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sábado, 9 de mayo de 2015

¿Se puede transformar la familia patriarcal y su cultura? (Parte I)


La complejidad del tema nos motiva presentarlo en dos partes para incluir otros aspectos que merecen considerarse. Una pregunta guiará este estudio ¿de dónde viene la sumisión a las mujeres?
“Todo cambia”, reza la canción y aquí sostenemos que también es posible transformar la familia patriarcal. Una mirada filosófica sobre la diferencia de los sexos, nos permite criticar las afirmaciones de la mayoría de los textos y su metodología.
El estudio de las relaciones entre el ser humano y la naturaleza, entre el ser y el pensar, el espíritu y la materia atravesó muchas etapas. Las corrientes de pensamiento se desarrollaron también en distintos tipos de sociedades, con relaciones sociales, políticas y económicas particulares.
Geneviève Fraisse en el artículo Del destino social al destino personal. Historia filosófica de la diferencia de los sexos, sostiene:
El discurso filosófico sobre las mujeres y sobre la diferencia de los sexos se halla necesariamente en la encrucijada de la historia -aquí ruptura política, mutación económica de la época moderna- y la eternidad de las cuestiones filosóficas: dualidad de cuerpo y espíritu, división entre naturaleza y civilización, equilibrio entre lo privado y lo público. P.70
En otros términos el filósofo Alfredo Llanos señala que la filosofía “no puede estar desconectada de la realidad económica, social y política dentro de la cual emerge y cuya verdad pretende expresar. Toda filosofía es filosofía de su tiempo, decía Hegel.”
La propuesta nos invita a pensar en:
• el sentido de las doctrinas de los grandes pensadores del pasado;
• la perspectiva histórica que los empujó a dar determinadas soluciones
• los factores ambientales que determinan las distintas respuestas filosóficas planteadas en cada época.
Por ejemplo, en la Grecia clásica, los filósofos abordaron entre otros temas el de la familia monogámica a través del modelo patriarcal expresado en la regulación del contrato matrimonial, las conductas sexuales dentro del mismo, la procreación, la herencia y las funciones del padre.
El estudio Cuerpo de mujer – Sexualidad y política (1999), analiza la posición de Platón, basada en la idea de “mezcla”, o sea la combinación de bienes y caracteres (por ejemplo ricos-pobres, impetuosos-moderados), lo que en primer lugar pone de manifiesto el grado de conflictividad existente y por otro el camino que la sociedad ateniense tomó para resolverlo. Precisamente, la regulación de los conflictos sociales por la excesiva acumulación de riquezas se efectuaba por: la legislación de las alianzas matrimoniales, el control de la generación y la herencia, para lo cual resultó imprescindible el dominio del cuerpo femenino con sentido de utilidad pública.
¿Cuál era la formación económico-social que sostenía la justificación de este modelo?
La democracia antigua o esclavista, cuyo poder lo tenía la aristocracia terrateniente y luego fue disputada por una nueva clase mercantil, en los últimos años del siglo V a c., según el historiador inglés George Thomson, origina la lucha entre demócratas y oligarcas que asumió la forma de una guerra panhelénica entre Atenas y Esparta.
La familia monogámica instituida en Grecia, suplantaba a la sindiásmica, lo nuevo era el poder del hombre, con el fin formal de procrear hijos de una paternidad cierta.
¿Por qué? En El origen de la familia la propiedad privada y el Estado, Federico Engels señala:
Esta paternidad se exige porque esos hijos en calidad de herederos directos han de entrar un día en posesión de los bienes de la fortuna paterna. (…) la existencia de la esclavitud junto a la monogamia, la presencia de jóvenes y bellas cautivas que pertenecen en cuerpo y alma al hombre, es lo que constituye desde su origen el carácter específico de la monogamia, la cual sólo es monogamia para la mujer y no para el hombre.
Monogamia, esclavitud y propiedad privada son el progreso y la desventura porque el desarrollo de unos se verifica a expensas de la desventura y de la represión de otros. Es la forma de la sociedad civilizada (…) (1)
La concepción filosófica de la mujer en el mundo clásico partía de considerarla como un ser inferior, como lo sustentaba el pensamiento de los griegos:
Sócrates según Platón atribuye la inferioridad femenina a su propia naturaleza y a la falta de educación, siendo deber del marido proporcionársela;
Platón: subordinación al varón;
Aristóteles parte de la pasividad de la mujer en la reproducción y justifica su sometimiento social jurídico. El macho es más apto para el mando que la hembra, exceptuando algunos casos contra natura.
