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sábado, 7 de diciembre de 2013

Los indicadores de género en el marco de los derechos humanos


La construcción de indicadores de género se fundamenta en el reconocimiento de la diversidad y la misma que está vinculada a una perspectiva de derechos humanos. Se parte del principio de que los derechos humanos son producto de un proceso histórico que incide en la vida diaria de todas y cada una de las personas, mujeres y hombres; por consiguiente, estos derechos no son estáticos, ya que se derivan de las circunstancias en que se dan las diferentes etapas de la vida de las personas: sus necesidades, sus posibilidades, sus habilidades, etc.
El construir indicadores de género en un marco de derechos, implica la posibilidad de utilizarlos para la construcción de herramientas conceptuales de manera que dichos derechos se reconozcan y también para que se puedan defender. Uno de los retos en la defensa de los derechos humanos es encontrar las maneras de defender la universalidad de los derechos de todas las personas, al tiempo que construimos el respeto por la diversidad y la diferencia. Cuando se violan los derechos humanos, no solamente se hace en relación con la dimensión de clase, raza, orientación sexual, edad y cultura, sino también en función del género, ya que el hecho de ser hombre o mujer, define el cómo se manifiestan esas violaciones. Cuando hablamos de los derechos humanos de las mujeres y en especial de las violaciones a los derechos por cuestiones de género, lo que se propone es la expansión de los derechos humanos, y por consiguiente, la expansión del concepto de quiénes somos, percibidas como seres plenamente humanos y como ciudadanas.
En este contexto, el enfoque de género y el respeto a los derechos humanos de las mujeres como ciudadanas plenas tiene que estar respaldado por una enorme voluntad política, que modifique las concepciones actuales y contribuya a disminuir las asimetrías y la desigualdad en la calidad de la vida de las mujeres y los hombres. Se trata de construir sociedades en las que ninguna vida humana valga más que la otra, en donde las necesidades de los y las menores tengan la misma prioridad y el valor que la de los adultos mayores y en donde la edad y el sexo de las personas no determine la etapa de su vida en la que se le brinden servicios de salud con mayor o menor frecuencia o con mayor o menor calidad; en donde las responsabilidades domésticas y el cuidado de la familia sean compartidas y distribuidas de manera equitativa y el papel que juegan las mujeres y las niñas no sea relegado ni excluido de la toma de decisiones; en donde todos los niños y las niñas, independientemente de su lugar de residencia y su condición socioeconómica, tengan la misma oportunidad de ingresar y permanecer en la educación básica y que tengan la posibilidad de
ingresar a los niveles superiores de educación que el Estado pueda ofrecer; y en donde el sexo o el estado civil no determine las oportunidades para conseguir un empleo y para recibir la capacitación necesaria para el desarrollo de las actividades, o para recibir el mismo salario cuando se hace el mismo trabajo y se invierten las mismas horas para realizarlo.
Todo ello implica que el Estado debe diseñar políticas de desarrollo relevantes a la equidad de género y dentro del marco de los derechos humanos, enfocándose a la reducción de tales brechas y valiéndose de información que le permita detectarlas. Sin embargo, en muchos países esta información relevante no se produce y no es posible conocer el significado y la profundidad de estas brechas. En otros casos, aunque la información existe, no se hace la desagregación requerida para conocer el fenómeno que queremos medir. Así que, para producir información cuantitativa para la formulación de planes nacionales, es necesario también producir información para sensibilizar a las autoridades, para hacer el seguimiento y monitoreo de las políticas y también para la rendición de cuentas de los organismos públicos.


La incorporación de la perspectiva de género en las estadísticas contempla que la producción de éstas tome en cuenta las diferentes realidades socioeconómicas y culturales que hombres y mujeres enfrentan en la sociedad.
Esto significa que toda la información recopilada debe considerar que los factores basados en el género afectan e influencian en forma diferenciada a hombres y mujeres.

El proceso de incorporación de la perspectiva de género en las estadísticas incluye la sensibilización y la capacitación del personal involucrado, tanto en el diseño como la recolección y tratamiento de la información, la presentación y difusión de los resultados. Es decir, un diseño que se base en un marco que asigne prioridad y haga visible la condición de las mujeres en los tópicos que se investigan; que la recolección y tratamiento de la información no estén sesgados por las concepciones estereotipadas sobre el papel que juegan mujeres y hombres en los distintos ámbitos de su vida; y que la presentación y difusión de resultados se realice mediante una adecuada producción de tablas y gráficos, que permitan visualizar en forma clara y sintética los aspectos claves de la inequidad de género, para que llegue al público en general de manera clara y oportuna.
http://www.eclac.cl/publicaciones/xml/1/26731/Guia%20asistencia.pdf

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