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jueves, 6 de noviembre de 2014

Honduras: Las mujeres frente al extractivismo


Honduras esta siendo vendida a pedazos a empresas transnacionales, cuyos intereses económicos van en detrimento de los derechos humanos de las personas. Desde el golpe de Estado se ha iniciado un proceso de promoción de la inversión privada en la explotación de recursos naturales y de venta del territorio, mediante leyes proteccionistas de la inversión. Actualmente más del 30% del territorio hondureño ha sido concesionado. Se tratan de zonas de alto interés natural, donde viven poblaciones desde hace cientos de años, e incluso lugares que pertenecen a grupos indígenas. El proceso de concesión se da sin previo aviso ni consulta comunitaria. En la mayoría de los casos, las personas se enteran cuando los empresarios llegan a echarles de sus casas.
Pero las comunidades no están permitiendo esta situación pasivamente, sino que están organizándose, a nivel comunitario regional o incluso a nivel nacional para afrontar lo que se viene. Y en estas luchas de defensa del territorio esta teniendo una participación importante las mujeres.
La participación de las mujeres generalmente queda invisibilizada en las organizaciones y luchas sociales debido a que se les considera participantes y  no actoras directas, esto por las relaciones de poder establecidas por el sistema patriarcal. No obstante, las mujeres facilitan que los hombres lideren la lucha, ya que realizan una gran cantidad de actividades de base, que aunque no son consideradas importantes, resuelven situaciones y necesidades y contribuyen al mantenimiento de la lucha. Al cocinar en las reuniones, elaborar pan para obtener recursos, realizar las mantas para las protestas, o facilitar que los hombres líderes puedan salir de viaje, están garantizando que la lucha se suceda de manera adecuada.
Cuando empiezan a llegar moradores extraños con intereses dudosos, son las mujeres las que interpelan a la persona, y generalmente impiden que se reúnan con nadie para evitar las amenazas o sobornos a familias seleccionadas. También participan en ceremonias religiosas para pedir a dios que les de fuerza y les guíe en sus estrategias.
Las mujeres tienen una especial función en la transmisión del mensaje. Ellas en sus actividades diarias comparten con otras personas lo que esta sucediendo, cómo lo están viviendo e intentan motivar a mas personas para que se unan a la lucha.
La acción de resistencia más característica de la defensa de los recursos comunitarios, es la toma de carreteras. El objetivo es oponerse a la entrada de la empresa minera/hidroeléctrica o dificultar su acceso y su construcción desde acciones de reivindicación y de protesta pacíficas. La comunidad se organiza de manera que se impide el paso de coches extraños y de personas ajenas a la comunidad con intereses avariciosos sobre los recursos. El paso se impide mediante la presencia física de las personas de la comunidad en forma barrera humana o mediante la elaboración de zanjas o barreras físicas como cadenas o piedras.
La participación de las mujeres en esta toma es especial. Debido a que las mujeres trabajan en casa durante el día, son ellas las que están más disponibles para hacerse presente en la toma o cubrir la guardia durante el día. Mientras están en la carretera impidiendo el paso a extraños, las mujeres están en la calle, gritan y conversan, se encargan de la preparación de alimentos de manera colectiva para toda la comunidad con fogones improvisados entre las piedras. La vigilancia nocturna la realizan los hombres, pero son las mujeres las que llevan la comida de la cena y el desayuno a sus compañeros cada día.
Las mujeres están durante todo el día en la toma y por tanto son las que se enfrentan por medio de la palabra a las personas de las empresas o de las fuerzas estatales de seguridad que intentan entrar. Por otro lado, en los conflictos que surgen a veces entre pobladores y personas extrañas, las mujeres impiden que se realice un acto violento en contra de sus compañeros y son capaces de plantarse con valor frente a las pistolas encañonadas.  Recuerdo la situación de Nueva Esperanza, en la que Alba, se mantuvo firme frente a las amenazas de matar a su padre. También las mujeres intentan mantener la paz en la comunidad evitando que los hombres compañeros “más impulsivos” realicen provocaciones violentas que podrían perjudicar la legitimidad de su resistencia.
Las tomas de carretera se caracterizan por la confrontación directa y por resistencias pasivas ante la violencia armada, ya sea por parte de empresarios, militares, policías, paramilitares y/o otras personas (trabajadores, aliados, etc.). Como se considera que los hombres “son violentos, impulsivos e impacientes”- características definidas por la masculinidad hegemónica patriarcal, desde la cual se consideran dichos atributos como indicadores de virilidad (reconocerse en el miedo y la sumisión implica confrontar su identidad varonil) - las mujeres se convierten en las mediadoras de conflictos. Se hace referencia a la idoneidad de sus atributos “femeninos” como la paciencia, la inteligencia o el don de la palabra para que se hagan cargo de impedir o detener las confrontaciones violentas con grupos armados.
Por otro lado, es generalizada la idea de que a las mujeres no las van a agredir, idea sustentada en el simbolismo que existe en la cultura en torno a la mujer - sumisa, inofensiva y débil- y en el ensalzamiento que se realiza de su imagen – lo que la convierte en supuestamente intocable- desde la ideología patriarcal. Aunque los datos indican que en realidad, este aparente haz de protección no es real ya que muchas mujeres sufren agresiones en actuaciones de resistencia y muchas de ellas acaban siendo criminalizadas por liderar luchas de oposición.
Aunque este discurso puede parecer que refuerza estereotipos femeninos, por otro lado, ofrece un espacio de libertad a las mujeres para demostrar su valentía y su fuerza. Bajo estas ideas, tanto hombres como mujeres acuerdan que lo ideal es que sean ellas las que están en primera línea impidiendo el paso o mediando en los conflictos, lugares desde donde pueden confrontar la imagen femenina de pasividad mediante acciones firmes de resistencia. En estas acciones, ellas confrontan con los otros de manera fuerte y contundente. Expresan la rabia y la ira que sienten por la situación injusta que están viviendo, y muestran su decisión a la hora de defender la comunidad y los recursos con coraje y vigor.
Y estas acciones tienen efectos revitalizadores en las mujeres. Se sienten fuertes al enfrentarse con un hombre armado, se perciben valientes llegando incluso a considerarse con más valor que muchos hombres. Muchas mujeres me declaraban su cambio en la percepción de sí mismas en cuanto a seguridad: “ahora me siento más fuerte y con capacidad para enfrentarme a quien sea” “si he podido enfrentarme a un hombre apuntándome en la cabeza, que no podré hacer” son algunas de las declaraciones que daban. Esta es una forma imprevista de, por un lado, desmitificar la pasividad asociada a la feminidad y por otro, asumir como parte de su nueva identidad, algunas características masculinas (valentía, fortaleza).
Sonia Sobrino 

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