Las corrientes de pensamiento las podemos encuadrar en dos concepciones: el idealismo y el materialismo, que se caracterizaron esencialmente por diferenciar la comprensión del espíritu y la materia, con un registro metafísico o dialéctico.
Un punto nodal ha sido la concepción sobre la realidad y la relación entre el ser y el pensar siempre en un contexto, en un período histórico.
Desde el materialismo dialéctico se considera a la realidad como objetiva, con existencia independiente de los sujetos y al conocimiento como un proceso vinculado a la práctica social.
En términos de Carlos Marx:
La producción de la vida, tanto de la propia en el trabajo, como de la ajena en la procreación, se manifiesta inmediatamente como una doble relación -de una parte, como una relación natural y de otra como una relación social-; social en el sentido de que por ella se entiende la cooperación de diversos individuos, cualesquiera que sean sus condiciones, de cualquier modo y para cualquier fin. (…) ..La historia de la humanidad debe estudiarse y elaborarse siempre en conexión con la industria y del intercambio.
Si nos dirigimos al siglo XIX, observamos que de los cambios históricos emergen reformulaciones de la relación entre los sexos y surge la conciencia de una posible emancipación de las mujeres. Según Geneviève Fraisse esta reflexión filosófica “enuncia algunas certezas o lanza ciertas torpezas pero que, con todo, accede a un registro metafísico en que lo mismo y lo otro adoptan la figura de la diferencia de los sexos para interrogarse.” P.71
¿Qué temas se plantearon? Fundamentalmente:
1- la familia, entendida por una parte, como emanación del matrimonio y por otra, como célula primera de la sociedad;
2- la especie, cuya perpetuación se concibe como finalidad de la vida humana;
3- la propiedad, con sus corolarios: el trabajo y la libertad.
Según la autora los filósofos se dividen en dos posiciones: o bien plantea las relaciones de armonía o por el contrario, las de conflicto entre ambos sexos. Todos se preguntan cómo definir el amor, lugar de los goces más elevados y de los peores sufrimientos.
A fines del siglo XIX se aborda la cuestión jurídica de las mujeres con las siguientes posiciones, basadas en los conceptos que ya estaban desarrollados:
Fichte señala claramente la dificultad:
Contrariamente a lo que ocurre en el resto del derecho, no se puede establecer una “deducción del matrimonio” a partir del fundamento del derecho natural, pues no se trata de una “asociación jurídica, como es el caso del Estado”, sino de “una asociación natural y moral”. El matrimonio es una “unión perfecta” que descansa en el instinto sexual de ambos sexos y que no tiene ningún fin fuera de sí mismo. (…) el amor es el punto en donde se reúnen del modo más íntimo la naturaleza y la razón.
En cambio la posición de Kant sostenía antes que el matrimonio se da como un “contrato.” El goce de los órganos sexuales del hombre por la mujer y recíprocamente sólo es aceptable precisamente debido a esta reciprocidad de la relación de posesión en que el hombre manda y la mujer obedece.
Hegel plantea que matrimonio es una “acción moral y libre y no una unión inmediata de individuos naturales y de sus instintos. El jefe de familia, el hombre, es la persona jurídica.
Una basándose en el fundamento natural de la división de los sexos, la otra en el reconocimiento de la ley y por último en el no reconocimiento del deseo, estas tres posiciones tienen una coincidencia: es la dependencia femenina del hombre; su realización en el matrimonio y su destino es el espacio doméstico.
La metafísica del siglo XIX, señala Geneviève Fraisse, se alimenta de los conceptos de dualidad, relación y unidad de polos opuestos, cuya diferencia en el sexo es una de sus representaciones, incluso, tal vez, una metáfora fundamental.
Intentado explicar el perfil de las corrientes filosóficas en relación con el desarrollo de las ciencias, Alfredo Llanos señala que:
El materialismo del siglo XVIII era mecanicista porque entonces la mecánica de los cuerpos sólidos, es decir, la mecánica de la gravedad era de todas las ciencias naturales, la única que había llegado en cierto modo a un punto culminante. La segunda limitación de este materialismo consistía en su incapacidad para concebir el mundo como proceso, como materia sujeta a desarrollo histórico. Esto correspondía al estado de las ciencias naturales de ese entonces y al modo metafísico y antidialéctico de filosofar que con él se relacionaba. Se sabía que la naturaleza se hallaba sujeta a un perenne movimiento pero, según las ideas dominantes en aquella época ese movimiento giraba en un sentido circular, razón por la cual no se movía nunca de sitio.
