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miércoles, 20 de marzo de 2013

Los cuidados como categoría económica con nuevos alcances


 Los cuidados como categoría económica con nuevos alcances

La economía del cuidado ha desbordado sus límites previos, circunscritos a las relaciones y dinámicas materiales e inmateriales ligadas a la reproducción de la vida humana, para proyectarse a la reproducción de la vida como un todo. Esto supone reubicar el cuidado como categoría económica y como proceso fundamental para la existencia de todas las formas de vida y para el sustento de la economía.

La economía del cuidado se ha construido desde la economía feminista como un ámbito amplio, relacionado con las condiciones materiales e inmateriales indispensables para los ciclos de reproducción de la vida de todas las personas, dado que, en varios grados a lo largo de nuestro ciclo vital, necesitamos cuidados, que incluyen acceso a bienes, servicios y atenciones indisociables del flujo material. Esas necesidades requieren un tratamiento prioritario no sólo en los hogares, sino también por parte del Estado y la sociedad; son una responsabilidad compartida.

Este es el ámbito económico en que por excelencia el principio de funcionamiento es la solidaridad, pero en medio de injusticias y desigualdades que reclaman el ejercicio de la reciprocidad. Es también una realidad que pone a la vista el principio de interdependencia de los seres humanos, al contrario de la perspectiva neoclásica que concibe la concurrencia la mercado de fuerza de trabajo y de sujetos económicos completamente independientes y autónomos.

Desde esta lógica, la Constitución de 2008 en Ecuador reconoció la economía del cuidado al referirse a las formas de organización de la producción familiares y domésticas, y al trabajo de autoconsumo y de cuidado humano como actividades productivas.

Pero la perspectiva del Buen Vivir abre un nuevo cauce para los cuidados en su dimensión económica. Una relación armoniosa y equilibrada con la naturaleza es condición de nuestra existencia, pues la vida humana depende de las otras formas de vida que la constituyen. Se trata de formas y sistemas de vida que no sólo no deben continuar siendo depredadas, sino que requieren restauración, protección y manejo sostenible, todo lo cual implica procesos de trabajo humano y de movilización de recursos con ese fin. De la misma manera que la economía feminista hizo visibles los procesos económicos ligados a la reproducción de la vida humana, se hace necesario reconocer y fortalecer los procesos de reproducción de la vida en sentido integral, que conlleva trabajo de cuidados.

El cuidado, entonces, puede ser visto como una categoría económica central, como un flujo de acciones materiales (aunque no sólo) con resultados materiales sustantivos para la vida en sentido integral.

 Repensar la productividad

En una perspectiva de mediano plazo, la transición hacia el Buen Vivir requiere redefinir conceptos clave, como el de productividad. Se trata de superar las nociones convencionales de productividad, centradas en el objetivo de maximizar ganancias y para ello maximizar eficiencia (productividad sistémica), para redefinirla en términos de maximizar la sostenibilidad y diversidad económicas, con equilibrios humano y ambiental.

Esto conlleva reconocer la interrelación entre lo productivo y lo reproductivo, superar la eficiencia como el logro de ‘más con menos y siempre’, para referirla al uso óptimo de recursos en condiciones dadas, atando ese óptimo a protección y justicia; implica salir de los ideales de expansión y crecimiento para relativizarlos con el logro de equilibrios de vida, que pueden suponer la contracción y el decrecimiento en situaciones o ámbitos concretos.

Un reto fundamental es salir de la economía centrada en lo monetario, como fin y como medio, que se superpone a la economía de la subsistencia, la subsume y asfixia. Al mismo tiempo, superar esquemas de producción, comercialización y consumo que depredan y destruyen los elementos básicos de la vida. El dinero y la inversión han estado sobrevalorados, han llegado a tomar el lugar de la economía como un todo. En contraste, el trabajo ha sido sistemáticamente subvalorado, material y simbólicamente.

Los esquemas neokeynesianos o neoshumpeterianos, que se refuerzan como referentes en las políticas anticrisis, mantienen su acento en la centralidad del mercado, en las virtuosidades de la inversión y en el incremento de la productividad. Esto acentúa la necesidad de avanzar en una formulación más explicita tanto de los principios como de los instrumentos de esta visión económica alternativa, que en la actual coyuntura encuentra un singular terreno de aplicaciones.



La agenda feminista de redefiniciones económicas hacia la construcción del Buen Vivir se perfila desde el acumulado teórico y práctico avanzado por las mujeres desde hace siglos en todo el mundo, pero al mismo tiempo requiere tomar distancias de algunos sesgos que se instalaron en tiempos neoliberales y que en unos casos se han naturalizado como parte de una agenda económica de las mujeres. Necesitamos distanciarnos:

 De una visión sectorial de género y economía, que establece relaciones limitadas o acotadas a determinados temas: ingresos, activos, etc., sin cuestionar el sistema del que hacen parte.

 De una visión ‘cosmética’ de género, de añadir o ponerle género a, también acríticamente, sin fijarse en compatibilidades y coherecias. El neoliberalismo no ignoró a las mujeres, sino que desarrolló una visión y unas intervenciones que nos asignaban la pobreza, el microcrédito, con discursos que buscaban convertinos en puntas de lanza de las visiones empresariales, para así abonar a la tarea de construir la sociedad de mercado inherente al capitalismo.

 De una visión circunscrita a los derechos económicos de las mujeres sin conexiones relevantes con una crítica y redefinición del modelo y con una relectura de la economía ‘tal como es’, tarea que es parte de los cambios.

 De una noción de incidencia inercial que nos ubica fuera de los procesos de cambio, exteriores. Es preciso actuar desde la coparticipación, ubicando diferencias y diferenciaciones con quienes se oponen o no hacen parte de la construcción del cambio, y así mismo las coincidencias y alianzas inéditas que se presentan hoy para compartir tareas transformadoras.

http://www.awid.org/Library/The-Feminist-Perspectives-Towards-Transforming-Economic-Power-Topic-3-Buen-Vivir
http://fedaeps.org/cambio-civilizatorio-y-buen-vivir/redefiniciones-economicas-hacia-el
Tomado de : Redefiniciones económicas hacia el buen vivir: un acercamiento feminista.Por Magdalena León T.

2 comentarios:

  1. Nos alegra que hayan compartido este artículo de Magdalena León. Nos interesa su página y los debates en Mediterraneo.

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    1. Mil gracias por los aportes de su magnifica pagina. Ojala conjuntamente podamos contribuir a que todas las mujeres sean conscientes del valor de su aporte social con sus cuidados y todos sus trabajos, aunque injustamente la sociedad no lo haya valorado hasta ahora.

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