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viernes, 18 de agosto de 2017

Rebeldías y alternativas feministas latinoamericanas


Varias son las dimensiones presentes en las luchas y las rebeldías históricas feministas en Latinoamérica:
Se caracterizan por el pasaje de luchas puntuales, rebeldías y denuncias, a la asunción de propuestas generadas por movimientos feministas de otras partes del mundo, así como a la creación de alternativas locales y regionales a la problemática de las mujeres a partir de indagaciones propias y de conocimientos generados en las vidas personales, los movimientos sociales, civiles y políticos, en la academia y en las instituciones.
Se trata del paso constante, a manera de vaivén, de la rebeldía y la subversión a la construcción práctica de alternativas. Dentro del orden hemos armado un desorden y abierto fisuras que metamorfosean al mundo.
Los feminismos que hoy llamamos latinoamericanos no nacieron con esa identidad. El latinoamericanismo previo era androcéntrico y referido a grandes episodios emblemáticos que se erigían simbólicamente como latinoamericanos.
Latinoamérica era de los hombres. Por primera vez en la historia es un territorio simbólico y político para y de las mujeres gracias a la acción práctica de las feministas y a la voluntad del encuentro.
Los feminismos latinoamericanos son todos sincréticos y más aún, son arrítmicamente sincréticos, como sincréticas somos nosotras al pertenecer a una tajada de mundo que nadie sabe si pertenece a Occidente a no ser por las lenguas dominantes que se hablan en ella (castellano, portugués, ingles, francés) las religiones hegemónicas, y la organización de sociedades y estados conforme a la tradición occidental.

Sin embargo aquí se hablan más de 200 lenguas precolombinas, prevalecen religiosidades, tradiciones, y formas de vida cuyos remotos orígenes son pre occidentales.
Hay quienes nos colocan en el Tercer Mundo, aunque para nosotras sea el primero, porque es el que pretendemos hacer nuestro. Unas latinoamericanas vivimos con los recursos de la modernidad y el desarrollo y la inmensa mayoría anhelan y luchan por su probada de modernidad. Antes, las latinoamericanas vivíamos del Río Bravo hacia el sur, hoy la migración ha llevado a millones hasta Chicago, Los Angeles, Nueva York. Y, algunos canadienses reivindican su latinoamericanidad.
¿Será por nuestra diversidad histórica que tenemos ricas y variadas corrientes ideológicas y políticas?
Los feminismos locales han vivido, sin resolver, una tensión entre lo capitalino, lo urbano, lo provinciano y lo rural. Enmarcados en esas tensiones y ante el asombro del entorno, se han producido oleadas de encuentros de mujeres de países distintos, signados por el descubrimiento, la cooperación, el conocimiento y la solidaridad. Se ha dado también la alianza política representada en los congresos feministas latinoamericanos, en el sin fin de reuniones organizadas por temas y frentes de acción política. En ellos, feministas recién llegadas, anhelantes, se han encontrado con las fundadoras, las caribeñas con las del Sur, las centroamericanas entre ellas mismas. El debate de las prioridades ha suscitado conflictos además con quienes no son feministas y participan. Y, cuando ya creíamos que no habría otro encuentro más, asoma el siguiente en el horizonte.

Las feministas empezamos en pequeños grupos, aisladas, inconexas e ignorantes de las otras y, poco a poco, caminamos enredadas con la creación de vínculos y redes sin los cuales sería impensable el flujo de información, el intercambio y la sintonía en las acciones políticas concretas. Hemos devenido
latinoamericanas por necesidad y por nuestra voluntad.
Sin embargo, surgen preguntas inevitables acerca de si somos una fuerza política latinoamericana. Si esas experiencias han creado un capital político frente a otros poderes y, si tienen señas de identidad comparadas con feminismos de otras latitudes. Si el tamaño de esos poderes es tan grande que podemos constituir un frente e incidir continental, nacional y localmente. Si los feminismos latinoamericanos mantienen un diálogo y acciones conjuntas más allá de cumbres y eventos internacionales.
Feministas de otros lares, admiran en nosotras aspectos que, a su parecer nos definen, como nuestra organización en redes, las acciones conjuntas, una actitud de lucha y fandango, el desarrollo académico, literario y artístico sólido, la multiplicidad de temas de nuestras agendas, las formas variadas de ser feminista y la presencia de mujeres de edades, generaciones, colores, tradiciones y culturas diferentes.
Como antropóloga me pregunto si tenemos marcas de identidad o si los feminismos son universales, indiferenciados más allá de su cronología histórica y pienso en respuestas en ambos sentidos:
A nivel macro, enarbolamos las mismas causas que movimientos de otras latitudes porque el feminismo configura una cultura transnacional, transétnica y secular. Los temas políticos del feminismo se definen prácticamente de manera cada vez más global y la filosofía feminista ha dado unidad a la diversidad.
Al mismo tiempo los feminismos en América Latina están marcados por su liga con la democracia y con el desarrollo y, desde luego, con la diversidad de mundos, lenguajes y puntos de vista.
Marcela Lagarde y de los Ríos 

http://www.cotidianomujer.org.uy/sitio/pdf/ElFeminismoenmiVida.pdf

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