Estas ideas modelaron e instituyeron un perfil y una práctica dominante de las mujeres; sin embargo las contradicciones que se gestaron en el seno de algunas sociedades como los acontecimientos revolucionarios a finales del siglo XVIII, encontró a las mujeres participando y debatiendo con los varones por la instauración de la República.
A la idea de la dualidad de los sexos se une la complementariedad de estos, desarrollada durante el siglo XIX. Esta posición es sostenida por Ludwig Feuerbach y compartida por Auguste Comte. En la última parte de este siglo se desarrolla una polémica desde una visión histórica de las relaciones familiares que cuestiona el andamiaje del patriarcado.
Los temas presentes en los discursos filosóficos hacían referencia a:
• la “jerarquía de los sexos” (correspondencia A. Comte – Sturat Mill, 1843);
• la mujer se caracteriza por ser afectiva y el hombre por su capacidad intelectual;
• adjudicación de los calificativos “ángel” para el hombre y “diosa” para la mujer;
• participación indirecta en la vida pública y saludable exclusión de la vida social y política.
John Stuart Mill (2) (1806-1873) señalaba la conveniencia de que la mujer permaneciera en la esfera privada, en beneficio de la sociedad. Explica su subordinación de este modo:
La subordinación social de la mujer queda en pie como un hecho aislado dentro de las modernas instituciones: una brecha solitaria en lo que ha llegado a ser la ley fundamental; una reliquia única de un viejo mundo, de su pensamiento y su práctica que ha evolucionado en todas las otras cosas pero que retiene esta sola por un interés universal. (…)
No es conveniente sobrecargar el mercado del trabajo con un doble número de competidores. En un estado de cosas sano, el marido debería poder ganar con su solo trabajo todo lo necesario para los dos.
Esta visión positivista adjudicaba a las mujeres el rol de “auxiliares de lo espiritual” en el espacio familiar; también se les confería un papel en la religión.
Estas opiniones estaban en debate y se puede observar cierto cambio frente a la naturaleza de la misoginia. Según la autora citada se debe:
…la emancipación de la mujer se deja entrever concretamente y el feminismo como movimiento social y político, se convierte decididamente en una realidad pública. Mientras ciertos filósofos -Pierre Leroux, Marx o Stuart Mill – hablan con benevolencia acerca de las mujeres, otros se inscriben en la tradición de Kant y de Schopenhauer (y la ideología revolucionaria francesa), como, sobre todo Proudhon y vacilan entre la exclusión social y política del sexo femenino y su designación como fuerza maléfica.
La condición social de las personas, vislumbra la posibilidad de la igualdad real entre el hombre y la mujer, en contraposición del Código Civil que consagra la dependencia de la esposa.
Señalábamos antes que en el último cuarto del siglo surge un debate a partir de la existencia de nuevos actores sociales y de nuevas lecturas de estas relaciones: se analiza el sujeto psicológico la historicidad de la familia.
La inmutabilidad del patriarcado y una explicación de la familia por fuera del relato bíblico se inician con el estudio de Bachofen, El matriarcado de 1861. El derecho materno queda inscripto en la historia y se transforma con el matrimonio y el rol del padre.
A partir de los aportes de Carlos Marx y Federico Engels, las contradicciones de las relaciones sociales y su necesidad de transformarlas en su contrario, también se pone en cuestión el rol de la familia.
Uno de los debates lo produjo la visión materialista metafísica de L. Feuerbach quien, sobre la relación entre el hombre y la mujer, se oponía a la visión asexuada que postula el cristianismo y adhería a la idea de la complementariedad de los sexos, es decir que sostenía la oposición entre lo masculino, activo y lo femenino pasivo, el pensamiento por un lado y la intuición por el otro.
Como señalamos anteriormente L. L. Feuerbach, ha hecho un recorrido en su formación y posturas filosóficas desde el contexto del desarrollo del materialismo del siglo XVIII.
