización y de acuerdos que podrían lograrse.

En respuesta a esta negativa hacia la identificación positiva de género es que surge la sororidad, definida por Marcela Lagarde como: “Una dimensión ética, política y práctica del feminismo contemporáneo. Es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y a la alianza existencial y política con otras mujeres, para contribuir con acciones específicas a la eliminación social de todas las formas de opresión y al apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y al fortalecimiento vital de cada mujer”.

La sororidad nos pide identificarnos con otras mujeres, a reconocernos como parte de un mismo grupo que dentro de nuestras características particulares tenemos necesidades en común, carencias, privaciones, y que al reconocerlo seamos capaces de buscar intereses comunes. Estos pueden ser el luchar por acceso a servicios de salud, la lucha por salarios justos e igualitarios, la erradicación de la violencia, es decir, acciones que dentro de nuestro contexto permitan la eliminación de violencia, opresión, discriminación y podemos empezar con pequeñas acciones:

Si eres testigo de una injusticia, denuncia

No justifiques la violencia o el acoso con frases como “se lo buscó”

Respeta la forma en la que cada mujer decide llevar su plan de vida

Deja de hablar mal de otras mujeres

Organiza reuniones con compañeras de trabajo, escuela, en tu colonia para hablar de sus necesidades y llegar a acuerdos para solucionar

Recuerda, somos compañeras, no competencia

Acepta la diversidad y aprende de ella

¿Qué sería de las mujeres sin el amor de las mujeres?

Alicia Floricel Segoviano Rodríguez


http://www.ntrguadalajara.com/post.php?id_nota=92372

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