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miércoles, 4 de abril de 2018

El 8 de marzo de 2018: huelga feminista. 13/15


El 8 de marzo de 2018 no es uno más en España. Amplias asambleas representativas del movimiento feminista, si no en su toda su diversidad, sí con gran presencia de feministas jóvenes que han protagonizado las multitudinarias manifestaciones del 8 de marzo de 2017, y cerca de 400 organizaciones, entre ellas el Fórum de Política Feminista, convocamos una Huelga Feminista estudiantil, de empleo, de cuidados y de consumo.
Publicamos al final de este libro el manifiesto, entre cuyas reivindicaciones están que el Gobierno libere los 200 millones de euros acordados para 2018 en el Pacto de Estado contra las violencias machistas, que el trabajo de cuidados, nada o mal pagado, sea reconocido y redistribuido familiar y socialmente; ratificar el Convenio 189 de la OIT sobre empleadas de hogar; acabar con la discriminación salarial, laboral y en el sistema de pensiones; coeducación pública, laica y feminista; erradicar el racismo, la exclusión, las guerras y la fabricación de armas, y acoger a quienes huyen de ellas, y revertir los recortes presupuestarios que más afectan a las mujeres: en salud, servicios sociales y educación.
Se convoca a las mujeres, sean trabajadoras remuneradas (no a los trabajadores remunerados, que ese día han de trabajar por nosotras), paradas, amas de casa, jubiladas o estudiantes.
Supone un salto en el movimiento feminista, no sólo cuantitativo, por la amplitud y la dificultad de la acción, y por su amplia difusión en los medios de comunicación, sino cualitativo, porque, después de casi diez años cuestionando ‘el sujeto mujer’, este año llama claramente a la acción de las mujeres, y porque no se rehúyen los temas económicos -laborales, de las pensiones y los servicios públicos- como en los años pasados, incluso en los más crudos de la crisis económica. En términos de Nancy Fraser, en el movimiento feminista las reivindicaciones de reconocimiento de la diversidad, en especial de la diversidad de opciones sexuales, habían desplazado en la última década a las reivindicaciones de redistribución económica, que este 8 de marzo se retoman. El reconocimiento de diversidades es tolerable en el dejar hacer del neoliberalismo y factible desde la atomización organizativa del movimiento feminista, pero la exigencia de reparto confronta directamente con el neoliberalismo, y requiere formas de organización y alianzas aún inexistentes. 

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