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sábado, 19 de marzo de 2016

Por cambios positivos para las mujeres suramericanas


Todos los días y en todas partes mujeres son asesinadas en crímenes ligados a la sexualidad y por el solo hecho de pertenecer al mal llamado sexo débil.

Según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de los 25 países que registran una mayor tasa de feminicidios en el mundo, 14 pertenecen a América Latina y de estos, seis son estados del Sur.

Pesquisas de organizaciones no gubernamentales (ONG) y medios de comunicación, realizadas de manera extraoficial, indican que la violencia machista mata una mujer cada 30 horas en Argentina y cada 15 horas en Brasil.

En Colombia cada 13 minutos una fémina es víctima de violencia y cada cuatro días una de ellas perece a manos de su pareja o ex pareja, según la Consejería para la Equidad de la Mujer.

La socióloga y activista boliviana Sonia Montaño señaló que es una gran ironía cómo los países son capaces de calcular su crecimiento económico de manera armonizada en todo el mundo y no se hace lo mismo con la violencia de género.

"Ahora contamos cuántas mujeres mueren a manos de sus parejas o sus exparejas, y los gobiernos suramericanos tratan de tipificar cada cual más tipos de agresión contra la mujer, pero en la práctica los jueces no admiten las argumentaciones, por lo cual persisten altas tasas de no implementación", reconoció la intelectual.

Por su parte Fabiana Túñez, fundadora de la ONG Casa Encuentro en Argentina, comentó que la violencia machista es un problema muy grave en toda América Latina, pero con buenas políticas públicas se pueden cambiar las cosas.

La activista reclamó la necesidad de hacer cumplir las leyes que protegen a las féminas y garantizar el presupuesto para desarrollar los programas sociales que atienden a esa parte de la población.

También comentó la importancia de formar a los policías, fiscales y jueces que deben atender estos casos y que la justicia muestre las estadísticas reales de los crímenes contra las mujeres.

Túñez recalcó que lo principal es lograr un cambio cultural, en el cual la formación que reciben los niños en las escuelas es un eslabón primordial.

RESPONSABILIDADES, ESTIGMAS Y DESAFÍOS

Diversos factores, tales como la religión, la etnicidad, la familia y la sociedad imponen continuamente responsabilidades y estigmas sobre la población femenina, lo que limita sus oportunidades de desarrollo y superación personal.

Expertos de las Naciones Unidas reconocieron que en América Latina y el Caribe este segmento social se enfrenta al "triple desafío" de trabajar fuera de casa, cuidar de sus propios hijos y, cada vez más, de los ancianos, lo que incrementa la carga de trabajo no remunerado. En la región, las mujeres trabajadoras ganan un 19 por ciento menos que los hombres y solo ocupan el 27 por ciento de los escaños en los parlamentos nacionales, demostró el informe Desarrollo Humano 2015 de la ONU.

Estos países también cuentan con la mayor proporción de trabajadores domésticos, un 37 por ciento del total mundial, en su mayoría féminas, agregó dicha fuente.

La visión de la mujer como ama de casa o propiedad permanece en las sociedades suramericanas de tradición machista, y si bien resulta preocupante el papel de los hombres en este conflicto, es en la familia donde debe originarse el cambio de mentalidad.

Sin embargo, esa perspectiva es transmitida de una generación a otra y aceptada como algo normal.

Muestra de ello es el caso de Bolivia, donde el 22 por ciento de las mujeres están casadas o tienen algún vínculo de convivencia antes de cumplir los 18 años, según investigaciones del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés).

De la población femenil cuya edad oscila entre los 20 y 24 años, el tres por ciento se casó o tuvo algún vínculo antes de cumplir los 15 años. Otra muestra de la precaria situación del género femenino en la región suramericana es el caso de las indígenas, que viven en comunidades rurales o mineras y se encuentran afectadas por los conflictos armados.

Miles de féminas viven los terribles impactos que les trae la perforación de los suelos, al limitar sus derechos y las condiciones para una existencia digna, al despojarlas de sus espacios de vida y medios de subsistencia, tanto por desposesión como por contaminación, aseguró la cofundadora del Frente de Mujeres Defensoras de la Pachamama, Lina Solano Ortiz.

"Conscientes de los graves efectos que la minería trae a sus vidas, féminas de toda la región se han integrado a los procesos de resistencia de los pueblos", manifestó.

En estas luchas se registran permanentes violaciones de derechos cometidas contra las militantes, y un alarmante aumento en los casos de defensoras asesinadas, desaparecidas, torturadas, violentadas sexualmente, encarceladas, judicializadas, criminalizadas, estigmatizas y hostigadas, denunció Solano.

RESPUESTA SOCIAL: NI UNA MÁS

En las últimas décadas, la sociedad civil de América del Sur se ha solidarizado con las luchas feministas.

Muchas protestas ciudadanas se han transformado en leyes que tipifican la violencia de género como un delito, e incluso en el endurecimiento de las penas para los agresores y homicidas.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, instauró el año pasado una normativa que impone severas penas a los culpables.

Esa reforma penal impedirá que los acusados sean liberados bajo fianza, determina que la violencia de género será un agravante del homicidio y establece penas de 12 a 30 años de cárcel.

Según Rousseff, ese problema ocurre en todas las clases sociales y en todas partes, pero sobre todo dentro de casa, e instó a las agredidas a denunciar cada uno de los casos.

"No acepten la violencia dentro o fuera de sus casas como algo inevitable, si tienen que salir de casa salgan, que tendrán la protección del Estado brasileño", aseguró la titular, y subrayó que una denuncia hecha a tiempo puede salvar la vida de una mujer.

Por su parte, Argentina protagonizó una de las más multitudinarias manifestaciones contra ese problema en 2015 bajo el lema #Niunamenos, tras la conmoción que despertó en la nación una serie de feminicidios.

Estos casos reflejan "una sociedad enferma, de paradigmas machistas, donde la mujer sigue siendo una cosa a dominar'", comentó la activista argentina Fabiana Tuñez. Dicha campaña contó con la participación de la expresidenta Cristina Fernández y también tuvo repercusión en países cercanos como Chile y Uruguay.

En Colombia, las movilizaciones en las calles de Bogotá el pasado mayo reclamando "ni una Rosa más", denunciaban la muerte de Rosa Elvira Cely, quien falleció tras ser violada y pedir sin éxito auxilio telefónicamente en repetidas ocasiones al servicio de emergencias.

El caso posteriormente dio nombre a la ley contra los feminicidios en el país.

Según ONU Mujeres, una de cada tres féminas en el mundo ya ha sufrido alguna vez maltratos sexuales o psíquicos y la mayoría a manos de su pareja o parientes, está en la voluntad de los gobiernos trabajar para lograr un cambio positivo en esa situación.

Betty Hernández Quintana .Periodista de la Redacción Suramérica de Prensa Latina.


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 Imagen tomada en la exposición de Yoko Ono de la instalación Imagina la Paz

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