Según A. Llanos, analiza sus orígenes filosóficos en forma crítica, de este modo:
Procedía de los materialistas de los siglos XVI y XVII, Spinoza, La Mettrie, Holbach y Diderot. Refiriéndose a su propia evolución expresa que su primer pensamiento fue Dios aunque no tardó en comprender su error, su segundo pensamiento la razón, demiurgo de la filosofía hegeliana y el tercero y último el hombre, objeto fundamental de su materialismo antropológico. (…)
Sin embargo, el principio antropológico de Feuerbach nos da una definición incompleta y limitada del materialismo. Su autor, que concebía demasiado estrechamente el objeto de la filosofía pues lo reducía a la interpretación materialista de la unidad del sujeto y el objeto, a la relación entre el yo y el no-yo, consideraba al hombre de modo unilateral, como un ser corpóreo, sensible, pero no como ser histórico social. (…)
El conocimiento no es, para él, más que contemplación, primero sensible y luego racional, sin vínculo alguno con la práctica, con la transformación de la realidad objetiva. Otro defecto, no menos importante, de su teoría del conocimiento reside en que le es ajena por completo su concepción histórica. (…) no veía que la producción social es la base de la actividad cognoscitiva del hombre.
Desde una perspectiva histórica el análisis sobre la opresión de las mujeres cobra otra dimensión. Los estudios de Carlos Marx y Federico Engels introdujeron otra visión sobre la situación de las mujeres. Por ejemplo en el Prólogo a la primera edición (1884) de El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, cita un texto de su difunto amigo sobre las investigaciones del antropólogo norteamericano, Morgan en Ancient Society. (3)
Desglosaremos algunos de los conceptos, que según nuestra consideración son esenciales:
A. Según la teoría materialista, el móvil esencial y decisivo al cual obedece la humanidad en la historia, es la producción y la reproducción de la vida inmediata.
1. la producción de los medios de existir (alimento, vestido y los utensilios,
2. la producción del hombre mismo, la propagación de la especie
B. Las instituciones sociales bajo las que viven los hombres de una época y de un país dados, están íntimamente enlazados con estas dos especies de producción, por el grado de desarrollo del trabajo y por el de la familia.
C. Organización de la sociedad:
• fundada en los lazos de familia, cada vez es menos productivo el trabajo;
• progresan la propiedad privada y el cambio de productos, la diferencia de fortunas, la valoración de la mano de obra extraña;
D. Surgen los antagonismos de clase: elementos sociales, nuevos todos ellos, que con el transcurso de las generaciones se esfuerzan por adaptar la antigua constitución social a nuevas condiciones, hasta que a la postre la incompatibilidad entre una y otras acarrea una completa revolución.
• La sociedad antigua cimentada en la consanguinidad(4), desaparece entre el choque de las clases sociales recién formadas:
• sociedad nueva resumida en el Estado y cuyas unidades constituyentes ya no son lazos de familia sino vínculos locales, una sociedad donde el orden de la familia está completamente sometido al orden de la propiedad y en el seno de la cual tienen libre curso esos antagonismos y esas luchas de clases que componen hasta hoy toda la historia “escrita”.
Consideramos acertada la reflexión de Geneviève Fraisse al expresar que “Engels no se equivoca al relativizar el derecho patriarcal, quiebra su fundamento mismo; si no existe desde siempre, puede dejar de existir. Y lo cita:
Una de las ideas más absurdas que nos ha transmitido el Siglo de las Luces es la idea según la cual la mujer, en el origen de la sociedad, fue esclava del hombre. En todos los salvajes y en todos los bárbaros del estadio inferior y del estadio medio, e incluso parcialmente en los del estadio superior (5), la mujer tiene una posición no sólo libre, sino de enorme consideración. (6)
Cita de Morgan sus conceptos de que “la familia es el elemento activo; nunca permanece estacionaria, sino que pasa de una forma inferior a una forma superior a medida que la sociedad evoluciona de un grado más bajo a otro más alto. En cambio, los sistemas de parentesco son pasivos, sólo después de largos intervalos registran los progresos hechos por la familia en el curso de las edades y no sufren radical modificación sino cuando se ha modificado radicalmente la familia”.
El término familia por su etimología, famulus se aplicaba sólo a los esclavos, o sea esclavo doméstico. Luego fue incorporado por los romanos para designar un nuevo organismo social, cuyo jefe tenía bajo su poder a la mujer, los hijos y cierto número de esclavos.
