Acerca de nosotras ·

domingo, 16 de octubre de 2016

La triple opresión de la mujer indígena 2/2


Violencia: las mujeres como objeto

Hablar de violencia de género implica una necesaria integración de la violencia social, económica, laboral, doméstica, política, emocional, cultural y sexual, que las mujeres en general y las indígenas en particular padecen. Violencia que sustenta el mandato del sistema patriarcal, donde las mujeres somos consideradas desiguales, con menos valor que el género masculino.

La violencia estructural del sistema se ha traducido en un fuerte incremento de la violencia social y de género para muchas mujeres indígenas. En pleno siglo XXI aún es practicada en varias partes del mundo y nuestro país la venta de mujeres. En muchas comunidades indígenas y campesinas de Chiapas, las mujeres son consideradas mercancía; son vendidas por sus padres a hombres que las convierten más que en sus esposas en sus esclavas y sirvientas. Por cantidades que van de los 3 mil a los 10 mil pesos, según la edad, condiciones físicas y estado civil (solteras o viudas, con hijos o no) las mujeres son objeto de compra venta, como parte de los usos y costumbres, constituyendo un acto de humillación y vejación. Cuando las mujeres no "cumplen debidamente" con las tareas encomendadas, el esposo puede devolverlas a sus padres y éstos se ven obligados, además de aceptarla de mala manera, a regresar el dinero que ya les pagaron por ellas.

La militarización de los territorios indígenas en el estado de Chiapas, incrementado a raíz del levantamiento armado del EZLN en 1994, ha traído como consecuencias división en las familias, confrontación en las comunidades y un incremento de la violencia hacia las mujeres. La guerra de baja intensidad con la que el estado mexicano ha respondido al levantamiento del EZLN, coloca en una situación de vulnerabilidad a las mujeres y los niños y niñas. Las mujeres son blanco de violencia y abuso sexual, son inclusive asesinadas como sucedió en Acteal, como ha sucedido en varias partes del estado con la intervención de los grupos paramilitares y como sucede en muchos otros lugares del país, siendo los más recientes casos el de las trabajadoras sexuales violadas tumultuariamente por militares en Coahuila y el de la indígena nahua de 73 años Ernestina Ascensión, quién fue violada tumultuariamente, torturada y asesinada por militares en la sierra de Zongolica en el estado de Veracruz.

Es así como la violencia contra las mujeres se "normaliza" en todos los espacios, incluido ahora el judicial y militar, que ya no sólo tolera la violencia sexista sino que la usa como forma sistemática de control. Basta ver los ejemplos de Atenco y Oaxaca, donde el abuso y la violencia sexual contra las mujeres se utilizaron como arma de intimidación y represión, utilizando el cuerpo de las mujeres como botín de guerra. Sin embargo, las mujeres indígenas no han sido únicamente víctimas de la violencia, sino también símbolo de la resistencia y la respuesta. Si bien en décadas recientes han comenzado a gestarse espacios de participación, es a partir del levantamiento zapatista en 1994 que las mujeres indígenas comenzaron a exigir espacios de participación pública, política y social. Uno de los referentes más importantes de la reivindicación de participación política de las mujeres se da en la formulación de la Ley Revolucionaria de Mujeres, que marca un hito en el proceso histórico de la vida de las comunidades, al legitimar la participación política de las mujeres indígenas. La ley reivindica la igualdad y el derecho de participación política, además de los derechos elementales, y que históricamente han mantenido a las indígenas en una posición subordinada, como el derecho de casarse con quien elijan y a tener el número de hijos que quieran, el derecho a la educación, y el derecho a la no violencia en sus cuerpos, en sus casas y en los espacios políticos. La voz pública de las mujeres indígenas también se hizo escuchar en la intervención de la Comandanta Esther en el Congreso Federal en 2001, dónde hizo patente la situación de opresión que las mujeres viven:

"También sufrimos el desprecio y la marginación desde que nacimos porque no nos cuidan bien. Como somos niñas piensan que nosotros no valemos, no sabemos pensar, ni trabajar, cómo vivir nuestra vida. Abusan de nuestra decisión, nosotras como mujer nos golpea, nos maltrata por nuestros propios esposos o familiares, no podemos decir nada porque nos dicen que no tenemos derecho de defendernos...

Nosotras las mujeres indígenas no tenemos las mismas oportunidades que los hombres, los que tienen todo el derecho de decidir de todo. Sólo ellos tienen el derecho a la tierra y la mujer no tiene derecho como que no podemos trabajar también la tierra y como que no somos seres humanos, sufrimos la desigualdad..."

A manera de conclusión

La subordinación y exclusión de las mujeres indígenas de muchos espacios políticos, laborales, sociales y culturales, es violencia. Violencia que se manifiesta en muchas formas y grados. Sin embargo, las mujeres comienzan a cuestionar los usos y costumbres que las mantienen subordinadas y que refuerzan el mandato patriarcal construido y legitimado histórica y socialmente. A través de los espacios de reflexión que han generado, las mujeres indígenas comienzan a tomar en sus manos su destino, su vida, sus preferencias y sus participaciones.

Es necesario considerar que la situación de opresión y exclusión de las mujeres indígenas es resultado de un proceso histórico cultural, que requiere un cambio de raíz estructural, pero también requiere de un proceso de reflexión y concientización que parta de la experiencia propia de las mujeres. El contexto social, político, cultural y económico en el que las mujeres indígenas están insertas es determinante en la construcción de sus identidades y marca las formas específicas de sus relaciones con los hombres y con otras mujeres indígenas y no indígenas. También marca la forma en que gestan sus luchas y reivindicaciones políticas.

En este sentido, consideramos que una alternativa para el conocimiento y el ejercicio de los derechos de las mujeres, son procesos de empoderamiento personales y colectivos donde las mujeres sean las protagonistas e impulsoras de su proceso de liberación. La fortaleza que les proporciona la reflexión en espacios colectivos con otras mujeres sobre su problemática, situación y condición de género, incrementa sus capacidades analíticas y organizativas. El acceso a recursos como información, capacitación y formación otorga elementos de reflexión y concientización, pero sobre todo refleja una lucha al interior de sus propias comunidades y organizaciones por cambiar aquellos elementos de la "costumbre" que las oprime y subordina, además marca el inicio de su participación e inserción en el contexto político, que les permite una voz pública sobre sus experiencias de exclusión como mujeres y como indígenas, y sobre las alternativas propuestas desde esta concientización del ser mujer. www.ecoportal.net

Sistematización y redacción: Norma Iris Cacho Niño - "Chiapas al Dia" No. 539 - CIEPAC, San Cristóbal de Las Casas, CHIAPAS; MEXICO 30-Jul-2007

http://www.ecoportal.net/Temas-Especiales/Pueblos-Indigenas/La_triple_discriminacion_un_breve_bosquejo_de_la_mujer_indigena_en_Chiapas_y_en_Mexico

No hay comentarios:

Publicar un comentario