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martes, 14 de marzo de 2017

TERRORISMO MACHISTA O LA INDIFERENCIA


"Estoy cansada, sí. Estoy cansada de vosotros, cobardes de mierda, y de vosotras, feministas de boquilla, que no tenéis empacho en poneros la careta con la que simuláis defender a las víctimas del terrorismo machista y, al mismo tiempo, os escondéis detrás de vuestras propias palabras. Porque siempre es más fácil y acarrea menos problemas estar al lado del que somete que de la sometida.
Veintidós. Veintidós mujeres han sido asesinadas –en lo que va de año- por veintidós energúmenos, veintidós machistas que no han podido soportar (huy, que pena, los pobres) que “sus” mujeres, “sus” posesiones, “sus” esclavas, “sus” entregadas y sumisas compañeras se hayan atrevido a decir “hasta aquí hemos llegado” y les hayan expulsado de sus vidas. Algunas habían denunciado, otras contaban con órdenes de alejamiento, otras simplemente consentían que ese padre ejemplar, disfrutase de sus criaturas porque sus excelsas señorías les habían obligado a hacerlo.
Y después de esta barbarie, los partidos políticos, el Gobierno, la sociedad, la judicatura, los medios de comunicación…. todos defendiendo, a su manera, a los agresores, a los asesinos, a los que arrebatan diariamente  la vida de la mitad de la población: las mujeres.
¿Acaso somos menos importantes que los hombres? ¿Acaso nuestras vidas tienen menos valor que las de los varones, menos que las de ustedes, representantes de la clase política? Instalados en su zona de confort, nos miran por encima del hombro, como si fuéramos sus súbditas, sin querer preocuparse ni de nuestros problemas  ni de nuestro sufrimiento y, mucho menos, de lo que les “costaría” -económicamente hablando- solucionar este tan manido tema del terrorismo machista, porque en verdad, ni les interesa ni les proporciona votos y, además, les acarrearía problemas con aquellos con los que ustedes comparten espacio tan a menudo: los maltratadores.
¿Y qué decir de la judicatura? Jueces y juezas son quienes mejor defienden a nuestros verdugos mientras que a nosotras nos retratan como malvadas, egoístas y aprovechadas ante una sociedad que, insensible ante estos hechos, se muestra más proclive a creer al agresor que a las víctimas, acusadas de presentar denuncias falsas, de querer quedarse con todo, de mentir…Cualquier disculpa vale para cargar sobre ellas el peso de una condena que será, con toda seguridad, la que acabe con la vida de las víctimas, ya sea física o mediáticamente, porque las expondrá al escarnio público de una sociedad entregada al amarillismo y al morbo y carente de cualquier empatía y solidaridad para con ellas.
Y los medios….¡ ay,  los medios¡ Esos vehículos de poder que se afanan en crear monstruos a los que entregamos parte de nuestro tiempo sin querer entender que los fines que persiguen distan mucho de ser aquellos para los que han sido creados, porque no les importa deformar la verdad e introducirnos en los sótanos más infames y degradantes de la noticia. Al fin y al cabo, no dejan de ser expertos cirujanos de las tripas y chamarileros de un dolor que les reporta pingues y vergonzosos beneficios.
¿Y la sociedad? Ni ve, ni oye, ni habla. Ciega, sorda y muda. Si a mí no me pasa, no me importa. Egoísmo en estado puro. La sociedad pasa de puntillas sobre este “problema” porque ya se sabe: hay otros más importantes a los que se debe dedicar más tiempo y más recursos. La vida de las mujeres, de sus hijas e hijos, no es prioritaria para una masa social que camina hacia la invisibilización, hacia el abandono, hacia la más completa indiferencia ante las personas más débiles, las más necesitadas.
Por eso estoy cansada, sí, no me importa decirlo.  Cansada de quienes decís que estáis pero no aparecéis, cansada de quienes salís en las fotos pero luego, en vez de actuar, os escondéis, cansada de vuestra cobardía, vuestros miedos, vuestra falta de valor, de empatía, de solidaridad…
La memoria es nuestra mejor aliada. Y la nuestra, os lo aseguro, es de primera división"
Aurora Valdés Suárez

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