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miércoles, 29 de julio de 2015

Ser mujer en Tanzania


Aquí en Tanzania, como en tantos lugares del mundo, a la mujer le toca ser muy fuerte, dar vida, luchar con todas sus ganas porque ni sabe ni quiere quedarse con los brazos cruzados.


Sostiene a la familia encargándose de la educación y nutrición de los hijos y de los ancianos y desvalidos, hace las labores de la casa (recogida de agua, leña,…), participa en el desarrollo social del poblado, se preocupa de la conservación del medio ambiente y además, por si fuera poco, le toca servir al marido.

Es la responsable de mantener y defender los escasos bienes familiares, cultivando y labrando los campos o atendiendo un pequeño comercio. Ella es la que da rienda suelta a su creatividad para hacer progresar a la familia con distintas actividades y de su buen hacer se espera que sirva para ir eliminando las costumbres y tradiciones negativas (superstición y magia) que frenan, y mucho, el desarrollo.

La familia en Tanzania, en general, está desintegrada. Pocos son los casos en que conviven en la misma casa marido y mujer y cuando lo hacen pocas veces existe una verdadera relación de amor-afectividad. Lo más frecuente es encontrar a la mujer sola a cargo de bastantes hijos, o por ser madre soltera o separada o porque el marido la ha abandonado o se ha ido a buscar trabajo lejos… Muchos niños no conocen a su padre. Con frecuencia viven en casa de la abuela o de algún pariente cercano… En el mejor-peor de los casos la educación de los hijos recae sobre la madre, únicamente.

Sobre la mujer tanzana recaen demasiados partos seguidos. Por desgracia, no existe, en muchos casos, comunicación con el marido. Sobre todo las de las zonas rurales, optan por tener a sus hijos en casa pues casi siempre faltan los servicios más esenciales de salud o son muy pobres. Más de 500.000 mujeres mueren cada año en el mundo por complicaciones durante el embarazo y el parto, el 85% son africanas. 4 de cada 5 hubieran vivido con una buena atención de personal cualificado y con acceso a servicios de urgencia. Una de cada 16 mujeres del África Subsahariana morirá como consecuencia del parto o del embarazo. En los países del primer mundo es sólo una de cada 3800.

Las mujeres en África sufren una fuerte discriminación. Se las considera sujetos de deberes, pero sin apenas derechos. A pesar de todo el trabajo que sacan adelante la mayoría de las veces no toman decisiones, ni siquiera sobre su propia vida. Son los hombres los que deciden si deben tener o no relaciones sexuales, o si deben acudir al médico. Participan muy poco en la política de sus comunidades y, en general, son apartadas de los núcleos de decisión. Todavía siguen soportando grandes injusticias en el tema de las herencias. A todo esto se une que muchas mujeres son analfabetas y la ignorancia las sigue esclavizando.

En este país hay un gran porcentaje de matrimonios de chicas adolescentes. Muchos padres empujan a que se casen tan temprano por la ambición de cobrar una dote muy sustanciosa (cuanto más joven más pueden exigir) pues creen que si lo dejan para más adelante se quedarán embarazadas y no podrán cobrar esa dote. Los mismos padres creen que estando casadas a temprana edad no contraerán el sida. Por esta razón, privan a sus hijas de proseguir sus estudios, manteniéndolas en la ignorancia y así sigue la cadena de sometimiento al hombre, sin posibilidad de liberación. Así se perpetúa la pobreza.

Muchas veces se dice que sobre las espaldas de la mujer camina y avanza África, y es verdad porque ellas son el motor de la vida, del comercio, de la familia; debemos seguir apoyándolas para hacer una África mejor, más digna y más humana. Ellas demuestran día a día que la esperanza es real y cuántas veces logran que la vida triunfe donde parece que siempre tiene las de ganar la muerte.







Fuentes: Índice de Desarrollo Humano 2007. Informe de Manos Unidas “Ser madre en África es heroico”. Apuntes del misionero de la Consolata Daniel Ruiz.

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