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miércoles, 4 de febrero de 2015

La sororidad requiere una nueva estética VII/VIII


Y, algo que se olvida muchas veces, la sororidad requiere una nueva estética: nuevas maneras de ir por la vida y de comportarnos, nuevas formas de trato, nuevos lenguajes no soeces entre y sobre nosotras o sobre lo femenino, es decir, un lenguaje revalorizante y respetuoso de la dignidad que exigimos al mundo nos reconozca. Un trato de compromiso y honestidad que implique cuentas claras y las cosas sobre la mesa, obligaciones asumidas y pactadas y expectativas enunciadas y un uso equitativo de los recursos.

La apertura de espacios requiere que incluyamos a otras y nuestro acceso al aprendizaje y a los conocimientos nos convoca a pasarlos a las otras La sororidad es, sobre todo, el apoyo de unas a otras para lograr nuestro propio desarrollo y bienestar.

Nosotras no estamos sólo para recrear e inventar utopías. La vida es breve. Estamos para construir topías y no solo para mostrar al mundo cómo queremos que sea, sino que al hacer el mundo ganamos territorio para nuevo tejido social y para una nueva cultura democrática de género “vivita y coleando".

Ustedes me dirán sí cómo no, con tanto cambio ético político, dejaremos de ser las que sabemos ser. Y yo les digo que sí que de eso se trata y, para que no nos sea muy difícil, podemos empezar a experimentar la sororidad con su fundamento: dejar de ser misóginas entre nosotras y con los otros. Dejar de desvalorizar, descreer, desacreditar a otras mujeres por principio y, por principio valorizar, dar crédito y aceptar las capacidades de otras mujeres y convertirlo  en  capital  político  al  hacer  público  nuestro reconocimiento.

Enfrentar la rabia, el enojo, la incomodidad que nos generan "las otras" porque entre otras cosas, es una proyección de nuestra propia rabia genérica y en cambio, propiciar el desarrollo de la autoestima de género y de la estima de género a las otras; eliminar la violencia contra las otras mujeres, expresada como hostilidad, agresión, discriminación, desprecio, deslealtad y traición de género y procurar un trato digno y respetuoso a las otras mujeres; eliminar la explotación y el abuso a otras mujeres y renunciar al trabajo invisible de otras mujeres y de nosotras mismas al establecer relaciones laborales que construyan nuestra común ciudadanía.

Es importante dejar de suponerle a las otras lo que deberían ser o hacer y dejar de vigilarías. En cambio, estar dispuestas a descubrimos a conocernos y confiar (affidarnos) en nuestras capacidades reales y singulares es un supuesto básico de la sororidad. Es base para el reconocimiento al derecho a nuestra diversidad y a su manifestación. La afinidad así creada se produce por reconocimiento no por homologación, sino por la creación de condiciones para la heterogeneidad y la defensa de la diversidad.

Nueva ética para nuevos liderazgos/ El feminismo y la mirada entre mujeres /Ponencia de Marcela Lagarde y de los Ríos

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