De ahí que Marx afirmara:
La familia moderna contiene en germen, no sólo la esclavitud (servius), sino también la servidumbre, puesto que desde el comienzo refiérese ésta a los servicios de la agricultura; encierra en miniatura todos los antagonismos que se desarrollarán más adelante en la sociedad y el Estado.
Esta familia no estaba basada en el amor, sino en la propiedad individual, en la que el hombre era el jefe y propietario de su mujer e hijos y estos últimos los herederos de sus bienes.
Este desarrollo de las familias entrañó un progreso con obstáculos y contradicciones. Surgió en una sociedad de desigualdad, con un eje organizador desplegada a lo largo de siglos y a través de diversas expresiones culturales, modelando relaciones que intentaban reproducirla en forma conflictiva.
Notas:
1) Civilización: período en que el hombre aprende a elaborar productos artificiales, valiéndose de los productos de la naturaleza como primeras materias, por medio de la industria propiamente dicha y del arte.
2) En el ensayo On Liberty intenta definir la naturaleza y los límites del poder en la esfera social externa y el poder sobre el individuo.
3) En la cuarta edición -1891- “Hasta 1860 no hay que pensar en una historia de la familia. La ciencia histórica se encontraba aún, en este terreno, bajo el influjo exclusivo de los cinco libros de Moisés. (…) No cabe duda de que, aparte de la monogamia, conocíanse también la poligamia de Oriente y la poliandria del Tibet; pero estas tres formas no se sucedían en el orden de una serie histórica, sino que figuraban una junto a otra, sin relacionarse entre sí por medio de ningún vínculo.”
Engels estudia y analiza en forma crítica los aportes de tres antropólogos, el alemán Bachofen, el inglés Mac Lennan y el norteamericano Morgan. Los estudios de éste los consideró como un progreso en el conocimiento del origen de las familias.
4) La familia monogámica nace de la familia sindiásmica, en la época que sirve de límite entre el estadio medio y el estadio superior de la barbarie; su triunfo definitivo es uno de los signos característicos de la civilización na-ciente. Se funda en el poder del hombre, con el fin formal de procrear hijos de una paternidad cierta; y en esta paternidad se exige, porque esos hijos, en calidad de herederos directos, han de entrar un día en posesión de los bienes de la fortuna paterna. F. Engels, op.cit.
5) Estos estadios se diferencian por el tipo de alimento que consumen, los instrumentos que crean y usan para modificar la naturaleza y los lugares que eligen para vivir.
6) Al estudiar a los iroqueses (Estado de Nueva York, encontró un sistema de parentesco en contradicción con verdaderos vínculos de familia. Reinaba allí esa especie de matrimonio, fácilmente disoluble por ambas partes, llamado por Morgan “familia sindiásmica”. (…) El iroqués no sólo llama hijos e hijas a los suyos propios, sino también a los de sus hermanos. (…) Los apelativos de padre, hijo, hermano/a no son simples títulos honoríficos, sino que por el contrario, traen consigo serios deberes recíprocos perfectamente definidos y cuyo conjunto forma una parte esencial de la constitución social de los pueblos.
Ester Kandel (especial para ARGENPRESS.info)- (Publicado aquí con permiso de la autora)

Bibliografía:
- Engels, Federico, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Editorial Claridad, 1974.
- Fioretti, Susana – Tejero, Graciela, Cuerpo de mujer – Sexualidad y política, Publicado por el Area de Estudios de la mujer y de género, Nº 1 del Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín v. González.
- Geneviève Fraisse, Del destino social al destino personal. Historia filosófica de la diferencia de los sexos, en Historia de las mujeres, T. 4- Georges Duby y Michele Perrot, Santillana, 1993.
- Kandel, Ester, Ley de Trabajo de Mujeres- Un siglo de su sanción – La doble opresión: reconocimiento tácito, Dunken, 2008.
- Kandel, Ester, La opresión de la mujer tiene historia, Revista Periferia, agosto de 2010.
- Llanos, Alfredo, Introducción a la dialéctica, Editorial Rescate, 1986.
- Thomson, George, Los primeros filósofos, Ediciones siglo Veinte, primera edición argentina, 1975.
- Marx, Carlos / Engels, Federico, Antología, Centro Editor de América Latina, 1972.
http://www.rimaweb.com.ar/articulos/2013/transformar-la-familia-patriarcal-y-su-cultura-1/

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