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domingo, 31 de mayo de 2015

Abortar a escondidas



Luego de leer la columna “El fin no justifica los medios. El aborto no es un juego” de Andrea Balbontín, quedo con varias interrogantes sobre la discusión del tema.

Uno de los argumentos que más se repite es que las cifras de abortos están infladas, que el aborto no es un problema de salud pública, que tenemos la menor tasa de mortalidad materna después de Canadá, etc. Sin embargo, me pregunto: ¿cómo saben que las cifras están infladas? Bajo la amenaza de cárcel, ninguna mujer llega con complicaciones de aborto inducido a un hospital diciendo “traté de abortar y tuve un problema”, así que para la estadística oficial queda registrada con un diagnóstico alternativo. Los estudios que han tratado de estimar la cifra de abortos provocados en Chile chocan con ese problema, hay mucho que suponer y poco para comprobar, así que en realidad las cifras que habitualmente se mencionan dependen de la posición que uno tenga. Si usted está en contra de despenalizar el aborto elija la cifra más baja, si está a favor elija la más alta.

Otro “problema” para saber cuántos abortos se provocan al año, es que las mujeres que abortan ya no mueren. Ya no se estila usar la rama de apio para inducir un aborto, tampoco las hierbas para “botar al crío”, sino que se prefiere el aborto farmacológico con medicamentos obtenidos en el mercado negro, los cuales en su mayoría no dan complicaciones. Así, tenemos mujeres que ya no llegan al hospital después de abortar, “gracias a” que utilizan métodos más seguros que antaño. Decir que el aborto no es un problema por la baja mortalidad materna del país es esconder la cabeza bajo tierra.

El argumento más poderoso de los grupos “pro vida” para convencer a los que estamos a favor de despenalizar el aborto ante toda causa (¿que seríamos algo así como los “pro muerte”?), es que abortar es asesinar a un ser humano que aún no nace y que nosotros (los “pro muerte”) engañamos al resto para que no crean que es así… ¿De verdad creen que una mujer que aborta no sabe lo que está haciendo? ¿Que no es capaz de darse cuenta?

¿Realmente piensan que después de abortar (además del dolor por las contracciones y el sangrado durante la expulsión) las mujeres no notan que “eso” que botaron estaba vivo dentro de (y gracias a) ella?

Me parece una falta de respeto intolerable que se trate a las mujeres como si fuesen estúpidas e incapaces de saber lo que están haciendo. No importa si es una, 15 mil o 200 mil. Ninguna mujer en su sano juicio disfruta al abortar.

Si queremos ayudarlas, lo primero que debemos hacer es sacarlas a la luz. Que no aborten a escondidas en sus casas, que no paguen por el silencio de un establecimiento de salud privado, que no vayan al extranjero a abortar. Frente a una situación límite y angustiante como es decidir abortar, no podemos además mandarlas a la cárcel “para que aprendan”.

No sabemos realmente cuántas son, no sabemos quiénes son, no sabemos dónde están, no sabemos por qué lo hacen. ¿Cómo la sociedad, el Estado o los grupos “pro vida” van a ayudarlas? ¿Quieren seguir sentados esperando que lleguen después de ver alguna propaganda sobre ellos? Quizás alguna lo haga, pero será la que está más convencida de no abortar, aquella que incluso con el consejo de una amiga desista de su intención.

Con aborto despenalizado por todas sus causas, estas mujeres llegarían a los hospitales públicos o privados antes de abortar y no después. Podrían ser recibidas con una especie de “protocolo de aborto” que incluya una evaluación psicológica previa y entrega de información sobre opciones menos severas (ayudas sociales estatales o de grupos “pro vida”, adopción u otras). Las que a pesar de todo decidan hacerlo podrían recibir apoyo psicológico posterior. Todas las que ingresen (decidan o no abortar) podrían ser derivadas a consejería sobre salud sexual y reproductiva. Sabríamos con mayor certeza cuántas mujeres abortan, podríamos identificar los grupos de mujeres o las zonas con mayor número de abortos para evaluar por qué ocurre e intervenir.

Hay muchas cosas que podrían hacerse, pero lo primero es lograr que las mujeres no aborten a escondidas.


Enviada por Marcelo Urra, médico general  al Señor Director:

Marcelo Urra
Médico general
Alumno del Programa de Médicos Especialistas en Salud Pública
Escuela de Salud Pública “Dr. Salvador Allende” – Universidad de Chile

http://www.elmostrador.cl/opinion/2015/03/19/abortar-a-escondidas/

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